Mensaje del Área
“Sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores” (Santiago 1:22)
A través de los años, como miembro y líder en la Iglesia, me he puesto a reflexionar sobre la diferencia entre los miembros que llegan a la capilla cada semana y aquellos que demuestran una conversión distinta del evangelio de Jesucristo. ¿Cuál es la diferencia? Yo creo que una diferencia es cómo se preparan para recibir la palabra de Dios. En otras palabras, unos simplemente llegan a otra reunión de la Iglesia, mientras que otros parece que están listos para llegar a una sesión reveladora. Unos pasan por nuestras reuniones, pero, he aquí, la reunión no pasó por dentro de ellos.
El Libro de Mormón nos habla de una experiencia espiritual que tuvieron los miembros de la Iglesia cuando fueron invitados a venir y escuchar a su profeta y líder, el rey Benjamín. ¿Qué hicieron para experimentar este poderoso cambio en sus vidas?
Primero, se prepararon al permanecer en lugares santos. La Escritura registra que “cuando llegaron al templo, plantaron sus tiendas en los alrededores, cada hombre según su familia”1. Los padres de familia y miembros entendían la importancia “de que la obra de congregar a mis santos continúe, para que los establezca en mi nombre en lugares santos”2.
Segundo, prepararon a sus hijos para entender la importancia de los principios, ordenanzas, y convenios del templo al plantar “sus tiendas alrededor del templo, cada hombre con la puerta de su tienda dando hacia el templo”3. ¿Qué pasa cuando padres, líderes y familias no se enfocan en permanecer en lugares santos, especialmente el templo? En Génesis 13 vemos el ejemplo de un padre de familia, Lot, cuando puso su tienda mirando hacia Sodoma. “Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores delante de Jehová en gran manera”4. Si leemos más adelante vemos que Lot perdió a sus hijos por las tentaciones del mundo, por no permanecer en lugares santos. Quizás debemos recordar que la oportunidad de tomar la Santa Cena cada semana es una manera de ayudar a cada miembro y a cada familia a aprender sobre la importancia de las ordenanzas y convenios del Evangelio.
Tercero, aprendieron del rey Benjamin cómo escuchar la voz del Señor cuando llegan a una reunión de la Iglesia. Ellos aprendieron que no deberían “tratar livianamente las palabras” que escuchan, sino que al escuchar las enseñanzas deben también abrir “vuestros oídos para que podáis oír, y vuestros corazones para que podáis entender, y vuestras mentes para que los misterios de Dios sean desplegados a vuestra vista”5. También, en estos los últimos días el Señor nos enseña cinco maneras de cómo podemos más íntegramente escuchar la voz del Señor. El Señor nos instruye: “Escuchad, oh pueblo, abrid vuestro corazón y dad oído desde lejos; escuchad, vosotros lo que os llamáis el pueblo del Señor, oíd su palabra y su voluntad concerniente a vosotros”6. Cuando el rey Benjamin les estaba enseñando cómo escuchar la voz del Señor, les prometió que ellos podrán recibir los misterios de Dios. ¿Qué son estos misterios de Dios? Son las revelaciones personales que recibimos al escuchar las impresiones del Espíritu durante nuestras reuniones. Les invito a que traigan algo para escribir las cosas que quizás no se dijeron en nuestras reuniones, pero que escuchamos como revelación personal para nuestras vidas, especialmente durante tiempos difíciles que cada uno de nosotros tenemos.
Después de que el rey Benjamin enseñara a su pueblo, él quiso saber cuál fue el resultado de sus enseñanzas. La Escritura nos dice que “mandó indagar entre ellos, deseando saber si creían las palabras que les había hablado”7. Como líder, padre y miembro, quería causar un cambio duradero en su pueblo y saber si realmente hubo un cambio en sus vidas como resultado de la reunión que tuvieron. Su pregunta quizás fue: ¿qué harás con lo que has aprendido?
El presidente Gordon B. Hinckley nos enseñó: “Existe la preocupación de que algunas personas en la Iglesia tienen una conversión mental pero no espiritual. El Evangelio les atrae, pero la verdadera conversión es cuando sienten algo en sus corazones y no solo en sus mentes. Hay ascenso mental pero no convicción espiritual. Deben ser tocados por el poder del Espíritu Santo que crea en ellos una experiencia espiritual, entonces el poder y la profunda conversión del Espíritu confirman lo que han acordado en sus mentes. Esto, este testimonio del corazón y no sólo de la cabeza, esto lo llevará a través de cada tormenta de adversidad”8.
Mi invitación para cada uno de nosotros es tratar de llegar a más sesiones reveladoras y no simplemente llegar a otra reunión de la Iglesia. Hay mucho que el Espíritu Santo nos quiere revelar al participar en nuestras reuniones para escuchar Su voz. “Una voz suave” que “penetra hasta lo más profundo de los que la oyeron”9.