“Se necesitó un niño para salvar una aldea” Para la Fortaleza de la Juventud, abril de 2021, págs. 10–11.
Se necesitó un niño para salvar una aldea
Tom Fanene tenía solo 12 años, pero cuando una enfermedad devastadora azotó su aldea, él fue llamado para hacer cosas grandiosas.
Tal como dice el lema de los jóvenes de este año, estás “poniendo los cimientos de una gran obra” (Doctrina y Convenios 64:33). A lo largo de la historia de la Iglesia, con frecuencia los jóvenes han desempeñado una función esencial durante los tiempos críticos de la edificación del reino de Dios. Este es un ejemplo.
Epidemia en la isla
Hace más de 100 años, en el Archipiélago de Samoa del Océano Pacífico, un jovencito llamado Tom Fanene fue de gran ayuda durante una circunstancia de vida o muerte para los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Tom vivía en una aldea llamada Sauniatu, que los Santos de los Últimos Días de la región habían fundado como un lugar en el que pudieran reunirse y establecer una comunidad. Al igual que los santos de Dios en otras épocas y lugares, ellos tuvieron pruebas así como milagros al trabajar juntos para edificar el reino de Dios. En 1918 recibieron una prueba, cuando la pandemia de la gripe llegó a la aldea.
En cuanto llegó la enfermedad, fue devastadora y se extendió rápidamente. Casi cada uno de los aproximadamente 400 aldeanos estuvo postrado en cama debido a ella. Solo un par de ellos estaban lo suficientemente bien para movilizarse: un hombre mayor y Tom, de 12 años.
Fe y trabajo arduo
La familia de Tom había ejercitado anteriormente la fe frente a otras enfermedades y habían visto milagros como resultado de ello. El hermano menor de Tom, Ailama, estuvo enfermo algunos años antes. Su padre, Elisala, había tenido un sueño en el que recibía instrucciones específicas sobre qué hacer para cuidar a Ailama: encontrar un árbol wili-wili, quitarle parte de la corteza y machacarla para extraer el jugo. Elisala hizo eso y le llevó el jugo a Ailama, quien lo bebió y se recuperó rápidamente. De modo que Tom había visto cómo el actuar con fe puede vencer las enfermedades.
Durante la epidemia de la gripe de 1918, Tom ejercitó la fe al trabajar arduamente para cuidar a la gente de la aldea. “Cada mañana iba de casa en casa para alimentar y limpiar a la gente, y para ver quiénes habían muerto”, dijo.
Llenaba cubetas de agua de un manantial y llevaba agua a cada una de las casas. Trepaba árboles de coco, arrancaba los cocos, les quitaba la cáscara y los abría para extraer el jugo a fin de llevarlo a los enfermos. Además, mató todos los pollos que había en la aldea para hacer caldo para cada familia.
Marcar la diferencia
Durante esa pandemia, cerca de una cuarta parte de la población de Samoa murió debido a la gripe. Algunas personas de la aldea de Tom también murieron. Tom ayudó a cavar las tumbas y enterrar a más de 20 de ellos, incluso a su propio padre, Elisala.
No obstante, gracias al arduo trabajo de Tom y su cuidado amoroso, mucha gente de la aldea sobrevivió. Él marcó una gran diferencia para esas personas y para la edificación del reino de Dios en Samoa. Él estaba “poniendo los cimientos de una gran obra”.
Y a su propia manera, ustedes también lo están haciendo.
Tal vez no se requiera que hagan la clase de cosas que hizo Tom pero, de hecho, están ejercitando la fe de varias formas que marcarán una gran diferencia para ustedes, para los demás y para la obra de la edificación del reino de Dios.
Están siendo un ejemplo para su familia, sus amigos y otras personas al mostrar virtud, paciencia, bondad y amor. Están prestando servicio a los demás. Se están dedicando al estudio de las Escrituras y a la oración. Están compartiendo las verdades del evangelio restaurado de Jesucristo.
Durante el año pasado, muchos de ustedes ya han estado haciendo estas cosas mientras resistían los efectos de la pandemia. Tal vez no hayan ido en busca de agua y cocos, ni hayan ayudado a 400 personas a recuperarse, pero han llevado a las personas consuelo, esperanza, gozo y paz de muchas maneras.
La edad que tengan importa menos que su fe y su disposición de trabajar y servir a a los demás. Los ejemplos del pasado, al igual que el de Tom Fanene, puede ayudarlos a ver que se les necesita para poner los cimientos de la obra de Dios.