La nota feliz
“A veces incluso los maestros se ponen nerviosos”, dijo el papá.
“Bienvenidos a la clase”.
Riley miró al nuevo maestro y sonrió. Se veía más joven que los demás maestros. Le temblaba la voz al hablar, pero se aclaró la garganta y continuó.
“Soy el señor Berrett”.
Uno de los alumnos levantó la mano. “¿Es nuevo?”, preguntó.
“Sí, acabo de graduarme de la universidad. Ustedes son mis primeros alumnos”.
Luego, el señor Berrett explicó lo que la clase iba a aprender. Hablaba en voz baja y a veces era difícil escucharlo.
Riley oía el murmullo de los niños detrás de ella, lo que hacía que fuera aun más difícil escuchar lo que decía el señor Berrett, pero hizo todo lo posible por escuchar. Cuando el señor Berrett la miraba, ella sonreía.
Esa noche, durante la cena, la mamá de Riley le preguntó sobre su primer día en la escuela.
“Me gustan mis compañeros y mis maestros”, dijo Riley. “Tenemos un maestro que es nuevo. Estaba algo nervioso. Algunos de los niños se burlaban de él”.
“A veces incluso los maestros se ponen nerviosos”, dijo papá.
Mamá sonrió. “Me alegra que estés allí para animarlo”.
Al día siguiente, Riley escuchó a algunos niños hablar en el pasillo.
“Yo también tengo clase con el señor Berrett”, dijo uno de ellos. “No alcanzaba a oírlo ayer”.
“¿Oíste cómo se le quebraba la voz?”.
“Va a ser un año muy largo”, dijo otro niño. Todos se rieron.
Riley pensó en lo que su papá había dicho acerca de que los maestros también se ponían nerviosos. Ayer había sido el primer día de clases del señor Berrett. Probablemente haya sido muy difícil para él. Su mamá le había dicho que lo animara. ¿Cómo podría animarlo Riley?
Cuando hizo la oración esa noche, le pidió al Padre Celestial que le hiciera saber cómo ayudar al señor Berrett.
Al día siguiente, Riley abrió su almuerzo. Adentro había una nota de mamá que decía: “¡Eres genial!”. Riley sonrió. Le encantaban las notas de mamá. La familia las llamaba las “notas felices”.
¡Eso era lo que tenía que hacer! ¡Riley y sus compañeros de clase podían escribir una nota feliz para el señor Berrett!
Riley invitó a algunos de sus compañeros a reunirse en su casa después de la escuela. Decoraron un póster grande y colorido con caritas sonrientes y estrellas. Escribieron algunas cosas que les gustaban del señor Berrett; cosas que ya conocían de él. Y le dijeron que estaban contentos de que fuera su maestro.
Al día siguiente, Riley y algunos amigos llegaron temprano a la escuela. Colgaron el póster en la puerta del aula del señor Berrett. Luego se escondieron a la vuelta de la esquina para ver lo que sucedía.
Al poco tiempo, el señor Berrett llegó al salón de clases. “¡Oh!”, exclamó. Riley y sus compañeros lo vieron leer las notas y vieron la gran sonrisa que le apareció en el rostro.
Cuando Riley vio lo feliz que estaba, también se sintió feliz. Sonrió y chocó los cinco con sus amigos.
Mientras se iban, oyó que alguien decía: “¡Estoy deseando ir hoy a la clase del señor Berrett!”. Riley también deseaba ir a la clase.
Ilustraciones por Kübra Teber