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Capítulo 41: Doctrina y Convenios 103; 105


“Capítulo 41: Doctrina y Convenios 103; 105”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno, 2017

“Capítulo 41”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 41

Doctrina y Convenios 103105

Introducción y cronología

El 24 de febrero de 1834, Parley P. Pratt y Lyman Wight se reunieron con el profeta José Smith y el sumo consejo de Kirtland para explicar la difícil situación de los santos de Misuri y para pedirles consejo y ayuda. Ese mismo día, el Profeta recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 103, en la que el Señor prometió que los santos serían “restaura[dos] en la tierra de Sion” si no “profana[ban] sus heredades” (DC 103:13–14), y mandó a los líderes de la Iglesia que consiguieran recursos y reclutaran a personas para ayudar a los santos de Misuri.

En obediencia a este mandato del Señor, el profeta José Smith y más de 200 voluntarios formaron el Campamento de Israel (posteriormente conocido como el Campo de Sion) para ir a ayudar a los santos que habían sido expulsados de sus hogares en el condado de Jackson, Misuri. El 22 de junio de 1834, cuando estaban acampados a unos seis kilómetros al norte del río Fishing, en Misuri, José Smith dictó la revelación registrada en Doctrina y Convenios 105, en la que el Señor explicó que los santos debían “esper[ar] un corto tiempo la redención de Sion” (D. y C. 105:9). Además, el Señor dio instrucciones sobre lo que debía ocurrir para que Sion fuera redimida, o reclamada por los santos, en el futuro.

Noviembre–diciembre de 1833Se obliga a los santos a salir del condado de Jackson, Misuri.

24 de febrero de 1834Se recibe Doctrina y Convenios 103.

Marzo–mayo de 1834Los líderes de la Iglesia reclutan a hombres y recaudan dinero para preparar la marcha hacia Misuri.

Mayo de 1834Los miembros del Campo de Sion se ponen en marcha desde Ohio y Michigan hacia Misuri.

15 de junio de 1834El profeta José Smith se entera de que el gobernador Daniel Dunklin no pondría a disposición una milicia para ayudar a los santos a regresar a sus hogares en el condado de Jackson, Misuri.

22 de junio de 1834Se recibe Doctrina y Convenios 105.

Finales de junio de 1834Los integrantes del Campo de Sion y otros miembros de la Iglesia se ven aquejados por el cólera.

Principios de julio de 1834Se desmoviliza a los integrantes del Campo de Sion.

Doctrina y Convenios 103: Antecedentes históricos adicionales

Cuando los santos que vivían en el condado de Jackson, Misuri, fueron expulsados de sus hogares a finales de 1833, muchos de ellos encontraron refugio al otro lado del río Misuri, en el condado de Clay, Misuri. El profeta José Smith se enteró de la situación que vivían esos santos por medio de las cartas que ellos le enviaban. A principios de enero de 1834, Parley P. Pratt y Lyman Wight se presentaron como voluntarios para viajar desde Misuri hasta Kirtland, Ohio, a fin de hablar con José Smith en persona y comunicarle la situación de los santos de Misuri.

El 24 de febrero de 1834, el profeta José Smith, el recientemente creado sumo consejo de Kirtland y otras personas se reunieron para escuchar a Parley P. Pratt y Lyman Wight. El grupo analizó cómo se podría ayudar a los santos a regresar a sus hogares en el condado de Jackson. El Profeta declaró que estaba decidido a ir a Misuri y ayudar a redimir a Sion, y otras treinta o cuarenta personas que asistieron a la reunión también se comprometieron a ir (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, edición de Gerrit J. Dirkmaat y otros, 2014, págs. 453–454).

En algún momento de ese mismo día, el profeta José Smith recibió la revelación que está registrada en Doctrina y Convenios 103. Esta revelación se consideró, en parte, la continuación del cumplimiento de la profecía que se había recibido seis meses antes en la que el Señor había indicado que el Profeta dirigiría “la fuerza de mi casa… a la tierra de mi viña, y redimi[ría] mi viña” (véase D. y C. 101:55–56). Obedeciendo la revelación registrada en Doctrina y Convenios 103, los líderes de la Iglesia viajaron durante varias semanas entre muchas congregaciones de los santos para recoger fondos y suministros y reclutar a voluntarios que los ayudaran en una expedición que originalmente se conoció como Campamento de Israel y más adelante se llamó Campo de Sion (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, págs. 453–454, 457–459).

