Misionero de servicio
3. Desarrollar resiliencia emocional


“3. Desarrollar resiliencia emocional”, Adaptarse a la vida misional de servicio: Cuadernillo de recursos, 2020

“3. Desarrollar resiliencia emocional”, Adaptarse a la vida misional de servicio

misionera de servicio trabajando

3. Desarrollar resiliencia emocional

Las emociones intensas, como el miedo o la preocupación, nos ayudan a saber que estamos muy estresados. Lea “1. Desarrollar resiliencia en situaciones de estrés” para ver algunas sugerencias generales acerca de cómo gestionar las demandas emocionales. Además, las sugerencias siguientes podrían serle útiles para determinadas emociones. Si las emociones se vuelven abrumadoras o duran mucho tiempo, hable con sus padres o con los líderes de la misión de servicio acerca de buscar apoyo profesional.

A. Adaptarse a su nueva asignación

  • Repase las razones que tiene para servir en una misión. Piense en la misión como en un regalo de gratitud que usted le ofrece al Salvador. Enumere sus bendiciones. Recuerde lo que le dirían sus líderes y seres queridos en cuanto a su servicio como misionero.

  • Tenga paciencia. Por lo general se tardan unas seis semanas en comenzar a adaptarse a una situación nueva. Deje para más adelante la toma de cualquier decisión y concédase un tiempo para adaptarse. Viva día a día.

  • Cuelgue fotos motivadoras. Rodéese de pasajes de las Escrituras, citas o imágenes que lo ayuden a recordar sus valores, pues lo ayudarán a centrarse en su servicio y en sus deseos justos.

  • Repase pasajes de las Escrituras e historias que sean edificantes. Recopile pasajes de las Escrituras, experiencias personales, citas e historias familiares que sirvan para motivarlo. Cuando lea pasajes edificantes de las Escrituras, ponga su nombre en ellos. Pruebe a poner su nombre en pasajes como estos: Proverbios 3:5–6; 2 Nefi 4:28–35; Mosíah 24:13–14; Alma 36:3; Helamán 5:12; y las secciones 4, 6 y 31 de Doctrina y Convenios. (Véase también “Adversidad”, en Leales a la Fe, 2004, págs. 12–15).

  • Repase su bendición patriarcal con frecuencia para obtener guía. Busque la manera de que sus dones y puntos fuertes contribuyan a su obra.

un misionero de servicio con una computadora

B. Superar sentimientos de tristeza o desánimo

  • No deje las cosas para más tarde. Posponer las cosas puede generar estrés. Divida las tareas grandes en partes más pequeñas y empiece por una de ellas. Recuérdese a sí mismo: “Lo único que tengo que hacer en este momento es ”, o bien: “Haré esto durante unos minutos y luego, si me apetece, me tomaré un descanso”.

  • Escuche música o cante. Si está nervioso, escoja música tranquila y relajante. La música alegre puede ser útil cuando uno se siente bajo de ánimos. (Asegúrese de no utilizar auriculares durante una asignación a menos que le hayan dado permiso).

  • Deje a un lado lo que no pueda controlar. Usted no puede controlar el pasado ni las decisiones o la personalidad de otras personas, como tampoco puede controlar algunas de sus propias limitaciones. Céntrese en aquello en lo que sí puede trabajar y deje el resto en manos del Señor.

  • Acepte la realidad de que algunas rutinas son aburridas. No todo en la vida tiene un significado profundo ni es fascinante. Evite el drama, la exageración y el conflicto como métodos para contrarrestar el aburrimiento. Por el contrario, aprecie las cosas buenas que hay a su alrededor y disfrute de ellas. Busque maneras de mejorar y de servir.

  • Acostumbre a su cerebro a buscar lo positivo. Céntrese en las cosas positivas que hay a su alrededor. Cada noche dedique unos minutos a escribir o compartir su respuesta a una de estas preguntas:

    • ¿Qué sorpresa agradable recibí hoy? ¿Quién la hizo posible y cómo lo hizo?

    • ¿Cómo me ayudó Dios hoy?

    • ¿Cuáles son tres cosas nuevas por las que me siento agradecido hoy?

    • ¿Cómo puedo recordarlas y apreciarlas?

    • ¿Quién me ayudó hoy, o a quién ayudé yo?

