Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
El sacerdocio: el poder de la divinidad


Lección 25

El sacerdocio: el poder de la divinidad

Objetivo

Que los miembros de la clase obtengan una comprensión mayor del sacerdocio y busquen las bendiciones que se reciben al utilizarlo dignamente.

Preparación

  1. Estudie los pasajes de las Escrituras y demás materiales que se mencionan a continuación, y ore al respecto:

    1. Doctrina y Convenios 84:33–44; 121:34–46.

    2. Doctrina y Convenios 107 (pasajes suplementarios de las Escrituras).

    3. Nuestro Legado, págs. 26–27.

  2. Repase el material de esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante la lección.

  3. Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes:

    1. “La restauración del antiguo orden.”

    2. “Dentro de los muros de la cárcel de Liberty.”

    3. Material histórico adicional para esta lección.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo considera apropiado, utilice la siguiente actividad o una de su preferencia para comenzar la lección.

Pida a los miembros de la clase que digan qué razones tienen para estar agradecidos por ser miembros de la Iglesia. Escriba las respuestas que den en la pizarra.

• ¿Cuál de todas esas cosas sería posible sin el sacerdocio?

Lo más probable es que ninguna de las cosas que los miembros hayan nombrado sería posible sin el sacerdocio. Por ejemplo, si los miembros de la clase han expresado gratitud por el matrimonio eterno, indique que eso no sería posible sin el poder sellador del sacerdocio. Aun algo tan sencillo como la unidad en la Iglesia no sería posible sin los profetas, los apóstoles y los otros líderes del sacerdocio, que nos ayudan a obtener la “unidad de la fe” (Efesios 4:13; véanse también los versículos 10–12).

Explique que esta lección analiza el sacerdocio y algunos de los convenios y bendiciones relacionados con él.

Análisis y aplicación

Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase y aliéntelos a compartir experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.

1. El orden en que se restauró el sacerdocio y sus oficios.

El Sacerdocio Aarónico y el Sacerdocio de Melquisedec se restauraron en la tierra en 1829 (véase la lección 8). Después de la organización de la Iglesia en 1830, el Señor reveló poco a poco los oficios, los quórumes y los consejos del sacerdocio, según fuera necesario, para proporcionar liderazgo para el crecimiento de la Iglesia. La siguiente cronología resume esa restauración. Escríbala en la pizarra y repásela con los miembros de la clase. No es necesario que anote en la pizarra las referencias de las Escrituras.

Explique que en nuestra época el Señor sigue dando revelaciones acerca de la organización y las responsabilidades del sacerdocio para dirigir el crecimiento de la Iglesia. Un ejemplo de esto es el llamamiento de los Setentas Autoridad de Área y de la organización adjunta de los quórumes Tercero, Cuarto y Quinto de los Setenta en 1997 (véase la lección 42, pág. 287).

2. El juramento y el convenio del sacerdocio.

Escriba El juramento y el convenio del sacerdocio en la pizarra. Explique que además de las revelaciones acerca de los oficios y del gobierno del sacerdocio, el Señor reveló principios sobre la forma de recibir y ejercer el sacerdocio. Por ejemplo, reveló el juramento y el convenio del sacerdocio, el cual se encuentra en D. y C. 84:33–44. Esos versículos resumen (1) los convenios que el hombre hace con el Señor cuando recibe el Sacerdocio de Melquisedec y (2) los convenios que el Señor hace con los poseedores fieles del Sacerdocio de Melquisedec.

El élder Carlos E. Asay, de los Setenta, dijo: “De todos los convenios que incumben al Evangelio de Jesucristo, pocos, si los hay, tienen más importancia que el juramento y el convenio del sacerdocio. Es eminentemente sagrado por tratarse de un poder celestial dado al hombre y del esfuerzo de éste por lograr metas eternas” (“El juramento y convenio del sacerdocio”, Liahona, enero de 1986, pág. 35).

Al analizar con la clase el juramento y el convenio del sacerdocio, haga hincapié en que “las bendiciones del sacerdocio no están limitadas solamente al hombre. Esas bendiciones se derraman también sobre todas las mujeres fieles de la Iglesia… El Señor ofrece a Sus hijas todos los dones y todas las bendiciones espirituales que Sus hijos pueden obtener, ya que en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón” (Joseph Fielding Smith, en Conference Report, abril de 1970, pág. 59; o Improvement Era, junio de 1970, pág. 66; véase también Alma 32:23).

• Escriba Los poseedores del sacerdocio hacen convenio de en la pizarra. ¿Qué prometen los poseedores del sacerdocio como parte del juramento y del convenio del sacerdocio? (Véase D. y C. 84:33, 36, 39–44. Resuma las respuestas de los miembros de la clase en la pizarra.)

