Amigos perdidos y encontrados
¿Podría Leah encontrar otra nueva amiga?
Leah observó el aula del tercer grado. Los pupitres estaban alineados en hileras ordenadas y había carteles brillantes colgados en las paredes. La mayoría de los otros niños estaban hablando con sus amigos.
Leah se sentó en su pupitre. No conocía a nadie de aquella clase, pero esperaba poder hacer alguna nueva amiga en la escuela ese año.
“Hola”.
Leah levantó la mirada. Una niña se había sentado a su lado.
“Me llamo Anna”, dijo ella. “¿Quieres ser mi amiga?”.
Leah sonrió. “¡Claro!”.
Más tarde, Leah y Anna almorzaron juntas. Durante el recreo, jugaron a las cuatro esquinas y saltaron la cuerda. Al final del día, Anna se despidió de Leah por la ventana del autobús. “¡Nos vemos mañana!”, le dijo.
A partir de entonces, Leah y Anna se hicieron buenas amigas. Jugaban juntas todos los días. En invierno, hacían largos senderos en la nieve; luego, cuando la nieve se congelaba, se deslizaban por los senderos. Una vez fueron compañeras en un trabajo escolar de Ciencias sobre el espacio. Leah disfrutó mucho al hacer un póster de los planetas con Anna.
Sin embargo, un día Anna comenzó a actuar de manera extraña. Ya no saludaba a Leah por la mañana. Se unió a un nuevo grupo para practicar Matemáticas y durante el almuerzo, apenas hablaba.
“Oye”, preguntó Leah, “¿qué sucede?”.
Anna resopló y dijo: “Mira, no creo que debamos pasar tanto tiempo juntas. Mi amiga Audrey dijo que eras rara”.
“Oh”, Leah frunció el ceño. Ella y Anna se divertían juntas. ¿Por qué a Anna le preocupaba tanto lo que pensaran los otros niños?
Anna dijo que seguirían siendo amigas, pero después de eso, dejó de hablar con Leah. Leah trató de no sentirse herida, pero era difícil estar sola mientras Anna jugaba con otros niños.
Pronto terminó el año escolar y comenzaron las vacaciones de verano. Leah se mantuvo ocupada con muchas actividades divertidas. Fue a clases de ballet y de cocina. También hizo un curso de costura con su mejor amiga, Ellie.
Ellie y Leah se conocían desde que eran pequeñas. Iban a la misma escuela, pero nunca habían estado en la misma clase. A veces Ellie iba a jugar a casa de Leah. Leah encontró un par de lentes de juguete que se parecían a los de Ellie; aquello le causaba gracia a Ellie.
“No puedo creer que el verano casi haya terminado”, dijo Ellie. “Me gustaría que pudiéramos vernos más”.
Leah sonrió, “A mí también”.
Otro año escolar se acercaba rápidamente. Leah estaba entusiasmada por ir a cuarto grado, pero también estaba un poco nerviosa. No le molestaba estar sola la mayor parte del tiempo, pero un año era mucho tiempo para pasar sin amigos en la clase. Recordó cómo se sintió cuando Anna dejó de ser su amiga y no quería sentirse sola.
Leah siguió orando al Padre Celestial en busca de paz. Cuando terminó el verano, sintió esperanza. Sabía que las cosas saldrían bien.
El primer día de clases, Leah entró en el nuevo salón de clases.
“¡Leah!”.
No lo podía creer. ¡Ellie estaba en su clase!
Ellie corrió hacia Leah y le dio un abrazo. “¡Estoy tan feliz de que estés aquí! ¡Este será el mejor año de la historia!”.
Leah tenía una enorme sonrisa. Sabía que el Padre Celestial había estado con ella, incluso cuando fue difícil. Y Ellie tenía razón, ¡este año que empezaba sería el mejor!