Escuela Dominical: Doctrina del Evangelio
‘…sellados… por el tiempo y por toda la eternidad’


Lección 31

“…sellados… por el tiempo y por toda la eternidad”

Objetivo

Lograr que los miembros de la clase comprendan que el matrimonio eterno constituye una parte esencial del plan de nuestro Padre Celestial, que los jóvenes se preparen para el matrimonio eterno y que los matrimonios vivan fieles a dicho convenio.

Preparación

  1. Estudie Doctrina y Convenios 131:1–4; 132:4–33 y los demás pasajes de las Escrituras que se mencionan en esta lección, y ore al respecto.

  2. Repase el material correspondiente a esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante lección.

  3. Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes:

    1. “Sentimos gran regocijo en el corazón al oírle hablar.”

    2. Material histórico adicional para esta lección.

  4. Si enseña la clase de los jóvenes, lleve uno o más ejemplares de La fortaleza de la juventud (34285 002). Si lo desea, lleve un ejemplar para cada uno de los alumnos o pida a éstos que lleven su propio ejemplar a la clase.

  5. Si va a realizar la actividad para despertar el interés, póngase en contacto con un miembro del barrio que se haya casado en el templo y pídale que tome de cuatro a cinco minutos al principio de la clase para hablar del día en que se casó en el templo. Si lo desea, pídale que lleve una fotografía u otro recuerdo del casamiento. Indíquele que, a modo de preparación, tenga en cuenta las siguientes preguntas:

    • ¿Qué hizo usted a fin de prepararse para el matrimonio en el templo?

    • ¿Cómo influye en su relación matrimonial el haberse casado en el templo?

    • ¿Qué consejo podría dar a los miembros de la clase que todavía no se hayan casado en el templo que pudiera servirles para prepararse para ello?

Nota para el maestro: Cuando enseñe esta lección, tenga en cuenta los sentimientos de los padres y de las madres sin cónyuge y de otras personas cuya situación no sea la de la familia tradicional (véase la primera sugerencia adicional para la enseñanza). Si los miembros de la clase hicieran preguntas acerca del divorcio o mencionaran otros asuntos de índole delicada, anímelos a hablar de ello en privado con el obispo en lugar de hacerlo en clase.

Sugerencias para el desarrollo de la lección

Actividad para despertar el interés

Si lo considera apropiado, utilice la siguiente actividad o una de su preferencia para comenzar la lección.

Invite al miembro del barrio previamente asignado a hablar del día en que se casó en el templo (véase el punto 4 de “Preparación”). Después de la presentación, comenten brevemente lo que haya dicho la persona. Especifique que esta lección trata sobre el matrimonio eterno.

Análisis y aplicación

Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase. Aliente a los miembros de la clase a compartir experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.

1. El matrimonio eterno constituye una parte esencial del plan de nuestro Padre Celestial.

Enseñe D. y C. 131:1–4; 132:4–33 y comenten esos versículos en la clase. Explique que esos pasajes contienen las revelaciones que el Señor dio al profeta José Smith acerca del matrimonio eterno. El élder Parley P. Pratt, uno de los primeros miembros del Quórum de los Doce de esta dispensación, puso por escrito los sentimientos que experimentó cuando oyó por primera vez al profeta José enseñar esas doctrinas:

“Yo había amado antes, pero no sabía por qué. Pero desde entonces he amado con la pureza, con la intensidad de un sentimiento noble, sublime, que ha elevado mi alma… He sentido que Dios es en verdad mi Padre Celestial, que Jesús es mi hermano y que mi amada esposa es una compañera inmortal, eterna… en resumen, desde entonces, he podido amar con el espíritu y con el entendimiento también” (Autobiography of Parley P. Pratt, 1975, pág. 298).

• La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles han declarado que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para [el] plan eterno [de Dios]” (“La familia: una proclamación para el mundo”, Liahona, junio de 1996, pág. 10; véase también D. y C. 49:15). ¿Por qué el matrimonio es una parte esencial del plan eterno de Dios? (Véase D. y C. 131:1–4; 1 Corintios 11:11.)

Comparta una o más de las expresiones que se mencionan a continuación y, después de haberlo hecho, invite a los miembros de la clase a dar su opinión con respecto al significado y a la aplicación de ellas.