Mapa 9: Ruta del Campo de Sion, 1834

Doctrina y Convenios 103:1–20

El Señor promete que Sion será redimida

Doctrina y Convenios 103:1–3. “… cómo obrar en el desempeño de vuestros deberes concernientes a… vuestros hermanos”

A finales de julio de 1833, los líderes de la Iglesia de Misuri se vieron obligados a firmar un acuerdo que disponía que la mitad de los santos debía marcharse del condado de Jackson a más tardar el 1 de enero de 1834, y el resto el 1 de abril de 1834 (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, pág. 187). Sin embargo, el profeta José Smith aconsejó a los santos que no vendieran sus terrenos del condado de Jackson y que acudieran a las autoridades gubernamentales para pedir protección y restitución (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, págs. 332–333). Durante las últimas semanas de 1833, los miembros de la Iglesia tuvieron que afrontar una persecución hostil que los llevó a abandonar sus hogares y buscar refugio en el condado de Clay, Misuri, así como en otros lugares. Cientos de miembros de la Iglesia vivieron circunstancias difíciles como refugiados durante los meses del invierno de 1833 a 1834, y vivieron en refugios que habían tenido que construir apresuradamente a lo largo de la orilla norte del río Misuri (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, págs. 346–347, nota 142). En febrero de 1834, el Señor dio a los líderes de la Iglesia que se encontraban en Kirtland, Ohio, “una revelación y mandamiento para que [supieran] cómo obrar en el desempeño de [sus] deberes concernientes a la salvación y redención de [sus] hermanos que ha[bían] sido esparcidos en la tierra de Sion” (D. y C. 103:1).

Cerca y campo en el condado de Clay, Misuri

Muchos de los santos que a finales de 1833 se vieron obligados a abandonar su hogar en el condado de Jackson, Misuri, encontraron refugio cerca de este lugar, en el condado de Clay, Misuri.

De manera similar, los líderes actuales de la Iglesia han amonestado a los santos a tender una mano y ayudar a los refugiados en todo el mundo y en nuestras comunidades. El élder Patrick Kearon, de los Setenta, comparó las dificultades de los refugiados actuales con las de los primeros Santos de los Últimos Días:

“Como miembros de la Iglesia y como pueblo, no tenemos que remontarnos muy lejos en nuestra historia para reflexionar en las épocas en que nosotros fuimos refugiados, expulsados violentamente de casas y granjas una y otra vez…

“El Señor nos ha dicho que las estacas de Sion han de ser una ‘defensa’ y un ‘refugio contra la tempestad’ [D. y C. 115:6; véase también Isaías 4:5–6]. Hemos encontrado refugio. Salgamos de nuestros lugares seguros y compartamos con ellos, de nuestra abundancia, la esperanza por un futuro más brillante, la fe en Dios y en nuestro prójimo y el amor que [ve más allá de] las diferencias culturales e ideológicas hacia la gloriosa verdad de que todos somos hijos de nuestro Padre Celestial” (véase “Refugio de la tempestad”, Liahona, mayo de 2016, págs. 111, 113–114).

La hermana Linda K. Burton, que prestó servicio como Presidenta General de la Sociedad de Socorro, habló también acerca de las dificultades de los refugiados y dio consejos sobre cómo ayudar a las personas necesitadas:

“Hay más de 60 millones de refugiados, incluso las personas desplazadas a la fuerza por todo el mundo; la mitad son niños. ‘Esas personas han pasado enormes dificultades y están empezando una vida nueva en… [otros países y culturas]. Si bien [a veces] hay organizaciones que los ayudan con un lugar donde vivir y artículos de primera necesidad, lo que necesitan es un amigo y aliado que los ayude a [adaptarse] a su nuevo hogar, una persona que los ayude a aprender el idioma, a entender los sistemas y a sentirse conectados’ [‘40 Ways to Help Refugees in Your Community’, 9 de septiembre de 2015, mormonchannel.org]…

“En una carta que la Primera Presidencia envió a la Iglesia el 27 de octubre de 2015, se expresó gran preocupación y compasión por los millones de personas que han huido de sus hogares en busca de alivio de los conflictos civiles y otras dificultades. La Primera Presidencia invitó a las personas, familias y unidades de la Iglesia a participar, en servicio cristiano, en proyectos locales de ayuda a los refugiados y a contribuir al fondo humanitario de la Iglesia, cuando sea posible…

“Al considerar los ‘llamados apremiantes’ de los que necesitan nuestra ayuda, preguntémonos: ‘¿Y qué tal si su historia fuera mi historia?’. Ruego que entonces busquemos la inspiración, actuemos según las impresiones que recibamos y que juntas ayudemos a los necesitados conforme podamos y seamos inspiradas a hacerlo” (“Fui forastero”, Liahona, mayo de 2016, págs. 13–15).

