2016
Cuando la pornografía afecta el hogar — Tanto la esposa como el esposo necesitan sanar
Abril de 2016


Cuando la pornografía afecta el hogar — Tanto la esposa como el esposo necesitan sanar

He visto de primera mano que el poder del Salvador puede sanar tanto a la esposa como al esposo cuando este tiene problemas con la pornografía.

husband, wife, and Christ

Fotografías tomadas con personas que posan como modelos.

En mis primeros seis meses como obispo, varios matrimonios de mi barrio vinieron a verme confidencialmente para contarme el problema que el esposo tenía con la pornografía. En algunos casos, la esposa aún estaba recuperándose del impacto de apenas haberse enterado del devastador secreto, mientras que en otros, ya lo sabía desde hacía meses o años.

He sentido compasión por cada uno de esos matrimonios y también he sentido el poder redentor del Salvador al dar consejos con regularidad y con cautela a cada uno de los hermanos para ayudarle a “[sacudir]… las cadenas… que [querían atarlos] fuertemente” (2 Nefi 9:45).

Sin embargo, tal vez la influencia del Espíritu se sintió mucho más al hablar con la esposa de cada uno de ellos. Me he dado cuenta de que, si bien algunas heridas son recientes y otras ya han dejado marcas con los años, todas esas hermanas sobrellevan un fuerte dolor espiritual al hacerse preguntas como: “¿Qué he hecho para que ya no se sienta atraído por mí?” o “¿Por qué desea imaginarse con otra persona y no conmigo?”.

Debido a que es el esposo el que ha cometido la transgresión, es fácil para un obispo pensar que es él el que más necesita acceso a las llaves que ponen el poder sanador del Salvador en acción; pero he visto que la necesidad que tiene la esposa de recuperarse del dolor y del trauma es tan grande como la del esposo de sanar del pecado y de los impulsos obsesivos.

En el discurso que dio a los nefitas, el profeta Jacob condenó a los hombres por su conducta infiel para con sus esposas,“[muchas] de [las] cuales [eran] de sentimientos sumamente tiernos, castos y delicados ante Dios, cosa que agrada a Dios” (Jacob 2:7). Jacob continuó: “Habéis quebrantado los corazones de vuestras tiernas esposas… por causa de los malos ejemplos que les habéis dado; y los sollozos de sus corazones ascienden a Dios contra vosotros” (Jacob 2:35). Yo he visto esos sollozos de primera mano. Con frecuencia nacen no solo del profundo sentimiento de traición que la esposa alberga a causa del uso que el esposo hace de la pornografía, sino también de las palabras degradantes y la conducta hosca que a menudo afloran a consecuencia de esa batalla interior. De hecho, no es nada raro que, cuando se descubre el hábito del hombre, este empiece a culpar a la esposa de la conducta de él y a mencionar cosas que ella ha hecho o que ha dejado de hacer. Lamentablemente, tampoco es nada raro que la esposa comience a aceptar e incluso a creer esas acusaciones.

Tal fue el caso de un matrimonio que fue a mi oficina solo días después de que el esposo revelara su hábito de ver pornografía, el cual lo había acosado desde que era joven. Mientras escuchaba una lección de la Sociedad de Socorro basada en el discurso que la hermana Linda S. Reeves pronunció en la Conferencia General de abril de 2014 titulado: “Cómo protegerse de la pornografía: Un hogar centrado en Cristo”, la esposa comenzó a reconocer en la conducta de su esposo muchas de las tendencias que la maestra describía. Después de la lección, ella confrontó al esposo con la pregunta y él le confesó el secreto que había ocultado por tanto tiempo. A la ya maltratada autoestima de la esposa, ahora se sumaba un fuerte resentimiento. Durante su primera entrevista conmigo, les era difícil ver cómo podrían seguir adelante con su matrimonio. Yo les aseguré que había esperanza, les di algunos consejos iniciales y los invité a que regresaran a hablar conmigo individualmente.

Además de las fervientes oraciones que yo ofrecía a fin de prepararme para esas entrevistas, también repasaba las sugerencias que ofrecen los Recursos para ministrar en LDS.org, en particular los de apoyo para el cónyuge de la persona que tiene problemas con la pornografía, donde leí lo siguiente: “Exprésele el amor y la preocupación que siente por ella, así como por su cónyuge. Aclárele que ella no es responsable de la participación de su cónyuge en pornografía ni de su mal comportamiento, y que no se espera que ella sufra maltrato”.

Al hablar con esa hermana, seguí ese consejo e hice hincapié en que los actos de su esposo no tenían nada que ver con ella ni tampoco con algo que había hecho o dejado de hacer, sino que más bien derivaban del conflicto interno que él tenía. Observé que le sobrevino una sensación de alivio y consuelo cuando comenzó a comprender esas palabras y sintió su veracidad por medio de la confirmación del Espíritu. Al final de la entrevista me preguntó si podía darle una bendición del sacerdocio. Me di cuenta de que yo era el único al que ella podía acudir para recibir una bendición en ese momento, ya que prefería mantener al margen de la situación a familiares y amigos.

A fin de ayudar con el proceso de sanación, invité al esposo a que asistiera a un grupo de recuperación de adicciones local de Santos de los Últimos Días, y animé a su esposa a que asistiera al grupo correspondiente para cónyuges y familiares. Ella me habló del consuelo que sentía al reunirse con otras hermanas que comprendían el sufrimiento de ella y de la esperanza que le daba ver parejas que habían pasado por la misma prueba y que habían podido salir de ella juntos.

Ahora ya han pasado varios meses desde que hablé por primera vez con ese matrimonio, y el amor e interés que siento por ellos han aumentado gracias a las varias entrevistas que tuvimos. Si bien soy consciente de que habrá reveses en su camino, para mí es un gozo enterarme de cada mes adicional que el esposo se mantiene alejado de la lujuria y la pornografía, y ver cómo su esposa aumenta su autoestima y confianza, lo cual es muy evidente.

En las entrevistas recientes que he tenido con ellos, la angustia y las lágrimas que hubo en el principio han sido reemplazadas con sonrisas frecuentes e incluso carcajadas; pero quizás lo mejor de todo ha sido la esperanza, la esperanza de que su matrimonio no solo puede mantenerse a flote, sino que hasta tiene el potencial de ser algo hermoso y exaltador.

Reconozco que, lamentablemente, no todos los casos se resuelven como el de esta pareja. Es posible que algunos matrimonios fracasen si el que está involucrado con la pornografía rehúsa mejorar. No obstante, he aprendido que, independientemente de la senda que decida seguir el esposo, el consejo de ministrar a la esposa es inspirado. Espero que ninguna hermana que se encuentre en una situación similar jamás sienta que su obispo la subestima, la juzga mal o no la comprende. La ministración del obispo es un medio importante por el cual el Salvador manifiesta Su poder para sanar totalmente el corazón de cada persona, incluso aquel que ha sido “[traspasado] de profundas heridas” (Jacob 2:35).

family studying scriptures

Abajo: Kerri quedó destrozada al enterarse del problema que tenía su esposo con la pornografía, pero encontró esperanza y sanación por medio de Jesucristo y Su expiación. Vea su relato en: SobreponerseALaPornografía.org.