Los poseedores del sacerdocio hacen convenio de:

  1. Ser fieles para obtener el Sacerdocio Aarónico y el Sacerdocio de Melquisedec (vers. 33).

  2. Magnificar sus llamamientos (vers. 33).

  3. Recibir a los siervos del Señor (vers. 36).

  4. Estar diligentemente atentos a las palabras de vida eterna (vers. 43–44).

• ¿Qué quiere decir magnificar un llamamiento? (Véase D. y C. 107:99; Jacob 1:17–19.)

El presidente Gordon B. Hinckley dijo: “Magnificamos nuestro sacerdocio y honramos nuestro llamamiento cuando servimos con diligencia y entusiasmo en los cargos que nos delegan las autoridades correspondientes… Cuando nos acercamos para ayudar a los que nos necesitan y fortalecer a los que flaquean, magnificamos nuestro llamamiento… Magnificamos nuestro llamamiento cuando somos hombres honrados e íntegros” (“Magnifiquemos nuestro llamamiento”, Liahona, julio de 1989, pág. 60).

• ¿En qué forma han sido bendecidos por alguien que haya magnificado su llamamiento?

Explique que al magnificar nuestros llamamientos, es importante que tratemos de lograr el equilibrio correcto con el fin de no descuidar a nuestra familia. El élder Neal A. Maxwell, del Quórum de los Doce, dijo:

“A veces, aun sin intención, algunas actividades no programadas de la Iglesia, cuando no son debidamente organizadas, pueden perjudicar a la familia. Aprendemos que, después de resucitar, Jesús enseñó esto a los nefitas: ‘id a vuestras casas, y meditad las cosas que os he dicho’, y les dijo que oraran y se prepararan ‘para mañana’ (3 Nefi 17:3). ¡Jesús no les dijo que fueran a sus clubes sociales, cívicos, ni siquiera a sus centros de estaca!” (“Te mando…velar especialmente por tu familia”, Liahona, julio de 1994, pág. 102).

• ¿Qué significa recibir a los siervos del Señor? (D. y C. 84:36). Explique que al aceptar el mensaje y las ordenanzas del Evangelio de los siervos del Señor, estamos a la vez aceptando al Señor.

• Escriba El Señor hace convenio de en la pizarra. ¿Qué bendiciones promete el Señor como parte del juramento y del convenio del sacerdocio? (Véase D. y C. 84:33–34, 38, 42. Resuma las respuestas de los miembros de la clase en la pizarra.)

El Señor hace convenio de:

  1. Santificarnos por el Espíritu (vers. 33).

  2. Renovar nuestro cuerpo (vers. 33).

  3. Darnos las bendiciones prometidas a Abraham y a su descendencia (vers. 34).

  4. Hacernos Sus elegidos, o escogidos (vers. 34).

  5. Darnos todo lo que el Padre tiene (vers. 38).

  6. Encomendarnos a Sus ángeles (vers. 42).

• El Señor prometió que si somos fieles, llegaremos a ser “la descendencia de Abraham… y los elegidos de Dios” (D. y C. 84:33–34). ¿Cuáles son las bendiciones y las responsabilidades de la descendencia de Abraham? (Véase Abraham 2:9–11.) En Abraham 2:11 se indica que por medio del sacerdocio “serán bendecidas todas las familias de la tierra”. ¿Cómo se logra eso?

• La promesa culminante del juramento y del convenio del sacerdocio es que podemos recibir “todo lo que [el] Padre tiene” (D. y C. 84:38). ¿Cómo nos ayuda el conocimiento de esa promesa en tiempos de adversidad? ¿Cómo nos ayuda en tiempos de abundancia?

3. Los principios para el ejercicio del sacerdocio.

Enseñe y analice con la clase D. y C. 121:34–46. Explique que en estos versículos el Señor revela principios para el ejercicio del sacerdocio y también promesas para quienes lo utilicen dignamente. Esos principios, además de aplicarse a los poseedores del sacerdocio, se aplican a todas las relaciones humanas. Por consiguiente, ellos son también importantes para quienes no posean el sacerdocio.

• En D. y C. 121:34–40, el Señor revela por qué algunos poseedores del sacerdocio no pueden ejercerlo con poder. De acuerdo con esos versículos, ¿qué les impide hacerlo? (Entre las respuestas se podría incluir: el poner el corazón en las cosas del mundo, el aspirar a los honores de los hombres, el tratar de encubrir pecados, el satisfacer el orgullo o la vana ambición y el ejercer mando o dominio injusto.)

• ¿Cuáles son algunos de los ejemplos de preocuparse demasiado por “las cosas de este mundo”? (D. y C. 121:35). ¿Por qué el procurar lo que el mundo ofrece nos impide recibir lo que ofrece el Señor? ¿Cómo se puede superar ese problema?

• ¿Cuáles son algunas de las formas en que la gente puede “ejercer injusto dominio” (D. y C. 121:39; véase también el vers. 37). ¿Qué consecuencias trae el hacerlo? ¿Cómo se puede superar la tendencia a ejercer injusto dominio?

