Lección 43
Los “pastores de Israel”
Ezequiel 18; 34; 37
Objetivo
Alentar a los miembros de la clase a cumplir sus responsabilidades de “pastores de Israel” (Ezequiel 34:2).
Preparación
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Estudie los siguientes pasajes de las Escrituras, y ore al respecto:
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Ezequiel 34. El Señor reprende a los pastores que no apacientan al rebaño. Él irá a buscar a todas las ovejas perdidas y será su Pastor.
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Ezequiel 18:21–32. Ezequiel enseña que los impíos que se arrepientan serán salvados y que los justos que hagan iniquidades serán echados fuera.
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Ezequiel 37:1–14. Ezequiel tiene una visión en la cual se les da vida a muchos huesos.
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Ezequiel 37:15–28. Ezequiel profetiza que el palo de Judá y el palo de José serán uno solo en la mano del Señor.
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Lectura complementaria: Ezequiel 2.
Sugerencias para el desarrollo de la lección
Actividad para despertar la atención
Si lo desea, utilice una de las actividades siguientes (u otra de su preferencia) para comenzar la lección.
Lea (o escriba en la pizarra) la siguiente pregunta:
• ¿Qué diferencia hay entre un pastor y un peón asalariado que cuida ovejas?
Diga a los miembros de la clase que traten de encontrar la respuesta a esa pregunta en la siguiente cita del presidente Ezra Taft Benson (si lo desea, entréguela de antemano a uno de los miembros de la clase para que la lea):
“En el tiempo de Jesucristo, los pastores de Palestina se destacaban por la forma en que protegían a sus ovejas. Contrario a lo que hacen los cuidadores de ovejas actuales, los pastores siempre caminaban delante del rebaño, guiándolo. El pastor conocía a cada una de sus ovejas y por lo general les ponía nombre. Las ovejas le conocían la voz y confiaban en él y no seguían a un extraño. Por lo tanto, cuando él las llamaba, las ovejas acudían. (Véase Juan 10:14, 17.)
“Por la noche, los pastores llevaban las ovejas al redil. Este corral estaba rodeado de muros altos y arriba de éstos se colocaban ramas con espinas para que los animales salvajes y los ladrones no pudieran asaltarlas.
“No obstante, a veces un animal salvaje, acosado por el hambre, saltaba el muro y caía en medio de las ovejas, asustándolas. Ante esta situación se veía la diferencia que había entre el pastor, el cual amaba a las ovejas, y el peón, que sólo trabajaba por obligación y por la paga.
“El verdadero pastor estaba dispuesto a dar su vida por las ovejas. Las defendía y protegía. El peón, por el contrario, valoraba más su seguridad personal que el bienestar de las ovejas y usualmente escapaba del peligro” (“Un llamado al sacerdocio: ‘Apacienta mis ovejas’ ”, Liahona, julio de 1983, págs. 68–69).
Después de leer esta cita, pida a los miembros de la clase que mencionen las diferencias que existen entre un pastor y un peón asalariado que cuida las ovejas. Si considera necesario, emplee las siguientes preguntas, y anote las respuestas en la pizarra:
• ¿Dónde va caminando el pastor que conduce a las ovejas? ¿Dónde camina el peón? (El pastor camina adelante de las ovejas, para guiarlas; en la cita se indica que el peón camina detrás de ellas y las va arreando.)
• ¿Cómo cuida el pastor a cada una de las ovejas? ¿Cómo las atiende en cambio el peón que las cuida?
• ¿Qué hace el pastor si las ovejas están en peligro? ¿Qué hace el peón?
Explique a la clase que parte de esta lección se refiere a las responsabilidades que tenemos como pastores espirituales.
Análisis de las Escrituras y conceptos para poner en práctica
Al enseñar los siguientes pasajes de las Escrituras, analice con la clase la forma en que se podrían poner en práctica en el diario vivir. Aliente a los miembros de la clase a relatar experiencias que se relacionen con los principios de las Escrituras.
