Prestar servicio en la Iglesia
Gracias por tu servicio
Tú eres un perfecto ejemplo de las mujeres que, desde los tiempos de Nauvoo, se han prestado servicio unas a otras por medio de visitas amorosas e inspiradas del programa de maestras visitantes.
No sé tu nombre, la edad que tienes ni ninguna otra cosa acerca de ti; todo lo que sé es que eres la maestra visitante de Joann, y te agradezco tu atento servicio con todo mi corazón.
Sé que visitar a una hermana menos activa como Joann (el nombre ha sido cambiado), mi nuera, no es fácil, en especial cuando ella probablemente no sea muy cordial. Dudo que, al principio, ella quisiera que tú fueras a su casa. Pero Joann me ha dicho que has sido una verdadera amiga para ella, que la has visitado para ver cómo estaba y que la has aceptado tal como es.
En los diecinueve años desde que Joann se casó con mi hijo, esta es la primera vez que ha mencionado que tiene una maestra visitante. Hace poco me contó que la visitas con frecuencia y lo considerada y amable que eres siempre. Dijo que la has ayudado en varias ocasiones cuando ella estaba enferma y que incluso te has ofrecido para llevar a mi nieta a las reuniones de las Mujeres Jóvenes.
Durante los últimos diez años, ella, mi hijo y su familia han vivido a cientos de kilómetros de distancia de nosotros. He orado para que otras personas los amen y se preocupen por ellos tanto como yo lo hago, y le he suplicado entre lágrimas a nuestro Padre Celestial que otros se acerquen a ellos tal como yo lo haría si vivieran cerca. Por lo que cuenta Joann, tú eres la respuesta a mis oraciones.
Aun cuando Joann y mi hijo no obedezcan la Palabra de Sabiduría ni asistan a la Iglesia, siguen siendo buenas personas y aman a sus hijos. De alguna manera, tus ojos no se vieron nublados por el humo del cigarrillo de Joann; ni la catalogaste basándote en el hecho de si asistía o no a la Iglesia. Llegaste a conocerla y supiste que es una madre amorosa que quiere que su hija asista a la Iglesia y obtenga un testimonio. Además, cuando Joann tuvo cirugía, les llevaste la cena en lugar de preguntarte si ella misma había causado algunos de sus problemas de salud.
¡Cuán agradecida estoy de que seas un ejemplo para mi nieta! Ella puede admirarte como alguien que se preocupa por todos y que hace un gran esfuerzo por mostrar interés con amor. Me contó que un día, cuando no tenías automóvil, caminaste más de un kilómetro y medio hasta su casa con tus niños pequeños para llevarles galletas.
“Estaba pensando en ti y en tu mamá, y quise hacer algo agradable para ustedes, solo porque sí”, le dijiste.
Desearía poder decirte lo mucho que aprecio tu dedicación a tu llamamiento como maestra visitante. Tú eres un perfecto ejemplo de las mujeres que, desde los tiempos de Nauvoo, se han prestado servicio unas a otras por medio de visitas amorosas e inspiradas del programa de maestras visitantes. Has demostrado ese servicio y amor mediante la forma en la que has visitado con afecto a mi nuera menos activa.
Gracias.