    • ¿Cuándo asumí hoy un riesgo que me ayudó a crecer? ¿Qué aprendí de ello? ¿Cómo me servirá para hacer mejor las cosas en el futuro?

    • ¿Cuándo logré hoy hacer bien algo que era difícil? ¿Cómo conseguí hacerlo? ¿Cómo puedo celebrarlo?

  • Cuestione sus pensamientos. La preocupación y la tristeza pueden alterar nuestros patrones de pensamiento. Cuando tenga emociones negativas, pregúntese:

    • ¿Hay algo de verdad en los pensamientos que estoy teniendo?

    • ¿Es esto algo que el Salvador desea que piense o sienta?

    • ¿Se trata de un pensamiento absoluto en lo que todo es blanco o negro, verdadero o falso?

    • ¿Me beneficia pensar así?

    • ¿Qué sentimientos o emociones me produce este pensamiento?

    • ¿Qué sé de mí mismo y de otras personas que me indica que este pensamiento no es verdad?

    • ¿Qué le diría a mis mejores amigos si fueran ellos los que estuvieran pensando así?

  • Busque cosas que le hagan disfrutar. Vuelva a descubrir el humor a la vez que sigue respetando la dignidad de su llamamiento. Aprecie la belleza del mundo y fíjese en la bondad de los demás. Deléitese en el hecho de poder sentir el Espíritu en su vida.

  • Haga las cosas básicas: orar, estudiar las Escrituras y prestar servicio. Cuando lea las Escrituras, evite juzgarse a usted mismo con demasiada dureza. Céntrese en las partes que más se apliquen a usted como siervo fiel de Dios.

  • Lea Alma 26 y fíjese en lo que hizo Ammón cuando se sintió desanimado. Lea también Doctrina y Convenios 127:2 y preste atención a lo que hizo José Smith para evitar desanimarse. No se preocupe por las preocupaciones; podría crear un círculo vicioso. Es normal tener días en los que uno se siente desanimado, estresado o solo. La mayoría de las veces esos sentimientos se superan.

  • Preste atención al ejercicio y al sueño. El ejercicio es particularmente importante para gestionar los temores y la preocupación. Aunque no le guste hacer ejercicio, este puede ayudarlo a sentirse mejor y ser más creativo. Empiece con algo pequeño y vaya incorporando cosas nuevas poco a poco. También es importante acostarse cada noche a la misma hora y dormir el tiempo suficiente.

  • Hable con un familiar, un amigo o un líder de la misión de servicio. Comparta sus sentimientos con alguien a quien usted le importe de verdad. Se sentirá mejor cuando entienda que alguien lo conoce y se preocupa por usted; desarrollará una perspectiva nueva. Esa persona puede que tan solo lo escuche, o tal vez le dé alguna sugerencia que podría probar.

  • Hable con un profesional. ¿Su tristeza dura más de un par de semanas? ¿Interfiere en su vida? Con frecuencia, un terapeuta puede servir de ayuda. En ocasiones, una dolencia médica, como una afección de tiroides o la diabetes, puede ser la causa de esa tristeza persistente. Estas afecciones debe tratarlas un médico. A veces la medicación para tratar la depresión puede ayudarlo a sentirse mejor.

  • Pida ayuda si tiene pensamientos suicidas. ¿En ocasiones se pregunta si merece la pena vivir? ¿Piensa en hacerse algún tipo de daño? ¿A veces piensa que estaría mejor muerto? Este tipo de pensamientos no son infrecuentes. Si le resultan molestos y persisten durante varios días, no espere más: hable con alguien al respecto y busque ayuda. Haga esto particularmente si estuviera preparando un plan para quitarse la vida.

    un misionero de servicio conversa con un líder de la Iglesia

C. Superar sentimientos de autocrítica

  • Céntrese en lo que hace bien y evite compararse con los demás. Las personas que tienen expectativas personales excesivamente altas tienden a centrarse demasiado en sus debilidades y fracasos. De ese modo, en vez de mejorar podrían sentir desesperanza. Al leer las Escrituras, céntrese en las partes que más se aplican a usted. Usted es un siervo de Dios y Él lo ama. Busque evidencias de la paciencia, gracia, esperanza y misericordia de Dios. Él ofrece estas bendiciones a los que lo aman y desean servirle.

  • Hable consigo mismo de forma positiva. Lea “Cómo responder a los pensamientos negativos”.