Doctrina y Convenios 103:4–10. “… empezarán a prevalecer en contra de mis enemigos”

El Señor explicó que los santos que se habían visto obligados a marcharse del condado de Jackson, Misuri, sufrieron “porque no escucharon del todo los preceptos y mandamientos que [Él] les [dio]” (D. y C. 103:4; véase también D. y C. 101:2, 6–9). Anteriormente, el Señor había declarado que “había riñas, y contiendas, y envidias, y disputas, y deseos sensuales y codiciosos entre ellos” (D. y C. 101:6). Como seguidores de Jesucristo, se mandó a los santos que fueran “una luz al mundo, y [fueran] los salvadores de los hombres” (D. y C. 103:9). Como algunos santos no habían prestado oído a los mandamientos del Señor, fueron “disciplinados… con una grave y penosa disciplina” (D. y C. 103:4). Sin embargo, el Señor les prometió ayuda y protección divinas si se arrepentían y “escucha[ban] [Su] consejo” (D. y C. 103:5).

El profeta José Smith (1805–1844) impartió la siguiente enseñanza a los líderes de la Iglesia que estaban sirviendo en una misión en Gran Bretaña:

“La obra a la que unidamente nos dedicamos no es cosa común. Los enemigos con quienes tenemos que contender son sutiles y muy diestros en sus maniobras; debemos estar alertas, para concentrar nuestras energías y guardar los mejores sentimientos entre nosotros; y entonces, con la ayuda del Todopoderoso, iremos de victoria en victoria y de triunfo en triunfo; nuestras malas pasiones serán dominadas, nuestros prejuicios huirán, no habrá lugar en nuestro pecho para el odio, el vicio ocultará su deforme cabeza y nos hallaremos aprobados ante los cielos y seremos reconocidos como hijos de Dios.

“Comprendamos que no hemos de vivir para nosotros mismos, sino para Dios; si hacemos esto, las bendiciones más grandes estarán con nosotros tanto en esta vida como en la eternidad” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, págs. 291–292).

El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) afirmó que nuestra capacidad para prevalecer contra quienes se oponen al Señor y a Su obra depende de nuestra obediencia a los mandamientos y las normas del Señor: “Si bien las normas [del mundo] en general parecen inestables, nosotros, los miembros de la Iglesia, no tenemos excusa alguna si nos comportamos de idéntica manera. Contamos con normas certeras, comprobadas y eficaces. Al grado en que las observemos… avanzaremos. Al grado en que las descuidemos, se detendrá nuestro progreso y restaremos mérito a la obra del Señor. Estas normas proceden de Él. Tal vez en el mundo de hoy algunas parezcan un tanto anticuadas, pero ello no resta ni un ápice a su validez ni disminuye la virtud de su aplicación. La sutil astucia de los hombres, a pesar de lo inteligente que parezca o lo convincente que pueda resultar, no puede disminuir la patente sabiduría de Dios” (véase “Sigamos un curso firme”, Liahona, enero de 2005, págs. 4–5).

Doctrina y Convenios 103:11–20. “… la redención de Sion”

En junio de 1831, el Señor declaró a los santos que la tierra de Misuri se consagraría como “la tierra de [su] herencia” (véase D. y C. 52:2–5, 42). La revelación que se dio al profeta José Smith indicaba que la ciudad de Independence, en el condado de Jackson, Misuri, sería el lugar central de la ciudad de Sion, o la Nueva Jerusalén, donde se congregarían los santos procedentes de todas las naciones, se edificaría un templo y los santos morarían seguros y en paz (véanse D. y C. 45:66–69; 57:3; 84:2–4). Sin embargo, a finales de 1833, los miembros de la Iglesia que vivían en el condado de Jackson fueron obligados a abandonar sus hogares y tierras, y “[fueron] esparcidos” (véase D. y C. 103:11).

Tras la expulsión de los santos del condado de Jackson, el Profeta recibió revelaciones que indicaban que Sion sería redimida con el tiempo, es decir, que la tierra prometida moderna se reclamaría o recuperaría después de que los santos fueran santificados (véanse D. y C. 101:16–20; 103:11–15; 105:1–10). En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 103, el Señor comparó la redención de Sion con los hijos de Israel que fueron guiados hasta la tierra de su herencia. El Señor dijo: … levantaré a mi pueblo un varón que lo guiará, como Moisés guio a los hijos de Israel” (D. y C. 103:16; véase también Éxodo 3:7–10). El Señor dijo a los santos que eran “hijos de Israel y de la descendencia de Abraham”, y que era menester sacarlos “de la servidumbre con poder” (D. y C. 103:17). Él les aseguró que no solo iría Su ángel delante de ellos, como había sucedido con los antiguos israelitas, sino que también contarían con Su “presencia” (véase D. y C. 103:19–20). El Señor había retirado Su presencia de los hijos de Israel guiados por Moisés porque eran un “pueblo de dura cerviz” (véase Éxodo 33:2–3).

