Amigos en el recreo
A Jason no le gustaba jugar al fútbol como a los otros niños.
Cada día, durante el recreo, Jason se sentaba bajo la sombra de un árbol y leía un libro mientras la mayoría de los otros niños jugaban al fútbol. Jason había jugado con ellos en otras ocasiones, pero no le gustaba mucho. No era muy bueno para correr rápido ni patear la pelota. Además, estar rodeado de niños corriendo y gritando lo hacía sentir incómodo.
Sin embargo, a Jason no le gustaba sentirse solo ni que lo dejaran de lado. ¡Los otros niños parecían divertirse tanto! Él también quería divertirse con amigos.
Un día, durante el recreo, Jason levantó la mirada de su libro y se dio cuenta de que Kira estaba sentada en una mesa de picnic leyendo. Luego, se fijó en Mark, que pateaba una piedra contra una pared. ¿Por qué no estaban jugando al fútbol como todos los demás?
Al día siguiente, Jason los observó de nuevo: Kira estaba leyendo en la mesa de picnic, como el día anterior, y Mark estaba sentado en el suelo agitando el césped. Jason continuó leyendo, pero seguía mirando a Kira y a Mark. Quizás a ellos también les gustara hacer cosas tranquilas.
Esa tarde, Jason habló con su mamá: “Todos los días, en el recreo, leo un libro”, dijo él, “pero los otros niños juegan al fútbol”.
“Eso no tiene nada de malo”, dijo mamá sonriendo, “yo hacía lo mismo cuando tenía tu edad. Siempre estaba leyendo”.
Jason sonrió también. Le gustaba cuando él y su mamá leían libros juntos.
“Pensaba que era el único al que no le gustaba el fútbol”, dijo Jason, “pero hay otros dos niños que tampoco juegan”. Entonces le contó a mamá acerca de Kira y Mark.
“Tal vez tú podrías ser su amigo”, dijo mamá.
Jason asintió. “Quizás, pero no sé qué hacer con ellos”.
“Bueno, a Kira y a ti les gusta leer, pero eso es algo que haces solo”, dijo mamá. “¿Qué más te gusta hacer?”.
“Me gusta jugar a las damas”, dijo Jason, “y hay un tablero de damas en la escuela”.
“Mmm”, dijo la mamá, “¿qué podrías hacer con ese tablero durante el recreo?”. Mamá fingía estar pensando.
Jason se rio. “Creo que tengo una idea”.
Al día siguiente, cuando sonó la campana del recreo, Jason tomó el juego de damas, fue hasta la mesa de picnic donde Kira estaba leyendo y cuando ella levantó la vista, le mostró el juego. “¿Quieres comenzar un torneo?”.
“Quizás”, dijo Kira, “pero solo somos dos”.
“Espera un momento”, dijo Jason. Corrió hacia Mark, que estaba sentado en el césped otra vez.
“Hola, Mark”, dijo Jason, “¿quieres jugar a las damas? Podríamos comenzar un torneo”.
Mark sonrió. “Juego a las damas con mi papá”, dijo él, “y juego muy bien”.
“¡De acuerdo!”, dijo Jason sonriendo, “vamos a jugar”.