2008
Élder Lawrence E. Corbridge
Mayo de 2008


Élder Lawrence E. Corbridge

De los Setenta

Elder Lawrence E. Corbridge

El élder Lawrence Edward Corbridge reconoce su dependencia en el Señor.

“Cristo es nuestra única esperanza y toda nuestra esperanza y el único medio por el que podemos hacer todo lo que Él nos ha pedido hacer”, afirma. “Podemos tener la plena certeza de que Él nos ayudará a lograr el éxito”.

El élder Corbridge ha adquirido su testimonio de los años de servicio a la Iglesia, entre ellos, obispo, miembro del sumo consejo, presidente de estaca y presidente de la Misión Chile Santiago Norte, de 2002 a 2005.

Nació el 6 de abril de 1949; es hijo de Ivan Corbridge y Agnes Howe Corbridge; se crió en Provo, Utah, Estados Unidos, y de 1968 a 1970 sirvió en una misión de tiempo completo en la Misión Argentina Norte.

Recibió una licenciatura en administración de empresas y un doctorado de la Universidad Brigham Young. Después de graduarse, empezó una carrera en leyes, y cuando fue llamado al Primer Quórum de los Setenta, era accionista y el abogado de más antigüedad de una firma de abogados de Salt Lake City.

Se casó con Jacquelyn Shamo en el Templo de Provo, Utah, el 21 de diciembre de 1974. Cuando era joven, el élder Corbridge pasaba los veranos trabajando en ranchos de ganado en Idaho y Utah, donde nació su amor por el aire libre, amor que comparte con su esposa y cinco hijos mediante diversas actividades como escalar en roca, balsear, esquiar y snowboarding.

“El conocimiento, el carácter y los vínculos, especialmente con familiares, se encuentran entre las pocas cosas de la vida que en verdad son importantes”, comenta. Otra es “recordar a Cristo siempre”.

El élder Corbridge continúa: “Todas las semanas hacemos el convenio de hacer eso, precisamente, cuando tomamos la Santa Cena. A veces no estamos a la altura de lo que se espera de nosotros; sin embargo, el Señor nos dice que acudamos a Él en todo momento. Ya sea que estemos trabajando para mantener a una familia, que seamos madres y amas de casa o que estemos en un hospital y se nos den seis meses de vida, ése es todavía nuestro desafío esencial: recordarlo a Él y hacer lo que Él haría”.