Un instrumento de consuelo
La mayoría de los domingos, nuestra pequeña capilla recibe miembros de otros países que nos visitan durante sus vacaciones. Por lo general, cuando asisten a la reunión sacramental, se sientan juntos como familia en una misma fila. Pero un domingo de marzo, tuvimos muchos visitantes y entre ellos había una familia compuesta por los padres y sus dos hijos. Su hijo mayor, de unos cuatro años, entró en la capilla y decidió sentarse a mi lado. Teddy, así se llama, me saludó y charlamos brevemente. Durante la reunión sacramental, Teddy me preguntó con mucho interés cuál era el nombre de cada himno que cantábamos. Al escuchar cada himno levantaba un pulgar hacia arriba demostrando así que le gustaba, pero sin dejar de ser reverente. También jugó con un librito que tenía dibujos de animales en el que colocaba pegatinas y creaba diferentes animales. Al concluir la reunión sacramental, Teddy se puso de pie, me dio los dibujos como regalo, puso su nombre en ellos, me abrazó fuertemente y me dijo: “Fue un placer conocerte” y se despidió de la manera más amorosa, dulce y pura como solo un niño lo puede hacer.
En ese pequeño momento tan especial, pude sentir el amor puro del Padre Celestial y de Jesucristo. Llegó a través del abrazo de Teddy cuando más lo necesitaba.
Vino a mi mente Isaías 25:4: “Porque fuiste fortaleza para el pobre, fortaleza para el menesteroso en su aflicción, amparo contra la tempestad, sombra contra el calor”.
Pude ver que mis oraciones de consuelo y fortaleza fueron contestadas a través del abrazo y del amor de un niño. Así como Dios me mostró amor y consuelo como Su hijo a través de Teddy, nosotros también podemos ser instrumentos de consuelo en las manos de Dios para otra persona.
Dios conoce a Sus hijos y envía a los que menos espera, en el momento más oportuno e inesperado para consolarnos.
Testifico que el Padre Celestial conoce las necesidades de cada uno de Sus hijos y, si nos volvemos al Padre Celestial en el nombre de Jesucristo con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, Él se manifestará y recibiremos la respuesta y el consuelo de la manera perfecta para nuestra necesidad. Él nos ama y quiere que seamos felices y progresemos espiritualmente.
Es mi testimonio de que sin Jesucristo la vida sería muy difícil de soportar. Los invito a confiar y a ejercer su fe y verán milagros, sentirán Su presencia y nunca estarán solos en sus dificultades. Jesucristo vive y es el camino, la verdad y la vida.
En el nombre de Jesucristo. Amén