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Capítulo 48: Doctrina y Convenios 124


“Capítulo 48: Doctrina y Convenios 124”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno, 2017

“Capítulo 48”, Doctrina y Convenios: Manual del alumno

Capítulo 48

Doctrina y Convenios 124

Introducción y cronología

Cuando los miembros de la Iglesia fueron expulsados de Misuri en el invierno de 1838–1839, encontraron refugio en Illinois y en el territorio de Iowa. Después de que se le permitiera escapar de la custodia en abril de 1839, el profeta José Smith se unió a los santos en Quincy, Illinois, y ayudó a establecer un nuevo lugar de reunión en Commerce, Illinois, al que más tarde se le cambió el nombre a Nauvoo. Casi dos años después, el 19 de enero de 1841, el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 124, en la que el Señor le ordenó escribir “una proclamación solemne de [Su] evangelio” a los líderes de “todas las naciones de la tierra” (D. y C. 124:2–3) y mandó a los santos que construyeran una casa de huéspedes y un templo en Nauvoo. También aconsejó a varios miembros de la Iglesia y designó a hermanos para que sirvieran en cargos de liderazgo en el sacerdocio.

Invierno de 1838–1839Los miembros de la Iglesia son expulsados de Misuri y se refugian en Illinois y en el Territorio de Iowa.

16 de abril de 1839Durante su desplazamiento a Columbia, Misuri, para ser juzgados, se permite escapar al profeta José Smith y a sus compañeros.

Abril–mayo de 1839Los miembros de la Iglesia compran tierras en Commerce, Illinois —más tarde llamada Nauvoo— y las establecen como lugar de reunión.

15 de agosto de 1840El profeta José Smith pronuncia su primer discurso público sobre los bautismos por los muertos en el funeral de Seymour Brunson en Nauvoo, Illinois.

16 de diciembre de 1840El estado de Illinois otorga un estatuto oficial a la ciudad de Nauvoo.

19 de enero de 1841Se recibe Doctrina y Convenios 124.

6 de abril de 1841Se colocan las piedras angulares del Templo de Nauvoo.

Doctrina y Convenios 124: Antecedentes históricos adicionales

Después de su violenta expulsión de Misuri en el invierno de 1838–1839, los miembros de la Iglesia “huyeron hacia el este, hacia el río Misisipí, y se refugiaron… en varios asentamientos a lo largo del río en el territorio de Iowa e Illinois; el mayor número de santos se congregó en Quincy, Illinois y sus alrededores” (véase Alex D. Smith, “La organización de la Iglesia en Nauvoo”, en Revelaciones en contexto, edición de Matthew McBride y James Goldberg, 2016, pág. 282, o history.lds.org). En abril de 1839, tras haber estado recluidos en la cárcel de Liberty durante más de cuatro meses, al profeta José Smith y a sus compañeros prisioneros se les permitió escapar, y el Profeta viajó a Quincy, donde se reunió con su familia. En las semanas siguientes, seleccionó e hizo los arreglos necesariaos para la compra de grandes parcelas de tierra en Commerce, Illinois, y al otro lado del río Misisipí, en Iowa, como lugares de asentamiento para los santos (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI : febrero de 1838–agosto de 1839, edición de Mark Ashurst-McGee y otros, 2017, págs. 431–432). En el verano de 1839, los miembros de la Iglesia comenzaron a construir una ciudad en Commerce, que el Profeta “pronto renombró… Nauvoo, una palabra hebrea que denota belleza”, y que se convirtió en el nuevo lugar de recogimiento de los santos (véase The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VI: febrero de 1838–agosto de 1839, págs. xxviii–xxix). Durante los años siguientes, los habitantes de Nauvoo trabajaron con ahínco para construir la ciudad porque “esos terrenos eran prácticamente pantanos. Había allí apenas unos cuantos edificios sencillos, pero los santos drenaron la tierra y establecieron sus hogares” (Guía para el estudio de las Escrituras, “Nauvoo, Illinois (EE. UU.)”, scriptures.lds.org).

