Mensaje del Área
El santo templo
El templo siempre ha sido para mí un lugar donde he podido apartarme de las distracciones, las preocupaciones de este mundo y estar más cerca de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo Unigénito.
El Templo es un lugar de revelación donde podemos hablar con nuestro Padre Celestial, expresar nuestro amor por Él y por Su Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor. Allí podemos expresarle nuestro agradecimiento por todas las bendiciones que recibimos de Su mano y también podemos recurrir a Él para pedirle aquellas cosas que necesitamos para nuestra vida, siempre con la humildad necesaria de aceptar Su voluntad en todas las cosas. Allí recibimos fortaleza, consuelo para sobrellevar las cargas de nuestros desafíos y también sentir Su amor incondicional por nosotros Sus hijos.
El presidente Nelson, en la reunión de liderazgo de la conferencia de octubre de 2019, dijo: “Al finalizar la conferencia general de octubre del año pasado, alenté a los santos a asistir al templo de forma regular. ¿Por qué? Porque los ataques del adversario están creciendo de manera exponencial, en intensidad y en variedad. La necesidad de estar en el templo regularmente nunca ha sido mayor. Entonces prometí, y lo reitero ahora, que aquellos que fijen con regularidad una cita con el Señor para estar en Su sagrada casa, y después asistan a esa cita, recibirán milagros”.
Debemos tomar muy en serio esta invitación del profeta del Señor.
A medida que las condiciones sanitarias por el Covid-19 lo permitan, los templos seguirán ampliando las posibilidades de poder participar en todas las ordenanzas por nosotros mismos y por nuestros antepasados.
Debemos prepararnos en todos los aspectos para asistir tan frecuentemente como podamos.
Al asistir con frecuencia a una cita con el Señor en Su santa casa, recibiremos la guía que necesitamos y seremos bendecidos.
¿Cómo podemos prepararnos para asistir al templo?
En el libro de Salmos se nos pregunta:
“¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo?
“El limpio de manos y puro de corazón” (Salmos 24:3–4).
El “monte” de Jehová es Su templo y se mencionan dos requisitos para los que desean entrar en él: ser limpios de manos y puros de corazón.
Al hablar sobre estos versículos, el élder David A. Bednar dijo:
“Permítanme sugerir que las manos se limpian mediante el proceso de despojarnos del hombre natural y de vencer el pecado y las malas influencias de nuestra vida por medio de la expiación del Salvador. El corazón se purifica al recibir Su poder fortalecedor para hacer el bien y llegar a ser mejores. Todos nuestros deseos dignos y buenas obras, aunque son muy necesarios, no producen manos limpias y un corazón puro. La expiación de Jesucristo es la que proporciona tanto el poder limpiador y redentor que nos ayuda a vencer el pecado como el poder santificador y fortalecedor que nos ayuda a ser mejores de lo que seríamos si dependiésemos solo de nuestra propia fuerza. La expiación infinita es tanto para el pecador como para el santo que cada uno de nosotros lleva en su interior”1.
También debemos esforzarnos por tener siempre nuestra recomendación vigente, aunque por alguna situación no podamos asistir frecuentemente al templo.
Los convenios sagrados son personales y poderosos.
Conforme avanza en la senda del Evangelio hacia el templo, usted irá entendiendo mejor las bendiciones de los convenios sagrados en su vida. Estas son algunas cosas que debe recordar cuando piense en la importancia de los convenios:
1. Los convenios hacen más profunda su relación con el Padre Celestial y Jesucristo.
Un convenio se define a menudo como una promesa sagrada entre Dios y Sus hijos. Aunque esta definición es correcta, no es completa. Un convenio es más que un contrato; es un compromiso personal que define y hace más profunda nuestra relación con Dios. Los convenios crean un vínculo sagrado entre Dios y Sus hijos. Renuevan nuestro espíritu, transforman nuestro corazón y nos ayudan a llegar a ser unidos con Él. Si se mantiene fiel a sus convenios, su devoción a nuestro Padre Celestial y a Jesucristo aumentará; sus sentimientos de gratitud se incrementarán; su capacidad para amar y servir a los demás crecerá y las bendiciones prometidas en el templo fluirán más abundantemente en su vida diaria.
2. Los convenios le ayudan a centrarse en las cosas que más importan.
Durante toda su vida tendrá que tomar decisiones que requieran de su tiempo, energía y recursos, y muchas decisiones buenas competirán con otras quizás aún mejores.
El élder Dallin H. Oaks aconsejó: “el solo hecho de que algo sea bueno, no es razón suficiente para hacerlo. Algunas cosas son mejores que buenas, y merecen que les demos prioridad. Algunos usos del tiempo individual y familiar son mejores, y otros son excelentes. Debemos abandonar algunas cosas buenas a fin de elegir otras que son mejores o excelentes porque desarrollan la fe en el Señor Jesucristo y fortalecen a nuestra familia”2.
3. Las ordenanzas y los convenios del templo le bendicen a usted y a los demás.
Como todas las ordenanzas del Evangelio, las ordenanzas del templo son algo que primero recibirá usted específica e individualmente. Esto es particularmente cierto si va a recibir su investidura o a ser sellado. Tenga en cuenta que el día que reciba estas ordenanzas saldrá del templo con promesas que el Señor le hace directamente a usted; no promesas hechas a algún profeta o pueblo de la antigüedad, sino promesas que se le hacen a usted. Debe procurar entenderlas y comprender la importancia que tienen en su vida.
Después de recibir las ordenanzas del templo para usted mismo, puede regresar al templo y recibir las ordenanzas en favor de otras personas. Su servicio bendecirá la vida de esas personas y también le recordará a usted sus propias promesas y bendiciones.
Testifico que Jesucristo vive, que nos ama, que visita Sus santos templos.
Nuestro Padre Celestial vive y nos ama. Él espera que podamos volver a Su presencia como familias eternas. Es en el santo templo donde hacemos los convenios y llevamos a cabo las ordenanzas para lograr esta sublime meta.