En una revelación anterior, el Señor había explicado que el profeta José Smith no solo era como un Moisés de los postreros días, sino que cada presidente de la Iglesia sería también “semejante a Moisés” (D. y C. 107:91; véase también D. y C. 28:2).

Doctrina y Convenios 103:21–40

El Señor manda a los santos que regresen a Sion y manda al profeta José Smith que organice el Campamento de Israel

Doctrina y Convenios 103:21–28. El Señor manda al profeta José Smith que vaya a Sion

En diciembre de 1833, el Señor reveló una parábola sobre la redención de la tierra de Sion. En esa parábola, un “cierto noble” había hecho que sus siervos plantaran doce olivos en un “terreno muy escogido” (D. y C. 101:44). Ordenó a sus siervos que “[pusieran] centinelas alrededor de ellos, y edifica[ran] una torre para que uno vigil[ara] el terreno circunvecino” y lo protegiera del enemigo (D. y C. 101:45). Sin embargo, los siervos no terminaron la torre y el enemigo “llegó de noche… y destruyó sus obras y derribó los olivos” (véase D. y C. 101:46–51). Luego, el noble, el Señor de la viña, dijo a uno de sus siervos: “Ve y junta al resto de mis siervos, y toma toda la fuerza de mi casa, mis guerreros… e id luego a la tierra de mi viña y redimid mi viña” (D. y C. 101:55–56).

En la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 103, el Señor declaró que el profeta José Smith era como el siervo de la parábola que “redimiría” o reclamaría la viña (véase D. y C. 103:21). El Señor mandó al Profeta que rescatara a los santos que habían sido dispersados de sus tierras, para lo cual debía guiar hasta Misuri a un grupo compuesto por “la fuerza de mi casa” (D. y C. 103:22). Como esa asignación podía ser peligrosa, el Señor dijo que los integrantes de ese grupo debían estar dispuestos a sacrificar su vida, si fuera necesario, para cumplir Su mandamiento (véase D. y C. 103:27–28).

El presidente James E. Faust (1920–2007), de la Primera Presidencia, explicó que se requiere sacrificio a todos los discípulos de Jesucristo, independientemente de que se les pida o no que sacrifiquen la vida:

“Los verdaderos seguidores del Salvador deben estar preparados para dar la vida, y algunos han tenido el privilegio de hacerlo…

“Sin embargo, a la mayoría de nosotros no se nos requiere morir por la Iglesia, sino vivir por ella. Para muchos, llevar cada día una vida cristiana puede llegar a ser más difícil que entregar la vida” (“El discipulado”, Liahona, noviembre de 2006, págs. 21, 22).

Doctrina y Convenios 103:29–40. “… quinientos de los de la fuerza de mi casa”

Durante una reunión celebrada en Kirtland, Ohio, el 24 de febrero de 1834, tras escuchar el informe de Parley P. Pratt y Lyman Wight sobre el sufrimiento de los miembros de la Iglesia en Misuri, el profeta José Smith y unos treinta o cuarenta hombres que habían asistido a esa reunión se comprometieron a ir a la tierra de Sion para ayudar a los santos que estaban siendo perseguidos (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, pág. 458). En la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 103, el Señor llamó al profeta José Smith y a siete hermanos más a reclutar voluntarios para una expedición a Misuri. Debían reclutar al menos a cien hombres, pero preferiblemente a “quinientos de los de la fuerza de mi casa” (D. y C. 103:30; véase también D. y C. 103:34).

Unos días después de recibir la revelación registrada en Doctrina y Convenios 103, el profeta José Smith y otros siete líderes de la Iglesia se marcharon de la región de Kirtland, Ohio, durante varias semanas, para visitar las congregaciones de los santos, recoger contribuciones y reclutar voluntarios que estuvieran dispuestos a ayudar a los santos de Misuri que habían sido desplazados. Trabajaron con rapidez porque tenían previsto partir el 1º de mayo de 1834. (Véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, págs. 458–459; véase también The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, edición de Matthew C. Godfrey y otros, 2016, pág. xix).