Mientras los miembros de la Iglesia transformaban el pequeño asentamiento de Nauvoo en una ciudad, el profeta José Smith solicitó a la legislatura del estado de Illinois un estatuto de la ciudad, el cual permitiría a los miembros de la Iglesia proteger mejor sus derechos religiosos mediante la promulgación de leyes locales, el nombramiento de sus propios funcionarios de la ciudad y la creación de una milicia controlada localmente. La legislatura de Illinois aprobó el estatuto en diciembre de 1840, y entró en vigor en febrero de 1841. Fue mientras el profeta José Smith estaba estableciendo la ciudad de Nauvoo como nueva sede de la Iglesia cuando recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 124. Esta revelación, recibida el 19 de enero de 1841, proporcionó orientación a los miembros de la Iglesia que vivían en Nauvoo y sirvió como guía para el desarrollo de la ciudad y de la Iglesia durante los siguientes cinco años (véase Smith, “La organización de la Iglesia en Nauvoo”, págs. 282–284, o history.lds.org).

Mapa 10: Nauvoo, Illinois, 1839–1846

Doctrina y Convenios 124:1–21

El Señor ordena al profeta José Smith que envíe una proclamación del Evangelio a todas las naciones de la tierra y aconseja a varios miembros de la Iglesia individualmente

Doctrina y Convenios 124:2–12, 16. “… una proclamación solemne… a todas las naciones”

El Señor mandó al profeta José Smith que hiciera “una proclamación solemne de [Su] evangelio” a los líderes de “todas las naciones de la tierra” (D. y C. 124:2–3). Dijo: “los visitaré y ablandaré sus corazones… para que vengan a la luz de la verdad, y los gentiles a la exaltación y enaltecimiento de Sion” (D. y C. 124:9). Al escribir la proclamación, el Profeta debía seguir la inspiración que recibiría “por el poder del Espíritu Santo” (D. y C. 124:4) y proclamar con valentía la verdad, “sin temerlos” (D. y C. 124:7). Basándose en las imágenes utilizadas por el profeta Isaías, el Señor comparó a los gobernantes de la tierra con la hierba, y su gloria con “la flor de la hierba que pronto cae” (D. y C. 124:7; véase también Isaías 40:6–8). Así como “se seca la hierba, se marchita la flor” (Isaías 40:8), así también se marchitará el poder y la gloria de los gobernantes y reinos terrenales “en el día de la visitación”, cuando el Señor regrese (D. y C. 124:8; véanse también Salmos 103:15–16; Isaías 40:5–8; Apocalipsis 11:15). Al aceptar el Evangelio restaurado y permitir que sea predicado en sus tierras, los líderes mundiales podrían ayudar a sus naciones a prepararse para la Segunda Venida del Salvador.

Aunque el profeta José Smith trabajó en la redacción de esta proclamación, había otras preocupaciones y desafíos más prioritarios para él, como la construcción del Templo de Nauvoo. Además, Robert B. Thompson, a quien el Señor había ordenado que ayudara al Profeta a escribir la proclamación, murió inesperadamente en agosto de 1841. Como resultado de ello, la proclamación no fue escrita hasta después de la muerte del profeta José Smith. Bajo la dirección del Cuórum de los Doce Apóstoles, la proclamación fue escrita por el élder Parley P. Pratt y publicada en 1845 (véase Smith, “La organización de la Iglesia en Nauvoo”, págs. 287–288, o history.lds.org).

En la conferencia general de octubre de 1975, el presidente Ezra Taft Benson (1899–1994) citó esta proclamación y luego reafirmó su mensaje central:

“A los gobernantes y pueblos de todo el mundo, declaramos otra vez solemnemente que el Dios del cielo ha establecido Su reino de los últimos días sobre la tierra, en cumplimiento de las profecías; santos ángeles se comunicaron nuevamente con los hombres de la tierra; Dios volvió a revelarse desde los cielos y restauró Su Santo Sacerdocio en la tierra, con poder para administrar todas las sagradas ordenanzas necesarias para la exaltación de sus hijos. Su iglesia fue restablecida entre los hombres, con todos los dones espirituales de que disfrutaban en la antigüedad; todo esto como preparación para la segunda venida de Cristo. El grande y terrible día del Señor está cerca. En preparación para este gran acontecimiento y como medio de escapar los inminentes juicios, fueron enviados mensajeros inspirados que siguen siendo enviados a las naciones de la tierra llevando este testimonio y advertencia…

“Como humildes siervos del Señor, llamamos a los líderes de las naciones a humillarse ante Dios, a buscar su inspiración y guía; llamamos a los gobernantes y pueblos a arrepentirse de sus malvados caminos. Vuélvanse al Señor, busquen su perdón y únanse con humildad a Su reino. No hay otro modo. Si hacen esto, sus pecados les serán perdonados, la paz llegará y permanecerá, y ustedes formarán parte del Reino de Dios como preparación para la segunda venida de Cristo” (véase “Nuestro mensaje”, Liahona, febrero de 1976, págs. 23–24).

