1990–1999
El servicio de adoración dominical
Abril 1991


El servicio de adoración dominical

“Asistid con la actitud de adorar al Señor … cantad loor a Dios con entusiasmo … recordad al Salvador al tomar la Santa Cena”.

Nunca en la vida me imagine que un día. estaría aquí dando un discurso. Pensé en ponerme una almohada entre las rodillas para que no pensarais que había un pájaro carpintero haciendo hoyos en el púlpito. Me siento muy humilde de estar ante vosotros y ruego que el Espíritu del Señor nos acompañe a todos.

Hoy quisiera hablaros de la reunión sacramental. El obispo organiza y supervisa la reunión para asegurarse de que se lleve a cabo con espíritu de reverencia, agradecimiento y adoración, y que se dirija con dignidad, calidez y el Espíritu del Señor. Espero que todas las personas que asistan sean bienvenidas en la puerta y sientan el gran amor y la preocupación que el obispo siente por ellas. Ese afecto simboliza el amor incondicional que el Señor tiene por nosotros. Debemos sentirnos amados, valorados y aceptados en esas reuniones; nadie debe sentirse ahí como un extraño.

La reunión sacramental es la reunión mas importante de la semana y a la que el Señor nos ha mandado asistir. Esta dedicada a la adoración del Señor. ¿Que quiere decir “adorar”? Quiere decir demostrar amor y lealtad reverentemente, pensar en El, honrarlo, recordar el sacrificio que ha hecho por cada uno de nosotros y expresarle gratitud.

En la reunión sacramental hacemos esto por medio de la música, de la oración, de los discursos, de las Escrituras y los testimonios. Su Espíritu debe estar presente. Tomamos la Santa Cena como recuerdo de Su cuerpo y de Su sangre que simbolizan la resurrección y la Expiación. Debemos pensar en Su vida y sacrificio mientras se reparte la Santa Cena. Parafraseando a Nefi, la reunión sacramental se debe dedicar para hablar de Cristo, para regocijarnos en Cristo, para predicar de Cristo y para profetizar de Cristo (véase 2 Nefi 25:26). Es también allí donde aprendemos acerca de la doctrina de la Iglesia, donde sentimos el Espíritu y recibimos inspiración espiritual.

La reunión sacramental es tan importante que el Señor reveló instrucciones especificas sobre ella a José Smith. Esa revelación se registra en la sección cincuenta y nueve de Doctrina y Convenios:

“Y para que mas íntegramente puedas conservarte sin mancha del mundo, iras a la casa de oración y ofrecerás tus sacramentos en mi día santo;

“porque, en verdad, este es un día que se te ha señalado para descansar de tus obras y rendir tus devociones al Altísimo;

“sin embargo, tus votos se ofrecerán en justicia todos los días y a todo tiempo;

“pero recuerda que en este, el día del Señor, ofrecerás tus ofrendas y tus sacramentos al Altísimo, confesando tus pecados a tus hermanos, y ante el Señor.

“Y en este día no harás ninguna otra cosa sino preparar tus alimentos con sencillez de corazón, a fin de que tus ayunos sean perfectos, o en otras palabras, que tu gozo sea cabal” (D. y C. 59:9-13).

Que nuestro gozo sea cabal, y que en la reunión sacramental experimentemos ese gozo de que hablan las Escrituras.

Hay muchas formas de hallar gozo en la reunión sacramental, y a continuación voy a mencionar algunas de ellas:

Primero, asistid con la actitud de adorar al Señor. Algunas personas que no entienden piensan que este servicio de adoración es otra de las tantas reuniones dominicales, parte de las tres horas de “rutina”, pero no lo es. Deben ser momentos de verdadera adoración hacia nuestro Salvador, en los que debemos desear estar cerca de El, de expresarle nuestro amor y de sentir Su Espíritu. Nuestra actitud determina que significado tendrá la reunión para nosotros.