El élder Joseph B. Wirthlin del Quórum de los Doce dijo: “El dulce compañerismo del matrimonio eterno es una de las bendiciones más grandes que Dios ha concedido a Sus hijos. Ciertamente, los muchos años que he compartido con mi hermosa compañera me han proporcionado los gozos más profundos de mi vida. Desde el principio de los tiempos, la compañía conyugal ha sido fundamental en el gran plan de felicidad de nuestro Padre Celestial. Nuestras vidas reciben una influencia benéfica y somos edificados y ennoblecidos al saborear las dulces bendiciones al relacionarnos con seres queridos en el núcleo familiar” (“Los compañeros que valen”, Liahona, enero de 1998, pág. 37).

El presidente Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce, enseñó: “El propósito fundamental de todo lo que enseñamos es unir a padres e hijos con fe en el Señor Jesucristo, que sean felices en su casa, que estén sellados en un matrimonio eterno y ligados a sus generaciones; y que tengan la seguridad de la exaltación en la presencia de nuestro Padre Celestial” (“La armadura de la fe”, Liahona, julio de 1995, pág. 8).

El presidente Joseph Fielding Smith dijo: “El matrimonio, según lo entienden los Santos de los Últimos Días, es un convenio ordenado para ser eterno. Es el fundamento de la exaltación eterna, pues sin él no podría haber progreso eterno en el reino de Dios” (Doctrina de Salvación, tomo II, pág. 54).

• Si marido y mujer no se casan en el templo por el tiempo y por la eternidad, ¿cuál será el estado de su matrimonio cuando uno de ellos muera? (Véase D. y C. 132:7, 15–18. Su matrimonio no tendrá “ninguna validez” aun cuando hayan jurado estar juntos para siempre.)

• Cuando un hombre y una mujer se casan en el templo por el tiempo y por la eternidad, hacen un convenio con el Señor. ¿Qué bendiciones recibirán si son fieles a su convenio? (Véase D. y C. 131:1–4; 132:19–24, 30–31. Entre las respuestas se podrían mencionar las que aparecen a continuación.)

  1. Estarán juntos “por el tiempo y por toda la eternidad” (D. y C. 132:19). Sus hijos también pueden ser parte de su familia eterna. (Si lo desea, explique que el Santo Espíritu de la promesa es el Espíritu Santo, el cual confirma que las ordenanzas del sacerdocio que hayamos recibido y que los convenios que hayamos hecho son aceptables ante Dios. Esa aprobación depende de nuestra fidelidad.)

  2. Serán exaltados en el grado más alto del reino celestial con el Padre Celestial y con Jesucristo (D. y C. 131:1–3; 132:23–24).

  3. Heredarán “tronos, reinos, principados, potestades y dominios” (D. y C. 132:19).

  4. Tendrán continuación de las simientes, o sea, hijos espirituales, por toda la eternidad (D. y C. 132:19, 30–31; véase también D. y C. 131:4).

  5. “…serán dioses, porque tendrán todo poder” (D. y C. 132:20–21).

• ¿Qué bendiciones trae el matrimonio en el templo en la vida terrenal? (Invite a los miembros de la clase a expresar sus opiniones referentes al estar casados en el templo. Si no ha leído la declaración del élder Joseph B. Wirthlin de la página 205, si lo desea, puede hacerlo ahora.)

2. Los jóvenes deben prepararse ahora para el matrimonio eterno.

Si enseña a jóvenes, emplee esta sección de la lección con el fin de animarlos a prepararse para el matrimonio en el templo. Si enseña a personas adultas, puede omitir esta sección o utilizar sólo una pequeña parte de ella.

• ¿Por qué consideran ustedes que a los jóvenes de la Iglesia se les hace tanto hincapié en el matrimonio en el templo? (Haga comprender a los miembros de la clase que la decisión de casarse en el templo es una de las decisiones más importantes que una persona puede tomar. Los miembros de la Iglesia deben comenzar a prepararse para el matrimonio eterno desde que son jóvenes.)

El presidente Spencer W. Kimball dijo: “El matrimonio es quizá la más importante de todas… las decisiones que tomamos y la que tiene consecuencias de más largo alcance, puesto que tiene que ver no tan sólo con la felicidad inmediata, sino también con el regocijo eterno. No sólo afecta a las dos personas interesadas, sino también a sus familiares y en particular a sus hijos y a los hijos de sus hijos a través de las muchas generaciones” (“Oneness in Marriage”, Ensign, marzo de 1977, pág. 3).

• ¿Cuáles son algunas de las cosas que pueden hacer los varones jóvenes y las mujeres jóvenes a fin de prepararse para casarse en el templo?

