2024
El pesebre feo
Diciembre de 2024


“El pesebre feo”, Liahona, diciembre de 2024.

Voces de los Santos de los Últimos Días

El pesebre feo

Después de comprar un pesebre dañado, obtuve una mayor comprensión del sacrificio del Salvador por nuestros pecados.

Pieza rota de un pesebre y una caja en el fondo

Hace años, cuando mis hijos eran pequeños, los llevé conmigo a hacer las compras. Mientras estábamos de compras, encontramos varios pesebres económicos, uno de ellos en una caja pequeña. Este pesebre estaba hecho de forma tosca, probablemente de cerámica, y solo tenía cinco piezas: María, José, un pastor, un rey mago y un Niño Jesús.

Cuando mi hijo abrió la caja, una pieza se salió y cayó al suelo, partiéndose en dos. Después de consolar a mi hijo por su error, pensé: “Bueno, supongo que voy a comprar ese pesebre feo”. No era un pesebre que normalmente habría exhibido en mi casa, pero como mi hijo lo había roto, lo compré y lo llevé a casa.

Una vez que los niños estuvieron en la cama, saqué el pequeño pesebre y pensé en tirarlo a la basura. Era pequeño y feo a mis ojos. Sin embargo, la pieza que se había roto era la del Niño Jesús. ¡No podía simplemente tirar al Niño Jesús a la basura! Así que pegué la pieza y cada año desde entonces hice un pequeño lugar en nuestra casa para ese pequeño pesebre.

El año pasado, mientras colocaba las piezas del pesebre en trozos de papel para protegerlas, volví a mirar al Niño Jesús. Luego eché un vistazo a la caja mientras colocaba esa pieza adentro. Me di cuenta de que nunca había quitado la etiqueta del precio: un dólar con veinticinco centavos. Ese era el precio que había pagado para redimir el error de mi hijo.

Ese pensamiento me hizo detenerme y meditar en nuestro Salvador. Acudieron a mi mente pensamientos sobre Jesucristo y pensé en el precio que Él había pagado para redimirme a mí de mis pecados. ¡Qué pequeño precio había pagado por el error de mi hijo en comparación con Su sacrificio por mis pecados! Pagué el precio del pesebre por mi hijo porque lo amo y el Salvador pagó el precio por nosotros porque Él nos ama (véase 1 Corintios 6:19–20).

Así como yo había reparado al Niño Jesús roto, Él puede reparar nuestra vida rota. Pensé en la gratitud que siento por la Expiación que Jesucristo llevó a cabo por mí y por cada uno de los hijos de Dios, y por la esperanza que podemos tener en nuestro Salvador. Ese pesebre feo ya no es tan feo para mí.