¿Y quién es mi prójimo?
Expresamos nuestro profundo agradecimiento a las muchas personas… que constituyen los buenos samaritanos de la actualidad.
Buenas tardes. Hoy, los pasajes de las Escrituras tales como “en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:40) y “Recordad en todas las cosas a los pobres y a los necesitados” (D. y C. 52:40) toman un significado especial al revisar algunos aspectos relevantes de la labor humanitaria del año pasado.
Hace poco se presentó un informe sobre la ayuda humanitaria ante el Comité General de Bienestar de la Iglesia. El presidente del comité, que en ese entonces era el presidente Gordon B. Hinckley, expresó profundo agradecimiento por la generosidad de los miembros y de los que no son de nuestra religión que han hecho posible este tipo de labor social. En nombre del Comité General de Bienestar, expresamos nuestro profundo agradecimiento a las muchas personas, familias, quórumes y grupos de la Sociedad de Socorro y de las Mujeres Jóvenes que constituyen los buenos samaritanos de la actualidad.
En el año 2007, la Iglesia respondió a terremotos de gran magnitud en 5 países, enormes incendios en 6 países, hambre y escasez de alimentos en 18 países e inundaciones y tormentas severas en 34 países. En total, la Iglesia y sus miembros respondieron a 170 desastres de gran magnitud, lo cual representa casi un desastre cada dos días durante todo el año. Fue un año atareado y con muchas oportunidades de servir.
Además de responder a desastres naturales, se emprendieron miles de otras iniciativas de salud pública durante el año. Más de un millón de personas se beneficiaron con los proyectos de agua potable patrocinados por la Iglesia en 25 países. Más de 60.500 personas recibieron sillas de ruedas en 60 naciones. A principios de este año, la hermana Burton y yo, junto con la presidencia del Área Sudamérica Norte y con la Primera Dama de Colombia, participamos en la entrega de sillas de ruedas. Derramamos lágrimas a medida que los que recibían la donación y los que los atendían expresaban agradecimiento. En 11 países, más de 54 mil personas ahora disfrutan de mejor visión. Se capacitó a más de 16.500 profesionales de la salud en reanimación neonatal en 23 países; ellos, a su vez, capacitarán a muchos otros. En una búsqueda por eliminar el sarampión, 2,8 millones de niños y adolescentes en 10 países fueron vacunados. Los efectos combinados de toda esta labor han beneficiado directamente a cerca de 4 millones de personas en 85 países.
En agosto, un fuerte terremoto de 8,0 de magnitud causó la muerte de 520 personas y destruyó más de 58 mil casas en el sur de Perú. Demostrando gran amor e interés, cada una de las 29 estacas de Lima, Perú, brindó asistencia básica a los barrios de las regiones desoladas.
Con la ayuda de maravillosos misioneros se está llevando a cabo un plan para ayudar a las personas a reconstruir sus casas, sus vidas y restaurar varias escuelas. Es posible que se construyan hasta 400 casas en las que las personas, los amigos y los familiares realicen la mayor parte del trabajo. La supervisión, coordinación y capacitación están bajo la dirección del élder Alan Layton y su esposa.
A finales del año, una combinación de clima seco y vientos fuertes avivaron fuegos arrasadores en el sur de California que forzaron a más de un millón de personas a evacuar sus casas. Por lo menos mil quinientas casas se destruyeron. En respuesta a ello, la Iglesia proporcionó estuches de limpieza, mantas, estuches de higiene y comida. Más de 5 mil misioneros y Manos mormonas que ayudan limpiaron, cocinaron, consolaron y atendieron a los damnificados.
Una nota de agradecimiento decía: “Sírvase mandar mi más profundo agradecimiento a todos los Santos de los Últimos Días que han estado trabajando tan arduamente en mi vecindario. Los mormones han estado aquí constantemente con comida, abrazos, oraciones y ayudando a reparar y limpiar propiedades. Ellos… mejoran mi comunidad, sanan corazones y reparan casas en las colinas de San Diego”1.