  • Acepte que no todo lo que usted hace puede estar por encima de la media. Usted quiere trabajar arduamente para mejorar y tal vez sea muy bueno en ciertas cosas, pero no se puede estar por encima de la media en todo lo que uno hace. Es simple estadística; no hay razón para alarmarse.

  • Reconozca doblemente sus logros. Cuando haga cosas que no se le dan bien o con las que no siempre disfruta, reconozca doblemente sus logros. Recuerde que, aunque no las haga a la perfección, aun así las hizo. Según vaya mejorando, tal vez descubra que le encanta hacerlas. No obstante, llegar a ese punto requiere tiempo, práctica, apoyo y experiencia.

  • Practique el mantenerse tranquilo. Desvíe la atención de los pensamientos que tenga en la mente y practique el mantenerse tranquilo. Reconozca que está teniendo pensamientos de autocrítica, aunque estos no lo representan a usted en realidad. (Véase también “Responder de manera positiva al estrés”).

  • Trabaje en una o dos metas grandes a la vez. Evite tratar de mejorar demasiadas cosas de su vida a la vez, ya que podría resultarle abrumador y generar sentimientos de fracaso.

  • Confíe en Jesucristo y Su expiación. Nuestras limitaciones y carencias no son pecados y, por lo general, no nos impiden ser limpios y dignos del Espíritu. Jesucristo sufrió para que nosotros pudiéramos ser fortalecidos, edificados y perdonados. El poder del Salvador nos ayuda a superar nuestras debilidades y pecados.

  • Anote las ideas inspiradas en un cuaderno o una agenda. Podría escribir:

    • Pasajes favoritos de las Escrituras.

    • Metas que desea alcanzar.

    • Relatos personales o familiares de superación de contratiempos o dificultades.

  • Escuche al Espíritu, no a los pensamientos negativos. Si tiene pensamientos denigrantes, estos no provienen del Señor, como tampoco los pensamientos de burla, enojo, sarcasmo o crítica. La murmuración y los insultos tampoco provienen del Señor. Si estuviera teniendo este tipo de pensamientos, pruebe a escribirlos y luego rompa el papel donde los escribió. También podría reescribir los pensamientos uno a uno para que transmitan una idea verdadera y positiva. Añada una afirmación verídica y amorosa acerca de lo que el Señor piensa de usted. Diga en voz alta: “Cristo es mi Abogado. Él siempre me ama y cree en mí”.

  • Busque buenos consejos. Pida a su líderes de la misión de servicio y a otras personas que lo ayuden a saber si se está esforzando lo suficiente —o pregúnteles si se está esforzando demasiado— y acepte sus consejos. A muchas personas que son críticas consigo mismas les cuesta distinguir entre esforzarse lo suficiente y esforzarse demasiado.

    misioneros de servicio con una computadora

D. Superar la sensación de ansiedad e insuficiencia

  • Disfrute de ser novato cuando sea nuevo en algo. No se espera que sea un experto cuando esté aprendiendo algo. Basta con ser curioso, tener interés, ser humilde y estar dispuesto a intentarlo. ¡Disfrute aprendiendo algo nuevo!

  • Haga lo que pueda —y hágalo con buen ánimo— y deje que Dios se encargue del resto. A veces los misioneros se sienten inútiles o avergonzados cuando otras personas parecen tener más éxito que ellos. Satanás nos tienta a que dudemos de nosotros mismos o nos comparemos con otras personas. Recuerde que esta es la obra de Dios y que Él escoge a los débiles y sencillos para hacerla. ¡Él lo ha escogido a usted! Confíe en Él, porque Él confía en usted.

  • Piense en el éxito. Preocuparse por lo que podría salir mal puede ser una forma de practicar mentalmente para fracasar. En vez de preocuparse, intente pensar en resultados positivos. No se preocupe por lo que podría suceder. En su lugar, haga planes para tener éxito. Si las cosas no salen como espera, imagínese aprendiendo del contratiempo y véase a sí mismo siguiendo adelante.

  • De todos modos, viva según sus valores. No tiene que librarse de sus preocupaciones y miedos; aún puede llevar una vida feliz. Usted puede escoger vivir sus valores aun en medio de la preocupación y el miedo. No puede controlarlo todo, pero sí puede pensar en una o dos cosas que puede hacer para vivir sus valores. Haga planes en cuanto a cómo puede servir a los demás o mostrar valentía en una situación que lo preocupe.