Doctrina y Convenios 124:2. Nauvoo, “una piedra angular de Sion”

El Señor designó la ciudad de Nauvoo, Illinois, como una estaca y “piedra angular de Sion” (D. y C. 124:2). Una piedra angular es una gran piedra que se coloca en el ángulo del cimiento para proporcionar solidez y estabilidad a toda la estructura. En Nauvoo, los miembros de la Iglesia recibieron una avalancha de conocimiento sobre las ordenanzas y convenios del templo, el matrimonio eterno, la salvación de los muertos, los propósitos y la organización de la Sociedad de Socorro, la naturaleza de Dios y las verdades relacionadas con el Plan de Salvación (véase D. y C. 127–132). La revelación y la enseñanza de la doctrina esencial y de las ordenanzas del Evangelio en Nauvoo se agregaron al fundamento espiritual sobre el cual han edificado todas las generaciones subsiguientes de miembros de la Iglesia.

Propiedad de José Smith en Nauvoo, Illinois

Propiedad de la familia de José Smith en Nauvoo, Illinois

Doctrina y Convenios 124:15. “… yo, el Señor, lo amo a causa de la integridad de su corazón”

El Señor expresó su aprobación y amor al devoto hermano mayor del profeta José Smith, Hyrum, “a causa de la integridad de su corazón, y porque él ama lo que es justo ante mí” (D. y C. 124:15). Integridad significa un estado de entereza. Por lo tanto, tener integridad de corazón es ser entero o completo en cuestión de pureza personal, honestidad y rectitud. Después de citar las palabras del Señor que describen a Hyrum Smith, el élder Joseph B. Wirthlin (1917–2008), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “Creo que el ser íntegro es hacer siempre lo bueno y correcto, sean cuales sean las consecuencias inmediatas; es ser justo desde lo más profundo del alma, no solo en las acciones sino, y más importante aún, en los pensamientos y el corazón. La integridad implica ser tan dignos de crédito, tan incorruptibles, que seremos incapaces de traicionar una confianza o un convenio” (“La integridad”, Liahona, julio de 1990, pág. 38).

Hyrum Smith fue un modelo de “integridad de… corazón” (D. y C. 124:15) y de amor a la justicia en su apoyo inquebrantable al Profeta y al evangelio de Jesucristo. Al describir a su hermano Hyrum, el profeta José Smith dijo: “Podría orar suplicando que todos mis hermanos fueran como mi amado hermano Hyrum, que posee la apacibilidad de un cordero y la integridad de Job y, en resumen, la mansedumbre y la humildad de Cristo; y lo amo con ese amor que es más fuerte que la muerte” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 518).

El presidente Heber J. Grant (1856–1945) describió a Hyrum Smith de la siguiente manera: “Ningún hombre mortal que haya vivido en esta Iglesia deseaba más hacer el bien que Hyrum Smith, el patriarca. He escuchado de labios de mi propia santa madre que, de todos los hombres que conoció en su juventud en Nauvoo, a quien más admiraba era a Hyrum Smith por su absoluta integridad y devoción a Dios, y su lealtad al profeta de Dios” (en Conference Report, octubre de 1920, pág. 84).

Doctrina y Convenios 124:16–17. John C. Bennett

El Señor llamó a John C. Bennett, un nuevo converso a la Iglesia, para ayudar al profeta José Smith a “enviar [Su] palabra a los reyes y los pueblos de la tierra” (D. y C. 124:16). El Señor también indicó que Él había “visto la obra” que el hermano Bennett había hecho (D. y C. 124:17), refiriéndose posiblemente a la ayuda que había dado para redactar y obtener la aprobación de los estatutos de la ciudad de Nauvoo (véase Kimberly Reid, “Joseph Smith: Prophet and City Leader”, history.lds.org). Después que el profeta José Smith recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 124, el hermano Bennett se convirtió en un líder influyente en Nauvoo. Fue elegido primer alcalde de la ciudad, nombrado canciller de la Universidad de Nauvoo y mayor general de la Legión de Nauvoo (véase “Bennett, John Cook”, josephsmithpapers.org). Además, en abril de 1841, durante la conferencia general de la Iglesia, fue llamado a servir como Asistente de la Primera Presidencia hasta que Sidney Rigdon, que entonces estaba enfermo, recuperó su salud (véase “Bennett, John C.”, en Dennis L. Largey y Larry. E. Dahl, eds., Doctrine and Covenants Reference Companion, 2012, págs. 53–54; véase también D. y C. 124:103–104).

