Mensaje de la Primera Presidencia
Compartir el Evangelio de corazón a corazón
Dios pondrá a personas preparadas en el camino de Sus siervos preparados que deseen compartir el Evangelio. En su vida, esto ya ha sucedido. La frecuencia con la que le suceda dependerá de la preparación de su mente y de su corazón.
Tengo un amigo que todos los días pide en oración encontrar a alguien que esté preparado para recibir el Evangelio y siempre lleva consigo un ejemplar del Libro de Mormón. La noche antes de realizar un viaje corto decidió no llevar un ejemplar sino llevar una tarjeta de obsequio; pero, mientras se preparaba para salir, recibió una impresión espiritual: “Lleva un Libro de Mormón”; así que puso uno en la maleta.
Cuando una mujer que ya conocía se sentó junto a él en el viaje, se preguntó: “¿Será ésta la persona?”. Ella volvió a sentarse a su lado en el viaje de regreso, así que él comenzó a pensar: “¿Cómo saco a colación el tema del Evangelio?”.
En tanto, ella le dijo: “¿Usted paga diezmos a su Iglesia, verdad?”. Él dijo que sí. Ella comentó que se suponía que ella debía pagar diezmos en la suya pero que no lo hacía, y luego le preguntó: “¿Qué puede decirme acerca del Libro de Mormón?”.
Él explicó que el Libro de Mormón es Escritura, otro testamento de Jesucristo, que fue traducido por el profeta José Smith. Ella parecía estar interesada, por lo que él buscó en su maleta y dijo: “Sentí la impresión de traer este libro; creo que es para usted”.
Ella comenzó a leerlo y, cuando se despidieron, dijo: “Usted y yo vamos a conversar más sobre esto”.
Lo que mi amigo no podía saber, pero que Dios sí sabía, era que ella estaba buscando una iglesia. Dios sabía que ella había observado a mi amigo y se preguntaba por qué la iglesia de él lo hacía tan feliz. Dios sabía que ella le iba a preguntar acerca del Libro de Mormón y que estaría dispuesta a que los misioneros le enseñaran. Ella estaba preparada, y mi amigo también. De igual modo, ustedes y yo podemos estar preparados.
La preparación que necesitamos está en la mente y en el corazón. La mujer había oído y recordado palabras sobre el Libro de Mormón, sobre la Iglesia restaurada del Señor y el mandamiento de pagar los diezmos a Dios, y había sentido el inicio de un testimonio de la verdad en su corazón.
El Señor ha dicho que Él nos revelará la verdad a la mente y al corazón por medio del Espíritu Santo (véase D. y C. 8:2). La mayoría de las personas que ustedes conocen han tenido el comienzo de esa preparación; ellos han oído y leído sobre Dios y Su palabra. Si el corazón de ellos es lo suficientemente blando, habrán sentido, por leve que fuera, una confirmación de la verdad.
La mujer estaba preparada, al igual que lo estaba mi amigo, el Santo de los Últimos Días que había estudiado el Libro de Mormón. Él había sentido el testimonio de que el libro es verdadero y reconoció la guía del Espíritu que le indicaba que llevase un ejemplar. Él se encontraba preparado en la mente y en el corazón.
Dios está preparando a personas para recibir el testimonio de ustedes en cuanto a la verdad restaurada. Él necesita la fe de ustedes y, después, que hagan algo a fin de compartir sin temor lo que es tan valioso para ustedes y para sus seres queridos.
A fin de prepararse para compartir, llenen su mente cada día con las verdades del Evangelio. A medida que guarden los mandamientos y honren los convenios, sentirán el testimonio del Espíritu y una mayor porción del amor que el Salvador tiene por ustedes y por quienes lleguen a conocer.
Si ustedes hacen su parte, tendrán con mayor frecuencia la dulce experiencia de conocer a personas que estén preparadas para escuchar su testimonio de la verdad, ofrecido de corazón a corazón, del de ustedes al de ellos.