El camino
Hay solo un camino a la felicidad y a la realización. Jesucristo es el Camino.
Jesucristo, el Alfa y la Omega, el principio y el fin
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios…
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”1.
Él dijo: “Yo soy el Alfa y la Omega, Cristo el Señor; sí, soy él, el principio y el fin, el Redentor del mundo”2.
Él dijo: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna”3.
Él dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”4.
Él dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”5.
Él dijo: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá.
“Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”6.
Él dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”7.
Jesucristo es el Camino. Él es la Luz y la Vida, el Pan y el Agua, el Principio y el Fin, la Resurrección y la Vida, el Salvador del mundo, la Verdad y el Camino.
Solo hay un Camino a la felicidad y a la realización. Él es el Camino. Cualquier otro camino, cualquiera que sea, es locura.
Él nos ofrece una fuente de aguas vivas: O bebemos y nunca volvemos a tener sed, o no lo hacemos e insensatamente permanecemos sedientos.
Él es el Pan de Vida: O comemos y no estaremos hambrientos nunca más, o no lo hacemos e insensatamente permanecemos hambrientos.
Él es la Luz del mundo: O le seguimos a Él y vemos claramente, o no lo hacemos e insensatamente permanecemos ciegos y en la oscuridad.
Él es la Resurrección y la Vida. Él dijo: “…las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”8. O aprendemos de Él y tenemos vida en abundancia9, o no lo hacemos e insensatamente permanecemos muertos.
Él es el Salvador del mundo: O aceptamos las bendiciones de Su expiación y nos volvemos limpios y puros, o no lo hacemos e insensatamente permanecemos solos y seguimos siendo inmundos.
Él es el Camino.
No hay otro Dios
“Nosotros creemos en Dios el Eterno Padre, y en su Hijo Jesucristo, y en el Espíritu Santo”10. El Hijo implementó el plan del Padre para que tuviéramos el Espíritu Santo. El camino del Padre es el camino del Hijo. Él dijo: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”11.
Solo Dios puede bendecirnos; solo Él puede sustentarnos; solo Él puede hacer que nuestro corazón palpite y nos dé aliento; solo Él puede ampararnos y protegernos; solo Él nos puede dar las fuerzas para aguantar las cargas de la vida; solo Él nos puede dar poder, conocimiento, paz y gozo; solo Él puede perdonar nuestros pecados; solo Él nos puede curar; solo Él puede cambiarnos y forjarnos para llegar a tener un alma a la semejanza de Dios; solo Él nos puede llevar de regreso a Su presencia, y Él hará todo eso y mucho más si tan solo le recordamos para guardar Sus mandamientos. Entonces, ¿qué haremos? Le recordaremos para guardar Sus mandamientos. Es la única opción sensata.
Jesús bautiza con el Espíritu Santo
Juan el Bautista dijo que mientras que él bautizaba con agua, Jesús bautizó “con el Espíritu Santo”12.
No hay nada en esta vida que valga más que el don divino del Espíritu Santo; es la fuente de gozo, paz, conocimiento, fuerza, amor y todo lo que es bueno. Con la Expiación, es el poder por medio del cual podemos ser cambiados y fortalecidos en lo que seamos débiles. Con el sacerdocio, es el poder mediante el cual los matrimonios y las familias se sellan juntos por la eternidad13; es el poder por el cual el Señor se manifiesta a los que creen en Él14. Toda cosa buena depende de obtener y conservar el poder del Espíritu Santo en nuestra vida. Todo depende de eso.
Para ese fin, Jesucristo entró en el jardín llamado Getsemaní, donde venció el pecado a nuestro favor; tomó sobre Sí nuestros pecados; sufrió el castigo de nuestras faltas, pagó el precio de nuestro aprendizaje. No sé cómo hizo lo que hizo; solo sé que lo hizo, y debido a que Él lo hizo, ustedes y yo podemos ser perdonados de nuestros pecados para que seamos investidos de Su poder. Todo depende de eso. Entonces, ¿qué haremos? “[Tomaremos] sobre [nosotros] el nombre [del] Hijo, y [le recordaremos] siempre, y [guardaremos] sus mandamientos que él [nos] ha dado, para que siempre [tengamos] Su espíritu [con nosotros]15. Todo depende de eso.
“Mi yugo es fácil, y ligera mi carga”
Una de las más populares y atractivas filosofías de los hombres es la de vivir como quieras, hacer lo que quieras, sé tú mismo, no dejes que otros te digan qué hacer. Pero el Señor dijo: “Yo soy el camino”16. Él dijo: “Sígueme”17. Él dijo: “¿qué clase de hombres habéis de ser? En verdad os digo, aun como yo soy”18.
No piensen que no pueden hacerlo. Es posible que creamos que en realidad no podemos seguirle porque el nivel de Su vida es tan asombrosamente elevado que parece ser inalcanzable. Quizá pensemos que es demasiado difícil, demasiado elevado, demasiado grande y que va más allá de nuestra capacidad, al menos por ahora. Nunca crean eso. Aun cuando el nivel del Señor sea el más elevado, nunca crean que solo las personas más capaces pueden alcanzarlo.
En esta situación en particular, la experiencia personal es engañosa; en la vida aprendemos que los logros más elevados de cualquier empresa humana son siempre los más difíciles y, por lo tanto, solo los pueden alcanzar unos cuantos que son los más capaces. Cuanto más alta sea la meta, menos personas la alcanzarán.
Pero éste no es el caso en esta situación porque, a diferencia de otras experiencias en la vida, ésta no es una empresa humana sino, más bien, la obra de Dios. Es la obra de Dios y es Su “…gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre”19. No hay nada que se le asemeje; en ninguna parte; nunca.
Ninguna institución, plan, programa o sistema que el hombre haya concebido tiene acceso al poder redentor y transformador de la expiación de Jesucristo y al don del Espíritu Santo. Por consiguiente, aunque la invitación del Señor de seguirle es la más sublime de todas, también es algo que todos pueden lograr, no porque seamos capaces, sino porque Él lo es, y porque también nos puede hacer capaces a nosotros. “Creemos que por la Expiación de Cristo, todo el género humano puede salvarse, mediante la obediencia a las leyes y ordenanzas del Evangelio”20.
El camino del Señor no es difícil; la vida es difícil, no el Evangelio. Hay “oposición en todas las cosas”21, en todo lugar, para todos. La vida es difícil para todos nosotros, pero también es sencilla. Tenemos dos opciones solamente22: O podemos seguir al Señor y ser investidos con Su poder y tener paz, luz, fuerza, conocimiento, confianza, amor y gozo, o seguimos otro camino, cualquier otro, cualquiera que fuera y lo seguimos solos, sin Su apoyo, sin Su poder, sin guía, en oscuridad, tribulación, duda, angustia y desesperación. Entonces pregunto, ¿qué camino es más fácil?
Él dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
“Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí… y hallaréis descanso para vuestras almas;
“porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”23.
La vida es difícil, pero es sencilla; sigan por el camino y nunca, nunca se den por vencidos. Nunca se den por vencidos. Sigan adelante. No se rindan y lo lograrán.
Hay solo un camino a la felicidad y a la realización. Jesucristo es el Camino. Cualquier otro camino, cualquiera que sea, es locura.
Doy testimonio de Él, sí, Jesucristo, que Él es el Hijo del Dios viviente, Él es el Pan de Vida, Él es la Verdad, Él es la Resurrección y la Vida, Él es el Salvador y la Luz del mundo. Él es el Camino, el único Camino.
Ruego que tengamos la sensatez de seguirle. En Su santo nombre, sí, Jesucristo. Amén.