Estudia, lee, repasa, ora. Repite.
El autor vive en la provincia de Cautín, Chile.
Sin una beca de estudios, no podía solventar los gastos de la universidad.
En Chile, para poder ingresar a la universidad, se debe rendir una prueba de selección. Tenía el deseo de estudiar ingeniería en una universidad que se encontraba lejos de mi hogar. Como eso resultaría muy caro, mi meta era lograr una alta puntuación en la prueba de selección, para que se me otorgara una beca de estudios.
Sabía dónde y lo que quería estudiar, y también sabía lo que debía hacer para lograrlo. Comencé a prepararme para la prueba. Estudié, leí y repasé el material, pero todavía no lograba la puntuación necesaria en los exámenes de práctica. Me dirigí a mi Padre Celestial en oración, y le pedí que aumentara mi inteligencia e iluminara mi entendimiento para poder lograr mi meta. Oré diariamente pidiendo eso, por un año completo. Fui a clases especiales de preparación en mi colegio y además me matriculé en un instituto orientado a ese mismo propósito.
Mantuve mi estudio diario de las Escrituras y no falté ni un solo día a Seminario. Cumplí con mis asignaciones del Sacerdocio Aarónico y nunca estudié en un día domingo, sin importar cuán desesperada fuera la situación. Sabía que el domingo es el día del Señor y quería guardarlo como mis padres me habían enseñado. Sabía que no podía privarme de las bendiciones que mi Padre Celestial tenía para mí, especialmente cuando más las necesitaba. A pesar de todo esto, todavía no lograba obtener la puntuación que necesitaba en los exámenes de práctica.
Mi familia y yo oramos y ayunamos, y mi papá me dio una bendición. Con toda esta preparación espiritual y general, rendí la prueba. No solo obtuve la puntuación que necesitaba, sino que sobrepasé mi meta, logrando uno de los porcentajes más altos posibles en la sección de matemáticas. Recibí las becas y beneficios que necesitaba, y pude estudiar en la universidad que yo escogí.
Desde que era joven entendí que, si yo hacía todo lo que estaba a mi alcance y cumplía con mis responsabilidades espirituales en primer lugar, mi Padre Celestial me bendeciría. Puede que las cosas no siempre funcionen de la forma en que esperamos, pero Dios siempre va a cuidar de nosotros. Sé que solo con Su ayuda todas las cosas son posibles.