Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia
El seguir a los que Dios ha escogido para presidir


Capítulo 8

El seguir a los que Dios ha escogido para presidir

Apoyamos a las autoridades de la Iglesia cuando oramos por ellas, seguimos su inspirado consejo y las sostenemos en sus labores.

De la vida de Heber J. Grant

Cuando el élder Heber J. Grant comenzó a prestar servicio en el Quórum de los Doce Apóstoles, lo hizo con una lealtad a toda prueba al Presidente de la Iglesia. Poco después de haber recibido su llamamiento, escribió a su primo Anthony W. Ivins: “Puedo decir con toda sinceridad que nunca en mi vida ha habido ocasión alguna en la que no haya estado dispuesto a cambiar mi plan de acción ante la palabra de mandato de los siervos de Dios”1.

Quorum of the Twelve 1925

Esta fotografía se tomó en1925. De pie, de izquierda a derecha: David O. McKay, Rudger Clawson y Orson F. Whitney, del Quórum delos Doce; Anthony W. Ivins, Primer Consejero de laPrimera Presidencia; Richard R. Lyman, del Quórum de los Doce;Heber J. Grant, Presidente de la Iglesia; Reed Smoot,del Quórum de los Doce; Charles W. Nibley, Segundo Consejero de la PrimeraPresidencia; Sylvester Q. Cannon, Obispo Presidente;George Albert Smith y Joseph Fielding Smith, del Quórum de los Doce. Semiarrodillados,de izquierda a derecha:Hyrum G. Smith, Patriarca de la Iglesia; Melvin J. Ballard,Stephen L Richards, John A.Widtsoe y George F. Richards,del Quórum de los Doce.No aparece en la fotografía: James E. Talmage, del Quórum de los Doce.

En calidad de miembro del Quórum de los Doce, el élder Grant tuvo muchas experiencias que fortalecieron su testimonio del Presidente de la Iglesia como el portavoz del Señor sobre la tierra. Más adelante, cuando él mismo era el Presidente de la Iglesia, contó una de esas experiencias, en la que vio la inspiración del Señor al presidente Wilford Woodruff. En 1890 el presidente Woodruff anunció que era la voluntad del Señor que los santos estableciesen un negocio para producir azúcar de remolacha en Utah. El élder Grant formó parte del comité que se formó “para estudiar el asunto”. Tras una detenida investigación, el comité recomendó en forma unánime que la Iglesia abandonara la idea.

No obstante, informó el presidente Grant: “Eso no satisfizo al presidente Woodruff. Se nombró otro comité. Yo había formado parte del primer comité y me nombró para que también integrase el segundo. Rogué que se me relevase, por motivo de que ya tenía formada una opinión y de que ya había puesto mi firma en el otro informe, pero él cerró los oídos a mi petición. De nuevo nos pusimos a estudiar el asunto, minuciosa y detenidamente, y el segundo comité informó que no era una buena idea. El presidente Woodruff dijo: ‘Olvídense del informe. La inspiración que he recibido es establecer la industria azucarera’ ”.

Fieles a la instrucción del profeta del Señor, el presidente Grant y otros hermanos trazaron los planes para construir una fábrica para la elaboración del azúcar de remolacha. Sin embargo, en 1891, una crisis económica dificultó la recaudación de suficientes fondos para construir la fábrica. De nuevo, un grupo de expertos hombres de negocios propuso que no sería prudente que la Iglesia continuase en ese empeño. El presidente Grant recordó la respuesta de su líder a esa sugerencia:

“Cuando le presentaron la recomendación, la respuesta de Wilford Woodruff fue ésta: ‘Desde el día que recibí el conocimiento de la divinidad del Evangelio de Jesucristo revelada por conducto del profeta José Smith, desde el día que salí como humilde presbítero a proclamar el Evangelio, aun cuando tenía la impresión de que me enfrentaba con la muerte, si el sendero del deber que el Evangelio requería de mí me imponía enfrentar la muerte, nunca me he vuelto a la derecha ni a la izquierda; y, ahora, la inspiración del Señor que he recibido es construir esa fábrica. Cada vez que pienso en abandonar la idea de ella, hay tinieblas; y cada vez que pienso en construir la fábrica, hay luz. Construiremos la fábrica aunque hacerlo arruine económicamente a la Iglesia’ ”.