Doctrina y Convenios 105: Antecedentes históricos adicionales

En febrero de 1834, el profeta José Smith anunció su intención de dirigir una expedición de hombres a Misuri para ayudar a los miembros de la Iglesia a recuperar sus hogares y tierras en el condado de Jackson. En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 103, el Señor mandó al Profeta y a siete hombres más que viajaran a las ramas distantes de la Iglesia para reclutar voluntarios que estuvieran dispuestos a ayudar a redimir a Sion (véase D. y C. 103:22–40). Aunque el Señor les había pedido que intentaran reclutar 500 hombres para el viaje, solamente consiguieron reclutar poco más de 200 hombres, a los que acompañaban aproximadamente doce mujeres y diez niños (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. xx).

En varias ocasiones, conforme la hostilidad hacia los santos se iba agravando en Misuri, los líderes de la Iglesia de esa zona pidieron protección al gobernador, Daniel Dunklin, y solicitaron que el estado proveyera una escolta militar para que los santos pudieran regresar a sus tierras y hogares. En diciembre de 1833, William W. Phelps envió una carta a los líderes de la Iglesia de Ohio, en la que explicaba que “el gobernador está dispuesto a restituirnos, pero, en vista de que la Constitución no le otorga poder para protegernos una vez que hayamos regresado, no estamos dispuestos a ir” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo III: febrero de 1833–marzo de 1834, pág. 384).

Los integrantes de la expedición organizada por el profeta José Smith se prepararon para ir a Misuri a colaborar con a la milicia estatal para ayudar a los santos desplazados a regresar a sus hogares. Después, los hombres de la expedición se quedarían en el condado de Jackson como protección. A principios de mayo de 1834, el profeta José Smith partió del noreste de Ohio con unos 100 hombres. Este grupo recibió el nombre de Campamento de Israel y, más adelante, fue conocido como Campo de Sion (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. xx). El grupo recorrió aproximadamente 1450 kilómetros a través de Ohio, Indiana e Illinois de camino a Misuri. Se les unieron otros hombres reclutados por Hyrum Smith y Lyman Wight en el Territorio de Michigan, así como otros hombres que se unieron de camino hacia el oeste (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. xx).

Mientras el Campo de Sion se desplazaba por el norte de Misuri, la tensión fue en aumento en el condado de Jackson y en los condados circundantes a medida que se fue corriendo la voz de que se acercaba un ejército mormón. El profeta José Smith envió a Parley P. Pratt y Orson Hyde al capitolio estatal del estado de Misuri en la ciudad de Jefferson para pedir la ayuda militar que el gobernador, Daniel Dunklin, había prometido a fin de que los santos pudieran reclamar sus tierras en el condado de Jackson. Sin embargo, el gobernador Dunklin se mostró reacio a implicarse en el asunto; eso significó que los santos no recibirían la protección que necesitaban para recuperar sus hogares (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 62).

Campamento en el río Fishing, condado de Clay, Misuri

El Campo de Sion se detuvo en esta zona entre las dos bifurcaciones del río Fishing, en el condado de Clay, Misuri, el 19 de junio de 1834. Esa noche hubo una gran tormenta que protegió a los santos del ataque de un populacho.

Tras recibir la noticia de que el gobernador Dunklin no iba a ayudarlos, los miembros del Campo de Sion continuaron su camino hacia los santos desplazados, quienes se habían refugiado en el condado de Clay, Misuri, y luego acamparon a unos dieciséis kilómetros al noreste de Liberty, Misuri, entre dos bifurcaciones del río Fishing. El 19 de junio, cinco hombres armados se acercaron al campamento y amenazaron con que había unos 400 hombres que iban a atacarlos esa noche. Sin embargo, los integrantes del Campo de Sion fueron protegidos por una fuerte tormenta de granizo que provocó que el cauce del río Fishing subiera unos doce metros, lo que impidió el ataque del populacho (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 63). Los miembros del Campo de Sion consideraron que esa tormenta demostraba que Dios los estaba protegiendo. Un integrante del Campo, Nathan Baldwin, declaró: “Previamente, el Señor había dicho que Él libraría las batallas de Sus santos… y parecía que el mandato de utilizar la artillería de los cielos en defensa de Sus santos hubiera salido directamente de Su presencia” (en Matthew C. Godfrey, “La ofrenda aceptable del Campo de Sion”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016, o history.lds.org).

