“El profeta Éter”, Historias del Libro de Mormón, 2023
El profeta Éter
La advertencia del Señor a una nación
El Señor llevó al hermano de Jared y a su familia a la tierra prometida. Fueron humildes y guardaron los mandamientos de Dios. El grupo creció durante muchos años y quisieron tener un rey que los gobernara. El hermano de Jared advirtió al pueblo que tener rey les ocasionaría problemas, pero les permitió elegir uno.
Durante cientos de años, los jareditas vivieron en la tierra prometida. A veces, sus reyes los conducían a hacer el bien, pero otras veces no lo hacían. Los profetas de Dios advertían al pueblo que se arrepintiera. Cuando las personas los escuchaban y guardaban los mandamientos de Dios, Él los bendecía. El último profeta jaredita se llamaba Éter.
Éter 7:23–27; 9:26–30; 10:16–17, 28; 11:1–8, 12–13, 20–22; 12:2
Las personas no obedecían a Dios, pero el Espíritu del Señor estaba con Éter. Él les enseñaba desde la mañana hasta la noche; les decía que creyeran en Dios y se arrepintieran, o serían destruidos. Si tenían fe, podían tener la esperanza de vivir con Dios de nuevo y tendrían fortaleza para hacer lo bueno, pero la gente no creyó.
Éter observaba lo que el pueblo hacía, se escondía en una cueva durante el día y escribía lo que veía. La gente no se arrepintió y comenzaron a pelear unos contra otros.
Éter vio que el rey de los jareditas, Coriántumr, tuvo que combatir contra muchas personas que querían ser reyes. Coriántumr utilizó su ejército para protegerse.
Un día, el Señor envió a Éter a advertir a Coriántumr y a su pueblo que se arrepintieran. Si lo hacían, el Señor ayudaría a las personas y permitiría que Coriántumr conservara el reino. Si no se arrepentían, los del pueblo se destruirían unos a otros. Coriántumr viviría lo suficiente para ver que las palabras del Señor eran verdaderas y luego él también moriría.
Coriántumr y su pueblo no se arrepintieron. Las personas intentaron matar a Éter, pero él escapó a la cueva. Un hombre llamado Shiz luchó contra Coriántumr. Los del pueblo elegían o unirse al ejército de Shiz o al ejército de Coriántumr. Los dos ejércitos tuvieron muchas batallas y mucha gente murió.
Coriántumr recordó lo que Éter había dicho. Se sentía triste de que tantos de los de su pueblo hubieran muerto y recordó que todos los profetas habían advertido que aquello pasaría. Comenzó a arrepentirse y envió una carta a Shiz en la que le decía que entregaría el reino si permitían que su pueblo se salvara, pero Shiz quería combatir.
El pueblo de Coriántumr estaba enojado y quería pelear. El pueblo de Shiz también estaba enojado y quería pelear. Nadie quería arrepentirse. Éter vio que todas las personas fueron a la batalla. Muchas personas más murieron.
Coriántumr quería detener la guerra; pidió a Shiz que tomara el reino y que no hiciera daño al pueblo. Pero todos estaban enojados y no tenían el Espíritu del Señor. Éter vio que todos continuaron combatiendo hasta que Coriántumr fue el único jaredita que quedó con vida. Luego Coriántumr se desmayó.
Éter vio que todo lo que el Señor había dicho había ocurrido. Terminó de escribir lo que había sucedido y luego se aseguró de que la gente pudiera encontrar sus escritos después de su muerte. Éter confiaba en Dios y anhelaba estar con Él algún día.