En el año 597 a. C., el rey Nabucodonosor de Babilonia llevó cautiva a mucha gente del reino de Judá; entre esos cautivos estaba Ezequiel, a quien cinco años después el Señor llamó para ser Profeta. En 587 a. C., los babilonios destruyeron Jerusalén y se llevaron a más personas cautivas; Ezequiel ejerció su ministerio entre su pueblo exiliado hasta el año 570 a. C.
Los escritos de Ezequiel contienen severas reprimendas y promesas gloriosas que no sólo se aplican al antiguo reino de Judá sino también a todo Israel, aun a los miembros de la Iglesia de la actualidad. A pesar de que Jerusalén había sido destruida, Ezequiel vio de antemano el día en que Israel sería recogido y restaurado. Este acontecimiento está simbolizado por la visión del valle de los huesos secos y por su profecía sobre los palos de Judá y de José.
1. Los pastores de Israel
Enseñe Ezequiel 34 y analícelo con la clase. En este capítulo, el Señor reprende a los pastores egoístas que no apacientan a sus rebaños. Luego se describe a sí mismo como el Buen Pastor que habrá de juntar a Su rebaño en los últimos días y conducirlo durante el Milenio.
• ¿Quiénes son “los pastores de Israel” que se mencionan en el capítulo 34 de Ezequiel? (Los líderes religiosos de la época.) ¿Por qué estaba el Señor disgustado con ellos? (Véase Ezequiel 34:2–4.) ¿Qué les pasó a las ovejas cuando los pastores las descuidaron? (Véase Ezequiel 34:5–6.)
• ¿En qué sentido puede considerarse a cada uno de nosotros un pastor de Israel? (En que todos debemos cuidarnos y fortalecernos los unos a los otros dentro del núcleo familiar, en la Iglesia, entre los vecinos, como maestros orientadores y maestras visitantes, y como miembros de quórumes y de clases.)
El élder Bruce R. McConkie explicó: “Cualquiera que preste servicio en cualquier cargo de la Iglesia en el que sea responsable del bienestar espiritual o temporal de algunos de los hijos de Dios es pastor de esas ovejas. El Señor tiene a Sus pastores por responsables de la seguridad (la salvación) de Sus ovejas” (Mormon Doctrine, 2ª ed., 1966, pág. 710).
• El Señor estaba disgustado con algunos pastores por apacentarse a sí mismos en lugar de apacentar a los rebaños (Ezequiel 34:2–3, 8). ¿En qué forma podemos algunos de nosotros cometer ese error?
• De acuerdo con lo que dice en Ezequiel 34:11–16, ¿qué hacen por sus ovejas los verdaderos pastores? (Nótense los verbos preguntar, buscar, librar, juntar, apacentar, vendar y fortalecer.) ¿Qué podemos hacer para evitar que otras personas se desvíen o se aparten? ¿Cómo podemos ayudar a juntar a los que se hayan extraviado? ¿De qué forma hemos de apacentar y fortalecer a los rebaños del Señor? ¿Cómo les han bendecido a ustedes los verdaderos pastores que han hecho todo eso?
El presidente Ezra Taft Benson dijo lo siguiente: “Os instamos a que os comportéis con renovada dedicación… Queremos que vigiléis, que alimentéis, que cuidéis, y que os dediquéis al rebaño, y, en el caso de que algunos se pierdan temporariamente, queremos que los encontréis” (“Un llamado al sacerdocio: ‘Apacienta mis ovejas’ ”, Liahona, julio de 1983, pág. 72).
• ¿De qué manera es el Salvador nuestro Pastor? (Véase Ezequiel 34:11–16; Salmos 23; Isaías 40:11; Juan 10:11–15.) Si lo desea, hable con la clase de cómo ha hecho el Salvador cada una de las cosas que se mencionan en esos pasajes de las Escrituras. Bajo la inspiración del Espíritu, exprese su testimonio del Salvador.
2. El arrepentimiento y el perdón
Enseñe Ezequiel 18:21–32 y analícelo con la clase.
