La bendición patriarcal: Dirección inspirada del Padre Celestial
Mi bendición patriarcal me ayudó a comprender mi identidad verdadera y eterna: quién era yo realmente y quién podía llegar a ser.
Me criaron unos padres maravillosos que amaban y enseñaban fielmente el Evangelio a nosotros, sus hijos. Lamentablemente, mis queridos padres tuvieron dificultades en su matrimonio durante años. Yo era un niño de la Primaria cuando se me dijo que era probable que se divorciaran un día y que mis hermanos y yo tendríamos que escoger con cuál de ellos íbamos a vivir. Como resultado, durante años experimenté gran ansiedad; sin embargo, un regalo de mi Padre Celestial finalmente ayudó a cambiar todo para mí: mi bendición patriarcal.
A la edad de once años, sintiéndome cada vez más preocupado por la relación entre mis padres, deseé profundamente recibir mi bendición patriarcal. Sabía que el Padre Celestial me conocía perfectamente y que conocía mis circunstancias específicas, y también sabía que recibiría dirección de Él. Inmediatamente después de cumplir doce años, recibí mi bendición patriarcal. Eso fue hace más de medio siglo, pero recuerdo vívidamente los detalles de esa experiencia sagrada.
Afortunadamente, contamos con dirección inspirada acerca de las bendiciones patriarcales en el Manual General de la Iglesia:
“Todo miembro bautizado y digno tiene derecho a recibir una bendición patriarcal, la cual proporciona dirección inspirada del Padre Celestial”.
El miembro debe tener “la madurez suficiente para entender la importancia y la naturaleza sagrada de tal bendición” y “comprender la doctrina básica del Evangelio”.
“Lo ideal es que el miembro sea lo suficientemente joven como para que todavía tenga por delante muchas decisiones importantes en la vida […]. Los líderes del sacerdocio no deben establecer una edad mínima para que los miembros reciban la bendición patriarcal […].
“Cada bendición patriarcal es sagrada, confidencial y personal […].
“La persona que reciba una bendición patriarcal debe atesorar sus palabras, meditarlas y vivir digna de recibir las bendiciones prometidas en esta vida y en la eternidad”1.
Nuestro amado presidente Russell M. Nelson ha enseñado muchas veces acerca de la importancia de la bendición patriarcal2, que brinda a cada uno que la recibe “la declaración de su linaje remontándose a Abraham, Isaac y Jacob”3, y que cada bendición “es Escritura personal para ustedes”4.
Mi bendición patriarcal fue de vital importancia para mí cuando era joven por numerosas razones. En primer lugar, mediante el poder del Espíritu Santo, mi bendición patriarcal me ayudó a comprender mi identidad verdadera y eterna: quién era yo realmente y quién podía llegar a ser. Me ayudó a saber, como ha enseñado el presidente Nelson, que yo era un “hijo de Dios”, un “hijo del convenio” y un “discípulo de Jesucristo”5. Yo sabía que el Padre Celestial y mi Salvador me conocían y me amaban, y que Ellos estaban personalmente implicados en mi vida. Esto me ayudó a tener el deseo de acercarme más a Ellos y aumentar mi fe y mi confianza en Ellos.
Un querido amigo que se unió a la Iglesia siendo un joven adulto relató: “Cuando el patriarca colocó sus manos en mi cabeza y dijo mi nombre, todo cambió […], no solo entonces, sino para el resto de mi vida. Inmediatamente sentí que, a través del poder por el cual él habló, se me conocía íntima y profundamente. Las palabras que habló penetraron todo mi ser. Supe que el Padre Celestial me conocía, por dentro y por fuera”.
Saber quién era yo en realidad me ayudó a comprender y a tener el deseo de hacer lo que Dios esperaba de mí6.
Esto me llevó a estudiar los convenios que había hecho y las bendiciones prometidas en el convenio que Dios hizo con Abraham7. Me brindó una perspectiva eterna que me inspiró a guardar mis convenios más plenamente.
Estudié mi bendición patriarcal a menudo y, de joven, a menudo a diario, lo cual me permitió sentir el consuelo y la influencia orientadora del Espíritu Santo, quien me ayudó a disminuir mi ansiedad conforme seguía Sus impresiones. Esto aumentó mi deseo de invitar activamente a la luz, a la verdad y al Espíritu Santo estudiando las Escrituras y orando a diario, y tratando de estudiar y seguir las enseñanzas del profeta y los apóstoles de Dios con más diligencia. Mi bendición patriarcal también me ayudó a desear ser más sumiso a la voluntad de mi Padre Celestial, y al centrarme en eso pude experimentar gran gozo, a pesar de mis circunstancias personales8.
Cada vez que estudié mi bendición patriarcal, recibí fortaleza espiritual. Cuando mis padres finalmente se divorciaron, mi bendición patriarcal, como enseñó el presidente Thomas S. Monson, se había convertido para mí en un “tesoro personal preciado e invaluable”, incluso “una Liahona personal”9.
No me malinterpreten; yo no era perfecto. Cometía toda clase de errores. Mi compañera eterna podría confirmar que aún los cometo, pero mi bendición patriarcal me ayudó y sigue ayudándome a tener el deseo de actuar mejor y ser mejor10. Al estudiar mi bendición patriarcal a menudo, aumentó mi deseo de resistir la tentación; me ayudó a tener el deseo y el valor de arrepentirme, y el arrepentimiento llegó a ser, progresivamente, un proceso gozoso.
Fue crucial para mí haber recibido mi bendición patriarcal cuando era joven y mi testimonio todavía estaba creciendo, y estaré por siempre agradecido de que mis padres y mi obispo comprendieron que mi deseo indicaba que estaba preparado.
Cuando tenía doce años había menos confusión y menos distracciones que en el mundo de hoy en día. El presidente Nelson ha descrito la actualidad como “una de las épocas más complicadas de la historia del mundo”, un mundo “saturado de pecado [y] egocéntrico”11. Por fortuna, los jóvenes actualmente son mucho más maduros que cuando yo tenía doce años, ¡y también tienen que tomar decisiones sumamente importantes en su juventud! ¡Ellos también necesitan saber quiénes son en realidad y que Dios los ama y está perfectamente al tanto de ellos!
No todos tendrán el deseo de recibir su bendición patriarcal a la misma edad que yo, pero ruego que los miembros que aún no han recibido su bendición patriarcal busquen con espíritu de oración reconocer cuándo están preparados. Les prometo que, si se preparan espiritualmente, su experiencia, así como la mía, será sagrada para ustedes. También ruego que aquellos que ya han recibido su bendición patriarcal la estudien y la atesoren. Apreciar mi bendición patriarcal cuando era joven me ha bendecido con valor cuando me sentía desalentado, con consuelo cuando tenía temor, con paz cuando me sentía ansioso, con esperanza cuando me sentía desesperanzado y con gozo cuando más lo necesitaba. Mi bendición patriarcal me ayudó a aumentar mi fe y confianza en mi Padre Celestial y mi Salvador. También aumentó mi amor por ellos, y sigue aumentándolo12.
Testifico que las bendiciones patriarcales en verdad ofrecen dirección inspirada del Padre Celestial. Testifico de la realidad viviente de nuestro Padre Celestial y de Su Hijo, nuestro Salvador Jesucristo, quienes nos conocen, nos aman y desean bendecirnos. También sé con certeza que el presidente Russell M. Nelson es el profeta de Dios sobre la tierra en la actualidad. En el nombre de Jesucristo. Amén.