Desafortunadamente, el ascenso de John C. Bennett a la prominencia en Nauvoo fue efímero. “Utilizó tanto sus cargos gubernamentales como eclesiásticos para difundir rumores dañinos sobre José Smith, tramar un intento de asesinato y reclamar que tenía licencia espiritual para seducir a las mujeres” (Reid, “Joseph Smith: Prophet and City Leader”, history.lds.org). Promovió la falsa doctrina de las “uniones conyugales espirituales”, que enseñaba “que eran permitidas las relaciones sexuales fuera de la unión matrimonial legalizada, con la condición de que dichas relaciones permanecieran en secreto” (“El matrimonio plural en Kirtland y en Nauvoo”, nota 21, topics.lds.org). Fue excomulgado de la Iglesia en mayo de 1842, después de lo cual “se embarcó en una gira para dar disertaciones en cuanto a los males percibidos de José Smith y el mormonismo” y publicó una “historia” antimormona acerca de la Iglesia (“Bennett, John C.”, en Largey and Dahl, Doctrine and Covenants Reference Companion, pág. 54).

En la revelación registrada en Doctrina y Convenios 124, el Señor dijo en cuanto a John C. Bennett que “no fallar[ía] su recompensa, si acept[ab]a consejo” y si continuaba haciendo la voluntad del Señor (véase D. y C. 124:16–17; cursiva agregada). Sin embargo, él no prestó atención a esas instrucciones y, consecuentemente, perdió las bendiciones que se le prometieron en esa revelación.

Algunos pueden preguntarse por qué se le permitió a John C. Bennett ocupar puestos de liderazgo y confianza en Nauvoo. En el momento en que se recibió la revelación registrada en Doctrina y Convenios 124 y cuando fue nombrado Presidente Auxiliar de la Primera Presidencia, el Hermano Bennett se estaba esforzando por hacer lo correcto.

Doctrina y Convenios 124:22–83

El Señor manda a los santos que construyan una casa para visitantes y un templo en Nauvoo

Doctrina y Convenios 124:22–24, 56–82. El Mesón de Nauvoo

El Señor mandó a los miembros de la Iglesia que construyeran dos casas en Su nombre: el Mesón de Nauvoo y el Templo de Nauvoo (véase D. y C. 124:22–23, 27). El Mesón de Nauvoo debía de ser un hotel, o “una casa de hospedaje”, donde los visitantes y viajeros podían quedarse, “reflexion[ar] sobre la palabra del Señor” y recibir consejo (D. y C. 124:23, 61). Durante una conferencia celebrada en Nauvoo el 29 de agosto de 1842, Hyrum Smith explicó: “Es importante terminar el Mesón de Nauvoo para que podamos tener un lugar adecuado donde recibir a los grandes de la Tierra y enseñarles la verdad” (en Manuscript History of the Church, tomo D–1, páginas 1387–1388, josephsmithpapers.org). “Ya que [José] y Emma Smith iban a donar el terreno en el que se construiría el hotel [el Mesón de Nauvoo], la familia Smith viviría allí y serviría de anfitriona” (en The Joseph Smith Papers, Documents, tomo VII: septiembre de 1839–enero de 1841, edición de Matthew C. Godfrey y otros, 2018, pág. 513; véase también D. y C. 124:56).

Poco antes de su muerte, en 1844, el Profeta indicó a los santos que dejaran de trabajar en el Mesón de Nauvoo “para que se pudieran destinar más recursos y mano de obra a la construcción del Templo de Nauvoo. En el momento del martirio [del profeta José Smith], el Mesón de Nauvoo seguía sin terminar” (“Historical context and overview of Doctrine and Covenants 124”, en Largey and Dahl, Doctrine and Covenants Reference Companion, pág. 838). Desafortunadamente, el Mesón de Nauvoo nunca se terminó, de conformidad con los planes de los líderes de la Iglesia.