• ¿Qué nos enseñan esos versículos sobre el arrepentimiento y el perdón? (Véase Ezequiel 18:21–22, 27–28.) ¿Qué quiere decir hacerse “un corazón nuevo y un espíritu nuevo”? (Ezequiel 18:31). ¿Por qué es importante llegar a la comprensión de que el arrepentimiento implica tanto apartarse del pecado como tener un cambio en el corazón? ¿Cómo podemos lograr ese cambio en el corazón? (Véase Alma 5:7–14.)
• ¿Qué nos enseñan esos versículos sobre las personas que se apartan de la rectitud y no se arrepienten? (Véase Ezequiel 18:24, 26.)
• ¿Qué enseña ese pasaje de las Escrituras sobre lo que siente el Señor cuando castiga al inicuo? (Véase Ezequiel 18:23, 32.)
• ¿Qué enseñan estos versículos sobre la justicia y la misericordia del Señor? (Véase Ezequiel 18:25, 29–32.) ¿Por qué es importante saber que Él es justo y misericordioso?
3. La visión que tuvo Ezequiel del valle de los huesos
Enseñe Ezequiel 37:1–14 y analícelo con la clase. Explique a los miembros de la clase que la visión que Ezequiel tuvo del valle de los huesos simboliza, al mismo tiempo, la Resurrección y la restauración de los hijos de Israel a su tierra prometida.
• ¿Cómo se simboliza la Resurrección en la visión de Ezequiel? (Los huesos se juntaron, se cubrieron de carne y de piel, y se les dio vida; véase Ezequiel 37:1–10; véase también Alma 11:42–44; 40:23.)
• En la visión de Ezequiel, ¿cuál es el símbolo de la restauración de los hijos de Israel a su tierra prometida? (Véase Ezequiel 37:11–14. La resurrección de los huesos se emplea como símbolo de esa restauración.)
• La visión de Ezequiel puede tomarse también como una analogía de la renovación de la “esperanza” de Israel (Ezequiel 37:11). Aunque la esperanza de Israel pueda haberse secado como el “ejército grande” de huesos que vio Ezequiel, el Salvador puede renovarla y darle vida. ¿Cómo ha renovado el Salvador la esperanza de ustedes? (Si lo desea, lea con la clase Moroni 7:41 al analizar esta pregunta.)
• Los huesos de la visión de Ezequiel empezaron a cobrar vida después que éste les dijo que oyeran la “palabra de Jehová” (Ezequiel 37:4) ¿Cómo nos da vida a nosotros la palabra del Señor?
4. El palo de Judá y el palo de José
Enseñe Ezequiel 37:15–28 y analícelo con la clase. Explique a la clase que la profecía de Ezequiel sobre los palos de Judá y de José tiene un doble significado: Se refiere a la combinación, en los últimos días, de los registros de Escritura de Judá y de José (Israel), así como a la reunión, en la misma época, de los reinos de Judá y de José (Israel).
• ¿De qué manera se ha cumplido la profecía que se encuentra en Ezequiel 37:15–20? (Véase 1 Nefi 5:14; 2 Nefi 3:12; D. y C. 27:5. Explique a la clase que la palabra palo que se menciona en esos versículos se refiere a una tablilla de madera para escribir, que era muy común en los días de Ezequiel. El palo de Judá simboliza la Biblia y el palo de José simboliza el Libro de Mormón.)
El élder Boyd K. Packer dijo: “El palo o registro de Judá, el Antiguo y el Nuevo Testamento, y el palo o registro de Efraín, el Libro de Mormón (el Otro Testamento de Jesucristo), están ahora entrelazados de tal manera que el estudiar uno nos insta a estudiar el otro; el aprender de uno aclara el conocimiento del otro. Son, sin duda, uno en nuestras manos. La profecía de Ezequiel se ha cumplido” (“Las Escrituras”, Liahona, enero de 1983, pág. 101).
