1990–1999
“¡Una voz de alegría!”
Abril 1991


“¡Una voz de alegría!”

“La vida puede ser. o amarga o dulce; sólo en nosotros esta el elegir si deseamos reflejar voces de abatimiento o de alegría”.

Menos de cuatro meses después de que se organizó La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los lideres sufrieron una persecución intensa, lo que hizo necesaria cierta reclusión. Durante ese período de prueba José Smith recibió la siguiente revelación:

“He aquí, fuiste llamado y escogido para escribir el Libro de Mormón, y a mi ministerio; y te he elevado de tus aflicciones y te he aconsejado, de manera que has sido librado de todos tus enemigos, y de los poderes de Satanás y de las tinieblas.

“Se paciente en las aflicciones, porque tendrás muchas; pero sopórtalas, pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días” (D. y C. 24:1, 8).

Las palabras “pues he aquí, estoy contigo hasta el fin de tus días” fue una voz de alegría del Señor a su amado profeta. El mensaje que El impartió a José Smith y a nosotros es “Puedes hacerlo, y yo te ayudaré”.

Hace poco leímos en los periódicos locales el relato de los devastadores efectos de un incendio que arrasó con un edificio de apartamentos económicos. Muchas personas se vieron obligadas a correr a la calle para ponerse a salvo, donde contemplaron como su vivienda y posesiones materiales desaparecían entre las llamas y el humo. Cuando entrevistaron a un anciano que había escapado al holocausto y le preguntaron que había podido salvar, respondió: “Sólo lo que usted ve, mi ropa”. El comentario siguiente fue conmovedor, pues dijo: “Gracias a Dios que no hubo heridos de seriedad ni muertos”.

¿Que escuchamos de esa tragedia? Una voz de alegría de alguien que pudo haber estado amargado y enojado ante la situación, pero que prefirió compartir valores mas profundos. El se elevó por encima de lo sucedido y vio mas allá del presente, sintiendo agradecimiento y esperanza por las condiciones y la gente del futuro.

Las desilusiones, la muerte, las perdidas y los fracasos son reales y difíciles de soportar, pero no deberían ser la causa de palabras duras, de resentimientos duraderos o de actitudes negativas. El evangelio nos alienta a desarrollar la capacidad de aprender del pasado y del presente y ver las oportunidades que vendrán en el futuro.

En Doctrina y Convenios se nos da este consejo: “Ahora, ¿que oímos en el evangelio que hemos recibido? ¡Una voz de alegría! Una voz de misericordia del cielo, y una voz de verdad que brota de la tierra; gozosas nuevas para los muertos; una voz de alegría para los vivos y los muertos; buenas nuevas de gran gozo. i Cuan hermosos son sobre los montes los pies de los que traen alegres nuevas de cosas buenas …” (D. y C. 128:19).

El Señor desea que unamos nuestras voces a la suya para dar fortaleza, valentía y gozo a Sus hijos.

Recuerdo que de pequeño fui con mi padre a visitar a una viuda que vivía en humildes circunstancias, y le llevamos una par de cajas con alimentos. Cuando nos retirábamos, sus palabras de despedida me llegaron al corazón. Dijo: “Gracias, obispo, y por favor regrese, aunque sea sólo para saludarme”.

Probablemente esa fue la primera vez que me di cuenta de que aun cuando se sentía agradecida por los alimentos, las palabras de aliento y la conversación personal tenían un valor aun mas grande.

En el mundo, donde a menudo se oyen voces pesimistas y de sentimientos negativos, es sin lugar a dudas grato escuchar una voz de alegría. Algunos parecen vivir en la duda, con temor por el futuro y con dolor por el pasado. Si esta en nuestra naturaleza el criticar o el rebajar, podemos hacer que las voces de alegría mueran en el silencio. Necesitamos de aquellos que traen alegría a nuestras vidas; necesitamos de aquellos que alientan y reflejan el optimismo.

Las palabras sinceras de elogio, aunque simples, elevan las almas y traen alegría. Mark Twain declaró que el podía vivir dos meses con un buen elogio. En las palabras bíblicas de los proverbios de Salomón: “Manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene” (Proverbios 25:1 1 ) .

