Lección 33
El presidente Brigham Young guía a los santos
Objetivo
Que los miembros de la clase comprendan la manera de proceder en lo que se refiere a la sucesión en el liderazgo de la Iglesia y explicar cómo comenzó Brigham Young a preparar a los santos para el viaje hacia el Oeste.
Preparación
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Estudie los pasajes de las Escrituras y demás materiales que se indican a continuación, y ore al respecto:
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Nuestro Legado, páginas 66–71.
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Repase el material correspondiente a esta lección en la Guía de estudio para el miembro de la clase (35686 002) y planifique la forma en que lo utilizará durante la lección.
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Para obtener una mayor comprensión de los acontecimientos históricos relacionados con la doctrina de esta lección, considere repasar los siguientes:
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Pida a miembros de la clase que se preparen para presentar de forma resumida las siguientes secciones de Nuestro Legado:
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“La sucesión en la Presidencia” (páginas 66–67).
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“Los preparativos para salir de Nauvoo” y “Las pruebas de un viaje invernal” (páginas 69–70).
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Si las láminas siguientes estuviesen disponibles, prepárese para utilizar algunas de ellas durante la lección: El Templo de Nauvoo (62432; Las bellas artes del Evangelio 501); El éxodo de Nauvoo, febrero–mayo de 1846 (62493; Las bellas artes del Evangelio 410); y El éxodo de Nauvoo (Las bellas artes del Evangelio 411).
Sugerencias para el desarrollo de la lección
Actividad para despertar el interés
Si lo considera apropiado, utilice la siguiente actividad o una de su preferencia para comenzar la lección.
Explique que, tras la muerte del profeta José Smith, muchas personas predijeron que la Iglesia dejaría de existir.
• ¿Qué no comprendían esas personas con respecto al liderazgo de la Iglesia?
Lea la siguiente declaración del presidente Joseph Fielding Smith:
“Ningún hombre puede dirigir esta Iglesia por sí mismo; es la Iglesia del Señor Jesucristo; Él está a la cabeza…
“Él escoge y llama a los hombres para ser instrumentos en Sus manos a fin de lograr Sus propósitos, y los guía y dirige en sus labores; pero los hombres son únicamente instrumentos en las manos del Señor, y el honor y la gloria por todo lo que Sus siervos logran es y debe ser atribuido a Él. “Si ésta fuera obra de los hombres, fracasaría, pero es la obra del Señor y Él nunca fracasa” (“Las riendas de responsabilidad y dirección”, Liahona, octubre de 1970, pág. 1).
Explique que después del martirio del profeta José Smith, Brigham Young llegó a ser el líder de la Iglesia por medio del inspirado procedimiento de sucesión que sigue vigente en la Iglesia hoy en día. En esta lección se trata el procedimiento de la sucesión en la Presidencia de la Iglesia y se describe cómo comenzó Brigham Young a preparar a los santos para el viaje hacia el oeste al Valle del Lago Salado.
Análisis y aplicación
Con oración, escoja el material de la lección que satisfaga mejor las necesidades de los miembros de su clase. Aliente a los miembros de la clase a compartir experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.
1. El profeta José Smith dio las llaves del reino a los Doce y les enseñó los principios de la sucesión en la Presidencia.
Explique que, en Nauvoo, durante el invierno de 1843–1844, el profeta José Smith pasó varios días dando la investidura del templo a los miembros del Quórum de los Doce y enseñándoles sus responsabilidades. Dijo a los Doce que había estado preocupado ante el hecho de que pronto moriría sin haber conferido las llaves del reino a otras personas. Wilford Woodruff, que en aquel entonces era miembro del Quórum de los Doce, recordó las siguientes palabras del profeta José:
“Ahora bien, hermanos, doy gracias a Dios por haber vivido hasta ver el día en que se me ha permitido darles la investidura, y ya he sellado sobre sus cabezas todos los poderes del Sacerdocio Aarónico y el de Melquisedec y el Apostolado, con todas las llaves y los poderes de ellos, los cuales Dios ha sellado sobre mí; y ahora traspaso toda la obra, el peso y la administración de esta Iglesia y Reino de Dios a los hombros de ustedes, y les mando, en el nombre del Señor Jesucristo, prepararse y guiar esta Iglesia y Reino de Dios ante el cielo y la tierra, y ante Dios, los ángeles y los hombres” (en James R. Clark, compilador, Messages of the First Presidency of the Church of Jesus Christ of Latter-day Saints, 6 tomos, 1965–1975, tomo III, pág. 134).
• En D. y C. 107:22–24 se hace constar un principio importante relacionado con la sucesión en la Presidencia. Lea esos versículos con los miembros de la clase. ¿Qué se enseña en estos versículos acerca de la relación que hay entre la Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles? (Explique que la Primera Presidencia forma un quórum y que los Doce Apóstoles forman otro quórum; que los dos quórumes son iguales en autoridad y poder, pero que la Primera Presidencia es la llamada a presidir.)
