El desastre de los huevos
Otro huevo cayó rodando de la mesa. ¡Paf!
Sasha daba vueltas con su falda rosa brillante. Era su ropa preferida para ir a la Iglesia y ahora había llegado la hora de su parte preferida de la Iglesia: ¡la Primaria!
La maestra de Sasha les estaba ayudando a aprender los Artículos de Fe. Hoy estaban aprendiendo el número trece. ¡Era muy largo! Pero la hermana Banda dijo: “Sé que pueden aprender la primera parte: ‘Creemos en ser honrados’. ¡Repítanlo conmigo!”.
“Creemos en ser honrados”, repitieron Sasha y los otros niños.
Luego, esa semana, Sasha y su hermanito Alfred estaban jugando en la cocina. “Estoy aburrido”, dijo Alfred.
“Yo también”. Entonces Sasha vio unos huevos sobre la mesa; le pareció que sería divertido jugar con ellos. “¡Tengo una idea! ¡Vamos a jugar un juego!”.
Sasha tomó un huevo. “Ve al otro lado de la mesa”, le dijo a Alfred. Entonces hizo rodar el huevo hacia él. Sasha y Alfred se rieron. ¡El huevo se tambaleaba mucho!
“¡Te toca!”, dijo Sasha.
Alfred lanzó el huevo hacia ella, pero esta vez el huevo no rodó en línea recta, sino que giró y cayó de la mesa. ¡Paf! El huevo se estrelló en el suelo, dejando un desastre pegajoso.
Alfred miró a Sasha con cara de asombro y ambos soltaron una carcajada. “¡Hagámoslo otra vez!”, dijo él.
Sasha tomó otro huevo. “¡Atrápalo antes de que caiga!”, dijo ella. Empujó el huevo con más fuerza que antes, pero Alfred no lo atrapó. ¡Paf!
Alfred tomó dos huevos más y los lanzó más fuerte. Sasha no pudo atraparlos a tiempo. ¡Paf! ¡Paf! Sasha y Alfred se rieron de nuevo.
Entonces Sasha escuchó que venía mamá. ¡Oh, no! ¡Se habían metido en un gran lío!
Sasha no quería que mamá se enojara con ellos. Tal vez podrían inventar alguna mentira y decirle a mamá que ellos no lo habían hecho.
En ese momento, Sasha recordó el decimotercer artículo de fe: “Creemos en ser honrados”.
“¿Qué ha pasado?”, preguntó mamá, con la vista fija en el piso sucio. “¿Quién ha roto los huevos?”.
Sasha respiró hondo. “Lo siento, mamá. Fuimos Alfred y yo. Pensamos que sería divertido jugar con huevos, pero no fue una buena idea. Yo ayudaré a limpiar”.
“Yo también”, contestó Alfred.
La mamá abrazó a Sasha y a Alfred. “Gracias por decirme la verdad”.
Sasha sonrió y entonces miró a Alfred: “Tal vez podamos crear un nuevo juego ¡para limpiar!”.