• ¿Qué bendiciones se han recibido por tener el Libro de Mormón además de la Biblia? (Véase 1 Nefi 13:39–40; 2 Nefi 3:12.) ¿Cómo les ha ayudado a ustedes el Libro de Mormón a entender mejor la Biblia? ¿De qué modo ha reforzado en ustedes el testimonio del Señor Jesucristo que brinda la Biblia?
• ¿Qué dijo Ezequiel que iba a ocurrir una vez que se juntaran los dos palos?
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El Señor recogería a los hijos de Israel y los juntaría en un reino con el Salvador por Rey (Ezequiel 37:21–22).
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El pueblo sería limpiado y purificado (Ezequiel 37:23).
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El pueblo observaría los estatutos del Señor (Ezequiel 37:24).
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El pueblo habitaría en la tierra prometida (Ezequiel 37:25).
• Según lo que dice en Ezequiel 37:26–28, ¿qué otras bendiciones prometió el Señor? (Una muy importante es la restauración del santuario o tabernáculo del Señor, es decir, el templo. En la lección siguiente se analizan con más detalle las bendiciones del templo.)
Conclusión
Las enseñanzas de Ezequiel nos hacen comprender mejor cuánto nos quiere el Salvador y cuánto se ocupa de cada uno de nosotros. Él es nuestro Pastor y está deseoso de concedernos el perdón; Él hizo posible la resurrección para todos nosotros. Él es quien dirige el recogimiento de Israel en los últimos días. Y el Salvador hizo salir a luz el Libro de Mormón para que fuera otro testamento de Él. Inste a los miembros de la clase a testificar de estas verdades.
Otros conceptos didácticos
El siguiente material complementa las sugerencias para el desarrollo de la lección. Si lo desea, utilice uno o más de estos conceptos como parte de la lección.
1. Cómo aprender a ser un buen pastor
Al hablar de nuestras responsabilidades de pastores, puede leer o contar el siguiente relato del presidente James E. Faust:
“…Cuando yo era niño, una vez mi padre encontró un corderito perdido en el desierto. El rebaño en el que se encontraba su madre se había ido a otro lado y… el corderito había quedado separado de la oveja; quizás el pastor no se había dado cuenta de que el animalito se había extraviado. Puesto que no hubiera sobrevivido en el desierto, mi padre lo recogió y lo llevó a casa. El haberlo dejado allí hubiera significado una muerte segura, ya fuera que cayera víctima de los lobos o que muriera de hambre, porque era tan pequeño que aún necesitaba leche. Mi padre me dio el animalito y yo me convertí en su pastor.
“Durante varias semanas, calentaba leche de vaca y se la daba en un biberón para alimentarlo; muy pronto nos hicimos muy amigos. No recuerdo por qué razón, pero le puse el nombre de Nigh. Empezó a crecer; mi corderito y yo jugábamos en el pasto; a veces nos acostábamos juntos en el césped y yo recostaba la cabeza en su suave y mullido costado para contemplar el cielo azul y las blancas y ondulantes nubes. No era necesario encerrarlo durante el día, ya que no trataba de escaparse. Muy pronto aprendió a comer pasto. Yo lo llamaba desde dondequiera que estuviera tan sólo imitando, lo mejor que podía, el balido de una oveja.
“Una noche se desató una terrible tormenta. Se me había olvidado encerrar al cordero en el granero, como debí haberlo hecho, y me fui a acostar. Mi amiguito estaba atemorizado por la tormenta y yo oía sus balidos lastimeros; sabía que debía salir a ayudarlo, pero también quería quedarme seguro, calentito y seco en mi cama y no me levanté como debía haberlo hecho. A la mañana siguiente, cuando salí, lo encontré muerto; un perro también lo había oído balar y lo había matado. Me agobió un gran dolor; yo no había sido un buen pastor, un mayordomo de aquello que mi padre me había confiado. Y él me dijo: ‘Hijo, ¿no podía confiar en que cuidaras ni siquiera a un cordero?’ Las palabras de mi padre me hirieron más que el haber perdido a mi amiguito. Aquel día hice la resolución, siendo apenas un niño, de que jamás volvería a descuidar mi mayordomía como pastor si alguna vez me encontraba de nuevo en esa situación.