El aliento puede ser rápido y simple, pero es una voz de alegría que todos necesitan.

Los que han regresado del frente de batalla están deseosos de ser ejemplos de las voces de alegría para recordarnos que hay cosas en la vida, como la preciosa libertad, que son mas importantes que la vida misma. La vida de muchos ha cambiado permanentemente, pero sus voces de alegría son de mas significado que la interrupción ocasionada en su diario vivir y el sacrificio que han hecho por todos nosotros. La esperanza es eterna para aquellos cuya visión ha sido la de confiar en Dios y vivir mediante Sus principios inspirados.

Las enseñanzas del evangelio han traído nuevas de gran gozo a todo el mundo. El simple mensaje del evangelio nos recuerda actitudes que nos ayudan a enfrentar las pruebas de la vida con menos dificultades. Las investigaciones han verificado que la amargura daña mas a la persona que la experimenta que a la persona que la causó.

Erma Bombeck escribió un libro sobre jóvenes que padecían de cáncer. A medida que hacia planes para el libro, llegó a la conclusión de que las voces de esos jovencitos estaban llenas de humor y optimismo, “lo que hacia que se mantuvieran activos en la vida. Quizás la risa y el creer en si mismos fuera la razón principal de su supervivencia” (Erma Bombeck, I Want to Grow Hair, I Want to Grow Up, I Want to Go To Boise, Nueva York; Harper & Row, 1989.)

Un joven de 16 años dijo: “Vamos, sin un poco de sentido del humor no habría llegado tan lejos”. (Ibíd.)

La autora entrevistó a estos jóvenes que tenían cáncer y leyó muchas de sus cartas. En todas ellas una palabra sobresalía constantemente: actitud.

“Sentían un orgullo personal por estar luchando contra algo superior a ellos, algo que quizás los vencería; sin embargo, aun tenían algo que sus enemigos no podrían quitarles: la esperanza. Es una arma formidable … Cuando todo lo demás falla, el arma mas importantes es: la ESPERANZA, y después perseverar”. (Ibíd.)

Las palabras de esperanza y alegría se repiten con frecuencia en las Escrituras para ayudarnos a pensar y a actuar en forma positiva.

Sobre Jesucristo, Isaías dijo: “… le veremos, mas sin atractivo para que lo deseemos … varón de dolores, experimentado en quebranto; y … fue menospreciado, y no lo estimamos” (véase Isaías 53:2-3).

Pero aun cuando Su sufrimiento este mas allá de nuestra comprensión, Su voz de alegría nos recuerda: “… confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Jesús nos insta a todos a ser felices y optimistas. Tal como lo aprendieron los jóvenes que padecían cáncer y lo ha comprobado la investigación médica: “El corazón alegre constituye buen remedio; mas el espíritu triste seca los huesos” (Proverbios 17:22).

Hace poco, durante una conferencia regional en California, un coro muy bien organizado de varias estacas brindó una hermosa música. Mientras escuchaba y observaba me impresionó el hecho de que en la fila de enfrente había cuatro personas que cantaban, no con sus voces, sino con las manos. Pensé en ese momento cuan maravilloso era que un director de coro fomentara esa clase de participación. Sin la ventaja de la melodía o de la letra audible, tuvieron la oportunidad de erguirse con orgullo y firmeza para compartir su forma de comunicación de alegría y ser una inspiración para toda la congregación.

La deferencia, la cortesía y el respeto han hecho que sus voces de alegría fueran fuertes y consoladoras.

Gracias a Dios por las almas nobles que perseveran en las tormentas con voces sinceras de alegría que obscurecen los problemas presentes y hacen que los principios del evangelio de Jesucristo sean reales y reconfortantes.

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación” (Romanos 14:19).