• ¿Por qué es importante comprender la relación que existe entre esos dos quórumes presidentes de la Iglesia?
El presidente Harold B. Lee dijo: “El profeta José Smith declaró que ‘donde no haya presidente, no habrá Primera Presidencia’. Inmediatamente después del fallecimiento de un Presidente, el cuerpo que le sigue en rango, el Quórum de los Doce Apóstoles, llega a ser la autoridad presidente, convirtiéndose automáticamente el Presidente del mismo en el Presidente de la Iglesia en funciones hasta que oficialmente se ordene y se sostenga a éste en su oficio” (“El día en que vivimos”, Liahona, octubre de 1970, pág. 2).
Para mayor información sobre el procedimiento de la sucesión en la Presidencia de la Iglesia, véase la primera sugerencia adicional para la enseñanza.
2. Después del martirio de José Smith, los Doce presidieron la Iglesia hasta que Brigham Young fue sostenido como Presidente.
Explique que cuando murió José
Smith, la Primera Presidencia se disolvió y el Quórum de los Doce llegó a ser la autoridad presidente de la Iglesia. Pida al miembro de la clase al que haya dado la asignación que presente el resumen de la sección “La sucesión en la presidencia”, de Nuestro Legado, páginas 66–67.
• ¿Qué no entendía Sidney Rigdon acerca de quién debía dirigir la Iglesia? ¿Cuál fue la primera respuesta de Brigham Young a la pregunta de quién debía guiar la Iglesia? (Véase Nuestro Legado, página 66. Él deseaba saber la voluntad del Señor con respecto al asunto.) ¿Qué aprendemos del ejemplo de Brigham Young?
• En la sesión de la tarde de la reunión que se convocó para tratar la dirección de la Iglesia, Brigham Young profetizó que los que no siguieran a los Doce Apóstoles no prosperarían y que únicamente los apóstoles podrían edificar el reino de Dios (Nuestro Legado, página 67). ¿Cómo se ha evidenciado la verdad de eso en la historia de la Iglesia y en nuestra propia época?
Explique que, a la conclusión de la reunión, los santos sostuvieron unánimemente con su voto al Quórum de los Doce como los líderes de la Iglesia (Nuestro Legado, página 67). El Quórum de los Doce, con Brigham Young como Presidente del quórum, presidió la Iglesia durante tres años y medio. El 27 de diciembre de 1847, se reorganizó formalmente la Primera Presidencia con Brigham Young como Presidente.
3. Antes de marcharse de Nauvoo, los santos recibieron las ordenanzas del templo.
Ponga a la vista una lámina del Templo de Nauvoo. Explique que al mismo tiempo que los santos se preparaban para marcharse de Nauvoo, trabajaban arduamente para terminar el templo. En cuanto el templo estuvo terminado, se congregaron en grandes números para recibir las ordenanzas del templo. En las anotaciones del diario personal del presidente Brigham Young, que siguen a continuación, se aprecia lo deseosos que estaban los santos de recibir esas ordenanzas: “Esta mañana había una gran multitud en la sala de la recepción esperando entrar… Ciento veintiuna personas recibieron las ordenanzas” (History of the Church, tomo VII, pág. 565).
“Tan intenso ha sido el anhelo que han manifestado los santos por recibir las ordenanzas [del templo] y tan grande nuestro afán por administrárselas, que me he entregado totalmente a la obra del Señor en el templo día y noche, sin tomar más de cuatro horas para dormir como promedio, por día, y yendo a casa sólo una vez a la semana.
“El élder Heber C. Kimball y los otros Doce Apóstoles han estado constantemente en el templo, pero, por motivo de su arduo esfuerzo, algunos de ellos han tenido que irse a descansar para recuperar la salud” (History of the Church, tomo VII, pág. 567).
En enero de 1846, aumentó la persecución en contra de los santos. A principios de febrero de 1846, el presidente Young anunció que se detendría la obra de las ordenanzas en el templo a fin de que los santos se marcharan de Nauvoo. No obstante, los que aún no habían recibido las ordenanzas no estaban dispuestos a partir. El 3 de febrero de 1846, el presidente Young anotó lo siguiente en su diario personal:
“A pesar de que había anunciado que no efectuaríamos las ordenanzas, la Casa del Señor estuvo repleta de gente todo el día, tan grande era el anhelo de ellos de recibir la investidura, como si los hermanos hubieran deseado permanecer allí y seguir con las ordenanzas hasta que se nos impidiera continuar y nuestros enemigos nos cerraran el paso. Pero yo les dije a los hermanos que no era prudente, que edificaríamos más templos y tendríamos otras oportunidades de recibir las bendiciones del Señor, tan pronto como los santos estuvieran preparados para recibirlas. Aun cuando en este templo no recibiéramos más bendiciones, ya habíamos sido recompensados abundantemente en él. También les dije a los hermanos que iba a preparar mis carromatos y partir. Me alejé hasta cierta distancia del templo suponiendo que la multitud se dispersaría, pero al volver vi que estaba lleno a rebosar.