“Y la construimos”, dijo posteriormente el presidente Grant, “y no arruinó económicamente a la Iglesia”. De hecho, más adelante la Iglesia también construyó otras fábricas, con lo cual estableció una industria lucrativa para la Iglesia de forma global, así como para Santos de los Últimos Días en forma individual2.

Años después, el presidente Heber J. Grant presentó esta sencilla admonición para guiar la vida de los Santos de los Últimos Días: “No sé de nada que considere de tan gran valor en la vida como ser obediente al consejo y al parecer del Señor, así como a los de Sus siervos en ésta, nuestra época”3.

Enseñanzas de Heber J. Grant

El Señor llama a Sus profetas y los guía por inspiración.

Deseo en esta ocasión, y en todas las ocasiones, dar testimonio con toda solemnidad y con toda humildad de la misión divina del profeta José Smith y de la misión divina de cada uno de los hombres que han sido escogidos como sus sucesores4.

No tienen por qué temer, mis amados hermanos y hermanas, que hombre alguno esté a la cabeza de la Iglesia de Jesucristo sin que sea la voluntad de nuestro Padre Celestial5.

Afirmo que las bendiciones del Señor se han derramado en abundancia sobre todo hombre que ha estado a la cabeza de esta Iglesia, porque todos ellos han buscado con rectitud la inspiración del Espíritu de Dios para que los guiase en todo lo que han aceptado hacer6.

Conocí a Brigham Young cuando yo era un pequeño de seis años de edad… y doy testimonio de su bondad, de su afecto hacia mí como persona, de su amor por Dios y de la inspiración del Señor que él recibía cuando estaba aquí [ante este púlpito], donde me encuentro yo ahora, y yo tenía el privilegio de estar entre la congregación y escuchar sus inspiradoras palabras.

Fui llamado al Consejo de los Doce Apóstoles por una revelación del Señor manifestada al presidente John Taylor, y, desde el momento en que pasé a formar parte del Consejo de los Doce, dos años después de que John Taylor llegó a ser Presidente de la Iglesia, hasta el día de su fallecimiento, me reuní con él semana tras semana… Sé que él fue siervo del Dios viviente; sé que él recibía la inspiración del Señor; y sé que, en todas las ocasiones en las que él decía: “Eso es lo que el Señor desea”, y sus colaboradores del consejo de los apóstoles sostenían lo que él decía que era lo que el Señor deseaba, en todas esas ocasiones, repito, él demostró estar en lo correcto, y la inspiración que recibía del Señor ponía de manifiesto que la sabiduría que había obtenido por medio del poder de Dios había sido superior a la sabiduría de otros hombres.

Varias veces asistí a las reuniones… sabiendo que se trataría en ellas un asunto determinado sobre el cual yo tenía una opinión tan perfectamente formada como es posible tenerla… Pero aunque iba a las reuniones… inclinado en favor de cierto procedimiento, votaba voluntariamente y de buen grado por el procedimiento diametralmente opuesto al que yo había favorecido, y lo hacía porque la inspiración del Señor había llegado a John Taylor. Y en cada una de esas ocasiones, el siervo del Señor, el presidente Taylor, demostraba haber estado en lo correcto, y su discernimiento superior, inspirado por el Señor, se hacía valer a favor de lo que era para el mayor beneficio de la gente.

Podría mencionar circunstancia tras circunstancia en las que los apóstoles fueron enviados a realizar ciertas labores bajo la inspiración del Señor a John Taylor, y las que ellos creían que no podrían llevar a cabo. Pero cuando regresaban, podían dar testimonio de que, con la ayuda del Señor, habían podido llevar a efecto la obra que les había encomendado el presidente Taylor, el profeta del Señor…

Doy testimonio de que Wilford Woodruff fue efectivamente siervo del Dios viviente y un verdadero profeta de Dios. Wilford Woodruff, un hombre humilde, convirtió y bautizó a cientos de personas en unos pocos meses en Herefordshire, Inglaterra… Creo que nadie más que haya vivido sobre la faz de la tierra ha convertido más almas al Evangelio de Jesucristo que él. Era un hombre de la más asombrosa y prodigiosa humildad; un hombre que nunca se ocupó en ningún asunto importante de negocios; un hombre que se dedicó a la agricultura, a cultivar fruta y otros productos; era un hombre humilde del que oí a muchas personas decir que carecía de la capacidad para presidir la Iglesia de Cristo. Pero quiero testificarles que, bajo la inspiración del Señor, y por motivo de la humildad que poseía, así como por su vida santa y porque Dios le amaba, fue bendecido en más de una ocasión con una sabiduría superior a toda la sabiduría junta de las personas que tenían grandes conocimientos financieros en la Iglesia…