Reflexionando sobre la experiencia, un presidente de estaca dijo: “Uno de nuestros proyectos era el de ayudar a limpiar los alrededores de la iglesia bautista local… Asignamos a 25 jóvenes… los bautistas dijeron que nos brindarían muchas rosquillas y café. Les dijimos que el café se echaría a perder, pero que los jóvenes comerían ¡cuantas rosquillas nos dieran!”2.
Las lluvias torrenciales ocasionaron inundaciones en la región centro occidental de los Estados Unidos, y en los estados de Oregón y Washington. Los voluntarios fueron con suministros del almacén del obispo para ayudar a los necesitados.
Cuando los representantes de la Iglesia en Findlay, Ohio, presentaban una donación a la sección local de la Cruz Roja, una persona que pasaba por allí los vio con sus camisetas amarillas de Manos mormonas que ayudan, por lo que entró y sostuvo en alto la cámara de su teléfono con una foto de cuatro Manos que ayudan y exclamó: “¡Ellos acaban de salvar mi casa!”3 Tras lo cual abrazó a todos los que estaban allí.
Un cargamento de comida se entregó a un banco local de alimentos. Cuando llegó, el gerente con cara de sorpresa dijo: “¿Cómo lo supieron? Acabo de entregar la última hogaza de pan y estaba por cerrar las puertas. ¿Cómo lo supieron?”.
Trabajando junto a la Organización Mundial de la Salud para erradicar el sarampión, una enfermedad que mata a casi un millón de niños cada año, más de 54 mil miembros de la Iglesia se ofrecieron para ayudar a organizar la labor. Un miembro de la Iglesia de Nigeria escribió: “Denominé nuestra labor ‘el rescate de los inocentes’. Fuimos de casa en casa y de un salón de actos de un pueblo a otro. Una mujer nos contó que había perdido a tres de sus hijos por causa del sarampión. Relató su historia con tal decoro y emoción que no hubo quien no llorara en la casa, incluso yo”, comentó nuestro voluntario, “Las cosas que uno hace por uno mismo desaparecen cuando uno muere, pero las cosas que hacemos por los demás se convierten en nuestro legado”4.
Nuestro esfuerzo de cuatro años por ayudar a los damnificados por el maremoto de Indonesia y el sur de Asia continuó. Se aportaron fondos para ayudar a construir 902 casas, con 3 centros comunitarios, 24 sistemas de agua, 15 escuelas y 3 centros médicos. Un líder de la comunidad dijo: “Los miembros de la comunidad están contentos y se sienten bendecidos por tener el centro comunitario… Es un lugar [donde] podemos orar… y enseñar a los niños… gracias [a la Iglesia] por construir este centro para nuestra gente… Rogaremos en oración a Dios que le dé [a la Iglesia] bendiciones y éxito en el futuro. Gracias”5.
Las comunidades en Etiopía ayudaron a que se disfrutara de acceso a agua potable. La Iglesia excavó pozos y construyó tanques de almacenamiento. Las comunidades organizaron un comité encargado del agua y cavaron todas las zanjas necesarias para transportarla por tubería desde los tanques hasta cada pueblo. En algunos casos esto representó una distancia de más de 5 kilómetros.
Algunas comunidades afrontaron dificultades al cumplir con su compromiso de cavar zanjas. El terreno estaba duro, seco y lleno de arcilla, lo que hizo muy difícil la tarea de cavar. Una escuela de 1.500 alumnos de una comunidad suspendió sus actividades escolares normales por un tiempo y todos fueron a cavar las secciones de zanja que faltaban. Conforme ellos trabajaban, otros miembros de la comunidad se les unieron. Por un lapso de tiempo hubo una línea de más de dos kilómetros de largo de personas cavando.
Gracias por su compasión, su bondad y su generosidad. Que podamos seguir adelante con la tarea de aligerar la carga de nuestro prójimo, alentar y ayudar a los oprimidos, abrir la billetera para ayudar al pobre y tender una mano de ayuda. Testifico de la divinidad del Señor Jesucristo y de Su evangelio, y ruego que podamos continuar disfrutando las bendiciones del verdadero discipulado al ayudar a otros discretamente. En el nombre de Jesucristo. Amén.