Mansión Riverside, Nauvoo, Illinois

La construcción del Mesón de Nauvoo comenzó, pero nunca concluyó (véase D. y C. 124:56). La Mansión Riverside, que se muestra aquí, fue construida en el mismo lugar.

Doctrina y Convenios 124:26–28. “… edificad una casa a mi nombre, para que en ella more el Altísimo”

El Señor instruyó a los miembros de la Iglesia a donar sus “cosas preciosas de la tierra” y sus habilidades para la construcción de un templo en Nauvoo (véase D. y C. 124:26–27). Tal como lo habían hecho en Kirtland, Ohio, los santos ofrecieron fielmente gran parte de su tiempo, trabajo y medios para construir el Templo de Nauvoo. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) explicó lo siguiente:

“En 1841, dos años después de que [el profeta José Smith] llegó a Nauvoo, dio la palada inicial para una Casa del Señor que debía erigirse como un símbolo del coronamiento de la obra de Dios…

José Smith en el Templo de Nauvoo, por Gary Smith

José Smith en el Templo de Nauvoo, por Gary E. Smith. El profeta José Smith dirigió la construcción del Templo de Nauvoo.

“No se escatimaron esfuerzos. Ningún sacrificio fue demasiado grande. Durante los siguientes cinco años, los hombres cincelaron la piedra y pusieron la base y los cimientos, las paredes y la ornamentación. Cientos de personas fueron al norte del lugar, a vivir allí un tiempo para cortar la madera en grandes cantidades, la cual amarraban a modo de balsas que hacían flotar río abajo hasta Nauvoo. Se hicieron hermosas molduras con esa madera. Se recaudaron centavos para comprar clavos. Se hicieron sacrificios inimaginables para adquirir vidrios y cristales. Edificaban un templo a Dios, por lo que tenían que utilizar lo mejor que pudiesen conseguir” (véase “¡Oh, si fuera yo un ángel y se me concediera el deseo de mi corazón…!”, Liahona, noviembre de 2002, págs. 4–5).

Bajo la dirección del profeta José Smith, el 6 de abril de 1841 se colocaron las piedras angulares del Templo de Nauvoo. El templo terminado fue inaugurado el 30 de abril y el 1º de mayo de 1846, casi dos años después de la muerte de José y Hyrum Smith, y después de que la mayoría de los santos hubieran abandonado Nauvoo para ir al Valle del Lago Salado (véase Matthew S. McBride, “The First Nauvoo Temple: So Great a Cause”, Ensign, julio de 2002, pág. 12). En octubre de 1848, un incendio destruyó gran parte del templo, y en 1850 un tornado derribó uno de los muros exteriores restantes y debilitó otros dos. Para 1853, el templo estaba en ruinas. Bajo la dirección del Presidente Gordon B. Hinckley, la Iglesia construyó un nuevo templo en Nauvoo, Illinois, en el terreno del templo original, y lo dedicó en junio de 2002 (véase “The Nauvoo Temple: Destruction and Rebirth”, history.lds.org)

Templo de Nauvoo, Illinois

El Templo de Nauvoo, Illinois, reconstruido

Doctrina y Convenios 124:29–36. “… vuestros bautismos por vuestros muertos”

Río Misisipí en Nauvoo, Illinois

Se efectuaron bautismos por los muertos en el río Misisipí después de que el profeta José Smith enseñara la doctrina en agosto de 1840.

El Señor comenzó a desplegar la doctrina de la salvación de los muertos ya en enero de 1836, en una visión dada al profeta José Smith del Reino Celestial (véase D. y C. 137:7–10). Pero cuatro años después, “en el funeral de Seymour Brunson, el 15 de agosto de 1840, José Smith enseñó el principio de que los hombres y mujeres podrían actuar en la Tierra por sus parientes fallecidos y cumplir con el requisito del bautismo a favor de ellos. Los santos aceptaron con gozo esa oportunidad y comenzaron casi de inmediato a bautizarse por sus seres queridos fallecidos en los ríos y arroyos cerca de Nauvoo” (Matthew McBride, “Las cartas en cuanto al bautismo por los muertos”, en McBride y Goldberg, Revelaciones en contexto, pág. 292, o history.lds.org).

Bautisterio del Templo de Ogden, Utah

La doctrina de la redención de los muertos hace posible que los miembros de la Iglesia realicen bautismos vicarios en una pila bautismal como esta del Templo de Ogden, Utah.