• ¿Por qué el salir con jóvenes del sexo opuesto durante los años de la adolescencia influye en el matrimonio posteriormente en la vida? (Si ha llevado ejemplares del folleto La fortaleza de la juventud, pida a miembros de la clase que lean “Las citas (salidas) con jóvenes del sexo opuesto”, página 7.)

• ¿Con qué clase de persona desean casarse algún día? (Si lo desea, pida a cada uno de los miembros de la clase que nombren una cualidad de esa persona y que indiquen por qué es importante. Anote en la pizarra las respuestas que se den. Para ideas adicionales, vea también las citas que se dan a continuación.) ¿Cómo hay que vivir a fin de estar preparado para contraer matrimonio con una persona así? (Pida a los miembros de la clase que mediten en silencio sobre esa pregunta, en vez de responder en voz alta.)

El presidente Gordon B. Hinckley aconsejó: “Seleccionen a un cónyuge que sea de la misma fe que ustedes; será mucho más factible que sean felices. Elijan a un cónyuge al que siempre puedan honrar, al que siempre puedan respetar, una persona que los complemente en su vida, alguien a quien le puedan entregar todo el corazón, todo su amor, toda su devoción, toda su lealtad” (“Las obligaciones de la vida”, Liahona, mayo de 1999, pág. 4).

El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce, dijo:

“Los cimientos de un matrimonio eterno consisten en mucho más que una cara hermosa o una figura atractiva; es preciso considerar mucho más que la popularidad o la simpatía. Al buscar un compañero eterno, considera a alguien que esté desarrollando los atributos esenciales que brindan felicidad: amor profundo por el Señor y por Sus mandamientos, determinación de obedecerlos, comprensión bondadosa, deseo de perdonar y disposición a dar de sí, el deseo de tener una familia bendecida con hermosos hijos y la determinación de enseñarles los principios de verdad en el hogar.

“Una prioridad esencial en una futura esposa es el deseo de ser esposa y madre; debe estar en el proceso de desarrollar las cualidades sagradas que Dios ha dado a Sus hijas para que sobresalgan como esposas y madres: la paciencia, la bondad, el amor por los niños y el deseo de atender a sus hijos en lugar de procurar satisfacciones profesionales. Debe estar adquiriendo una buena educación a fin de prepararse para las exigencias de la maternidad.

“Un futuro esposo debe también honrar el sacerdocio que posee y utilizarlo al servicio de los demás. Busca a un hombre que acepte su función de ser quien provea lo necesario para vivir, que tenga la capacidad de hacerlo y que esté haciendo diligentes esfuerzos por prepararse para cumplir esas responsabilidades” (“Recibe las bendiciones del templo”, Liahona, julio de 1999, pág. 29).

• ¿Cómo pueden los padres y otros adultos ayudar a los jóvenes a prepararse para el matrimonio eterno? ¿Cómo pueden ayudar a los niños pequeños a prepararse para el matrimonio eterno?

3. Una vez que marido y mujer han sido sellados en el templo, deben vivir fieles al convenio para recibir las bendiciones prometidas.

Pida a una mujer de la clase que lea la cita que se encuentra a continuación y, en seguida, pida a los miembros de la clase que adivinen quién dijo eso.

“Estaba segura de que los primeros diez años [de matrimonio] serían de dicha absoluta; pero durante el primer año juntos, descubrí… que había que hacer muchas adaptaciones. Naturalmente, no eran cosas de las que se corre a contar a la madre de una; pero de vez en cuando, eché unos lagrimones. Los problemas casi siempre tenían que ver con el aprender a vivir con el horario y el programa de vida de otra persona y hacer las cosas a la manera de otra persona. Nos amábamos el uno al otro, de eso no cabe la menor duda; pero también tuvimos que acostumbrarnos el uno al otro. Creo que los cónyuges de todo matrimonio tienen que acostumbrarse el uno al otro”.

Diga a los miembros de la clase que eso lo dijo la hermana Marjorie P. Hinckley, esposa del presidente Gordon B. Hinckley (citado en Sheri L. Dew, Go Forward with Faith: The Biography of Gordon B. Hinckley, 1996, pág. 118). Ponga de relieve el hecho de que para tener un matrimonio satisfactorio, se requiere amor, esfuerzo y dedicación. Si un hombre y una mujer son sellados en el templo, recibirán las bendiciones prometidas sólo si “cumplen [el] convenio” (D. y C. 132:19). Para hacer comprender a los miembros de la clase lo que concretamente deben hacer para “cumpl[ir el] convenio”, emplee las preguntas, los pasajes de las Escrituras y las citas que contiene esta sección de la lección.

