2009
Apilando leña en Kuopio
marzo de 2009


Apilando leña en Kuopio

A finales del verano de 1968, mi compañero, el élder Ken Heaton, y yo visitamos a una familia en Kuopio, Finlandia, en la cual no todos eran miembros de la Iglesia; la madre y la hija lo eran, pero el padre no.

A pedido de la esposa, les enseñamos las charlas a ella y a su hija, y lo hicimos con voz lo suficientemente fuerte como para que el esposo oyera desde una habitación adyacente. Cuando intentamos que nos acompañara, nos dijo que no tenía tiempo. En una ocasión, su excusa fue que tenía una pila de leña en el fondo de la casa para cortar y acomodarla para el invierno.

“Si la madera estuviera toda cortada y apilada, ¿nos dejaría enseñarle?”, preguntamos.

“Sí”, contestó; pero agregó que había tanta leña, que le llevaría mucho tiempo antes de terminar la tarea.

Varios días más tarde, después de esperar que el padre se fuera al trabajo, mi compañero y yo volvimos a su casa. Con el permiso de la esposa, pasamos el día entero cortando y amontonando leña. Terminamos a las cinco de la tarde, justo antes de que él regresara a casa. Estábamos ansiosos de ver su cara, pero nos fuimos a toda prisa antes de que nos viera. Después de regresar a casa en bicicleta para asearnos, volvimos a pedalear hasta la casa de él alrededor de las siete de la tarde.

“Bueno, ¡la leña está cortada!”, exclamamos. “¿Ahora va a permitir que le enseñemos?”.

Lo único que pudo hacer fue sonreír, asentir con la cabeza y unirse a nosotros en la habitación del frente. Varias semanas más tarde, después de escuchar las charlas misionales, este buen hermano fue bautizado y confirmado.

“¡La leña está cortada!”, exclamamos. “¿Ahora va a permitir que le enseñemos?”