Al comentar las instrucciones del Señor a los santos registradas en Doctrina y Convenios 124:29–36, el presidente Joseph Fielding Smith (1876–1972) explicó: “Tan importantes consideraba el Señor los bautismos por los muertos que autorizó a los santos a ser bautizados por sus muertos en el río Misisipí, hasta que se pudiera facilitar un lugar en Su casa para ese propósito. Además, dijo que les daría tiempo suficiente para construir esa casa y, mientras lo hacían, sus bautismos por los muertos serían aceptables para Él si se llevaban a cabo en el río; sin embargo, después de que se preparara un lugar, todos los bautismos por los muertos en el río debían cesar, ya que el lugar adecuado para esa ordenanza, así como para otras ordenanzas por los muertos, es la Casa del Señor. Esta revelación fue dada el 19 de enero de 1841, y desde entonces hasta la conferencia de octubre de la Iglesia en 1841, se aceptaban los bautismos en el río. En la conferencia de octubre, el Profeta anunció que había llegado el momento de dar fin al bautismo por los muertos en el río, y que a partir de ese momento se debían efectuar en el templo. El templo no estaba terminado en ese momento, pero en esos seis meses [la construcción] había progresado lo suficiente como para poder cerrar el sótano, y en el sótano se había construido y dedicado una pila; de modo que, a principios de noviembre de 1841, bajo la dirección del profeta José, comenzaron los bautismos por los muertos en la Casa del Señor” (Church History and Modern Revelation, 1949, tomo IV, pág. 81).

Doctrina y Convenios 124:28, 37–42. “… para que en ella pueda yo revelar mis ordenanzas a mi pueblo”

Fotografía del siglo XIX del Templo de Nauvoo

Fotografía del Templo de Nauvoo original

El pueblo del Señor siempre ha sido un pueblo que construye templos. Como en los tiempos antiguos, se construyen templos en nuestros días para que las ordenanzas sagradas puedan ser reveladas y efectuadas, y se puedan recibir los “oráculos”, o revelaciones de Dios (véase D. y C. 124:38–40). El Señor explicó que el propósito central de la construcción del Templo de Nauvoo era proporcionar una casa “para que en ella more el Altísimo… a donde él pueda venir a restaurar otra vez… la plenitud del sacerdocio” (D. y C. 124, 27–28). El profeta José Smith (1805–1844) enseñó: “Si un hombre ha de recibir la plenitud del sacerdocio de Dios, debe obtenerla de la misma manera en que Jesucristo la obtuvo, que fue por guardar todos los mandamientos y obedecer todas las ordenanzas de la Casa del Señor ”(Enseñanzas: José Smith, pág. 445). Al recibir todas las ordenanzas del templo y guardar los convenios asociados, los miembros de la Iglesia pueden recibir todas las bendiciones que el Padre Celestial ofrece a Sus hijos por medio del sacerdocio.

Cuando comenzó la construcción del templo en Nauvoo, Illinois, el profeta José Smith y los consejeros de la Primera Presidencia escribieron a los miembros de la Iglesia y les explicaron las razones por las cuales se debía construir la Casa del Señor: “El templo del Señor está en construcción aquí [en Nauvoo], a donde los santos vendrán para adorar al Dios de sus padres, de acuerdo con el orden de Su casa y los poderes del santo sacerdocio; y será su construcción tal que permitirá el debido ejercicio de todas las funciones del sacerdocio y que se reciban en él instrucciones del Altísimo, y de aquí saldrán hacia tierras lejanas”(Enseñanzas: José Smith, págs. 441–442).

El profeta José Smith sabía que el Templo de Nauvoo tardaría años en construirse. También sabía que tal vez no viviría para verlo terminado. El élder Franklin D. Richards (1821–1899), del Cuórum de los Doce Apóstoles, escribió: “Cuando el Espíritu le indicó [a José Smith] que su obra en esta vida estaba llegando a su fin, y cuando él se dio cuenta de que sus días terrenales podían terminar antes de que se terminara el templo, llamó a unos cuantos escogidos y les confirió las ordenanzas de las santas investiduras a fin de que los tesoros divinos que guardaba su mente no desaparecieran del mundo con su muerte” (véase Enseñanzas: José Smith, pág. 440).

