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Seré de buen ánimo
Durante el tiempo que duró mi embarazo, me había preparado para un parto normal y tenía todo previsto para la llegada de mi bebé. Hacia finales de octubre del 2020 me encontraba cursando la semana treinta y siete de mi embarazo y, pese a todas las medidas sanitarias que adoptamos como familia, mi esposo se contagió de Covid-19 y me contagió a mí. En ese momento, me dio muchísimo miedo ver a mi esposo luchando con los síntomas, más aún porque recientemente había fallecido un familiar por el virus y temía que pasara lo mismo con él. Finalmente, él se recuperó rápido, pero yo no. A pedido del médico que me trataba y aún enferma de Covid, asistí al sanatorio para realizarme una cesárea una semana después de haberme contagiado. Por protocolo del Covid-19 no podía ir a parto natural, debería estar aislada y separada de mi bebé por 20 días por lo que no podría amamantarla.
En ese momento sentí que mi corazón se partía en mil pedazos, la llegada al mundo de mi bebé no iba a ser como yo tanto esperaba y planifiqué. Me preguntaba repetidas veces: “¿Por qué esto nos pasó a nosotros? Si nos hemos cuidado tanto”. Después pensaba: “¿Habremos hecho algo malo?”. Pero algo me hacía sentir constantemente en mi corazón y en mi mente que no era un castigo, sino que era una prueba; entonces empecé a orar en mi corazón. Le pedí perdón al Padre Celestial por mis errores, y le pedía por favor que no me sintiera sola ni nerviosa. Sentí muy claro en mi mente una voz que me decía “Necesito que seas de buen ánimo” y dije “está bien, seré de buen ánimo”. Pensaba que si yo estaba en esa situación era porque el Padre Celestial sabía que yo podría superarla.
Me comprometí a ser de buen ánimo. Me internaron en un piso del Sanatorio donde estaban solo pacientes de Covid. Mi esposo pudo acompañarme porque ya se había recuperado totalmente y tras 12 horas de espera, entré a quirófano.
Mientras me realizaban la cesárea mi doctor se asombró mucho, porque mi bebé estaba tres veces envuelta en el cordón umbilical. Me explicó que si yo hubiese ido a un parto natural como tenía programado, se habría complicado todo, y seguro habría terminado en una cesárea de urgencia y mi bebé se podría haber asfixiado. Después de todo, pude amamantar a mi bebé que estuvo diez días en neonatología hasta que yo me terminaba de recuperarme del Covid.
Ese tiempo, si bien fue difícil, pudimos acondicionar nuestro hogar para la llegada de nuestra bebé, y también pude recuperarme muy rápido de la cesárea.
Algunas hermanas de la Sociedad de Socorro sabían por lo que estaba pasando; sentí muy claro en mi corazón que era por las oraciones de esas hermanas. Sentí que las oraciones de fe de cada persona que nos acompañó a la distancia tuvieron poder sobre mi familia. Tuve la misma impresión cuando mi hisopado, tras los diez días de espera, finalmente dio negativo.
Sentí que todo tenía su propósito, entendí por qué nos habíamos enfermado. Sentí cómo El Señor nos salvó de una situación muy grave, y le di gracias al Padre Celestial. Reconocí que Sus propósitos van más allá de nuestro entendimiento.
El 16 de noviembre pudimos retirar a nuestra bebé Sarah del sanatorio y ya está con nosotros. Estoy muy agradecida al Padre Celestial por las pruebas; y aunque no las comprendamos al principio, siempre tienen un propósito especial en nuestra vida.