Segundo, enseñad a vuestros hijos el significado del servicio de adoración. Queremos que nuestros hijos asistan a el. También queremos que aprendan a ser reverentes, lo que es una forma de amar a nuestro Salvador. (Si los bebes hacen ruido, sacadlos hasta que se calmen.) Queremos que nuestros hijos entiendan que esa reunión es para adorar a Jesús, y que allí le demostramos que lo amamos. Os sorprenderá ver cuanto entienden los niños de estas cosas. En el Libro de Mormón, Alma nos dice que “… muchas veces les son dadas palabras a los niños que confunden al sabio y al erudito” (Alma 32:23). Los niños pueden ser muy sensibles al Espíritu, y nosotros les amamos.

Tercero, cantad loor a Dios con entusiasmo. Si cantamos de todo corazón, reafirmando nuestro amor por el Salvador, sentiremos el Espíritu. Debo admitir que canto pésimamente. En la enseñanza secundaria, la maestra de música me dijo: “Mack, hazme el favor de mover sólo los labios al cantar”. Pero yo igual me esfuerzo, y siento el Espíritu cuando canto. Es una bendición que todos tenemos.

Cuarto, cuando habléis a la congregación, mencionad a nuestro Salvador, citad las Escrituras y dad vuestro testimonio. Mencionad a nuestro Salvador. Me he enterado de que a veces ni siquiera se ha mencionado al Señor en la reunión sacramental. Espero que eso nunca suceda. El es el centro de nuestras reuniones sacramentales y todo lo que se diga debe acercarnos mas a El.

Las Escrituras son los tratados básicos sobre nuestro Salvador y Sus doctrinas. Utilizadlas en los discursos. En ellas descubrimos nuevos tesoros y son esenciales para nuestra comprensión del evangelio.

No temáis expresar vuestros sentimientos acerca del Salvador, Su evangelio y sobre los momentos en los que hayáis sentido el Espíritu. Nuestro testimonio se fortalece al oír el de los demás. Algunos tienen testimonios mas firmes que otros, lo cual es lógico, porque todos estamos progresando en el evangelio. No debemos sentirnos presionados a decir cosas que no hayamos sentido en realidad. Tampoco debemos sentirnos cohibidos de expresar lo que sabemos; sea cual fuere el grado de nuestro testimonio, siempre debemos expresarlo.

Y por ultimo, recordad al Salvador al tomar la Santa Cena. Algunas personas me han dicho que han oído las oraciones sacramentales tantas veces que ya ni siquiera las escuchan cuando se bendice la Santa Cena. Tal vez suceda eso porque no entienden lo que en ellas se dice. Os sugiero, por lo tanto, que abráis las Escrituras y las estudiéis ya que encierran información profunda e importante en cuanto a las promesas que hacemos al Señor y las que El hace con nosotros.

¿Sabéis dónde encontrar las oraciones sacramentales? Están en D. y C. 20:77, 79 en el Libro de Mormón, en Moroni, capítulos 4 y 5. En estas oraciones para bendecir el pan y el agua, símbolos del cuerpo y de la sangre del Salvador, prometemos ciertas cosas.

Cuando tomamos la Santa Cena, testificamos que estamos dispuestos a tomar sobre nosotros el nombre de Jesucristo, el Hijo. Significa que estamos dispuestos a bautizarnos, a proclamar las verdades del evangelio en Su nombre y a representarlo al hacer Su obra aquí en la tierra. También testificamos que siempre lo recordaremos y guardaremos Sus mandamientos. Esas son promesas verdaderamente serias y sagradas. A cambio de ello, si cumplimos con lo que prometemos, se nos bendice para que siempre tengamos Su Espíritu con nosotros.

Leemos en 2 Nefi 25:29 “… la senda verdadera es creer en Cristo y no negarlo; y Cristo es el Santo de Israel; por tanto, debéis inclinaros ante el y adorarlo con todo vuestro poder, mente y fuerza, y con toda vuestra alma …”

Ruego que podamos sentir en la reunión sacramental momentos de gozo adorando a nuestro Salvador.

Creo con toda mi alma en Jesucristo, nuestro hermano mayor. Ruego que comprendamos Sus enseñanzas y lo sigamos por medio de reuniones sacramentales espirituales, la oración y la lectura de las Escrituras. Esta es Su Iglesia divina. Por medio del profeta José Smith, el Señor introdujo la plenitud del evangelio en esta ultima dispensación. El presidente Ezra Taft Benson es nuestro verdadero Profeta. En el nombre de Jesucristo. Amen.