Mensaje de los líderes del Área
Uno en Cristo — Construir puentes
Recientemente, leí una historia sobre dos hermanos que vivían en granjas contiguas y que se enfrentaron por un conflicto. Después de haber compartido maquinaria, bienes y tierras durante décadas, su colaboración se hizo pedazos. Comenzó con un pequeño malentendido que se convirtió en una gran diferencia, en un enfado y en semanas de silencio.
Una mañana, un carpintero que buscaba trabajar unos días llamó a la puerta del hermano mayor. “¿Hay algo en lo que pueda ayudarlo?”, preguntó el carpintero con su caja de herramientas bajo el brazo.
El hermano mayor dijo: “¡Sí! Mire al otro lado del arroyo, en aquella granja. Es de mi hermano pequeño. La semana pasada abrió un paso más amplio para el agua y acabó creando un arroyo muy ancho entre nuestras granjas. Por favor, constrúyame algo para que no tengamos que vernos la cara desde el otro lado”.
El carpintero dijo: “Creo que entiendo la situación. Puedo ayudarle”. Dicho esto, el carpintero se puso a trabajar y se pasó todo el día midiendo, aserrando y clavando.
Al atardecer, el hermano mayor regresó al arroyo cuando el carpintero acababa de terminar su tarea. El hermano nunca podría haber imaginado lo que vio. ¡Era un puente que se extendía de un lado a otro del arroyo! ¡Era precioso! Para su sorpresa, su hermano pequeño cruzó el puente a su encuentro con una gran sonrisa y los brazos abiertos para abrazarlo.
“Eres verdaderamente humilde y amable, hermano mío. ¡Después de todo lo que te he hecho y dicho, sigues demostrando que nuestra relación no puede romperse nunca! Siento mucho mi comportamiento”, dijo el hermano menor mientras lo abrazaba.
Al girarse vieron cómo el carpintero se colocaba la caja de herramientas al hombro. “¡No, espere! Quédese unos días. Tengo muchos otros proyectos para usted”, dijo el hermano mayor.
“Me encantaría quedarme”, dijo el carpintero, “pero tengo muchos otros puentes que construir”.
Nuestro Salvador construyó el puente que lleva a la vida y a la felicidad. Por medio de Él encontramos esperanza, guía y vida eterna. Él es el ejemplo de cómo cuidar a los demás con amor y verdadera intención. Si nos aceptamos unos a otros con nuestros particulares talentos, errores, diferencias y hábitos, abriremos la puerta a la invitación que nos hace Cristo de seguirlo. Los convenios que hacemos representan los puentes y cruces que nos unen entre nosotros y con Él. Crucemos con Él, individual y colectivamente, todos los ríos y obstáculos que nos separan.
Independientemente del lugar en el que nos encontremos, de nuestro color, cultura, intereses, profesión, estado civil y social, educación u orientación sexual, todos somos hermanos y hermanas. Nos pertenecemos y nos necesitamos unos a otros. Él nos ama a todos. Todos somos hijos de Dios y cada uno de nosotros tomó la decisión de venir a esta tierra. No podemos hacerlo solos. Podemos ser uno, a pesar de nuestras diferencias; y como somos diferentes, ¡nos necesitamos!
“Si somos verdaderos discípulos del Señor Jesucristo, en todo momento tenderemos una mano de amor y comprensión a todo nuestro prójimo”1.
Todos los que decidimos recorrer el camino del discipulado, junto con la nueva generación y los misioneros de tiempo completo, seguimos esta enseñanza y nos elevamos ante la invitación de nuestro profeta de recoger a Israel y ser uno en Cristo. “El recogimiento de Israel es el desafío más grande, la causa más sublime y la obra más grandiosa sobre la tierra hoy en día”2. Nos sentimos especialmente agradecidos por la energía, la visión y la voluntad de nuestros jóvenes de poner el hombro a la lid y construir nuevos puentes. Necesitamos poner todas las manos a la obra y alzar todos los brazos. Necesitamos a todos.
Que siempre escuchemos la llamada de Cristo y estemos dispuestos a abrir la puerta. Que confiemos en Él y construyamos puentes que alcancen, unan y sanen a todos los hijos de Dios.
Se genera poder cuando los corazones están entrelazados3 con unidad y amor el uno para con el otro. Esta es una sola obra, es la obra de Dios. Es esencial que nos unamos todos y trabajemos en amor y unidad4. De esto testifico en Su nombre, Jesucristo. Amén.