  • No intente tener bajo control lo que no pueda controlar. Intentar tener bajo control lo que no se puede controlar solo sirve para que sienta más intensamente que algo escapa a su control. Actuar así aumenta la sensación de preocupación. Concentre su energía en aquello en lo que sí pueda trabajar.

  • Pregúntese: “¿Qué es lo peor que puede pasar?”. Con frecuencia, las personas descubren que el peor resultado posible que pueden imaginar es algo con lo que se puede vivir; y entonces pasan página. Independientemente de lo que suceda, el Salvador puede ayudarlo a superarlo, por lo que usted no tiene que sentir tanto temor.

  • Procure aminorar el ritmo si tiene la tendencia a apurarse mucho. Se es más eficaz y feliz cuando se está más calmado. Aminorar el ritmo requiere práctica, además de que va a necesitar algo que se lo recuerde. Ponga un mensaje en el espejo o en una pared, programe una alarma en el teléfono u ore cada mañana para recibir ayuda para recordar que debe ir más despacio. Evalúe su progreso transcurridas unas semanas.

  • No se preocupe por las preocupaciones. Son algo habitual en la vida. Preocuparse por los temores no sirve de nada. La preocupación no es agradable, pero se superará. Cuando algo le preocupe, siéntese en silencio y deje que la sensación de miedo lo inunde. Por lo general, este tipo de sensaciones y sentimientos no tardan en desvanecerse por sí solos.

  • No tema a los contratiempos cuando esté haciendo algo difícil. Tener una vida significativa implica correr algún riesgo; a veces hay que adentrarse en lo desconocido. Las cosas más importantes pueden resultar difíciles, pero es posible aprenderlas mediante la práctica. No deje que el miedo le impida hacer cosas difíciles ni vea los contratiempos como fracasos. El temor y los contratiempos pueden ser indicadores de que usted se está atreviendo a hacer cosas difíciles y está siendo valiente.

  • Tenga una lista de historias. Recuerde, registre y comparta historias. Esos relatos podrían ser de su vida o de la vida de personas a las que admira, y deben tratar de cómo siguieron adelante cuando las cosas se pusieron difíciles o causaron alarma. Deben contar cómo respondieron usted u otras personas a los contratiempos o al temor de manera admirable. La gente suele hacer cosas pequeñas y sencillas para seguir adelante o demostrar su valentía.

  • Acepte la ambigüedad. En ocasiones, las personas no quieren vivir con ambigüedad ni incertidumbre. Preferirían fracasar antes que arriesgarse sin saber si van a tener éxito. No es posible saber de antemano si va a vivir sus metas y valores a la perfección, y tampoco puede saber qué problemas le deparará el futuro. Sin embargo, sí puede decidir ahora vivir de manera valiente, agradecida, compasiva y humilde. En este preciso momento usted puede vivir en consonancia con sus metas y sueños; eso es todo lo que podemos hacer, y es suficiente. Procure distraerse de las tentaciones del desánimo y la preocupación. Céntrese en el momento presente.

  • Preste servicio. Al prestar servicio a los demás pensará menos en usted mismo y será más feliz.

    Misioneros de servicio conversan

E. Superar la sensación de irritarse o enojarse con facilidad

  • Dele tiempo a su cerebro para anular las emociones. El cerebro puede razonar y tener buen criterio. Si se enoja o irrita, aléjese de la situación durante unos minutos. Inspire profundamente varias veces y concédale a su cerebro racional un tiempo para pensar y razonar al respecto. También podría contar hasta diez, hacer ejercicio, salir, optar por tener pensamientos útiles, escuchar música relajante, meditar u orar.

  • No alimente la ira. Usted puede optar por considerar que los demás son amenazantes, injustos o irrespetuosos. Si lo hace, lo más probable es que se sienta enojado. En lugar de eso, trate de encontrar una explicación más caritativa a por qué se comportan así. Tal vez esas personas estén cansadas o desinformadas; puede que se sientan inseguras o quizá estén intentando ser útiles. Tome la decisión de no alimentar el enojo.