Sé que Lorenzo Snow fue profeta de Dios… Lorenzo Snow llegó a la presidencia de la Iglesia cuando tenía ochenta y cinco años de edad, y lo que llevó a cabo durante los siguientes tres años de su vida es sencillamente maravilloso de contemplar. Sacó a la Iglesia… casi de la bancarrota económica… En tres cortos años, este hombre, que, según la opinión de la gente del mundo, era demasiado entrado en años para contar con la capacidad indispensable para sacar a la Iglesia de sus dificultades económicas, este hombre, que no se había ocupado en los negocios mercantiles, que había dedicado su vida durante años a trabajar en el templo, tomó las riendas de las finanzas de la Iglesia de Cristo, bajo la inspiración del Dios viviente, y en esos tres años cambió todo, económicamente, de las tinieblas a la luz…

…Les doy testimonio de que, desde los días de mi más tierna infancia, cuando no comprendía a fondo las enseñanzas del Evangelio, todo mi ser se conmovía hasta hacerme brotar copiosísimas lágrimas, bajo la inspiración del Dios viviente, al oír a Joseph F. Smith predicar el Evangelio… Él siempre me llenaba de espiritualidad y me edificaba en el espíritu cuando le oía proclamar el Evangelio de Jesucristo. Doy testimonio de que él fue uno de los más grandiosos profetas de Dios que haya existido, de que Dios estuvo con él desde el día en que se fue, siendo un muchachito de quince años de edad, a proclamar el Evangelio de Jesucristo a las islas de Hawai, hasta el día en que, tras haber dado sesenta y cinco años de su vida a la obra de Dios, terminó su vida terrenal7.

Ha llegado a mí la responsabilidad, aun cuando soy un instrumento muy débil y humilde en las manos del Señor, de suceder en el cargo a los hombres magníficos que han presidido esta Iglesia: el profeta José Smith, al que, en mi opinión, ningún otro hombre que haya vivido sobre la tierra ha podido igualar; el maravilloso pionero, Brigham Young; el poderoso campeón de la libertad, John Taylor; el hombre excepcional para convertir almas al Evangelio de Jesucristo, Wilford Woodruff; Lorenzo Snow, el hombre extraordinario de ochenta y cinco años de edad que, en tres años, elevó la Iglesia… a una buena situación económica; y ese otro hombre, que fue amado por todos los que le conocieron y que fue uno de los hombres más extraordinarios del mundo entero, Joseph F. Smith, el mejor predicador de la rectitud que he conocido8.

Nunca ha dejado de asombrarme el hecho de que represento al Señor aquí, sobre la tierra. El haber tratado desde la niñez con los hombres notables y magníficos que me han precedido me ha hecho sentir casi sobrecogido al pensar que ocupo el mismo puesto que ellos.

Las últimas palabras que me dijo el presidente Smith cuando me estrechó la mano la noche en que falleció fueron: “El Señor te bendiga, muchacho, el Señor te bendiga; tienes una gran responsabilidad. Recuerda siempre que ésta es la obra del Señor y no del hombre. El Señor es más grandioso que cualquier hombre. Él sabe quién desea Él que guíe Su Iglesia y jamás se equivoca. El Señor te bendiga”9.

Los profetas reciben inspiración para el beneficio de la Iglesia.

Doy gracias al Señor por la estrecha relación que tuve, desde niño pequeño, con los presidentes Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff, Lorenzo Snow y el presidente Joseph F. Smith. Doy gracias al Señor porque nunca conocí nada sino lo que es bueno en el trato personal que tuve durante cincuenta años con esos hombres… Nunca oí nada en público ni en privado que saliese de labios de los siervos de Dios, que fueron escogidos para estar a la cabeza de esta obra, que no fuese exclusivamente para la elevación espiritual y el progreso del pueblo de Dios10.