Haga hincapié en que el sacerdocio puede utilizarse sólo con rectitud y con un espíritu de amor, como medio para prestar servicio a los demás y bendecirlos. El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce, dijo:

“Los que posean el sacerdocio no deben olvidar nunca que no tienen el derecho de ejercer la autoridad del sacerdocio como un garrote sobre las cabezas de los demás, ya sea dentro del seno familiar o en los llamamientos de la Iglesia… Cualquier hombre que… trate de ejercer el sacerdocio de una forma inicua dentro de la Iglesia o en su casa, sencillamente no comprende esa autoridad. El sacerdocio es para prestar servicio, no para exigir servidumbre, es compasión, no coacción; es cuidado, no control” (“Fortalezcamos los consejos”, Liahona, enero de 1994, págs. 91–92).

• En D. y C. 121:41–42, el Señor revela principios que servirán a los poseedores del sacerdocio para ejercerlo con poder. ¿Cuáles son esos principios? ¿Cómo podemos aplicar esos principios en nuestra relación con los familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.?

Si lo desea, analice con la clase cómo se pueden aplicar estos principios en situaciones específicas, tales como al ayudar a un niño a tomar una decisión o terminar una tarea, al tomar decisiones en los consejos de la Iglesia, cuando alguien no cumple con una asignación o cuando hay serias diferencias de opinión.

• ¿Qué principios para impartir corrección o disciplina se revelan en D. y C. 121:43–44? (Explique que en el contexto de este pasaje, con severidad quiere decir con “claridad” o “en forma precisa” y no con “rigor” o “intransigencia”.) ¿Qué experiencias han tenido que confirmen la importancia de estos principios? ¿En qué forma difieren las consecuencias de ejercer disciplina con amor de las consecuencias de ejercer disciplina con ira?

• ¿Qué quiere decir “deja que la virtud engalane tus pensamientos incesantemente”? (D. y C. 121:45). ¿Qué podemos hacer para mantener alejados de nuestra mente los malos pensamientos y aquellos que no son virtuosos? (Véase D. y C. 27:15–18.) ¿Qué podemos hacer para llenar nuestra mente con más pensamientos virtuosos?

• ¿Qué nos promete el Señor si estamos “[llenos] de caridad” y [dejamos] que zla virtud engalane [nuestros] pensamientos incesantemente? (D. y C. 121:45–46). ¿Qué quiere decir fortalecerse en la presencia de Dios? (Véase la cita que aparece a continuación.) ¿Qué bendiciones recibimos cuando el Espíritu Santo es nuestro compañero constante?

Mientras prestaba servicio en el Quórum de los Doce, el élder Gordon B. Hinckley, dijo. “En varias ocasiones he tenido el privilegio de dialogar con presidentes de los Estados Unidos y con algunos otros funcionarios de gobierno. Al término de cada una de esas oportunidades, he reflexionado acerca de la reconfortante experiencia de estar con confianza en presencia de un reconocido dirigente gubernamental. Y después he pensado, qué grandioso, qué maravilloso sería estar con confianza —sin temor ni vergüenza— en presencia de Dios. Ésa es una promesa que se le ha dado a todo varón y a toda mujer virtuosos” (en Conference Report, octubre de 1970, pág. 66; o Improvement Era, diciembre de 1970, pág. 73).

Conclusión

Dé su testimonio de la importancia del sacerdocio. Exprese gratitud por el juramento y el convenio del sacerdocio y por las bendiciones que el Señor promete si somos fieles. Aliente a los miembros de la clase a ser más diligentes en buscar las bendiciones del sacerdocio.

Sugerencias adicionales para la enseñanza

Si lo desea, utilice una o ambas de las ideas que se dan a continuación con el fin de complementar la reseña sugerida para la lección.

1. Los quórumes presidentes de la Iglesia

Una parte importante de la restauración de la autoridad del sacerdocio fue la organización de los quórumes presidentes de la Iglesia. Ya en marzo de 1832 se habían llamado consejeros para ayudar al profeta José (D. y C. 81:1) y la Primera Presidencia se organizó formalmente un año más tarde (véase el encabezamiento de D. y C. 90). En febrero de 1835, se llamó a doce hombres y se les ordenó Apóstoles, y se formó el Quórum de los Doce. Poco después, el Profeta organizó el Primer Quórum de los Setenta.

2. La importancia del servicio que presta el sacerdocio

Invite a un miembro varón del barrio a compartir con la clase una experiencia que haya tenido como poseedor del sacerdocio, tal como la administración de la Santa Cena a una persona que se halle confinada en su casa ya sea por enfermedad u otros motivos, el ayudar a dar bendiciones del sacerdocio o el prestar servicio misional. Pida a ese poseedor del sacerdocio que hable de lo que haya sentido al proporcionar ese servicio. Pídale que dé su testimonio del sacerdocio y de la importancia de utilizarlo para servir a los demás.

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