2002
Integridad en Dinamarca
mayo de 2002


Integridad en Dinamarca

Tres jovencitas de Copenhague, Dinamarca, nos cuentan tres historias muy diferentes. Pia nos habla de su conversión, Rebecca sobre un programa antipornografía en el que toma parte, y Annelise sobre el ayuno y la oración para que la ciudad permitiera a la Iglesia edificar una capilla nueva. Los tres relatos tienen, al menos, una cosa en común: tratan sobre miembros íntegros en Dinamarca.

Pia Hentzen

Pia es una Laurel de 16 años del Barrio Frederiksberg, Estaca Copenhague, Dinamarca. Su madre ha sido miembro toda la vida y Pia recuerda haber ido a la Primaria cuando era pequeña, aunque sólo hace un año que ella es miembro.

“Papá y mamá son miembros de la Iglesia, así que cuando era pequeña, fui a la Primaria, pero nunca me bauticé”, dice Pia.

Después del divorcio de sus padres, Pia, sus dos hermanos y su madre dejaron de ir a la Iglesia. Pia cumplió 8 años, pero no se bautizó; cumplió 12 y no fue a las Mujeres Jóvenes. Durante cerca de diez años, la Iglesia no estuvo muy presente en su vida; los maestros orientadores seguían yendo y las maestras visitantes visitaban a su madre, pero los Hentzen se quedaban en casa los domingos.

Un día, una líder de las Mujeres Jóvenes llamó a Pia y la invitó a comenzar a asistir a las actividades. “Mi líder me escribía cartas para invitarme a ir a la Iglesia y fui una vez, pero pensé que era aburrido y no quise volver, aunque los misioneros me hicieron cambiar de parecer”, dice riéndose.

Los misioneros sabían que Pia no se había bautizado, por lo que concertaron una cita para visitarla. En el primer encuentro, llevaron un breve pensamiento espiritual, modelo que se siguió en las sucesivas semanas hasta que un día probaron algo diferente al llevar consigo algo que todo misionero tiene que ofrecer: la primera charla.

“Me preguntaron si podían enseñarme la primera charla y les dije que estaba bien. No pasó mucho tiempo —puede que unas cinco semanas— hasta que terminaron todas las charlas y accedí a bautizarme”. Por ese entonces, la madre de Pia comenzó a reactivarse, al igual que los dos hermanos de la joven.

Actualmente Pia se siente como en casa en el pequeño grupo que constituye el programa de Hombres Jóvenes y Mujeres Jóvenes del Barrio Frederiksberg. El acostumbrarse a ser miembro activo de la Iglesia requirió algún tiempo, pero ahora ya es un estilo de vida. “Soy la única Laurel del barrio; tenemos además dos Damitas y dos Abejitas; ésas son todas nuestras Mujeres Jóvenes”, dice. Entonces se detiene y piensa seriamente en cómo la Iglesia ha cambiado su vida. “Creo que mi vida es mejor ahora”, concluye. “Tengo algo que sé que es verdadero”.

Rebecca Pedersen

Los pliegos de sellos (estampillas) postales aguardan ser pegados a una pila de sobres, pero allí no hay nadie más que Rebecca. Es Laurel del Barrio Allerød, Estaca Copenhague, Dinamarca, y tiene cierta opinión sobre la pornografía y su dañina influencia, y está haciendo algo al respecto aunque el trabajo —meter contenidos antipornográficos dentro de unos sobres— es tedioso y requiere mucho tiempo.

Mientras pone las direcciones en los sobres, habla de su participación en un programa organizado para protestar contra la pornografía en Dinamarca.

“La pornografía tiene un efecto tremendo en nuestros valores, pero Dinamarca es un país bastante liberal y puedo ver cómo la gente casi se acostumbra a ella. Pero en vez de acostumbrarnos, debiéramos asustarnos”, dice Rebecca.

En el colegio de Rebecca, un compañero de clase comenzó una campaña de protesta contra la pornografía y pidió su ayuda. Esos estudiantes están recogiendo firmas para una petición que esperan influya en el gobierno, en especial en el ministro de cultura de Dinamarca, encargado de supervisar la televisión pública del país.

“No podemos impedir que la gente consuma pornografía”, explica Rebecca, “pero nos gustaría que la quitaran de los lugares públicos donde los niños pueden tener fácil acceso a ella. No puedes limitarte a acostar a los niños temprano con la esperanza de que no vean ninguna de esas cosas en el televisor”.