Me he sentido profundamente agradecido por saber, sin asomo de duda, mediante mi asociación con ellos, como uno de los apóstoles del Señor Jesucristo, que John Taylor, Wilford Woodruff, Lorenzo Snow y Joseph F. Smith tuvieron el corazón puesto absoluta e inalterablemente en trabajar para el progreso de los Santos de los Últimos Días, para la difusión del Evangelio tanto en el país como en el extranjero, y por saber que el deseo supremo de sus vidas fue el progreso del Evangelio de vida y la salvación de los Santos de los Últimos Días. Estoy agradecido por saber sin duda alguna que… esos líderes se dedicaron por entero al bienestar y al perfeccionamiento del pueblo de Dios, y que nunca escatimaron esfuerzos por el bien de la gente; que sus pensamientos, sus oraciones y sus deseos diarios estaban concentrados en el progreso de la gente. Sé de un modo concreto que los que sostuvieron a esos hombres con su fe y sus oraciones, así como con sus buenas obras, fueron bendecidos por Dios, no tan sólo con un aumento de fe y de amor por Dios, y con un testimonio de la divinidad de la obra del Evangelio a la cual nos hemos consagrado, sino que fueron bendecidos con alimentos, en sus reservas, que sus tierras fueron bendecidas y que ellos fueron bendecidos con sabiduría para criar a sus hijos en disciplina y amonestación del Señor11.

Nunca he tenido otro deseo en mi corazón al ponerme de pie ante los Santos de los Últimos Días que poder decir algo que sea para su bien, para su beneficio, y que tenga por objeto animarlos y grabar en su alma el deseo y la determinación de ser más fieles, más diligentes, más llenos de energías para cumplir con los deberes que se les den de lo que han sido hasta ahora12.

Somos bendecidos cuando honramos y seguimos a los que nos presiden.

Oren por las autoridades de la Iglesia y denles su apoyo en toda labor que realicen y en todo lo que se propongan hacer13.

Sé, por mi propia experiencia, que, en los hogares de los Santos de los Últimos Días, desde los tiempos de los presidentes Brigham Young, John Taylor, Wilford Woodruff, Lorenzo Snow y Joseph F. Smith hasta el presente, se han elevado a Dios, día tras día, fervientes y sinceras oraciones de súplica para que los hombres que están en la presidencia de esta Iglesia, lo mismo que los apóstoles y las demás autoridades generales, reciban la inspiración del Señor; para que todos ellos sean inspirados por Dios para llevar a cabo lo que será de mayor beneficio para Sus hijos, así como para difundir el Evangelio de Jesucristo en todo el mundo. Sí sé, tras… años de experiencia, que los hombres que en nuestra época ocupan el cargo de apóstoles del Señor Jesucristo han sido dotados del Espíritu del Dios viviente14.

La fe es un don de Dios, y he visto por propia experiencia que, cuando las personas han tenido fe para vivir el Evangelio y para prestar oídos al consejo de los que presiden en los barrios y en las estacas, así como al consejo de las Autoridades Generales de la Iglesia, han sido abundantemente bendecidas por el Señor, y que muchas de ellas han salido de grandes dificultades económicas y de otro tipo del modo más milagroso y asombroso15.

Estemos listos y dispuestos a seguir a nuestros líderes y a sostenerlos… Ustedes siempre serán bendecidos y se beneficiarán si siguen el consejo de los que Dios ha escogido para presidir la Iglesia. Si honran al hombre que Dios ha escogido, Dios los honrará y los bendecirá a ustedes; y si cumplen con su deber individualmente, crecerán en la luz y en la inspiración del Espíritu de Dios. Al ir progresando en forma individual, en la misma medida progresará la Iglesia… Ésta es la obra de Dios. José Smith fue profeta de Dios; debemos recordar eso. Debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia”, y entonces todas las demás cosas serán añadidas [véase Mateo 6:33]. Trabajamos para alcanzar la vida eterna. No permitamos que la sabiduría, ni las riquezas, ni la instrucción del mundo ni nada más nos ciegue la vista ante el hecho de que ésta es la obra de Dios y de que el portavoz de Dios está sobre la tierra; cuando él hable, estemos listos y dispuestos en lo que respecta a nuestro tiempo, a nuestros talentos y a todo lo que se nos ha dado, para llevar a efecto lo que Dios desee. Les afirmo que Dios demostrará que Su profeta y portavoz habrá estado en lo correcto16.

The First Presidency 1936

La Primera Presidencia en 1936. De izquierda a derecha, el presidente J. Reuben Clark Jr., Primer Consejero; el presidente Heber J. Granty el presidente David O. McKay, Segundo Consejero.