“Al contemplar la multitud y reconocer sus anhelos, pues tenían hambre y sed de la palabra, continuamos diligentemente nuestras labores en la Casa del Señor. Doscientas noventa y cinco personas recibieron las ordenanzas “ (History of the Church, tomo VII, pág. 579; citado por el presidente James E. Faust en “La eternidad ante nosotros”, Liahona, julio de 1997, pág. 19).
• ¿Qué aprendemos del anhelo que sentían los santos de recibir las ordenanzas del templo? ¿Por qué creen que era tan importante que ellos recibieran las ordenanzas del templo antes de partir de Nauvoo para comenzar su viaje? (Entre las respuestas se podría incluir que el conocimiento y la fortaleza adicionales que allí recibirían les servirían para resistir las pruebas que enfrentarían.) ¿De qué maneras es el templo una fuente de fortaleza y una guía para ustedes?
Explique que la obra del templo se siguió efectuando por el resto de la semana y después el templo se cerró. En total, casi seis mil santos recibieron la investidura antes de comenzar el viaje hacia el Oeste.
4. Los santos pasaron por grandes pruebas y experimentaron milagros al comenzar su viaje hacia el oeste de los Estados Unidos.
Coloque a la vista la lámina del éxodo de Nauvoo. Explique que algunos de los santos comenzaron a partir de Nauvoo el 4 de febrero de 1846. Pida a los miembros de la clase que haya asignado de antemano que resuman las secciones “Los preparativos para salir de Nauvoo” y “Las pruebas de un viaje invernal” de Nuestro Legado, páginas 69–70.
En virtud de que los santos comenzaron a dejar Nauvoo durante el invierno y se vieron forzados a hacer los preparativos con urgencia, el viaje les resultó sumamente difícil. A principios de febrero tuvo lugar un suceso extraordinario en Sugar Creek, a unos 10 kilómetros de Nauvoo, sobre la ribera del río Misisipí correspondiente al estado de Iowa. Durante la primera noche en que acamparon en Sugar Creek, nacieron nueve niños. Hacía un frío terrible y los santos no tenían refugio adecuado. Eliza R. Snow registró lo siguiente:
“Las madres daban a luz a sus retoños bajo casi todas las variadas circunstancias imaginables, menos aquellas a las cuales estaban acostumbradas: algunas en tiendas de campaña, otras en los carromatos, bajo tormentas de lluvia y de nieve. Escuché de un nacimiento que ocurrió en un rudimentario parapeto, cuyos lados los habían formado con cobijas (mantas) atadas a estacas enterradas en el suelo y el techo hecho de cortezas de árboles por el cual se deslizaba el agua. Unas buenas hermanas sostenían platos para juntar el agua que caía dentro y así proteger al pequeño y a su madre de una ‘ducha de lluvia’ a su entrada a este mundo…
“Debemos recordar que las madres de esos niños, nacidos casi se puede decir a la intemperie, no estaban acostumbradas a deambular por los bosques ni a enfrentar tormentas y tempestades… La mayoría de ellas habían nacido y se habían educado en los estados orientales [de los Estados Unidos], habían abrazado el Evangelio tal como Jesús y Sus apóstoles lo habían enseñado y, por la religión que habían adoptado, y por medio de su fe, paciencia y empuje, se habían reunido con los santos y habían ayudado bajo circunstancias sumamente difíciles a hacer de Nauvoo lo que su nombre indicaba: ‘La hermosa’. Allí ellas tenían casas bonitas, decoradas con flores y árboles frutales, que recientemente habían comenzado a dar en abundancia.
“A esas casas… les dijeron adiós por última vez y con lo poco que pudieron cargar en uno o dos y, en algunos casos, tres carromatos, comenzaron a recorrer el camino rumbo al desierto” (en Edward W. Tullidge, The Women of Mormondom, 1877, págs. 307–308).
• ¿Qué les impresiona más acerca de los santos de ese relato?
Explique que para septiembre de 1846, la mayoría de los santos habían partido de Nauvoo y estaban esparcidos por todo el estado de Iowa en asentamientos provisionales que habían preparado para pasar el invierno. Decididos a echar a los santos que todavía quedaban en Nauvoo, el populacho saqueó sus casas y los acorralaron contra el río. Algunos escaparon cruzando el río pero no pudieron llevar nada con ellos, ni provisiones ni siquiera una muda de ropa. A los que no pudieron escapar la chusma los golpeó y los tiraron al agua.