Mientras piensa en los valores de las Mujeres Jóvenes y reflexiona en lo que representa el ser miembro de la Iglesia, Rebecca es feliz por formar parte de algo que espera produzca algún cambio.

“Debemos tener una influencia positiva en la vida. Creo que es importante para nosotros, especialmente como miembros de la Iglesia, que hagamos algo para hacer del mundo un lugar mejor”, dice. “Para mí esa idea ha sido siempre importante, pero hace un par de meses, cuando recibí mi bendición patriarcal, me di aún más cuenta de que tenía que hacer algo”.

Cuando el grupo de Rebecca terminó el proyecto y envió la petición al gobierno, ella se dio el lujo de pensar en la pequeña parte que había hecho para recoger las más de 22.000 firmas para la petición y en cómo el proyecto fortaleció su determinación de hacer de Dinamarca un lugar mejor. También sonríe, pues su grupo fácilmente superó la meta de 15.000 firmas.

Rebecca es consciente de que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, pero es un buen comienzo, ¿no es así? “Creo que hay muchas personas que odian la pornografía y sus efectos”, dice, “pero no están dispuestos a hacer o decir nada. A veces creo que la gente simplemente necesita un pequeño recordatorio de vez en cuando”.

Annelise Nielsen

Annelise pertenece a la tercera generación de miembros de la Iglesia. Sus abuelos se bautizaron hace muchos años; su padre creció en la Iglesia y se casó con una mujer miembro, por lo que Annelise nació en la Iglesia. Ahora es Abejita del Barrio Frederiksberg y, junto con Pia, es una de las pocas jovencitas del barrio.

El barrio se reúne en un edificio alquilado que tiene un ascensor que sube muy despacio, por lo que ella toma las escaleras. Tres tramos de escaleras la llevan al piso superior, desde donde se entra a la capilla. El edificio es limpio y bonito, pero Annelise dice que se siente como algo provisional respecto al centro de reuniones del Barrio Frederiksberg. Mira por la ventana de la capilla y señala.

“Allí está la antigua capilla”, dice mientras mira un hermoso edificio de ladrillo a una manzana de distancia, una de las primeras que la Iglesia construyó en el país. Y está vacío, por una buena razón.

“Allí es donde se va a construir el templo”, explica Annelise.

El Templo de Copenhague prestará servicio a los miembros de Dinamarca y de otros países escandinavos; y el tener el templo a diez minutos de casa en vez de a las doce horas, las que lleva llegar hasta el de Estocolmo, Suecia, es una gran bendición. Annelise sabe que merece la pena el sacrificio.

Pero todavía hay la cuestión de un nuevo centro de reuniones. El contrato del nuevo local expirará pronto, así que este domingo el Barrio Frederiksberg va a ayunar y orar para que la ciudad conceda aprobación a la Iglesia para edificar en una propiedad que ha adquirido. Annelise se une a otros miembros del barrio para ayunar y orar con este motivo especial.

Esta mañana Annelise admite que tiene hambre. “Pero al ayunar me siento cerca de Dios y mucho más humilde”, dice. “No creo que ayunar sea un gran sacrificio, y si todos los del barrio oramos por la misma cosa, nuestro Padre Celestial nos ayudará”.

Luego de la reunión sacramental, con el ayuno casi terminado, Annelise no se va corriendo a casa para comer, sino que sale del edificio tomando del brazo a Christel Petersen, de 96 años, un miembro del barrio, que se unió a la Iglesia en 1958 y enseñó al padre de Annelise en la Escuela Dominical. Cada mes Annelise la conoce un poco más al dedicar algún tiempo a visitarla.

“Es agradable hablar con la hermana Petersen. Creo que es una mujer fuerte porque es la única persona de su familia que es miembro de la Iglesia. Su esposo no se bautizó y sus hijos ya eran mayores cuando ella lo hizo”, explica Annelise. “Tiene 96 años y todavía va a las reuniones cada domingo.

“Admiro a la gente como la hermana Petersen que están cerca de nuestro Padre Celestial”, añade. “Y cuando hago cosas como ayunar, también yo me acerco más a Él”.

En Copenhague se encuentra la famosa estatua de Jesucristo, el Christus, creada por el escultor danés Bertel Thorvaldsen. En esa misma ciudad los Santos de los Últimos Días se mantienen íntegros, emulando al Salvador en todo lo que hacen.

Nota del editor: Pocos meses después del ayuno de Annelise y de los demás miembros, la Iglesia recibió el permiso de la ciudad para la edificación de un nuevo centro de reuniones para el Barrio Frederiksberg.