“Pocos años después, fui llamado como compañero menor de un maestro orientador. Había veces en que el tiempo estaba tan frío o tormentoso que deseaba quedarme en casa para estar cómodo, pero con la imaginación oía el balido de mi corderito y sabía que necesitaba ser un buen pastor e ir con mi compañero. Durante toda mi vida, siempre que tenía la tentación de descuidar mis deberes, me acudía a la memoria el recuerdo de lo triste que estuve aquella noche, hace tantos años, cuando no fui un buen pastor…” (“Las responsabilidades de los pastores”, Liahona, julio de 1995, págs. 51–52).
2. Los atalayas para elevar una voz de advertencia
• Al llamar a Ezequiel para ser Profeta, el Señor le dijo: “Yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel” (Ezequiel 3:17). Las responsabilidades de Profeta que tenía Ezequiel, ¿en qué se parecían a los deberes de un atalaya? (Véase Ezequiel 3:17–21; 33:1–9. En esa época, el atalaya en su torre advertía a la gente sobre el peligro inminente de los ejércitos enemigos. Ezequiel advirtió a los de su pueblo sobre los enemigos que los pondrían en peligro espiritualmente.)
• ¿Quiénes son los atalayas que tenemos en los últimos días? ¿Por qué es importante que contemos con ellos? ¿Qué responsabilidad tenemos nosotros de ser atalayas? (Véase D. y C. 88:81. Parte de esa responsabilidad es enseñar el Evangelio a los que no lo hayan recibido todavía.)
A fin de enseñar la importancia de escuchar las advertencias de los Profetas —y de advertir a nuestros semejantes enseñándoles el Evangelio—, el élder Boyd K. Packer habló de una inundación devastadora que hubo en 1976, causada por la ruptura de una represa del estado de Idaho. 7.800 personas vivían en la comarca por donde pasaron las aguas turbulentas de la inundación. Al precipitarse la corriente sobre el valle, destruyó 790 casas y dañó seriamente otros 800 edificios, entre casas particulares, iglesias, escuelas y negocios. Teniendo en consideración la cantidad de agua, su velocidad y la población de la zona, un experto calculó que podían haber muerto 5.300 personas; increíblemente, sólo seis se ahogaron.
El élder Packer comentó:
“¿Cómo es posible que haya habido tan terrible destrucción con tan limitada pérdida de vidas?… ¡Fue debido a que se les advirtió! No tenían mucho tiempo, pero se les advirtió, y todo el que recibió la advertencia advirtió a su vecino…
“¿Y qué les pasó a los que se ahogaron? Uno de ellos estaba junto a la represa y no tuvo escapatoria; otros dos no creyeron la advertencia hasta que fue demasiado tarde; después los encontraron juntos en el auto, pero no habían atendido a la advertencia. Y hubo tres que regresaron para salvar posesiones materiales y así perdieron la vida.
“Pero fue un milagro de tremendas proporciones. Los Santos de los Últimos Días aprendemos a prestar atención a las advertencias…
“Yo veo una gran semejanza entre eso y lo que pasa en el mundo, donde hay una enorme ola de maldad e iniquidad que lo cubre; se filtra a nuestro alrededor y se hace cada vez más profunda. Nuestra vida está en peligro; nuestra propiedad está en peligro; nuestra libertad está en peligro, y, no obstante, continuamos nuestras labores despreocupadamente, incapaces de comprender que conviene que todo hombre que ha sido amonestado, amoneste a su prójimo…
“[Hemos sido] amonestados por un Profeta. ¿Prestaremos atención a la advertencia o seremos como aquellas seis personas de Idaho que pensaron que la advertencia no era para ellas?” (That All May Be Edified, 1982, págs. 220–221, 223).