Los campamentos de refugiados de quinientas a seiscientas personas, entre hombres, mujeres y niños, se hallaban diseminados a lo largo de tres kilómetros de la margen del río. La mayoría sólo había podido hacer refugios con algunas mantas y ramas y casi no tenían alimentos. Muchos de ellos estaban demasiado enfermos para viajar y algunos murieron. El obispo Newel K. Whitney compró algo de harina y la repartió lo mejor que pudo, pero eso no era suficiente para mantener a la gente. Entonces el Señor proveyó de forma milagrosa:
El 9 de octubre, cuando los alimentos escaseaban de manera alarmante, varias bandadas de perdices volaron hacia el campamento y se pararon en el suelo y aun sobre las mesas. Los hambrientos santos atraparon a muchas de ellas, las cocinaron y las comieron. Para los fieles, ésa fue una señal de la misericordia de Dios al Israel moderno, semejante a la que había tenido lugar con el Israel de la antigüedad. (Véase B. H. Roberts, A Comprehensive History of the Church, tomo III, págs. 135–136.)
• ¿Qué milagro semejante efectuó el Señor para los antiguos israelitas? (Véase Éxodo 16:12–15.) ¿De qué forma ha proporcionado el Señor para ustedes en momentos de necesidad?
Conclusión
Testifique, como se lo indique el Espíritu, de las verdades analizadas durante la lección.
Sugerencias adicionales para la enseñanza
Si lo desea, utilice una o ambas de las ideas que se dan a continuación con el fin de complementar la reseña sugerida para la lección.
1. Información adicional sobre la sucesión de la Presidencia de la Iglesia
El proceso de la sucesión de la Presidencia de la Iglesia ha tenido lugar muchas veces y sigue el modelo indicado en las págs. 221–222. Si usted piensa que los miembros de la clase obtendrían algún beneficio si se les diera una descripción más detallada de ese proceso, repase los siguientes pasos con ellos:
1. Al hombre que ha sido preordenado para presidir algún día la Iglesia, se le llama por medio de revelación para integrar el Quórum de los Doce Apóstoles.
2. Él se capacita para ese futuro llamamiento por medio de la asociación con los demás miembros del Quórum de los Doce y con la Primera Presidencia, y también mediante sus asignaciones. A medida que sobrevive a los demás miembros del Quórum, él va precediendo en antigüedad hasta que se convierte en Presidente del Quórum de los Doce y hasta que sólo el Presidente de la Iglesia tiene más años que él como apóstol.
3. Cuando el Presidente de la Iglesia fallece, la Primera Presidencia se disuelve y sus consejeros regresan a sus lugares en el Quórum de los Doce (si son miembros del Quórum). El Quórum de los Doce se convierte en el Quórum Presidente de la Iglesia y el Presidente de los Doce en la autoridad presidente de la Iglesia.
4. Los miembros de los Doce se reúnen en el templo con espíritu de ayuno y oración y, guiados por revelación, llegan a una decisión unánime acerca de la reorganización de la Primera Presidencia. De acuerdo con esa decisión, sostienen al miembro de más antigüedad dentro de los Doce en calidad de Presidente de la Iglesia. Entonces ponen las manos sobre su cabeza y lo ordenan y apartan como Presidente de la Iglesia.
5. El nuevo Presidente escoge a dos hombres (por lo general miembros del Quórum de los Doce) para que sean sus consejeros.
6. Luego se llenan las vacantes que quedan en el Quórum de los Doce a causa de la reorganización de la Presidencia.
2. La oposición del adversario a la obra del templo
Los santos de Nauvoo experimentaron una gran oposición mientras trabajaban para terminar el templo. El élder Boyd K. Packer, del Quórum de los Doce, dijo al hablar de la persecución que los santos sufrían cada vez que trataban de edificar un templo:
“La oposición fue dirigida a los santos porque el adversario tenía miedo del templo. Él haría cualquier cosa con tal de evitar la construcción de uno” (The Holy Temple, 1980, pág. 175).
• ¿Por qué el adversario tiene miedo de los templos y de la obra del templo? ¿Qué podemos hacer para fortalecer nuestra resolución de asistir al templo a pesar de los obstáculos que enfrentemos?
3. “¡Oh, está todo bien!”
Prepare lo necesario para que los miembros de la clase canten el himno “¡Oh, está todo bien! (Himnos, Nº 17) o pida a un miembro o a un grupo de miembros de la clase que se prepare para cantarlo. Después del himno, resuma los acontecimientos que inspiraron a William Clayton a escribirlo (Nuestro Legado, pág. 71).