Para intentar calmar a los ciudadanos de Misuri, el profeta José Smith y otros integrantes del campamento firmaron una declaración el 21 de junio de 1834 en la que indicaban que no tenían la intención de “comenzar hostilidades contra ningún hombre o grupo de hombres”, sino que buscaban una vía pacífica para que los santos pudieran regresar al condado de Jackson (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, págs. 69–70; se ha estandarizado la ortografía). Al día siguiente, el 22 de junio de 1834, el Profeta celebró un consejo para debatir lo que debía hacer el campamento. Durante esa reunión, recibió la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 105, que reveló que la Iglesia ya no estaba obligada a redimir la tierra de Sion en ese momento. Cuando los integrantes del campamento supieron que no tendrían que luchar, algunos lo aceptaron como la voluntad del Señor, pero otros se molestaron y murmuraron, y algunos incluso llegaron a apostatar de la Iglesia (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, págs. 71–72).

Heber C. Kimball, un integrante del Campo de Sion que posteriormente prestó servicio en la Primera Presidencia, indicó que el profeta José Smith, antes de que los miembros del Campo de Sion entraran en Misuri, les había advertido de un castigo: “El hermano José se puso de pie en un carromato y dijo que iba a profetizar. Tras dar muy buenos consejos a los hermanos, los exhortó a ser fieles y humildes, y dijo que el Señor le había dicho que el campamento sufriría un castigo como consecuencia de los espíritus díscolos y rebeldes que había entre ellos, y que morirían como ovejas putrefactas. Pese a ello, si se arrepentían y se humillaban ante el Señor, ese castigo se apartaría en gran medida; ‘pero, tan cierto como que el Señor vive, este campamento sufrirá por ceder a su temperamento rebelde’. Y esto sucedió posteriormente, para aflicción de los hermanos” (Orson F. Whitney, The Life of Heber C. Kimball, 1945, págs. 47–48).

Campamento en Rush Creek, condado de Clay, Misuri

El 24 de junio de 1834, el Campo de Sion acampó en las riberas de Rush Creek, a pocos kilómetros al este de Liberty, Misuri. Allí el grupo fue afectado por un brote de cólera que mató a trece integrantes del Campo de Sion y a dos miembros locales de la Iglesia. Algunas de las víctimas fueron sepultadas cerca de este lugar, en una propiedad de George Burkett, un miembro de la Iglesia.

Dos días después de que se recibiera la revelación registrada en Doctrina y Convenios 105, comenzó un brote de cólera en el campamento, que les provocó vómitos y una fuerte diarrea. Como resultado, 68 personas enfermaron, incluso el profeta José Smith, y murieron trece integrantes del Campo y dos Santos de los Últimos Días que vivían en el condado de Clay (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 72, nota 334).

Doctrina y Convenios 105:1–19

La redención de Sion se posterga “un corto tiempo”

Doctrina y Convenios 105:1–8. “… no han aprendido a ser obedientes”

En la revelación que se encuentra registrada en Doctrina y Convenios 105, el Señor dio algunas de las razones por las cuales no se iba a redimir a Sion en ese momento. Las transgresiones de los santos les impidieron lograr la unidad necesaria para establecer Sion (véase D. y C. 105:3–5). Por ejemplo, los miembros de la Iglesia que vivían fuera de Misuri habían retenido los fondos solicitados para comprar tierras en Misuri y en Kirtland, Ohio, para el templo y para ayudar a la expedición del Campo de Sion (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, págs. 5–6). El 7 de abril de 1834, en una carta escrita antes de que el Campo partiera, el profeta José Smith, junto con dos miembros de la Firma Unida, expresaron su descontento con la falta de respuesta de los santos y dijeron: “Si esta Iglesia, que está [intentando] ser la Iglesia de Cristo, no nos ayuda cuando puede hacerlo sin sacrificio con las bendiciones que Dios le ha concedido… Dios le quitará sus talentos y se los dará a aquellos que no tienen ninguno, e impedirá que obtenga un lugar de refugio o una heredad en la tierra de Sion” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo IV: abril de 1834–septiembre de 1835, pág. 8; se ha estandarizado la ortografía y la puntuación).

Doctrina y Convenios 105:4–5. “… los principios de la ley del reino celestial”

Por medio del profeta José Smith, el Señor dijo a los santos que “no se puede edificar a Sion sino de acuerdo con los principios de la ley del reino celestial” (D. y C. 105:5). La ciudad de Sion será “la Ciudad de Santidad” (Moisés 7:19), “la ciudad de nuestro Dios” (D. y C. 97:19), un lugar puro en el que el Señor pueda morar entre Sus santos. Es una representación del Reino Celestial aquí sobre la tierra. Los “principios de la ley del reino celestial” (D. y C. 105:5) se encuentran en el evangelio de Jesucristo (véase D. y C. 76:50–60). Al vivir los principios del Evangelio, llegamos a ser “uno en corazón y voluntad, y [vivimos] en rectitud; y no [hay] pobres entre [nosotros]”, las características distintivas de Sion (Moisés 7:18).

