Voces de los Santos de los Últimos Días
Mi primer convenio sagrado con Jesucristo
El Sábado 4 de noviembre de 1978, justo cuando cumplí 18 años, mi primer acto voluntario como ciudadano responsable fue hacer un convenio sagrado con Jesucristo, de obedecer Sus mandamientos, de ser Su testigo en todo tiempo y lugar, de servir a mi prójimo en necesidad; y de esforzarme por llegar a ser un verdadero discípulo Suyo.
A las 4:30 pm. comenzó el servicio bautismal en la capilla de Magdalena, en donde en aquella época nos congregábamos los miembros del barrio Pueblo Libre; el obispo Emilio Pizarro presidió esta reunión, y fue dirigida por el hermano Richard Schwarz, quien era el líder misional del barrio. Yo estaba muy contento, no solamente porque me iba a bautizar e iniciar una nueva vida, sino porque toda mi familia, que en aquella época no eran miembros de la Iglesia, habían venido a la capilla para acompañarme en este trascendente acto y también habían venido algunos amigos y amigas no miembros, y muchos miembros de mi querido y recordado barrio Pueblo Libre.
Cuando llegó el momento de ingresar a la pila bautismal, el corazón me latía agitadamente por la gran emoción que me embargaba. El élder que me iba a bautizar pronunció las palabras de la ordenanza y procedió a sumergirme en el agua; al momento de salir de la pila bautismal, verdaderamente me sentí como un niño pequeñito: totalmente puro, sin mancha, al haber sepultado simbólicamente mi pecaminosa vida anterior, y nacer a una nueva vida. Después, el élder Nolen me confirmó miembro de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, y me otorgó el don del Espíritu Santo. Todo era tan maravilloso en ese momento, realmente ese sábado de 1978 fue uno de los días más felices de mi vida.
Fui el primer miembro de la Iglesia en mi familia; pero gracias a nuestro Padre Celestial, poco a poco los demás integrantes de mi familia fueron convirtiéndose al Evangelio.