“Guía de supervivencia para la clase y el cuórum”, Para la Fortaleza de la Juventud, febrero de 2023.
Guía de supervivencia para la clase y el cuórum
1. Llegar a ser experto en conocer a los demás
¡Prueba estas sugerencias para conocer a las personas de tu cuórum o clase!
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Sé valiente. Si alguien llamara a tu puerta para conocerte, ¿te molestaría? Probablemente no, así que sé valiente. Trata de enviar mensajes de texto, llamar o tocar la puerta.
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Que su nombre se te quede grabado en la mente. La próxima vez que alguien te diga su nombre, trata de recordarlo. ¿Rima con algo? ¿Tiene el mismo nombre que tu primo? ¡Ahora no lo olvides!
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Elige bien tu asiento. Durante la clase o una actividad, trata de sentarte junto a alguien que no conozcas bien. Saluda y preséntate. Luego escucha y aprende sobre esa persona. ¿Qué le gusta hacer? ¿Cómo le va?
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¡Haz algo positivo! ¿Qué apreciarías tú? ¿Un dulce, una sonrisa, un cumplido? Cámbialo y hazlo por otra persona.
2. Ayudar a que los demás se sientan bienvenidos
Si te fijas bien, podrías notar a alguien de tu cuórum o clase que tiene dificultades para encajar. Tal vez no asista a las actividades o a la Iglesia muy a menudo, o quizás no tenga muchos amigos en el grupo. Tú puedes marcar la diferencia. Podrías:
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Invitarlo a la Iglesia y a las actividades semanales.
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Invitarlo a sentarse junto a ti en las clases dominicales o en una actividad.
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Saludarlo fuera de la Iglesia.
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Tratar de amarlo por quien es. Asegúrate de que sepa que estás ahí pase lo que pase.
3. Llevarse bien con los demás
¿Tienes dificultades para llevarte bien con algunas personas de tu cuórum o clase? Es normal, pero eso no significa que sea bueno. Jesucristo nos enseñó a amar a los demás, tal como Él nos ama. No hace falta que seas el mejor amigo de todos, pero puedes ser alguien con quien otras personas de tu grupo puedan contar en cuanto a bondad, respeto y amistad.
Cuando los demás no son amables contigo: Jesús nos enseñó a “[a]ma[r] a [n]uestros enemigos, bendeci[r] a los que [n]os maldicen, hace[r] bien a los que [n]os aborrecen, y ora[r] por los que [n]os ultrajan” (Mateo 5:44). No siempre es fácil, pero el Padre Celestial te ayudará a medida que hagas todo lo posible por ser amable.
Cuando otras personas son diferentes a ti: Está bien si tienen intereses o personalidades diferentes. De hecho, eso puede ser algo bueno (véase la Parte 4). No es necesario que sean perfectamente iguales para apoyarse mutuamente. Podrías intentar asistir al partido, al concierto o a la actividad de alguien para demostrar que te importa.
4. El cuerpo de Cristo
El apóstol Pablo enseñó que todos nosotros formamos el cuerpo de Cristo. Eso podría parecer confuso, pero Él no se refería a un cuerpo literal. Él explica que somos como partes de un cuerpo porque todos somos diferentes, pero importantes para el conjunto (véase 1 Corintios 12:16–18). Él dijo: “… [Q]ue no haya división [desacuerdo] en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocupen por igual los unos por los otros. De manera que, si un miembro padece, todos los miembros padecen con él; y si un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan” (1 Corintios 12:25–26).
Como miembro de una clase o cuórum, tienes la responsabilidad de cuidar de otras personas de tu grupo. ¿Quién tiene dificultades? ¿Con quién puedes “padecer” o “gozar”? ¿Quién necesita sentirse apoyado, incluido y amado? (Pista: ¡probablemente todos!).
Ahora, toma un momento para decidir una cosa que puedes hacer por alguien y haz un plan para hacerla. Esas ideas a menudo provienen del Espíritu Santo.
5. Para las presidencias de cuórum y clase
Aunque todos tienen la responsabilidad de cuidar de otros miembros del cuórum o de la clase, ustedes han sido llamados y apartados para hacerlo. La revelación personal puede ayudar. Oren para saber quién está necesitado y qué pueden hacer. Luego actúen de acuerdo con la inspiración que reciban.