Adversidad
Como parte del plan de redención de nuestro Padre Celestial, tú experimentas la adversidad durante la vida terrenal. Las pruebas, las desilusiones, la tristeza, las enfermedades y el dolor son un aspecto difícil de la vida, pero pueden llevar a la edificación espiritual, al refinamiento y al progreso si te vuelves al Señor.
La adversidad proviene de fuentes diferentes. A veces podrías enfrentar pruebas que son consecuencias de tu propio orgullo y desobediencia; esas pruebas se podrán evitar por medio de una vida recta. Otras pruebas son simplemente una parte natural de la vida y pueden venir a veces incluso cuando estás viviendo una vida recta; por ejemplo, podrías tener pruebas en tiempos de enfermedad o de incertidumbre, o ante el fallecimiento de un ser querido. A veces, la adversidad viene debido a las pobres decisiones de los demás, o de sus palabras o acciones dañinos.
Responder a la adversidad con fe
Tu éxito y felicidad, tanto ahora como en las eternidades, dependen en gran medida de cómo respondes a las dificultades de la vida.
Un relato del Libro de Mormón ilustra respuestas diferentes en lo que concierne a la adversidad. El profeta Lehi y su familia habían estado viajando en el desierto por varios días y habían usado sus arcos y flechas para cazar y obtener alimentos. La familia tuvo dificultades cuando los hijos de Lehi no pudieron utilizar sus arcos. Los arcos de Lamán y Lemuel habían perdido su elasticidad y el de Nefi se había roto. Cansados y con hambre, Lamán y Lemuel comenzaron a quejarse contra el Señor, e incluso Lehi empezó a murmurar; por otro lado, Nefi rehusó desalentarse y se puso a trabajar; así lo narra él: “Yo, Nefi, hice un arco de madera, y una flecha de un palo recto; por tanto, me armé con un arco y una flecha, y con una honda y piedras, y le dije a mi padre: ¿A dónde debo ir para obtener alimento?”. Debido a las palabras de Nefi, Lehi se humilló y le pidió al Señor a dónde deberían ir para buscar alimentos. El Señor contestó sus oraciones y guió a Nefi a donde podía obtener alimentos. (Véase 1 Nefi 16:15–31.)
Cuando algunas personas se enfrentan a la adversidad, son como Lamán y Lemuel; se quejan y se amargan, y hacen preguntas como: “¿Por qué me tiene que pasar a mí? ¿Por qué me tiene que pasar esto ahora? ¿Por qué tengo que sufrir ahora? ¿Qué he hecho para merecer esto? Esas preguntas tienen el poder de dominar sus pensamientos y pueden obstruir su visión, absorber su energía y privarles de las experiencias que el Señor desea que tengan. En lugar de responder de esa manera, tú debes seguir el ejemplo de Nefi; piensa en hacer preguntas como: “¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Qué debo cambiar? ¿A quién debo ayudar? ¿De qué manera puedo recordar todas las bendiciones que tengo en tiempos de pruebas?”.
Se requieren respuestas diferentes a los diversos tipos de adversidades; por ejemplo, si tienes una enfermedad, tal vez tengas sencillamente que ser paciente y fiel. Si sufres por motivo de las palabras y de los hechos de otras personas, debes esforzarte para perdonar a los que te han ofendido; si eres víctima del maltrato o del abuso, debes buscar ayuda de inmediato y si las pruebas vienen por causa de tu desobediencia, deberás corregir tu proceder y, con humildad, procurar el perdón.
A pesar de que algunas de tus respuestas a la adversidad podrían ser diferentes, una respuesta deberá ser constante: tu confianza en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo. El profeta Alma enseñó: “Quienes pongan su confianza en Dios serán sostenidos en sus tribulaciones, y sus dificultades y aflicciones, y serán enaltecidos en el postrer día” (Alma 36:3).
Confiar en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo
Si confías en el Padre y en el Hijo, tendrás la seguridad de que Ellos te aman de manera perfecta, que desean que seas feliz y que te ayudarán a crecer espiritualmente. Debes guardar los mandamientos; debes procurar saber cuál es Su voluntad y llevar a cabo lo que Ellos te requieran aun cuando tú desees algo diferente. Debe acompañar a tus oraciones de alivio un entendimiento de que el Padre Celestial no resolverá todos los asuntos de inmediato, sino que puede hacerte esperar a fin de que continúes aprendiendo y progresando. En todo ello encontrarás consuelo y la seguridad de que el Salvador comprende tus pruebas perfectamente. Como parte de Su Expiación infinita, Él tomó sobre Sí “los dolores y las enfermedades de su pueblo”; tomó sobre Sí “sus enfermedades… para que sus entrañas sean llenas de misericordia, según la carne, a fin de que sepa cómo socorrer a los de su pueblo, de acuerdo con las enfermedades de ellos” (Alma 7:11–12). Debido a que Él ha sentido tu dolor, sabe como ayudarte. Si le buscas con fe, Él te fortalecerá para soportar cualquier prueba que tengas.
Al esforzarte por confiar en el Señor durante tiempos de pruebas, recuerda el siguiente consejo que se le dio al profeta José Smith:
“El que es fiel en la tribulación tendrá mayor galardón en el reino de los cielos.
“Por lo pronto no podéis ver con nuestros ojos naturales el designio de vuestro Dios concerniente a las cosas que vendrán más adelante, ni la gloria que seguirá después de mucha tribulación.
“Porque tras mucha tribulación vienen las bendiciones” (D. y C. 58:2–4).
Hallar la paz y el gozo durante la adversidad
Puedes hallar paz y gozo incluso al enfrentar desafíos y tristezas. En el Libro de Mormón hay un relato sobre gente justa que aprendió en cuanto a esa verdad. Al sufrir en el cautiverio bajo un gobernante despiadado, derramaron sus corazones a Dios (véase Mosíah 24:8–12) y el Señor contestó:
“Alzad vuestras cabezas y animaos, pues sé del convenio que habéis hecho conmigo; y yo haré convenio con mi pueblo y lo libraré del cautiverio.
“Y también aliviaré las cargas que pongan sobre vuestros hombros, de manera que no podréis sentirlas sobre vuestras espaldas, mientras estéis en servidumbre; y esto haré yo para que me seáis testigos en lo futuro, y para que sepáis de seguro que yo, el Señor Dios, visito a mi pueblo en sus aflicciones” (Mosíah 24:13–14).
La gente respondió con fe y “las cargas que se imponían sobre [ellos] fueron aliviadas; sí, el Señor los fortaleció de modo que pudieron soportar las cargas con facilidad, y se sometieron alegre y pacientemente a toda la voluntad del Señor”. (Mosíah 24:15).
Tal como esa gente justa, también tú puedes someterte “alegre y pacientemente a toda la voluntad del Señor” sabiendo que Él te fortalecerá en tus pruebas. Él ha prometido: “Todas las cosas con que habéis sido afligidos obrarán juntamente para vuestro bien y para la gloria de mi nombre” (D. y C. 98:3).