2016
Traducción de las Escrituras: En el idioma del corazón
Abril de 2016


Traducción de las Escrituras: En el idioma de nuestro corazón

Innumerables experiencias muestran la mano del Señor en la obra de traducir Sus Escrituras.

scriptures and woman

Fotografías de las páginas del Libro de Mormón en japonés, portugués y alemán por Laura Seitz, Deseret News.

Esa experiencia es familiar para aquellos que han participado en la traducción de las Escrituras del inglés a otros idiomas. Sucede una y otra vez.

Un joven armenio que sostiene un ejemplar del Libro de Mormón que se acaba de traducir en su idioma se acerca a un miembro del equipo que colaboró en la traducción: “Gracias”, dice. “He leído el Libro de Mormón en inglés; lo he leído en ruso, y lo he leído en ucraniano; pero hasta que pude leerlo en armenio, no lo entendí perfectamente. Cuando lo leí en armenio, por fin tuvo sentido; era como volver a casa”.

De regreso a casa

Si el evangelio de Jesucristo es nuestro hogar espiritual, entonces es justo que nos sintamos cómodos y que nos sea familiar. En casa descansamos y nos nutrimos; hablamos con nuestros seres queridos en el idioma que se nos enseñó en el regazo de nuestra madre. Ese es el idioma de nuestro corazón y, en vista de que el Evangelio debe tocar el corazón, el leer las Escrituras en el idioma de nuestro corazón es de suma importancia.

En Doctrina y Convenios se sugiere lo mismo. Allí, el Señor revela que por medio de las llaves del sacerdocio que posee la Primera Presidencia, “el brazo del Señor se manifestará con poder para convencer a las naciones… del evangelio de su salvación.

“Porque acontecerá que en aquel día todo hombre oirá la plenitud del evangelio en su propia lengua y en su propio idioma, por conducto de los que son ordenados a este poder, mediante la administración del Consolador, derramado sobre ellos para revelar a Jesucristo” (D. y C. 90:10–11).

Jim Jewell, quien trabajó en el equipo de traducción de las Escrituras en las Oficinas Generales de la Iglesia, relata una historia de cómo las Escrituras nos afectan personalmente cuando se traducen al idioma del corazón:

“En la traducción del Libro de Mormón al sesoto, la lengua de la nación africana de Lesoto, teníamos que encontrar a alguien que nos ayudara a evaluar el trabajo del equipo de traducción. El supervisor del proyecto, Larry Foley, encontró a una miembro de la Iglesia, de Lesoto, que era estudiante graduada de la Universidad Utah State. En Lesoto, la educación se imparte en inglés, por lo que esa hermana y sus hijos habían estudiado en inglés desde el primer grado, pero todavía conversaban en sesoto en su hogar.

“Ella accedió a trabajar en la traducción. La evaluación que hacía de los capítulos que le enviábamos era sumamente útil. Solíamos hacerle preguntas específicas sobre el vocabulario y la estructura de la lengua, para lo cual ella siempre proporcionó comentarios útiles. Sin embargo, notamos que había iluminado en amarillo muchos versículos que no estaban relacionados con nuestras preguntas. Cuando le preguntamos acerca de los versículos iluminados, dijo: ‘Ah, esos son versículos que me llegaron profundamente al corazón y que nunca había entendido completamente en inglés. Los iluminé para poder compartirlos con mis hijos’”.

Un modelo para la traducción de las Escrituras

La traducción de la Biblia tiene una historia larga y fascinante, comenzando con la traducción de partes del Antiguo Testamento del hebreo al griego. Más tarde, la Biblia fue traducida del griego al latín, y del latín, el hebreo y el griego al inglés y a un sinfín de otros idiomas1. Por consiguiente, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días no traduce la Biblia a diferentes idiomas, sino que adopta versiones ya aceptadas como acreditadas por parte de los cristianos que hablan esos idiomas2.

men at work translating

De modo que la mayor parte de la traducción que la Iglesia hace de las Escrituras es del Libro de Mormón (el primero que se tradujo), Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. El idioma del que se traducen estos libros es el inglés, el idioma en el que el profeta José Smith los reveló, el idioma de su corazón. El proceso que se utiliza para traducir las Escrituras a idiomas distintos del inglés debe ser familiar para los estudiantes de la historia de la Iglesia. En su mayor parte, es el mismo proceso que el Profeta utilizó para traducir el Libro de Mormón al inglés.

