2009
Sostengamos, nutramos y protejamos a la familia
marzo de 2009


Mensaje de las maestras visitantes

Sostengamos, nutramos y protejamos a la familia

Enseñe los pasajes de las Escrituras y las declaraciones que serán una bendición para las hermanas a las que visite. Dé testimonio de la doctrina e invite a las personas a quienes visita a compartir lo que hayan sentido y aprendido.

¿Por qué debo defender la doctrina de la familia?

La Primera Presidencia y el Quórum de los Doce Apóstoles: “La familia es ordenada por Dios. El matrimonio entre el hombre y la mujer es esencial para Su plan eterno. Los hijos tienen el derecho de nacer dentro de los lazos del matrimonio, y de ser criados por un padre y una madre que honran sus promesas matrimoniales con fidelidad completa” (“La Familia: Una proclamación para el mundo”, Liahona, octubre de 2004, pág. 49; Liahona, octubre de 1998, pág. 24).

Julie B. Beck, presidenta general de la Sociedad de Socorro: “Como discípula de Jesucristo, a toda mujer de esta Iglesia se le da la responsabilidad de sostener, sustentar y proteger a la familia. A las mujeres se les han dado asignaciones particulares desde antes de la fundación del mundo y, como mujeres que guardan convenios, ustedes saben que el alzar su voz en defensa de la doctrina de la familia es vital para la fortaleza de las familias de todas partes” (“Lo que las mujeres Santos de los Últimos Días hacen mejor: Ser firmes e inquebrantables”, Liahona, noviembre de 2007, pág. 110).

¿Cómo puedo defender la familia?

D. y C. 88:119: “Estableced una casa, sí, una casa de oración, una casa de ayuno, una casa de fe, una casa de instrucción, una casa de gloria, una casa de orden, una casa de Dios”.

Presidente Spencer W. Kimball (1895–1985): “El hogar es un refugio contra las tormentas y las dificultades de la vida. La espiritualidad nace y se nutre mediante la oración diaria, el estudio de las Escrituras, las conversaciones sobre el Evangelio y actividades similares en el hogar, la Noche de Hogar, los consejos de familia, el trabajo y los juegos en familia, el servicio mutuo y el compartir el Evangelio con los que nos rodean. La espiritualidad también se nutre mediante nuestras obras de paciencia, bondad y perdón unos hacia otros, así como mediante nuestra aplicación de los principios del Evangelio en el círculo familiar” (véase “Recibí… instrucción en toda la ciencia de mi padre” Liahona, septiembre de 1982, pág. 1).

Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles: “Hoy día hago un llamado a los miembros de la Iglesia y a padres, abuelos y parientes dedicados de todas partes, que vivan de acuerdo con esta gran proclamación [sobre la familia], que hagan de ella un estandarte similar al ‘estandarte de la libertad’ del general Moroni, y que se comprometan a vivir mediante sus preceptos… 

“En el mundo actual, en el que la agresión de Satanás contra la familia es tan común, los padres deben hacer todo lo que les sea posible por fortalecer y defender a sus familias; pero sus esfuerzos tal vez no sean suficientes. La institución más básica de la familia necesita desesperadamente la ayuda y el apoyo de todos los parientes y de las instituciones públicas que nos rodean” (“Lo más importante es lo que perdura”, Liahona , noviembre de 2005, págs. 42–43).

Élder Robert S. Wood, de los Setenta: “Hay demasiadas personas cuyo sentido de la responsabilidad parece limitarse a lamentaciones y declaraciones de consternación. Lo cierto es que las palabras sin acciones no hacen avanzar las cosas. Debemos involucrarnos con todo nuestro empeño en el mundo. Si nuestras escuelas son inapropiadas o destruyen los valores morales, debemos trabajar con los miembros de la comunidad para que las cosas cambien. Si en nuestros vecindarios se pone en peligro la seguridad o la salud, debemos unirnos con las personas con conciencia cívica para planificar soluciones. Si nuestras ciudades y municipios están contaminados, no sólo por gases nocivos, sino por adicciones destructivas y obscenidades, debemos esforzarnos por encontrar maneras legítimas de eliminar esta suciedad…Tenemos la responsabilidad de ser una bendición para la vida de los demás, para nuestra nación, para el mundo” (“On the Responsible Self”, Ensign, marzo de 2002, págs. 30–31).

Ilustración fotográfica por Craig Dimond; fondo por Shannon Gygi Christensen.