Principios de ministración
Ministrar a las personas que tienen dificultades económicas
¿Cómo podemos ayudar cuando la situación económica es difícil?
Después de muchos años de dificultades, Oh Jin Sook, una hermana del Barrio Chum-dan, de Corea del Sur, pasó por un difícil proceso de divorcio. A lo largo de este, sus hermanas ministrantes se mantuvieron cerca de ella para ofrecerle apoyo. La presidenta de la Sociedad de Socorro y el obispo comenzaron a ayudar a la hermana Oh, ideando opciones para que ella pudiera llegar a ser autosuficiente. Sugirieron que para que pudiera cubrir sus necesidades inmediatas, como alimentos, ropa, vivienda, etcétera, tal vez tuviera que mudarse a un lugar más pequeño y asequible.
Mientras participaba en un grupo de autosuficiencia sobre cómo iniciar y hacer crecer un negocio, la hermana Oh consideró echar mano de sus talentos abriendo un salón de belleza. Sus líderes y hermanas ministrantes la animaron y apoyaron en sus empeños por abrir un salón.
En un principio, los cambios parecían abrumadores. No obstante, la hermana Oh confiaba en Dios, trabajó con ahínco y con el tiempo abrió su propio salón con el poco dinero que tenía.
Al comenzar, el dinero no era suficiente para sostener a su familia. Sin embargo, el salón de belleza era crítico a fin de que ella adquiriera confianza y valor para saber que podía ser independiente y autosuficiente.
Las hermanas le llevaban comida, la llamaban para darle palabras de consuelo e intercambiaban ideas con ella en cuanto a su nuevo negocio, ministrándola amorosamente de distintas maneras. Un hermano se encargó de imprimir y distribuir miles de volantes para hacerle propaganda al salón. Otros miembros del barrio atendían a los hijos de ella para ofrecerles amor, amistad y apoyo.
Las posesiones materiales de la hermana eran pocas, pero señaló que esa época llegó a ser la más feliz de su vida. Las fuentes de su felicidad eran su fe en Jesucristo y los miembros que le mostraban un amor semejante al de Cristo. Aun en medio de sus dificultades, ella sentía el gran amor del Señor por medio del ejemplo y de la ministración de su familia del barrio.
Sugerencias para ministrar a las personas que tienen dificultades económicas:
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Sea amoroso y no juzgue. Tenga presente la advertencia del rey Benjamín en cuanto a juzgar a las personas que enfrentan problemas económicos (véase Mosíah 4:17–19).
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Dios desea bendecirnos en lo temporal, así como en lo espiritual. Si mostramos fe al hacer las cosas a la manera de Él, cambiará nuestra vida y la de aquellos que nos rodean.
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En nuestros empeños por ministrar, tengamos cuidado de no hacer por las personas lo que ellas puedan hacer por sí mismas ni privarles de la oportunidad de llegar a ser más autosuficientes.
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Dar dinero no es la respuesta a todos los problemas económicos. A menudo, el tiempo, el amor u otros actos de servicio son soluciones más significativas. Por ejemplo, ofrecer cuidar a los niños o ayudar con el jardín puede ahorrar dinero en esos gastos. Invitar a la persona a una comida puede ahorrarle dinero en alimentos. Además, el vínculo de amistad puede ser una forma de apoyo y sanación.
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Si tiene el deseo de servir, considere su propia situación económica. El Señor nos bendecirá por sacrificarnos a fin de bendecir a los demás, pero se nos aconseja no hacer más de lo que nuestra capacidad nos permita (véase Mosíah 4:26–27). La participación en un grupo de autosuficiencia a fin de aprender más sobre las finanzas personales podría aumentar nuestra habilidad para ayudar a los demás.
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Sea sensible y no cruce los límites que no debería al imponer su ayuda en los demás, por muy buenas que sean sus intenciones. Permítales que digan: “No, gracias”, si creen que es lo mejor para ellos.
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Brinde servicio sin esperar que se le agradezca. Los problemas económicos causan que las personas se sientan fácilmente humilladas y avergonzadas, lo cual hace que les cueste expresar su agradecimiento. Ofrezca amor y servicio sin ejercer ninguna presión. A veces, ayudar de forma anónima resulta ser un gesto de mayor amabilidad para no herir la sensibilidad de las personas.