José Smith era un humilde muchacho de granja con poca formación académica; pero tenía las cualidades y el potencial que el Señor necesitaba para la obra que tenía que llevarse a cabo. De hecho, José y su familia fueron preparados y colocados en el lugar preciso para efectuar exactamente esa obra3.

José también recibió ayuda, tanto divina como mortal, al traducir los anales nefitas. El ángel Moroni visitó a José cada año durante cuatro años antes de permitirle obtener los anales. No sabemos todo lo que Moroni enseñó al Profeta, pero, al parecer, sus visitas lo prepararon espiritual y mentalmente para la tarea que yacía por delante4.

El Señor también preparó con anticipación “intérpretes” como medio para traducir un lenguaje perdido. Esos intérpretes se describieron como dos piedras transparentes unidas con anillos de metal y, junto con un instrumento similar llamado piedra vidente, ayudaron al Profeta a traducir los anales nefitas al inglés. El Profeta no dio detalles sobre el proceso, simplemente declaró que tradujo el Libro de Mormón por “el don y el poder de Dios”5.

Además de la ayuda divina que se le brindó, José tuvo ayuda terrenal en la forma de escribas que produjeron la copia escrita que, al final, otras personas compusieron tipográficamente, imprimieron, costearon y distribuyeron al mundo.

De una manera similar a la preparación y a la ayuda que José recibió en su obra de traducción, el Señor prepara a las personas a quienes se ha delegado la tarea de traducir las Escrituras hoy día, y reciben ayuda en su trabajo, tanto divina como mortal.

Una obra de revelación

local reviewers reading

Al riguroso proceso de traducción lo acompaña una energía espiritual que quizás se describa mejor como “revelación por consejo”. Las dos o tres personas a quienes se selecciona como traductores forman un equipo con otros para efectuar el trabajo. Cuentan con supervisores de las Oficinas Generales de la Iglesia, correctores locales, un léxico o lista de palabras de referencia6, guías de traducción, programas de computadora y el apoyo eclesiástico que asciende hasta la Primera Presidencia. (Véase el cuadro adjunto). Cuando la Primera Presidencia da la aprobación final de una traducción, el trabajo entonces se compone tipográficamente, se imprime y se distribuye. Después de haberlo preparado en formato digital, también se publica en LDS.org y en la aplicación de Gospel Library.

Esa labor colaborativa es intensa e inspirada y requiere atención minuciosa a la calidad del contenido y a la calidad del formato en el que se entrega. Las traducciones se revisan a muchos niveles, especialmente a nivel eclesiástico, en el cual se procura la aprobación del Señor. Una traducción sigue adelante únicamente cuando se recibe esa aprobación. Si bien no es precisamente reveladora en la forma en la que el profeta José Smith tradujo el Libro de Mormón, el Señor claramente guía el proceso, tanto mediante Sus dones como por Su poder.

Eso no quiere decir que una traducción sea perfecta cuando primeramente se termina. Muchas veces, el tiempo y las revisiones adicionales que llevan a cabo aquellos que estudian las Escrituras sugieren mejoras en la gramática y el vocabulario, o encuentran errores de composición tipográfica o de ortografía. En raras ocasiones se realizan cambios en la explicación de la doctrina; en el caso de que se lleven a cabo, se hacen bajo la dirección de la Primera Presidencia.

El Señor proporciona los medios

El Señor también apoya esta obra de traducción de otras maneras. Con frecuencia, el equipo de traducción de las Oficinas Generales de la Iglesia comenta que, cuando surge una necesidad, el Señor proporciona los medios.

Uno de los muchos ejemplos es el caso en el que se necesitaba un traductor para la traducción y grabación de materiales de la Iglesia en mam (un idioma que desciende de la lengua maya y que se habla en Guatemala). Entre los primeros misioneros que se llamaron a servir en Guatemala había un élder cuyo abuelo hablaba mam. El misionero se había criado en la ciudad y solo hablaba español, pero todas las noches su abuelo lo visitaba en sus sueños y le enseñaba el idioma mam. Ese joven élder llegó a ser el traductor principal de mam en la Iglesia.

