Mensaje de la Presidencia de Área
Las mayores posibilidades de felicidad en nuestras familias vienen al enfocarnos en el evangelio de Jesucristo
Soy el sexto de ocho hijos. Mi padre nos dejó y nuestra familia enfrentó grandes desafíos. Mi madre tenía tres trabajos, y eso no era suficiente para llegar a fin de mes.
Hace poco hablé de nuestros primeros años con uno de mis hermanos. Mis siete hermanos y yo nacimos en un período de dieciséis años. Eso significa que mi madre tuvo un promedio de un hijo cada dos años durante dieciséis años consecutivos.
Para ser honesto, no conocía, y tal vez todavía no entiendo completamente, los desafíos que experimentan las madres después de dar a luz a un niño, incluido el estrés físico y emocional, como la depresión posparto. Seguramente mi madre experimentó muchos de estos desafíos. Recuerdo que hubo momentos en que parte de su frustración se exteriorizó con nosotros.
Tenía diez años cuando el evangelio de Jesucristo llegó a nuestra vida. Mi madre, que era menos activa, permitió que cuatro de mis hermanos y yo nos bautizáramos. Mi hermana mayor ya estaba casada y las dos más jóvenes aún no tenían ocho años. Los misioneros ayudaron a mi madre a perdonar a las personas que la lastimaron y ella regresó a la actividad de la Iglesia.
Hoy testifico que el evangelio de Jesucristo me ayudó y me preparó en muchos aspectos para romper el círculo vicioso de tener un matrimonio fallido. Mi esposa y yo hemos celebrado 28 años de matrimonio en junio. Como todos los matrimonios, el nuestro no es perfecto, pero el evangelio de Jesucristo nos ha ayudado mucho. En una parte de “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” leemos:
“La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos merecen nacer dentro de los lazos del matrimonio y ser criados por un padre y una madre que honran sus votos matrimoniales con completa fidelidad. La felicidad en la vida familiar tiene mayor probabilidad de lograrse cuando se basa en las enseñanzas del Señor Jesucristo. Los matrimonios y las familias que logran tener éxito se establecen y se mantienen sobre los principios de la fe, de la oración, del arrepentimiento, del perdón, del respeto, del amor, de la compasión, del trabajo y de las actividades recreativas edificantes”1.
El estudio de las Escrituras me ha ayudado mucho, tanto personalmente como en mi familia. Cuando nuestros hijos eran pequeños, como todas las familias con niños pequeños, no era fácil llamar la atención de nuestros hijos. Teníamos que ser muy creativos. Afortunadamente, la hermana Villanueva tenía mucho talento para enseñar a nuestros pequeños. Por ejemplo, cuando estábamos aprendiendo acerca de la Palabra de Sabiduría, ella nos pedía que recortáramos diferentes imágenes de revistas, como imágenes de frutas, verduras, cajas de cereales o algunos otros alimentos nutritivos. Además, nos pedía que recortáramos los anuncios de alcohol, tabaco, café, etc. Después de leer algunas Escrituras y explicar la Palabra de Sabiduría, les pidió a nuestros hijos que desecharan las cosas que afectaban nuestros cuerpos. Este proceso mantuvo entretenidos a los más pequeños. No les impidió estar inquietos y ruidosos, pero aprendieron.
Recuerdo una experiencia que el élder Natress compartió con nosotros, en una conferencia general. Su madre le leía las Escrituras a él y a su hermano todos los días durante el desayuno, y él actuó irreverentemente junto con su hermano. Un día le preguntó a su madre por qué hacía eso todas las mañanas y ella le dijo algo que solo recordarlo lo avergonzaba, permítanme compartir sus propias palabras:
Le dije: “¡Mamá, no estoy escuchando!”
Su respuesta amorosa fue un momento decisivo en mi vida. Ella dijo: “Hijo, estaba en una reunión donde el presidente Marion G. Romney enseñó acerca de las bendiciones de la lectura de las Escrituras. Durante esa reunión, recibí la promesa de que, si leía el Libro de Mormón a mis hijos todos los días, no los perdería a ustedes”. Luego me miró directamente a los ojos y, con absoluta determinación, dijo: “¡Y no te perderé!”2.
Vivimos en un mundo muy ruidoso. El presidente Nelson dijo: “Mis queridos hermanos y hermanas, los ataques del adversario están aumentando exponencialmente, en intensidad y en variedad… Les suplico que en sus oraciones consideren cómo pasan su tiempo. Inviertan tiempo en su futuro y en el de su familia”3.
Realmente he disfrutado el programa Ven, sígueme y me ha ayudado a ser diligente y organizado en mi estudio de las Escrituras. Proporciona un enfoque estructurado para el estudio de las Escrituras. Asistir a la Iglesia y asistir a clases reafirma lo que logro durante mi estudio en casa. Esto es lo que el Señor nos enseñó a través de nuestro amado presidente Nelson acerca de la importancia del aprendizaje del Evangelio centrado en el hogar y apoyado por la Iglesia.
También es importante asistir a la Iglesia todos los domingos, para renovar nuestros convenios al participar de la Santa Cena, en la que prometemos guardar los mandamientos de Dios y recordar siempre a nuestro Señor Jesucristo. A cambio, se nos promete que tendremos el Espíritu Santo constantemente con nosotros4. El presidente Nelson ha enseñado que en estos días no podemos sobrevivir sin la guía, la pacificación y la influencia constante del Espíritu Santo. Su ayuda nos ayudará a tomar decisiones importantes cada día. No se preocupe si a veces sus hijos no parecen ser muy reverentes. Haga su mejor esfuerzo y sea creativo y paciente.
Recuerdo que hace unos años mi esposa era la pianista del barrio y yo era consejero de la presidencia de estaca. Ella siempre sentaba a los hijos cerca del piano y desde allí intentaba controlarlos. Un día, uno de nuestros hijos estaba peleando con su hermana menor. Mi esposa les daba una mirada severa desde el piano. Al final de los servicios, al regresar a casa, mi esposa le dijo a mi hijo que había sido irreverente durante la reunión sacramental y que no había prestado atención a los discursos. Él dijo que había prestado atención, así que mi esposa le preguntó quién hablaba. Mencionó los nombres de los oradores y explicó de qué habían hablado.
Queridos hermanos y hermanas, nuestros hijos aprenden cuando asisten a la iglesia los domingos. Cuando son pequeños, sienten el Espíritu en la Primaria a través de las clases, y cuando cantan las canciones de la Primaria.
Testifico que la felicidad en la familia tiene una mayor posibilidad de lograrse si nos centramos en el evangelio de Jesucristo. El estudio de las Escrituras con Ven, sígueme, asistir a la Iglesia para renovar nuestros convenios y asistir al templo, entre otras cosas, nos ayudará a permanecer firmes en la senda de los convenios.