Ofrécelo en holocausto
Cuando se me admitió en la universidad, di gritos de alegría. ¿Cómo podía entonces sacrificar mi formación académica para servir en una misión?
“Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer… la bendeciré, y también te daré de ella hijo… Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y [se regocijó]” (Génesis 17:15–17; véase la traducción de José Smith, Génesis 17:23).
Di gritos de alegría. Seguro que la escuela secundaria entera los oyó. Los otros alumnos se quedaron mirándome, preguntándose por qué había gritado, pero no podía controlar mi euforia cuando vi mi nombre en la lista de estudiantes admitidos en la mejor universidad de las Filipinas. Verdaderamente me sentí bendecido.
“Y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él” (Génesis 17:19).
Cuando los demás se enteraron de que asistiría a la universidad, me miraron con admiración. Al pensar en ello, no podía evitar sonreír. Mi futuro estaba decidido. Me sentía muy agradecido al Señor por ayudarme a aprobar los exámenes de acceso.
“Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham… Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas… y ofrécelo… en holocausto” (Génesis 22:1–2).
“Padre Celestial, no puedo ir a la misión ahora mismo; hay tanto para mí aquí. Permíteme que continúe con mis estudios. Una vez que obtenga mi título, iré a proclamar Tu Evangelio.
“Tengo que seguir estudiando, Padre. Lo necesito para mi futuro.
“Tú sabes que he intentado convencer a la directora del departamento para que me conceda un permiso de ausencia de dos años, pero no me lo ha permitido. Me dijo que tendría que solicitar un retiro honorable de la universidad si decido irme.
“Padre Celestial, no puedo ir a la misión ahora mismo. Necesito esto para mi futuro”.
“Y tomó Abraham la leña del holocausto, y la puso sobre Isaac su hijo, y él tomó en su mano el fuego y el cuchillo; y fueron ambos juntos” (Génesis 22:6).
Al llegar a la puerta de la oficina del secretario de la universidad, me sentía muy desanimado. Me diría que estaba loco, que iba a sacrificar un futuro prometedor. ¿Cómo podía explicarle que el Señor me había llamado?
“Y cuando llegaron al lugar que Dios le había dicho, edificó allí Abraham un altar, y compuso la leña, y ató a Isaac su hijo, y lo puso en el altar sobre la leña. Y extendió Abraham su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo” (Génesis 22:9–10).
“He venido para ver al secretario de la universidad”.
“Quiero solicitar un retiro honorable”.
“No, tengo buenas notas”.
“No, no he cometido ningún delito”.
“¿El motivo? He recibido un llamamiento de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para prestar servicio en una misión de proselitismo de tiempo completo. Tengo que dejar mis estudios universitarios para servir al Señor”.
“No, no puedo postergar la misión, y serviré durante dos años”.
“Ya sé que eso significa que no podré volver”.
“Entonces el ángel de Jehová le dio voces desde el cielo, y dijo:… No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:11–12).
“¿Qué? ¿Que puedo solicitar un permiso de ausencia? La directora de mi departamento me dijo que tendría que abandonar la universidad, ya que el permiso de ausencia sólo se puede otorgar para un año”.
“¿Que recientemente ha cambiado la normativa de la universidad? La directora no debe de estar al corriente, ni yo tampoco lo estaba”.
“Muchísimas gracias”.
“Y llamó el ángel de Jehová a Abraham … desde el cielo, y dijo:… De cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar;… En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz” (Génesis 22:15–18).
Después de prestar servicio en la Misión Filipinas Ilagan desde 2000 hasta 2002, reanudé mis estudios en la Universidad de las Filipinas en Quezon City, y después me trasladé a la Universidad Brigham Young– Hawai. Espero con anhelo el momento de casarme y criar una familia dentro del Evangelio.
El Señor desea que lo sacrifiquemos todo por Él. Eso no significa que no podemos obtener los deseos de nuestro corazón. A veces, sólo quiere ver si estamos dispuestos a ponerlo a Él en primer lugar.