Después de una noche de intenso dolor y sufrimiento, una mañana un esposo que padecía una enfermedad incurable dijo a su compañera, con gran sentimiento: “ Estoy tan agradecido hoy”. “¿Por que?” le pregunto ella, sabiendo cuan difícil era la situación que enfrentaba. A lo que el contestó “Porque Dios me ha dado el privilegio de estar un día mas contigo”. Una voz de alegría es realmente renovadora en ocasiones en que lo mas apropiado parecería ser una actitud de desesperación.

¡Cuán útil y recompensante sería si todos nosotros le agradeciéramos a Dios por un día mas! ¿Por que? Por la oportunidad de ocuparnos de algún asunto sin terminar; para expresar agradecimiento; para arrepentirnos; para corregir algo malo; para influir positivamente en un hijo descarriado; para socorrer a alguien que necesita ayuda; para agradecer a Dios por tener un día mas para prepararnos para reunirnos con El.

“Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.

“Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.

“Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna.

“Pedro, con Juan, fijando en el los ojos, le dijo: Míranos.

“Entonces el les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo.

“Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.

“Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y los tobillos;

“y saltando, se puso de pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

“Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios” (Hechos 3:1-9).

Ahora, escuchemos a Pedro proclamar las gratas nuevas:

“Varones israelitas, ¿por que os maravilláis de esto? lo por que ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad hubiésemos hecho andar a este?” (Hechos 3:12).

Pedro, por medio de su sacerdocio declaró: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda.”

Entonces los pies del hombre cojo llevaron las buenas nuevas a todos los que quisieron escuchar y ver en el templo.

Cuan impresionante, alentadora y magnifica es la actitud de unos padres que, al saber de la muerte accidental de un hijo que servia en el campo misional, dijeron con sinceridad y entendimiento: “Muy pronto otro de nuestros hijos podrá salir como misionero. Su tiempo y servicio también estará en las manos del Señor”. Las firmes voces de alegría frente a la tragedia ayudan a edificar a las mujeres, a los hombres y al reino de Dios.

Podemos elegir cómo reaccionaremos ante las dificultades y los desafíos. Una forma de aprender a incorporar la voz de alegría ante la tragedia o felicidad es aprendiendo los principios del evangelio. Nunca nos enseña a dejarnos vencer por lo negativo, por el abatimiento o por el cinismo.

Mediante las pautas que nos proporcionan las Escrituras y las voces de los profetas, aprendemos que la vida es una experiencia de aprendizaje. La autocompasión y el desaliento no vienen de las enseñanzas del evangelio de Jesucristo; sin embargo, la vida puede ser o amarga o dulce; sólo en nosotros esta el elegir si deseamos reflejar voces de abatimiento o de alegría.

Las voces de alegría no siempre estuvieron al alcance de las masas. A menudo fue la muerte por fuego el castigo que recibieron aquellos que se empeñaban en leer los manuscritos de la Biblia o en publicar esas buenas obras.

Poco a poco la gente valiente cambió las costumbres y ahora tenemos Escrituras y voces de profetas para estudiar. Con la ayuda del Espíritu Santo tenemos la oportunidad de entender y vivir de acuerdo con la doctrina de salvación.

Las voces de alegría de las Escrituras nos recuerdan que no tenemos que caminar solos por esta vida. “Cristo ha venido para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia” (véase Juan 10:10). “… Pues sabemos que es por la gracia que nos salvamos, después de hacer cuanto podamos” (2 Nefi 25:23; cursiva agregada).

Recordemos que los actos de bondad, con intenciones puras y propósitos rectos, pueden hacerse y se hacen en silencio, con voces suaves y en privado. Podemos aprender a edificar, alentar y dar fortaleza.

Se escuchó una gran voz de alegría cuando el Salvador, Jesucristo, después de su tormento, ridículo, abuso y por ultimo su crucifixión, en una voz de clemencia, de buenas nuevas y de verdad pudo decir: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

Quisiera expresar mi testimonio de que se que Dios se complace cuando declaramos nuevas de verdad, rectitud y de la realidad de Su existencia. Mi voz de alegría hoy día es de que Dios vive. Jesús es el Cristo. No permitamos que nada ni nadie nos despoje de ese conocimiento. Declaro este mensaje con una voz de alegría en el nombre de Jesucristo. Amén.