2021
Ministrar a quienes están encarcelados
Febrero de 2021


Ministrar a quienes están encarcelados

El valor del alma de una persona no disminuye por un delito.

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man in prison

Fotografía de barrotes por Peggy Marie Flores; fotografía de matrimonio caminando por Nancy Ann Kirkpatrick; otras fotografías de Getty Images.

En este momento, más de diez millones de personas se encuentran en cárceles o prisiones en todo el mundo1. Jesucristo, quien ama a cada persona y comprende toda dificultad, nos pide que ministremos a todos los hijos del Padre Celestial, incluso a aquellos que están encarcelados. “Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos […] en la cárcel, y fuimos a verte?

“Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos, mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:37–40).

¿Cómo podemos hacer lo que el Salvador nos pide y ministrar de forma segura a quienes están encarcelados? Este artículo proporciona principios básicos como un punto de partida. Con espíritu de oración, hable con sus líderes locales de la Iglesia acerca de qué es apropiado y prudente en el área donde vive.

Hijos de Dios

Si bien los sistemas judiciales son diferentes, el desafío del encarcelamiento es similar en todas las naciones y culturas. Doug Richens dirige el programa de ayuda a miembros de la Iglesia que están encarcelados. Además, coordina los esfuerzos con otros grupos religiosos y comunitarios para ayudar a quienes se ven impactados por el encarcelamiento, sin importar sus antecedentes ni creencias religiosas.

“Un estereotipo común de quienes están encarcelados es que todos ellos no son de fiar, son violentos y peligrosos”, dijo el hermano Richens. “Sin embargo, he visto que la mayoría no son así, sino que sienten remordimiento por sus acciones y están tratando de elevarse por encima de las malas decisiones del pasado y llevar una buena vida”.

En algunos países, casi la mitad de los ciudadanos tienen a un miembro de su familia inmediata que ha sido encarcelado2. Estos hermanos, padres e hijos que están presos, además de definirse por cualquier relación terrenal, son hijos de Dios.

El juicio terrenal y el eterno

Si bien es necesario que emitamos juicios en la vida, el Padre Celestial y Jesucristo son los únicos que pueden juzgar de manera perfecta a alguien, basándose en su situación, acciones y deseos (véase 1 Samuel 16:7). Ese juicio perfecto sin duda considerará las circunstancias en las que nacen las personas, las cuales aumentan las probabilidades de encarcelación, tales como traumas familiares, pobreza generacional, hábitos de uso de drogas, etc. Hay muchos otros factores que pueden influir en la capacidad de una persona de tomar buenas decisiones, incluso su salud y bienestar3. Aunque es importante que la sociedad ejecute leyes que mantengan seguras a las comunidades, podemos hacerlo con compasión y una perspectiva eterna, reconociendo que hay mucho que no comprendemos.

“Piensa en cómo te sentirías si se te juzgara por el resto de tu vida a causa de la peor cosa que hubieras hecho”, dijo Tanja Schaffer, miembro de la Iglesia que trabajó en un despacho jurídico antes de fundar un grupo de ayuda legal para prisioneros. “Dios decidirá perdonar a quien Él desee perdonar, pero nos manda que perdonemos a todos” (véase Mateo 18:21–22).

El principio del juicio perfecto de Dios también puede ser una fuente de consuelo para las víctimas de un delito. A veces las personas que lastiman a otras jamás reciben el castigo en la tierra. Las víctimas podrían seguir sufriendo mucho tiempo después de que la condena de los responsables haya acabado. Muchas personas que se ven impactadas por el encarcelamiento han sido tanto víctimas como agresores en diferentes momentos, lo cual nos recuerda que la vida es una complicada red de relaciones y decisiones que afectan a los demás. Podemos hallar consuelo al confiar en que el Padre Celestial y Jesucristo lo comprenden todo. Su juicio será perfecto. La sanación que Ellos ofrecen —tanto para el inocente como para el arrepentido— será completa (véase Apocalipsis 21:4).

El amoroso ejemplo de los líderes

El élder Gerrit W. Gong, del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió una reunión en la que todos a su alrededor estaban vestidos de blanco. Había canto y oraciones, y el amor de Dios era abundante4. A diferencia de lo que muchos de nosotros podríamos imaginarnos, no se trataba de una reunión del templo, sino de una visita de ministración en una prisión en la que los overoles blancos eran el uniforme habitual.

“Los líderes de la Iglesia se preocupan por todos los que se han visto afectados por el crimen y el encarcelamiento”, testificó el hermano Richens, al describir que un líder le da su propio ejemplar de una revista de la Iglesia a alguien que visita en la cárcel cada mes. “Visitan a los presos con frecuencia, apoyan a las familias de estos y cuidan de las víctimas con ternura”.

La ministración en centros penitenciarios es responsabilidad del presidente de estaca, quien trabaja con los líderes de barrio para satisfacer las necesidades de quienes están en su área. ¿Qué están haciendo los líderes de su estaca para ministrar a los miembros que están encarcelados y compartir mensajes edificantes con ellos? En algunos lugares, se podría llamar a miembros de la Iglesia a que visiten y enseñen a las personas encarceladas. El hermano Richens explicó que, a menudo, aquellos miembros llamados a proporcionar apoyo están nerviosos al principio, pero luego sienten que el llamamiento es tan significativo que no quieren que se les releve.