• Lea con los miembros de la clase D. y C. 42:22, y explique que este mandamiento se aplica por igual a hombres y mujeres. ¿Qué significa amar al esposo o a la esposa con todo el corazón? ¿Qué significa allegarse al cónyuge y a ninguna otra persona?

El presidente Spencer W. Kimball explicó:

“Cuando el Señor dice con todo tu corazón, quiere decir que esa totalidad del amor es literal, que no es parcial por quitársele para compartirlo con ninguna otra persona…

“Las palabras ninguna otra suprimen a toda otra persona y a toda otra cosa. El cónyuge entonces viene a ocupar el lugar preeminente en la vida del marido y de la mujer, y ningún compromiso social, ni laboral ni político, ni ningún otro interés, ni persona ni cosa debe tener jamás precedencia al cónyuge…

“El matrimonio presupone una lealtad y una fidelidad totales. Cada uno de los cónyuges toma en el vínculo matrimonial a su compañero con el entendimiento de que da a su cónyuge todas sus fuerzas y todo su corazón, lealtad, honor y afecto, con toda dignidad. Cualquier discrepancia con eso es pecado; cualquier parte de ese todo que se saque para dirigirlo hacia otro lado es transgresión. Del mismo modo que debemos tener ‘la mira puesta únicamente en la gloria de Dios’, debemos tener la mira, el oído y el corazón puestos únicamente en el matrimonio: en el cónyuge y en la familia” (véase La fe precede al milagro, pág. 144).

El presidente Gordon B. Hinckley dio el siguiente sencillo consejo a los matrimonios: “…tienen que ser absolutamente leales el uno al otro” (Liahona, mayo de 1999, pág. 4).

• Cuando un hombre y una mujer se casan en el templo, hacen convenio de ser leales el uno al otro y de ser leales al Señor. ¿Qué pueden hacer los matrimonios para fortalecer su amor el uno por el otro y por el Señor? (Anote en la pizarra las respuestas de los miembros de la clase. Entre ellas, se pueden mencionar: orar y leer juntos las Escrituras, buscar que el Espíritu los guíe a los dos, realizar las noches de hogar, salir juntos, dedicar tiempo para conversar entre sí, ayudarse el uno al otro en los quehaceres de la casa o ir juntos al templo. Si lo desea, podría utilizar como parte de este análisis la segunda sugerencia adicional para la enseñanza.)

Conclusión

Si enseña a jóvenes o a otras personas que todavía no se hayan casado en el templo, ínstelas a prepararse para el matrimonio eterno. Inste a los miembros de la clase que se hayan casado en el templo a ser leales a su convenio del matrimonio.

Según le inspire el Espíritu, testifique de las verdades que se hayan tratado durante la lección.

Sugerencias adicionales para la enseñanza

Si lo desea, utilice una o más de las ideas que se dan a continuación con el fin de complementar la reseña que se sugiere para la lección.

1. A los santos fieles no se les negarán las bendiciones de la eternidad

Comparta con los miembros de la clase las declaraciones que se mencionan a continuación con respecto a las personas solteras o sin cónyuge.

El élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce, dijo:

“Sabemos que hay muchos excelentes y dignos Santos de los Últimos Días a quienes les faltan las oportunidades ideales y los requisitos esenciales para su progreso. La soltería, la falta de hijos, la muerte y el divorcio frustran los ideales y posponen el cumplimiento de las bendiciones prometidas. Además, algunas mujeres que desean dedicar todo su tiempo a la maternidad y al hogar, se han visto forzadas a entrar en las filas de los que trabajan en empleos regulares; pero esas frustraciones son sólo temporales, pues el Señor ha prometido que en la eternidad no se negará ninguna bendición a aquellos de Sus hijos que obedezcan los mandamientos, sean fieles a sus convenios con Él y deseen lo correcto.

“Muchas de las privaciones más serias de la vida terrenal se compensarán en el Milenio, que es el tiempo en que se cumplirá todo lo que haya quedado incompleto en el gran plan de felicidad para todos los hijos de nuestro Padre que sean dignos; sabemos que eso sucederá con las ordenanzas del templo; y también creo que sucederá con las relaciones y experiencias familiares” (“El gran plan de salvación”, Liahona, enero de 1994, pág. 88).