  • Intente comprender a los demás. Muestre interés por saber qué piensan o cómo se sienten las personas. Hágales preguntas y escúchelas con calma y prestando atención. Dígale a la otra persona qué es lo que cree que ha oído y pregúntele si lo entendió correctamente. Si no fuera así, vuelva a intentarlo.

  • Resista la tendencia a culpar a otras personas o culparse usted mismo. Cuando algo salga mal, intente entender cuál es el problema y pida a otras personas que lo ayuden a solucionarlo sin importar de quién sea la culpa. Intente no culpar a nadie del problema.

  • Esté dispuesto a disculparse y pregunte qué puede hacer para enmendar la situación. Disculparse es una señal de fortaleza espiritual, no de debilidad. Si hace algo mal, asuma la responsabilidad. Pregunte cómo puede arreglarlo o evitar el problema en el futuro. Muestre empatía por los sentimientos de la otra persona.

  • Esté dispuesto a reírse de sí mismo. Estar dispuesto a reírse de sí mismo lo ayudará a lidiar mejor con las frustraciones de la vida. El humor edificante puede servir para mejorar nuestra actitud, las relaciones y la salud. Si bien no es apropiado estar riéndose todo el tiempo, lo cierto es que a nadie le perjudicaría reírse más. Cuando empiece a sentirse enojado, pruebe a reírse de sí mismo y de su enojo. ¡Reírse de uno mismo puede ser un buen antídoto contra la ira!

  • Preste servicio a las personas con las que se enoje. Aplíquese a usted mismo el consejo del Salvador de amar a nuestros enemigos. Él dijo: “… bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (3 Nefi 12:44). ¿Cómo podría servir a una persona con la que está enfadado? ¿Cómo podría orar por ella?

  • Cuídese mucho. Procure comer bien, dormir lo suficiente, hacer ejercicio y orar. Estas cosas lo ayudarán a contar con recursos emocionales para lidiar con la frustración.

  • Elabore una historia nueva. Piense en la explicación más generosa posible a por qué las personas actúan como lo hacen y escríbala.

  • Perdone. Estudie Mateo 18:23–35. Si está disponible en su idioma, vea el video “Os es requerido perdonar: La parábola del siervo sin misericordia” (ChurchofJesusChrist.org). Piense en cómo se aplica a usted el mensaje de la parábola.

    misionero de servicio tirando de un carrito

F. Superar la falta de motivación

  • Céntrese en sus puntos fuertes. ¿Qué valores, talentos, experiencias y dones aporta usted a su servicio? Haga una lista de las maneras en que esta semana podría emplear uno de sus puntos fuertes de forma creativa. Si le cuesta ver sus puntos fuertes, pida ayuda a otras personas.

  • Dé un paso a la vez. Haga una lista de las cosas que debe hacer y luego organícelas en su calendario. Recuérdese a sí mismo: “Lo único que tengo que hacer en este momento es ”.

  • ¡Procure divertirse! Póngase metas interesantes que lo ayuden con su servicio como misionero y convierta la consecución de esas metas en un juego. Sea creativo y felicítese por su éxito.

  • No se abrume con demasiadas metas personales al mismo tiempo. Póngase una o dos metas personales a la vez (como ser más alegre o menos desordenado). No espere la perfección y tenga un plan para retomar la meta después de un mal día. Recuérdese a menudo la razón por la que desea cambiar.

  • Comparta las metas con sus padres o líderes. Ellos pueden apoyarlo y ofrecerle ideas útiles.

  • Entienda que la motivación aparece después de poner manos a la obra. Por lo general, lo más difícil es empezar. Dígase: “Hazlo durante diez minutos” y después comience. Con frecuencia se sentirá más motivado.

    mujer leyendo las Escrituras

G. Gestionar los sentimientos sexuales y románticos

  • Desarrolle autodominio. Los pensamientos y los sentimientos de carácter sexual y romántico son normales y nos los ha dado Dios, pero es necesario mantener los pensamientos, las relaciones y el comportamiento bajo el control adecuado. Si lo hace mientras es misionero, aumentará su fortaleza y obtendrá grandes bendiciones. Estudie con espíritu de oración 1 Corintios 9:24–27; Mosíah 3:19; Alma 38:12; y Doctrina y Convenios 121:45. Consulte “Virtud” y “Castidad” en la Guía para el Estudio de las Escrituras (scriptures.ChurchofJesusChrist.org). Haga una lista de las bendiciones y las ventajas que obtendrá al desarrollar estos atributos.

