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Mi oración por los duraznos y las peras
La autora vive en Oregon, EE. UU.
El Padre Celestial contestó mi oración varios meses después de que la hubiera hecho.
Hace años, cuando mi esposo y yo todavía teníamos a seis de nuestros hijos en casa, también teníamos un casa de acogida donde cuidábamos a ancianos enfermos de Alzheimer. En aquel tiempo, cultivábamos un gran huerto y conservábamos gran parte de nuestros alimentos. Cierto año no tuvimos la oportunidad de tener duraznos ni peras, que eran los favoritos de nuestra familia y especialmente buenos para los pacientes de Alzheimer que necesitaban alimentos blandos.
Decidí orar con respecto a esa necesidad. Le pedí al Padre Celestial que me guiara hacia unos duraznos y peras económicos si sabía de algunos que estuvieran disponibles. Mi esperanza era encontrar fruta que, de no compartirse, se desperdiciaría.
Un par de días después, llevé a mis hijos a la Iglesia a una actividad para los jóvenes. Una hermana que era nueva en el barrio se me acercó y me preguntó si quería algunos duraznos maduros. Su familia acababa de comprar una casa con muchos duraznos en el jardín, y había más fruta de la que podían utilizar. Pude recoger muchas cajas de duraznos y ponerlas en conserva sin costo alguno.
Pasó un tiempo y no encontré peras. Llegué a la conclusión de que el Padre Celestial sabía que estaba muy ocupada con el ingreso de los niños a la escuela y con la conservación de los alimentos de nuestro huerto y que no tenía tiempo para las peras.
Meses después, tras la cosecha de toda la fruta, me encontraba en la sala de espera de la oficina de mi quiropráctico. Mientras estaba sentada, entró un hombre y empezó a hablar con la recepcionista. Para mi sorpresa, le oí preguntarle si conocía a alguien que pudiera necesitar algunas peras. Tenía cajas de fanegas de peras en la cámara frigorífica y buscaba a quién darlas para poder apagar la refrigeración durante el invierno. ¡Pude comprar cajas de peras grandes y hermosas por solo tres dólares cada una, un precio muy reducido comparado con lo que normalmente pago!
El Padre Celestial contestó mi oración de meses atrás y también hizo arreglos para que las peras se mantuvieran frías hasta que yo tuviera más tiempo para ponerlas en conservas.
En un discurso de conferencia general, el élder Brook P. Hales, de los Setenta, dijo: “El Padre está al tanto de nosotros, conoce nuestras necesidades y nos ayudará de manera perfecta. A veces, esa ayuda se da en el momento exacto —o al menos poco después— en que pedimos la ayuda divina. Otras veces, nuestros deseos más fervientes y dignos no se responden de la manera que esperamos, pero descubrimos que Dios tiene mayores bendiciones reservadas para nosotros. Y en ocasiones, nuestros deseos justos no se nos conceden en esta vida”1.
Muchas veces, mis oraciones han sido contestadas rápidamente, pero aún no se han concedido algunas cosas por las que oro fervientemente todos los días. Recordar experiencias como mi oración por los duraznos y las peras me hace pensar que mi Padre Celestial me conoce a mí, así como mis necesidades, y que me ayudará perfectamente de la manera que Él sabe que es mejor para mí.