Zion’s Camp [El Campo de Sion], por Judith A. Mehr

Zion’s Camp [El Campo de Sion], por Judith A. Mehr El 19 de junio de 1834, cuando el Campo de Sion se detuvo para pasar la noche en un terreno entre las bifurcaciones del río Fishing, en el condado de Clay, Misuri, se produjo una tormenta que impidió que un populacho atacara a los santos.

El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, describió de qué manera nosotros, como santos, podemos llegar a estar unidos:

“Al considerar la unidad que se requiere para que Sion florezca, debemos preguntarnos si hemos superado las ‘riñas, y contiendas, y envidias, y disputas’ (véase D. y C. 101:6). ¿Estamos, individualmente y como pueblo, libres de contención y disputas, y unidos ‘conforme a la unión que requiere la ley del reino celestial’? (D. y C. 105:4). El perdonarnos unos a otros es esencial para lograr esa unidad. Jesús dijo: ‘Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los hombres’ (D. y C. 64:10).

“Llegaremos a ser uno de corazón y voluntad si cada uno pone al Salvador como centro de nuestra vida y si seguimos a aquellos a quienes Él ha comisionado para dirigirnos” (“A Sion venid”, Liahona, noviembre de 2008, pág. 38).

Doctrina y Convenios 105:9–13. “… esperen un corto tiempo la redención de Sion”

El Señor explicó que los santos tendrían que esperar “un corto tiempo” antes de que Sion pudiera ser redimida (D. y C. 105:9, 13; véanse también D. y C. 100:13; 103:4). El élder Bruce R. McConkie (1915–1985), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó acerca de lo que los miembros de la Iglesia deben hacer durante ese “corto tiempo” antes de la redención de Sion:

“Un corto tiempo: ¿cuánto durará? ¿Serán doscientos años o trescientos? Aunque el día de la Segunda Venida se ha fijado, el día de la redención de Sion depende de nosotros. Después de que, como pueblo, vivamos la ley del Reino Celestial; después de que obtengamos la experiencia necesaria y aprendamos nuestros deberes; después de que, por la fe y la obediencia, lleguemos a ser como nuestros hermanos santos de la época de Enoc; después de que seamos dignos de ser trasladados, si los propósitos del Señor así lo requirieran en esta época; solo entonces será redimida Sion, y no antes.

“‘… esto no puede llevarse a cabo sino hasta que mis élderes sean investidos con poder de lo alto. Pues he aquí, he preparado una magna investidura y bendición que derramaré sobre ellos, si son fieles y siguen siendo humildes delante de mí’ [D. y C. 105:11–12]. En ese momento no se habían revelado las ordenanzas de la Casa del Señor, y la investidura de poder de lo alto que se recibe por medio de esas ordenanzas era necesaria en la obra celestial que tenían por delante. ‘De modo que me conviene que mis élderes esperen un corto tiempo la redención de Sion’ [D. y C. 105:13]. Por lo tanto, esperamos y nos preguntamos cuánto se prolongará ese ‘corto tiempo’. Con respecto a cuánto durará, no lo sabemos; solo sabemos esto: ese ‘corto tiempo’ es el periodo de preparación asignado a los Santos de los Últimos Días. Durante ese tiempo debemos alcanzar la misma estatura espiritual que lograron aquellos que edificaron la Sion original; solo entonces podremos edificar nuestra Ciudad de Santidad de los postreros días” (A New Witness for the Articles of Faith, 1985, pág. 616).

Doctrina y Convenios 105:16–19. “… me es menester traerlos hasta este punto para poner a prueba su fe”

Aunque parecía que no se había conseguido el principal propósito de la marcha del Campo de Sion a Misuri, el Señor explicó que había aceptado los sacrificios de los participantes como una “ofrenda” y que debían considerar que su experiencia había sido una “prueba [a] su fe” (D. y C. 105:19). El élder Dallin H. Oaks, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

“Si se juzga según su manifiesta finalidad, la expedición [del Campo de Sion] fue un fracaso; no obstante, la mayoría de los hombres que dirigirían la Iglesia durante el medio siglo siguiente, incluso los que condujeron a los santos a través de los llanos para colonizar las montañas del oeste, en aquella marcha [del Campo de Sion] llegaron a conocer al profeta José y recibieron su capacitación inicial como líderes. El élder Orson F. Whitney dijo del Campo de Sion:

“‘La redención de Sion es mucho más que la compra o la recuperación de tierras, la edificación de ciudades e incluso la fundación de naciones; es la conquista del corazón, la sumisión del alma, la santificación de la carne, la purificación y el ennoblecimiento de las pasiones’ (The Life of Heber C. Kimball, 2.ª edición, Salt Lake City: Stevens y Wallis, 1945, pág. 65)” (véase “La espiritualidad”, Liahona, enero de 1986, pág. 47).