El élder Richard G. Scott, del Quórum de los Doce, ha aconsejado: “Si eres una persona soltera y aún no cuentas con un firme candidato para un matrimonio celestial, vive para lograrlo. Ora por ello. Espéralo en el debido tiempo del Señor. No transijas en tus normas de ningún modo que pueda impedirte esa bendición, ya sea de éste o del otro lado del velo. El Señor conoce los deseos de tu corazón; Sus profetas han dicho que obtendrás tal bendición si eres constante al vivir de manera tal que lo merezcas. No sabemos si sucederá en este lado o en el otro lado del velo. Pero vive para lograrlo. Ora por ello” (“Recibe las bendiciones del templo”, Liahona, julio de 1999, pág. 29).

2. Ejemplos de matrimonios felices y perdurables

Después de reflexionar en ello con oración, póngase en contacto con un hombre y con una mujer del barrio que se hayan casado en el templo y que tengan un matrimonio feliz. Pida a cada uno de ellos que se prepare para tomar unos dos o tres minutos del tiempo de la clase para compartir sugerencias sobre el modo de tener un matrimonio feliz y perdurable.

Después de esas presentaciones, si lo desea, dé a los miembros de la clase la oportunidad de expresar sus respectivas sugerencias al respecto.

3. Asignación para los jóvenes y para los jóvenes adultos solteros

Si enseña a jóvenes o a jóvenes adultos solteros, inste a los miembros de la clase a que en casa escriban una carta en la cual expresen amor a su futuro cónyuge. Aconséjeles guardar la carta hasta que se casen para que entonces se la muestren a su cónyuge.

4. Cómo evitar las tendencias del mundo

• ¿Qué tendencias del mundo evidencian que las personas hacen caso omiso de las normas de Dios con respecto al matrimonio? ¿Qué podemos hacer para permanecer fieles a las normas del Señor?

5. Presentación en video: “El templo y la familia”

Si puede conseguir Doctrina y Convenios y la historia de la Iglesia: presentaciones en video (53912 002), tenga en cuenta mostrar el segmento “El templo y la familia”, de 9 minutos de duración.

6. El matrimonio plural.

La información que se proporciona a continuación tiene por objeto servirle de ayuda en caso de que los miembros de la clase hagan preguntas con respecto a la práctica del matrimonio plural. No debe constituir el punto central de la lección.

El propósito del Señor al haber mandado a los de Su pueblo practicar el matrimonio plural.

En diversas ocasiones, el Señor ha mandado a Su pueblo practicar el matrimonio plural. Por ejemplo, Él dio ese mandamiento a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés, David y Salomón (D. y C. 132:1). Por medio del profeta Jacob, del Libro de Mormón, el Señor enseña Su propósito con respecto al matrimonio plural: “Porque si yo quiero levantar posteridad para mí, dice el Señor de los Ejércitos, lo mandaré a mi pueblo…” (Jacob 2:30; cursiva agregada; véanse también los vers. 23–29).

La revelación de practicar el matrimonio plural en esta dispensación.

En esta dispensación, el Señor mandó a algunos de los primeros santos practicar el matrimonio plural. Ese mandamiento no fue fácil para el profeta José Smith ni para los que estaban más cerca de él, entre ellos, Brigham Young y Heber C. Kimball, pero lo obedecieron. Los líderes de la Iglesia regulaban la práctica. Los que lo practicaran tenían que recibir autorización para hacerlo y los matrimonios tenían que efectuarse por medio del poder sellador del sacerdocio.

La postura de la Iglesia con respecto al matrimonio plural en la actualidad.

En 1890, el presidente Wilford Woodruff recibió la revelación de que los líderes de la Iglesia debían dejar de enseñar la práctica del matrimonio plural (Declaración Oficial—1, páginas 339–340 de Doctrina y Convenios; véanse también las selecciones de tres discursos del presidente Woodruff sobre esa revelación, las cuales aparecen inmediatamente después de la Declaración Oficial—1).

En 1998, el presidente Gordon B. Hinckley hizo la siguiente declaración con respecto a la postura de la Iglesia sobre el matrimonio plural: “…esta Iglesia no tiene absolutamente nada que ver con la gente que practica la poligamia; ellos no son miembros de esta Iglesia… Si a alguno de nuestros miembros se le sorprende practicando el matrimonio plural, se le excomulga, que es la pena más seria que la Iglesia puede imponer. Los que tal hacen no sólo contravienen directamente la ley civil, sino que quebrantan la ley de esta Iglesia” (“¿Qué pregunta la gente acerca de nosotros?”, Liahona, enero de 1999, pág. 84).

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