Espero y ruego que los santos vivan el Evangelio de Jesucristo. Espero que presten oídos a las enseñanzas de los presidentes de estaca y de los obispos de los barrios. Deseo indicar que esperamos que todo presidente de estaca y todo obispo de barrio enseñe la verdad a la gente. Queremos que digan a las personas que se espera de ellas que obedezcan la Palabra de Sabiduría, que paguen un diezmo íntegro, que recuerden los convenios que han hecho en los templos de Dios… y que esperamos que cumplan con su deber como santos y que prediquen el Evangelio mediante su ejemplo17.

Hay muchas personas en las que lo que predican los siervos del Señor año tras año no produce ningún efecto particular. Sin embargo, si esas mismas personas reciben consejo de algún hombre que posea la sabiduría del mundo, le siguen de inmediato. Recuerdo… una ocasión en la que prediqué sobre la Palabra de Sabiduría. Más adelante, me enteré de que una buena hermana que había oído mi mensaje enfermó y envió un telegrama a un médico para que fuese a verla desde Salt Lake City en tren, lo cual le costó varios cientos de dólares; ese médico le dijo que bebía demasiado té y que si no dejaba de hacerlo, moriría irremediablemente. Ella aceptó ese consejo y se mejoró. Si hubiese escuchado mi consejo, lo cual no le hubiese costado nada, se habría ahorrado varios cientos de dólares al mismo tiempo que hubiera estado en perfecta armonía con las enseñanzas del Señor, reveladas en la Palabra de Sabiduría18.

Cantamos muy a menudo el himno “Te damos, Señor, nuestras gracias que mandas de nuevo venir profetas con tu Evangelio guiándonos cómo vivir” [Himnos, N° 10].

Hay muchísimas personas que… ponen a esas palabras una posdata que dice: “Siempre y cuando nos guíen a lo que deseamos hacer y que esté de acuerdo con nuestras ideas”.

Los profetas de Dios, desde José Smith hasta el presente, nos han guiado y nos han guiado bien, cuando hemos prestado oídos a la orientación que nos han dado. Los errores que se han cometido se han producido porque no hemos escuchado al profeta cuyo derecho es guiar a los del pueblo de Dios…

Sé que el camino de seguridad para los Santos de los Últimos Días no es tan sólo cantar: “Te damos, Señor, nuestras gracias que mandas de nuevo venir profetas con tu Evangelio guiándonos cómo vivir”, sino estar listos, dispuestos y deseosos de ser guiados19.

Sugerencias para el estudio y el análisis

  • ¿Qué significa sostener y seguir a los que han sido llamados a presidirnos?

  • ¿Qué pueden hacer los padres para enseñar a sus hijos a sostener a los líderes de la Iglesia?

  • ¿Qué bendiciones han recibido tanto usted como sus familiares cuando han seguido el consejo de los líderes de la Iglesia? ¿De qué modo han aumentado esas experiencias su fe y su testimonio?

  • ¿Qué consejo hemos recibido recientemente del profeta viviente? ¿Qué cosas específicas puede usted hacer para vivir de acuerdo con las enseñanzas del profeta?

Notas

  1. Gospel Standards, compilado por G. Homer Durham, 1941, pág. 330.

  2. En Conference Report, junio de 1919, págs. 8–9.

  3. Gospel Standards, págs. 69–70.

  4. En Conference Report, abril de 1936, pág. 12.

  5. Gospel Standards, pág. 68.

  6. En Conference Report, abril de 1936, pág. 9.

  7. En Conference Report, junio de 1919, págs. 7–10, 13–14; los párrafos se han cambiado.

  8. Gospel Standards, págs. 226–227.

  9. Gospel Standards, pág. 194.

  10. Gospel Standards, págs. 18–19.

  11. Discurso pronunciado en la dedicación del Templo de Cardston, Alberta, Archivos del Departamento de Historia Familiar y de Historia de la Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

  12. Gospel Standards, pág. 191.

  13. Gospel Standards, pág. 78.

  14. “Spirit of the Lord Attends Elders of Church Who Strive to Obtain His Aid While Speaking in Public”, Deseret Evening News, 15 de marzo de 1919, sección 4, pág. VII.

  15. Gospel Standards, págs. 273–274.

  16. En Conference Report, octubre de 1903, pág. 10.

  17. En Conference Report, abril de 1929, págs. 130–131.

  18. En Conference Report, abril de 1914, pág. 70.

  19. Gospel Standards, págs. 304–305.