El Amigo
Las Escrituras en suajili
Enero de 2025


“Las Escrituras en suajili”, El Amigo, enero de 2025, págs. 36–37.

Las Escrituras en suajili

Desearía que hubiera algo que pudiera hacer para ayudar, pensó Jared.

Una historia real de Australia.

Jared entró en la Escuela Dominical y se sentó con sus compañeros de clase. Se dio cuenta de que un niño al que no reconoció entró y se sentó a un par de sillas de distancia.

El maestro de Jared, el hermano Trudgen, sonrió a la clase. “Él es Emmanuel”, dijo. “Él y su familia se acaban de mudar a Australia. ¡Este es su primer domingo en nuestro barrio!”.

Jared pensó que sería difícil ir a un nuevo barrio; trataría de ser amigo de Emmanuel.

El hermano Trudgen sacó las Escrituras. “Vayamos todos a 3 Nefi”, dijo.

Jared abrió las Escrituras y miró a Emmanuel; él no tenía Escrituras.

Jared le mostró una gran sonrisa y se le acercó. “Hola, soy Jared”, dijo. “¿Te gustaría que compartiéramos las Escrituras?”

Emmanuel también sonrió. “Ah, no sé mucho inglés”, dijo. “Lo siento”.

“¿Qué idioma hablas?”

“Suajili”.

Jared no sabía nada de suajili. Él y Emmanuel no hablaron mucho durante el resto de la clase.

Esa noche, durante la cena, Jared le habló a su familia acerca de Emmanuel.

“Parece muy agradable”, dijo Jared, “pero no podemos entendernos muy bien”.

La mamá asintió con la cabeza. “Emmanuel y su familia están pasando por muchas cosas en este momento”, dijo. “Tuvieron que abandonar su país muy repentinamente porque allí estaban pasando cosas malas. Lo dejaron todo”.

Jared frunció el ceño. ¿Cómo sería tener que dejar su hogar mañana y mudarse a un país completamente nuevo? ¡Eso sería muy difícil!

Ojalá hubiera algo que pudiera hacer para ayudar a Emmanuel, pensó. Pero ¿qué podía hacer?

Jared no podía dejar de pensar en Emmanuel mientras se preparaba para acostarse. Se sentó en su escritorio con el Libro de Mormón y leyó unos versículos. Leer las Escrituras siempre lo hacía sentir mejor. Esa noche, también se acordó de que Emmanuel no había tenido Escrituras para leer. Jared cerró sus Escrituras y se quedó mirando la cubierta, luego se levantó de un salto de la silla y salió corriendo al pasillo.

“¡Mamá!”, dijo. “Creo que sé cómo ayudar a Emmanuel”.

El domingo siguiente, Jared no hallaba las horas de ver a Emmanuel. Se sentó con los otros diáconos al frente del salón sacramental y esperó con un Libro de Mormón nuevo en su regazo. Los misioneros le habían ayudado a conseguir ese ejemplar especial solo para Emmanuel.

Cuando Emmanuel entró en la capilla con su familia, Jared sonrió y le hizo señas para que se acercara. Emmanuel parecía confundido mientras se sentaba junto a Jared, pero abrió los ojos de par en par cuando Jared le entregó el Libro de Mormón.

Manos intercambiando un Libro de Mormón en suajili

“¿Para mí?”, preguntó Emmanuel.

Jared asintió.

A Emmanuel se le iluminaron los ojos y hojeó las páginas de su Libro de Mormón nuevo. “¡Suajili!”, exclamó. Sonrió a Jared y abrazó el libro contra su pecho. “¡Gracias!”.

Jared tuvo un cálido sentimiento en el corazón mientras le devolvía la sonrisa. Sabía que no podía hacer que todas las cosas mejoraran para Emmanuel y que todavía no podían hablar muy bien entre ellos, pero eso no era un problema. ¡No tenían que hablar el mismo idioma para ser amigos!

PDF del relato

Ilustración por Keith Negley