“Proteger los momentos privados”, Para la Fortaleza de la Juventud, abril de 2021, págs. 22–25.
Proteger los momentos privados
Mi padre me enseñó la importancia de emplear mi tiempo para hacer cosas buenas en lugar de simplemente evitar las malas.
Cuando tenía trece años, mi familia vivía en una finca en Granger, Utah, y todos los sábados por la mañana mi hermano y yo nos levantábamos temprano para realizar nuestras tareas. Un sábado en particular, yo tenía que cortar el césped. Teníamos un terreno bastante grande, de modo que tenía que levantarme mucho más temprano para acabarlo todo antes de que comenzara a hacer mucho calor.
Mientras llevaba el cortacésped al cobertizo, después de haber acabado, oí que la puerta de atrás de nuestra casa se cerraba. Levanté la vista y vi que mi padre me hacía señas para que fuera y me sentara junto a él en las escaleras del porche detrás de la casa. Nos sentamos uno al lado del otro, admirando el bello amanecer mientras esperaba que él me hablara.
Mirar al futuro
Después de un rato me preguntó: “Hijo, háblame de lo que quieres hacer en la vida. ¿Cuáles son tus metas? ¿Qué piensas en cuanto al futuro?”.
Le conté mis metas y mis sueños, incluso cosas como logros increíbles en el campo deportivo y llegar a ser abogado. Cuando terminé, me dijo: “Eso es maravilloso. En esta vida puedes lograr cualquier cosa con la ayuda de nuestro Padre Celestial”.
Luego añadió: “Hijo, hay algo de lo que me gustaría hablarte, y quiero que sepas que he orado en cuanto a lo que ahora voy a compartir contigo. Y he orado para que este mensaje que te daré quede grabado en tu alma.
“Lo que te voy a decir afectará en gran manera el modo en que afrontes los desafíos y las aflicciones que de seguro tendrás en la vida, e influirá en la forma en que afrontes el éxito que tengas en la vida más que cualquier otra cosa que te pueda decir”.
El consejo de papá: Protege los momentos privados
Hizo una pausa y esperé con curiosidad a saber cuál sería ese increíble consejo.
“Protege los momentos privados de tu vida”, dijo. “¿Sabes?; esos momentos de la vida en los que piensas: ‘No hay nadie cerca, nadie sabe lo que estoy haciendo y nada de lo que haga en este momento influirá negativamente en nadie más’. ¿Sabes cuáles son esos momentos?
“Lo que hagas en esos momentos, durante esos momentos privados de tu vida, determinará el grado de confianza que tendrás ante Dios y los hombres. Eso determinará tu capacidad para concentrarte y enfocarte en los desafíos difíciles y complejos de tu vida más que ninguna otra cosa que pudiera enseñarte. Y tendrá un mayor efecto en el modo en que crezcas y críes a tu propia familia, y en el modo en que te esfuerces por mantenerte cerca de nuestro Padre Celestial, que ninguna otra cosa que pudiera decirte. Hijo, protege los momentos privados de tu vida”.
Escuché su consejo con gran atención y, tal como él dijo, ese momento quedó fijo en mi mente y en mi corazón. Esas palabras están para siempre grabadas en mi alma.
Edificar mi testimonio
Al reflexionar en lo que mi padre me enseñó, me di cuenta de que él no solo se estaba refiriendo a la importancia de mantenerme alejado de cosas como la pornografía o el mal comportamiento. Me estaba aconsejando que llenara esos momentos privados de cosas positivas. Aproximadamente un año después de esa conversación, terminé de leer el Libro de Mormón yo solo por primera vez, y recibí un testimonio por el Espíritu, en un momento privado, de que el Libro de Mormón es la palabra de Dios. Me fue posible establecer una conexión entre la importancia de que esa fuera la palabra de Dios y de que esta fuera la Iglesia del Señor.
En esos momentos privados, adquirí un testimonio de que el profeta de mi juventud, el presidente Spencer W. Kimball, era el portavoz del Señor; y es sobre ese fundamento que he seguido sabiendo que cada profeta posterior, incluso el actual presidente Russell M. Nelson, es el portavoz escogido, llamado y ungido del Señor para el mundo.
Para mí, esos momentos privados han sido el fundamento en el que se asienta mi testimonio.
Esforzarse por mejorar
Desde aquella mañana en los escalones del porche de atrás de la casa de mi infancia, el proteger los momentos privados de mi vida ha supuesto no solo hacer esas cosas que protegieron cada momento contra el error o el pecado, sino llenar esos momentos con actividades espiritual y físicamente edificantes. Algunas de esas actividades incluyen escuchar buena música, orar, leer las Escrituras u otros libros sanos, y hacer ejercicio físico. Trato de llenar esos momentos privados centrándome en el desarrollo de mis talentos y en la práctica de mis pasatiempos favoritos. He descubierto que hacer eso me brinda gozo duradero en lugar de felicidad momentánea.
En mi juventud, al esforzarme por proteger los momentos privados de mi vida, me puse metas personales en aspectos en los que deseaba mejorar, tales como la meta de leer el Libro de Mormón, mejorar mi marca en la carrera de los 400 metros, servir en una misión de tiempo completo y asistir a la universidad. Me esforcé por emplear el tiempo que tenía en progresar y desarrollar mis habilidades. El ponerme esas metas y esforzarme por alcanzarlas ha bendecido mi vida con mejor salud física, un testimonio más fuerte, paz interior y gozo duradero.
Estoy muy agradecido por el consejo que mi padre me dio hace tantos años de proteger los momentos privados de mi vida. Sé que su consejo me ha ayudado a hacer frente a los desafíos de la vida y a tener la seguridad de que tengo un Padre Celestial que me ama, a quien puedo acudir en las dulces horas de oración, durante todos los momentos privados de mi vida (véase Doctrina y Convenios 121:45–46). A medida que protejas esos momentos en tu vida y los llenes de actividades sanas y edificantes, verás y sentirás que las bendiciones de nuestro Padre Celestial de paz, mayor confianza y gozo duradero fluirán hacia tu vida.