“A dónde acudir en busca de esperanza, paz y propósito cuando la vida cambia”, Liahona, diciembre de 2024.
Jóvenes adultos
A dónde acudir en busca de esperanza, paz y propósito cuando la vida cambia
El conocimiento del Evangelio y de la Expiación de Jesucristo brinda esperanza, paz y propósito en esta época navideña.
Durante nuestra travesía terrenal, todos afrontaremos experiencias que pueden ayudarnos a llegar a ser mejores discípulos de Jesucristo. Sin embargo, las circunstancias de nuestra vida a menudo cambian, y eso puede requerir que ajustemos nuestra forma de vivir.
No obstante, hay esperanza para aquellos que “mira[n] hacia [Cristo] en todo pensamiento” (Doctrina y Convenios 6:36), y hay “esperanza de un mundo mejor” y de un futuro mejor para aquellos que creen en Dios (Éter 12:4).
Las Escrituras enseñan, inspiran y nos muestran cómo las personas del pasado —antes, durante y después del ministerio terrenal y de la misión de Cristo— respondieron a sus circunstancias. Por ejemplo, el Señor mandó al profeta Lehi, en el Libro de Mormón, que abandonara su hogar y todas sus posesiones, huyera al desierto con su familia y emprendiera el camino hacia un destino desconocido. Durante el viaje, Lehi afrontó oposición, angustia, ansiedad, dolor y desilusión. Esas experiencias lo prepararon a él y a su familia para la tierra prometida.
Muchos de nosotros afrontamos desafíos como Lehi. Puede que algunos estén preocupados por su familia, su matrimonio, su educación o su empleo. Otros tal vez se sientan lejos del Padre Celestial y del Salvador Jesucristo debido a sus malas decisiones, o se sientan solos porque se han mudado a otra ciudad o se han cambiado de escuela.
Esta época navideña nos brinda una oportunidad especial de centrarnos en la paz que Jesucristo nos ofrece. Sean cuales sean tus sentimientos, circunstancias o ubicación, recuerda que pueden ocurrir milagros si “[sigues] adelante con firmeza en Cristo” (2 Nefi 31:20).
Una época de incertidumbre y agitación
Mientras servía como misionero en la Misión Costa de Marfil Abiyán en 1998, oí hablar de la agitación política y la situación social en mi país, la República Democrática del Congo. Todos los días salía con mi compañero a hacer proselitismo. Cuando me presentaba y decía que era de la República Democrática del Congo, la gente me hablaba de la gravedad de lo que estaba sucediendo entre el Gobierno y los grupos rebeldes allí, particularmente en Kinsasa, la capital, donde vivía mi familia. Se me partía el corazón cuando escuchaba que la gente de mi país estaba pasando hambre y que muchas personas habían sido asesinadas.
Me comuniqué con mi bondadoso y preocupado presidente de misión para averiguar si sabía algo más acerca de la situación o si había recibido alguna información sobre mi familia. Me sentía desesperado y lloraba durante horas. Quería darme por vencido. Sentía que el Señor había abandonado a mi familia y a mí.
Mi compañero y otros misioneros me ofrecieron apoyo y atención durante ese tiempo. Cuando estaba a punto de dejarlo todo, el élder Joseph Wheeler, un buen amigo mío, compartió un pasaje de las Escrituras que nunca olvidaré.
En 1830, el profeta José Smith recibió una revelación para Thomas B. Marsh. Thomas había sido recientemente bautizado y ordenado élder de la Iglesia. También había sido llamado a predicar el Evangelio. En ese momento, Thomas necesitaba cierta seguridad y el Señor le dijo por medio del Profeta:
“Thomas, hijo mío, bendito eres por motivo de tu fe en mi obra.
“He aquí, te han sobrevenido muchas aflicciones a causa de tu familia; sin embargo, te bendeciré a ti y a tu familia, sí, a tus pequeñitos; y viene el día en que creerán y conocerán la verdad, y serán uno contigo en mi iglesia.
“Alza tu corazón y regocíjate, porque la hora de tu misión ha llegado; y será desatada tu lengua y declararás buenas nuevas de gran gozo a esta generación […].
“Por tanto, mete tu hoz con toda tu alma, y tus pecados te son perdonados, y tus espaldas serán cargadas de gavillas, porque el obrero es digno de su salario. Por consiguiente, tu familia vivirá” (Doctrina y Convenios 31:1–3, 5; cursiva agregada).
Esa era la respuesta que buscaba. Estaba haciendo la obra del Señor, y el conocimiento y la verdad del Evangelio y la Expiación de Jesucristo trajeron esperanza y propósito a mi vida durante ese tiempo de incertidumbre.
Cuatro principios para hallar paz
Los siguientes cuatro principios pueden ayudarte cuando no sepas a dónde acudir en busca de esperanza, paz y propósito en tu vida:
1. Cree que hay esperanza y una solución al vacío o desánimo que sientes. La esperanza se halla en Jesucristo, en Su Expiación y en Su Evangelio. El Salvador dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Con Él, siempre existe la esperanza de esa vida abundante.
2. Ten gozo independientemente de las circunstancias o los desafíos de tu vida. Nuestro amado profeta, el presidente Russell M. Nelson, enseñó:
“El gozo que sentimos tiene poco que ver con las circunstancias de nuestra vida, y tiene mucho que ver con el enfoque de nuestra vida.
“Si centramos nuestra vida en el Plan de Salvación de Dios […] y en Jesucristo y Su Evangelio, podemos sentir gozo independientemente de lo que esté sucediendo —o no esté sucediendo— en nuestra vida. El gozo proviene de Él, y gracias a Él”.
Aun cuando llores y te lamentes, el mundo se alegrará a causa de Jesucristo, y tu tristeza se convertirá en gozo. Y nadie te quitará tu gozo (véase Juan 16:20, 22).
3. Sé compasivo y presta servicio a los demás. El Salvador Jesucristo “anduvo haciendo bienes” (Hechos 10:38). Ora a fin de recibir la fortaleza para ser la respuesta a la oración de otra persona. Sonríe, habla y camina con las personas que te rodean; escúchalas y dedícales tiempo. Alienta, comparte lo que sabes que es verdad y perdona a los demás. Estos actos sencillos tendrán un profundo impacto en ti y en otras personas.
4. Arrepiéntete y esfuérzate por guardar tus convenios. El presidente Nelson enseñó:
“Debido a que el Salvador, por medio de Su expiación infinita, nos redimió a todos nosotros de la debilidad, los errores y el pecado, […] conforme se arrepientan verdaderamente y busquen Su ayuda, podrán elevarse por encima de este mundo precario actual […].
“A pesar de las distracciones y distorsiones que se arremolinan a nuestro alrededor, pueden hallar verdadero descanso —es decir, alivio y paz— incluso en medio de sus problemas más acuciantes”.
El presidente Nelson ha enseñado que tendrás “un mayor acceso al poder de Jesucristo” si te arrepientes y te esfuerzas cada día por guardar los convenios que has hecho con tu Padre Celestial y con Jesucristo en el bautismo y en el templo. Su poder “nos fortalece para soportar mejor nuestras pruebas, tentaciones y pesares. Ese poder nos facilita el camino”.
Eres hijo o hija de un amoroso y bondadoso Padre Celestial. Él desea que progreses y tengas gozo, lo cual solo es posible por medio de Su Hijo, Jesucristo, a quien podemos esforzarnos por recordar siempre durante esta época navideña, y todas las épocas que vengan después. Sé que el Evangelio de Jesucristo y Su Expiación pueden brindar esperanza, paz y propósito a tu vida.