“Es la religión pura”, señaló (véase Santiago 1:27).

Aunque no deberíamos sentirnos presionados a visitar a personas encarceladas que no conozcamos, hay otras maneras en que podemos ministrar con seguridad. Estas son algunas de ellas:

  • Oren por las personas encarceladas, en especial por alguna que conozcan por su nombre. ¡La oración es poderosa!

  • Comuníquense con las prisiones o cárceles locales para ver si necesitan artículos donados. En muchos centros de detención se permite la lectura, manualidades como tejer a crochet [hacer ganchillo] y la investigación de historia familiar.

  • Si conocen a alguien que esté preso, consideren escribirle cartas edificantes. Tomen decisiones seguras y prudentes mientras se comuniquen. Sigan el Espíritu y mantengan límites apropiados.

  • Traten a los miembros de la familia de aquellos que están encarcelados —en especial a los niños— con amor, respeto e inclusión. Recuerden que los familiares por lo general también son víctimas inocentes. El Espíritu Santo puede ayudarnos a saber cómo ministrar a todos los miembros de la familia.

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El Espíritu Santo no está limitado

El encarcelamiento puede ser un tiempo increíblemente difícil en la vida de una persona, pero el Espíritu Santo no está limitado por los muros, los barrotes ni las cadenas. La oración, el estudio de las Escrituras y la humildad pueden invitar Su presencia reconfortante tanto dentro de una celda como fuera de ella. Por esa razón, la prisión puede convertirse en un lugar de milagros.

Portia Louder, una miembro de la Iglesia que escribía artículos de blog mientras estaba encarcelada, describió la experiencia como un difícil trayecto de fe y de descubrimiento personal. “He atravesado algunas dificultades bastante graves en mi vida, pero siento que estoy siendo sanada por medio de un amor que es indescriptible”, escribió desde la prisión. “Sin importar qué desafío afrontes ahora mismo, sin importar dónde te encuentras en tu propia travesía, ¡por favor no te rindas!”.

Garff Cannon, quien prestó servicio como presidente de rama en una cárcel, describió la forma en que el Espíritu lo inspiró a hablarle con bondad a un recluso de corazón duro que había tenido una vida difícil. “Las palabras que usted acaba de decirme fueron las más amables que me han hablado en mi vida”, dijo ese hombre. “No recuerdo que me hayan hablado con amabilidad y cariño. Gracias”. Terminaron la visita con la primera oración que aquel hombre había escuchado en años.

“Sí, el Espíritu Santo definitivamente está en los centros penitenciarios”, testificó el hermano Cannon. “Allí hay hijos de Dios, y Él desea que regresen”.

Dios extiende poderosas promesas a todos los que elijamos seguirle, ya sea que aprendamos de Él en la Escuela Dominical o en una prisión. Como dice en Ezequiel 36:26: “… os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros”.

Volver a formar parte de la sociedad es un gran desafío

El valor del alma de una persona no disminuye por un delito (véase Doctrina y Convenios 18:10). Cuando alguien desea cambiar para mejor, ¿le dejamos crecer y que sea perdonado?

“La gracia y la compasión de Dios son enormes”, comentó el hermano Richens. “A veces las personas encarceladas sienten el perdón del Señor antes de que las perdone el gobierno, la sociedad o incluso algunos miembros de la Iglesia”.

Regresar a la sociedad luego del encarcelamiento es difícil. Quienes han estado presos a menudo tienen dificultades para encontrar empleo y una vivienda. Podemos ayudarles a encontrar seguridad en lugares sanos y a dedicarse a pasatiempos saludables. Tal vez lo más importante que podamos hacer es ser amigos positivos que fortalezcan a los demás. Cuando José Smith habló sobre la reforma penitenciaria mientras era candidato para presidente de los Estados Unidos, enseñó que “el rigor y el encierro jamás harán tanto por reformar la inclinación de los hombres como la razón y la amistad”5.

La compasión marca la diferencia

Judas alentó a los santos a que “t[uvieran] compasión” (Judas 1:22). Sus palabras se hacen eco de la súplica del Salvador de que recordemos a quienes están en la cárcel. ¿Cómo responderemos a esas invitaciones? Hagamos un esfuerzo por nutrir a quienes experimentan el encarcelamiento —y a sus familias— con la bondad de Dios. Nuestra compasión puede marcar la diferencia.

Notas

  1. Véase “World Prison Population List: Eleventh Edition”, National Institute of Corrections, nicic.gov.

  2. Véase “Half of Americans Have Family Members Who Have Been Incarcerated”, 11 de diciembre de 2018, Equal Justice Initiative, eji.org/news.

  3. Véase “Traumatic Brain Injury in Criminal Justice”, Universidad de Denver, du.edu/tbi.

  4. Devocional de Navidad del Departamento del Sacerdocio y la Familia, diciembre de 2019.

  5. “Joseph Smith as a Statesman”, Improvement Era, mayo de 1920, pág. 649.

Fotografía de barrotes por Peggy Marie Flores; fotografía de matrimonio caminando por Nancy Ann Kirkpatrick; otras fotografías de Getty Images.

Fotografía de lana por Auralie Jones.

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