  • Piense en otra cosa. Intente no preocuparse por los pensamientos y sentimientos sexuales y románticos. Distráigase y haga otras cosas. Intente relajarse. Cante himnos. Memorice pasajes de las Escrituras y recítelos. Céntrese en las cosas por las que se siente agradecido. Piense en los planes que tiene para el día. Haga ejercicio. Renueve su compromiso con su trabajo. Diviértase y sea creativo.

  • Evite la tentación. Evite los lugares, las situaciones, las conversaciones y las personas que causan la tentación. Si se ve expuesto a una imagen o idea provocativa, no se detenga en ella. Cambie de canal mental y pase a otra cosa. Aléjese de la situación lo antes posible.

  • Siga adelante con fe y esperanza. Aun si le cuesta controlar los sentimientos sexuales de forma apropiada, Dios todavía lo ama. Jamás abandone su relación con Él por sentirse indigno. Aunque le resulte difícil dominar esos sentimientos, Él no lo rechazará. Él entiende por lo que usted está pasando y valora sus esfuerzos por resistir la tentación, aprender de los errores y arrepentirse. Pida consejo a su líder de la misión de servicio y siga esforzándose por superar esos desafíos.

  • No pase mucho tiempo hambriento ni solo, y no llegue a estar demasiado cansado, aburrido ni estresado. Todas estas situaciones pueden hacer que la tentación sea más difícil de resistir. Coma algo ligero. Tómese un descanso breve o haga otra cosa durante un rato. Tenga una buena conversación con alguien o practique los ejercicios de relajación progresiva (véase Ejercicio de relajación progresiva).

  • Manténgase a salvo. Entienda las reglas y las pautas que se apliquen a usted relativas a la socialización. Si se siente atraído sexualmente por alguien, póngase en contacto con su obispo o presidente de estaca y pídale consejo.

  • Ayune y ore para obtener comprensión y fortaleza. Al ayunar ignoramos el hambre normal y sana de consumir alimentos, y lo hacemos durante un tiempo para obtener fortaleza espiritual. El ayuno nos permite desarrollar destrezas como el autocontrol y la sensibilidad al Espíritu (véase Isaías 58:6); también puede ayudarlo a sentir empatía por las personas que pasan hambre. Estas mismas técnicas pueden ayudarlo a controlar de manera apropiada los sentimientos sexuales y románticos que experimente mientras sea misionero. Ayunar no eliminará los sentimientos sexuales, pero el ayuno mensual puede ayudarlo a desarrollar entereza y conciencia de sí mismo, además de motivarlo a gestionar esos sentimientos de manera adecuada.

misionera de servicio aprovisionando estanterías

H. Gestionar los cambios y las transiciones

  • Conózcase a usted mismo. Los cambios y las transiciones son más difíciles para unas personas que para otras. Si el cambio le resulta particularmente difícil, indíquele a los demás cómo pueden ayudarlo.

  • Piense en otras transiciones que haya vivido. ¿Qué aprendió? ¿Qué lo ayudó a lidiar con ello en otras ocasiones? Reconozca sus éxitos y habilidades. De ellos, ¿cuáles podrían ayudarlo ahora? ¿Qué otra cosa podría hacer?

  • Anote sus motivos. Escriba todo lo que sepa acerca de por qué ese cambio es necesario y consulte la lista con frecuencia. Entender los motivos de un cambio puede servir para que nos sintamos menos frustrados.

  • Recuerde lo que no ha cambiado. Haga una lista con lo que sí ha cambiado y otra con lo que no. Procure que la segunda lista sea tan larga como le sea posible.

  • Haga un plan. Prepare un plan para saber cómo ayudarse a gestionar el cambio y anote todos los pasos. Además, hable con otras personas que lo conozcan bien, ya que pueden apoyarlo mientras usted ejecuta el plan.

  • Piense en cómo sentirse más tranquilo. Haga una lista de lo que puede hacer para sentirse más tranquilo y léala antes, durante y después del cambio.

  • Dé un paso a la vez. Cuando afronte una transición grande, recuerde lo siguiente: no tiene que conocer todo el proceso de golpe. ¿Cuál es la primera decisión que debe tomar? ¿Cuál podría ser el primer paso? ¿Y el siguiente?