En febrero de 1835, cuando el profeta José Smith organizó el Cuórum de los Doce Apóstoles y el Cuórum de los Setenta, ocho de los miembros del Cuórum de los Doce Apóstoles y todos los miembros de los Setenta habían servido en el Campo de Sion. “Según comentó Joseph Young, uno de los primeros miembros de los Setenta, el Profeta explicó lo siguiente a un grupo de esos hombres: ‘El Señor no quería que pelearan; Él no podía organizar Su Reino con doce hombres que abrieran las puertas del Evangelio a las naciones de la tierra, y con otros setenta que estuvieran bajo la dirección de estos y siguieran sus pasos, a menos que los sacara de un grupo de hombres que hubieran ofrecido su vida y hubieran hecho un sacrificio tan grande como el de Abraham’” (en Enseñanzas: José Smith, págs. 299–300).

El presidente Brigham Young y muchos otros hombres que llegarían a ser líderes de la Iglesia recibieron capacitación y vivieron experiencias muy valiosas junto al profeta José Smith durante la marcha del Campo de Sion. El presidente Wilford Woodruff (1807–1898) testificó de las bendiciones que había recibido por participar en el Campo de Sion:

“Yo estuve en el Campo de Sion junto al Profeta de Dios y presencié los tratos de Dios con él. Vi que tenía el poder de Dios; vi que era un profeta…

“Cuando los integrantes del Campo de Sion fuimos llamados, muchos de nosotros jamás nos habíamos visto la cara; éramos extraños los unos para los otros, y algunos no habían visto nunca al Profeta… Nuestros logros fueron grandes, aunque hubo apóstatas e incrédulos que muchas veces nos preguntaron: ‘¿Y qué consiguieron?’. Logramos una experiencia que no habríamos tenido de ninguna otra manera. Tuvimos el privilegio de ver al Profeta y de viajar con él mil seiscientos kilómetros y de contemplar la influencia del Espíritu de Dios en él, las revelaciones que Jesucristo le da y el cumplimiento de esas revelaciones.

“La experiencia que obtuvimos al viajar con el Campo de Sion fue de más valor que el oro” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Wilford Woodruff, 2011, págs. 141143–144).

Doctrina y Convenios 105:20–41

El Señor enseña a los santos lo que deben hacer antes de que se redima a Sion

Doctrina y Convenios 105:23–25, 38–40. “… congregaos cuidadosamente… según el sentimiento del pueblo lo permita”

Después de la disolución del Campo de Sion, el Señor mandó a los santos que siguieran congregándose en otras regiones de Misuri, aunque seguía habiendo hostilidad. El Señor les aconsejó que “no [se jactaran] de [su] fe y obras poderosas” ante sus vecinos, ni sugirieran que sobrevendrían juicios sobre quienes se les opusieran, tal como habían hecho algunos santos anteriormente (D. y C. 105:24). Por el contrario, debían “[izar] un estandarte de paz” (D. y C. 105:39).

Lápida conmemorativa del cementerio de Mound Grove, Independence, Misuri

En 1958, un granjero descubrió los restos de algunas de las víctimas del cólera del Campo de Sion. Esos restos se volvieron a sepultar en 1976 en el cementerio de Mound Grove, en Independence, Misuri.

De manera similar, los líderes de la Iglesia de nuestra época nos han aconsejado que mostremos amor y respeto por todas las personas, sean cuales sean sus creencias o acciones. El élder Dallin H. Oaks enseñó:

“Debemos poner en práctica la tolerancia y el respeto hacia los demás… Por consiguiente, debemos estar alerta para reconocer lo bueno que veamos en todas las personas y en muchas opiniones y prácticas que difieren de las nuestras…

“Ese concepto hacia las diferencias dará como resultado la tolerancia y también el respeto hacia nosotros.

“La tolerancia y el respeto que demostremos a los demás y a sus creencias no nos harán abandonar nuestro compromiso con las verdades que comprendemos y los convenios que hemos hecho… Debemos defender la verdad, aun cuando practiquemos la tolerancia y el respeto hacia las creencias e ideas diferentes de las nuestras y hacia las personas que las profesen” (“El equilibrio entre la verdad y la tolerancia”, Liahona, febrero de 2013, págs. 31, 32).