Muchas veces, la obra de traducción se realiza a expensas de un gran sacrificio personal. Dependiendo de su situación económica, algunos traductores donan su servicio y a otros se les paga para que puedan tener tiempo para dedicarse a la traducción.

El hombre que llegó a ser uno de los traductores de urdu se convirtió a la Iglesia en Pakistán, mientras trabajaba como profesor. Como resultado de su conversión, perdió su trabajo; perdió su casa, que la escuela donde enseñaba le proporcionaba; y sus hijos tuvieron que dejar la escuela. Un supervisor de traducción de la Iglesia le habló en cuanto a servir como traductor y le ofreció una modesta recompensa. Después de trabajar como traductor durante unos meses, el hombre habló con el supervisor y tímidamente le preguntó si le podría comprar un nuevo bolígrafo, porque al que había estado usando se le había acabado la tinta. Solo entonces el supervisor descubrió y corrigió un error administrativo que había causado que el traductor recibiera mucho menos de lo que se le debería haber pagado.

Sin embargo, así como el Señor bendijo a José Smith en maneras que le permitieron terminar su obra, el Señor bendice a Sus traductores. Por ejemplo, el traductor de las Escrituras en letón era un abogado que había estudiado Derecho en Rusia, donde se había convertido al Evangelio restaurado. Al volver a Letonia, trabajaba para establecer su propio negocio y también prestaba servicio como presidente de rama. Estaba sumamente ocupado, pero la Iglesia lo necesitaba a él y su facilidad con el idioma inglés.

Pidió tiempo para orar acerca de lo que se le pidió porque, como le dijo al representante de la Iglesia, el aceptar implicaría “quitar la comida de la boca de mis hijos”. Después de orar, decidió aceptar, pero pidió al Señor que lo bendijera con los medios para llevar a cabo una obra que es difícil, espiritualmente exigente y que requiere mucho tiempo.

Comenzó a ir todos los días al bufete una hora más temprano y utilizó esa hora para traducir el Libro de Mormón. Terminó en mucho menos tiempo que los cinco años que por lo general lleva el proceso. De hecho, esa fue una de las traducciones más rápidas desde que José tradujo el Libro de Mormón en aproximadamente sesenta días.

Se podrían relatar muchas experiencias más que ilustran la mano del Señor en la obra de traducir Sus Escrituras. Todas manifiestan claramente que esta es Su obra y que es sumamente importante para Él. Él prepara a las personas para llevar a cabo Su obra, prepara las herramientas que necesitan para apresurar la obra, y las inspira y las bendice a lo largo del camino.

El resultado de ello es un mundo enriquecido por la palabra de Dios que se da a Sus hijos en el idioma del corazón.

family reading the scriptures

Notas

  1. Véase la serie de ocho partes “How the Bible Came to Be”, por Lenet H. Read, que se imprimió en la revista Ensign entre enero y septiembre de 1982.

  2. Véase, por ejemplo, “Church Edition of Spanish Bible Now Published”, mormonnewsroom.org.

  3. Véase de Matthew S. Holland, “El sendero a Palmyra”, Liahona, junio de 2015, págs. 14–19.

  4. Véase de Kent P. Jackson, “Moroni’s Message to Joseph Smith”, Ensign, agosto de 1990, págs. 12–16.

  5. José Smith, en la introducción del Libro de Mormón. Para una descripción más amplia de la traducción que hizo José Smith del Libro de Mormón, véase Temas del Evangelio: “La traducción del Libro de Mormón”, topics.lds.org.

  6. El léxico o lista de palabras define cada término de las Escrituras en inglés a fin de que los traductores puedan entender mejor su significado. Con frecuencia, las palabras tienen más de un significado, por lo que los traductores deben depender del contexto, de la inspiración y del trabajo en equipo para encontrar la solución adecuada. De vez en cuando, las preguntas sobre el significado las resuelve solamente la Primera Presidencia.