Respuestas de los líderes de la Iglesia
¿De qué forma me puede guiar el Espíritu Santo?
Conforme busquemos el Espíritu Santo, Él será un compañero digno de confianza, fiable y amado.
Tomado de un discurso pronunciado en el seminario para nuevos líderes de misión el 24 de junio de 2023.
Cuando fuimos confirmados miembros de la Iglesia después del bautismo, recibimos un certificado de bautismo y confirmación, pero, ¿de qué sirve ese certificado colgado en la pared o en un libro de recuerdos si no utilizamos el don que se nos ha dado?
Debemos buscar el Espíritu Santo de manera eficaz y confiar en Él.
Cómo buscar el Espíritu
Buscar el Espíritu Santo implica más que solo ser confirmado miembro de la Iglesia. Es ingenuo pensar que solo porque hemos recibido el don del Espíritu Santo y un certificado que lo acompaña, todo lo que tenemos que hacer es decir: “Bien, estoy listo. ¡Revela!”.
Trabajo espiritual
Los actos de devoción personales y privados son parte integral de buscar el Espíritu Santo. El trabajo espiritual de buscar el Espíritu incluye:
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Orar fervientemente al Padre con fe en Jesucristo. Al expresar nuestra gratitud a Dios cuando oramos, podremos reconocer mejor Su misericordia en nuestra vida.
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Estudio de las Escrituras centrado y constante. Deleitarnos en las palabras de Cristo, tal como se hallan en las Escrituras, propicia la revelación personal.
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Guardar los mandamientos de Dios, ya que “el don del Espíritu Santo es el derecho de tener la compañía constante del Espíritu Santo cuando somos dignos”.
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Dignidad. Significa que nos esforzamos por guardar los mandamientos de Dios y que no justificamos nuestro comportamiento pecaminoso. Cuando tropezamos, nos arrepentimos. Si no lo hacemos, limitamos la capacidad del Espíritu Santo de que nos diga algo más aparte de: “¡Necesitas arrepentirte!”. Es poco probable que recibamos alguna otra revelación hasta que lo hagamos.
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Guardar los convenios que hemos hecho con Dios. Una parte de honrar nuestros convenios es prepararnos concienzudamente para participar de la Santa Cena cada semana y hacerlo dignamente.
Aprender a reconocer el Espíritu
Aunque tengamos una base sólida de trabajo espiritual, tenemos que aprender a reconocer la voz del Espíritu Santo y ayudar a quienes enseñamos a hacer lo mismo.
El Espíritu Santo se comunica de diferentes maneras con diferentes personas en diferentes momentos. La voz del Espíritu Santo no es fuerte ni ruidosa, sino suave y apacible, como un susurro. Puede ser asombrosamente sencilla y clara. Puede ser penetrante o ardiente. Influye en la mente y en el corazón. Produce paz, gozo y esperanza; no temor, ansiedad ni preocupación. Ilumina y es deliciosa, no confusa.
Para mí, la revelación a menudo llega en forma de directrices cortas, concisas e imperativas, tales como: “Ve”, “Haz” o “Di”. O bien, llega como ideas, generalmente acompañadas de un impulso a actuar conforme a ellas. Ese conocimiento y entendimiento se pueden transmitir sin palabras. Es rara la ocasión en que la revelación se recibe con explicaciones claras de por qué debemos hacer algo.
Buscar el Espíritu implica eliminar distracciones. Para recibir revelación personal, es necesario que nos alejemos del ruido del mundo. No recibimos revelación cuando estamos enojados, agitados o frustrados, o incluso simplemente preocupados. Por el contrario, creamos un entorno que fomenta sentir y reconocer el Espíritu.
Confiar en el Espíritu
Una vez que hemos buscado el Espíritu en nuestra vida y hemos sido bendecidos por Él, ¿ya está todo hecho? Desde luego que no. El objetivo es confiar en el Espíritu a medida que llevamos a cabo la obra del Salvador.
Confiar en el Espíritu realmente significa que actuamos con fe, confiando en que Dios nos guiará y dirigirá y que el Espíritu Santo magnificará nuestros esfuerzos.
Aprender a confiar en el Espíritu Santo significa que ponemos nuestra confianza y fe en Jesucristo. Fíate del Espíritu y no de tu propio talento y habilidades. El Espíritu Santo magnificará nuestros esfuerzos más allá de lo que nosotros podamos hacer por nuestra cuenta.
Actuar con fe y poner nuestra confianza y fe en Jesucristo no significa paralizarnos si no sentimos un impulso afirmativo.
¿Cómo sé si es el Espíritu o mis propios pensamientos?
Una de las preguntas más comunes es: “¿Cómo sé si la idea que tuve era mía o si provenía del Espíritu Santo?”. Esa es una pregunta razonable, pero, quizás una mejor pregunta que podríamos plantearnos es: “¿Debo actuar de acuerdo con esa idea?”.
El profeta Mormón dio ciertos criterios para determinar si debemos actuar de acuerdo con una idea en particular: promueve que creamos en nuestro Padre Celestial y en Jesucristo; promueve que los amemos y los sirvamos; y promueve que hagamos el bien. Si la idea cumple con estos criterios, ¿realmente importa si la plantó directamente el Espíritu Santo en ese momento exacto o si la idea surgió gracias a toda una vida de experiencias y decisiones anteriores? En realidad, no importa.
Buscar el Espíritu y confiar en Él es una habilidad para la vida, no solo una manera temporal de salir adelante durante la misión o durante una crisis. Conforme busquemos el Espíritu Santo, Él será un compañero digno de confianza, fiable y amado.