La tienda de ladrillo rojo, Nauvoo, Illinois

La tienda de ladrillo rojo de José Smith en Nauvoo, Illinois

El 4 de mayo de 1842, el Profeta dispuso el aposento superior de su tienda de ladrillo de Nauvoo para representar el interior del templo, según se había diseñado. Más adelante, el profeta José Smith escribió:

“Pasé el día en la parte superior de la tienda… dándoles [a un grupo de líderes del sacerdocio] instrucciones sobre los principios y el orden del sacerdocio, atendiendo a los lavamientos, unciones, investiduras y a la comunicación de las llaves pertinentes al Sacerdocio Aarónico; y así en adelante hasta el orden más alto del Sacerdocio de Melquisedec, presentando el orden concerniente al Anciano de Días y todos aquellos planes y principios por medio de los cuales uno puede alcanzar la plenitud de las bendiciones que se han preparado para la Iglesia del Primogénito, y ascender y morar en la presencia de Elohim en los mundos eternos. En este consejo se instituyó el orden antiguo de las cosas por primera vez en estos últimos días.

“Y las comunicaciones que revelé a este grupo fueron de asuntos espirituales, y solo los de ánimo espiritual las habían de recibir; y nada se reveló a estos hombres que no se hará saber a todos los santos de los postreros días, en cuanto estén preparados para recibirlo y se prepare un lugar apropiado para comunicarlas… Por tanto, sean diligentes los santos en edificar el templo y todas las casas que Dios les ha mandado o les mandare construir” (Enseñanzas: José Smith, pág. 440).

Después del martirio del Profeta, los miembros de la Iglesia siguieron trabajando en el Templo de Nauvoo, incluso después de que se tomara la decisión de abandonar Nauvoo. De diciembre de 1845 a febrero de 1846, a medida que continuaba la construcción, se llevaron a cabo investiduras personales en el templo. Miles de miembros de la Iglesia fueron investidos antes de comenzar su éxodo al Valle del Lago Salado (véase McBride, “The First Nauvoo Temple”, pág. 12).

Doctrina y Convenios 124:45–46. “… [escucha] mi voz, y la voz de mis siervos”

El Señor aseguró a los miembros de la Iglesia que “si escucha[ban] [Su] voz, y la voz de [Sus] siervos… no ser[ían] quitados de su lugar” (D. y C. 124:45). Si bien la palabra lugar puede denotar un lugar físico, en este contexto probablemente se refiere a la posición espiritual de los santos ante el Señor. A medida que los miembros de la Iglesia “escuch[en]” la palabra del Señor contenida en las Escrituras y que Sus siervos escogidos enseñan, serán capaces de resistir la tentación, detectar la falsedad y permanecer firmes y constantes en la verdad y la rectitud; en resumen, “no serán quitados de su lugar” (D. y C. 124:45).

Doctrina y Convenios 124:49–54. “… cuando… sus enemigos vienen sobre ellos y les impiden la ejecución de [esa obra]”

En julio de 1831, el Señor reveló que Independence, en el condado de Jackson, Misuri, iba a ser la ubicación de la ciudad de Sion y su templo (véase D. y C. 57:3). Al año siguiente, el Señor reafirmó Su mandamiento a los miembros de la Iglesia de edificar la ciudad de Sion, comenzando con el templo (véase D. y C. 84:4–5). Sin embargo, para el invierno de 1833, los santos habían sido expulsados violentamente del condado de Jackson, Misuri, por sus enemigos. Consecuentemente, no pudieron cumplir el mandamiento del Señor de construir la ciudad y el templo. En la revelación dada al profeta José Smith el 19 de enero de 1841, el Señor explicó que Él aceptó el sacrificio de los santos y los excusó del mandamiento de construir una ciudad y un templo en Sion en ese momento (véase D. y C. 124:49).

El presidente Charles W. Penrose (1832–1925), de la Primera Presidencia, explicó que el principio que se enseña en Doctrina y Convenios 124:49 “se aplicó en el pasado, y se aplicará en el futuro, y debemos recordarlo. Si Dios da un mandamiento y nosotros no lo obedecemos, entonces lo revoca, y revoca las bendiciones. Si nos da un mandamiento de hacer ciertas cosas y no nos es posible hacerlas, ya sea por leyes restringidas o por cualquier otro obstáculo de fuerza física, el Señor no las requiere más, sino que acepta nuestra ofrenda, y visitará con su ira e indignación a aquellos que impidan a su pueblo cumplir con lo que él exigió de sus manos” (en Conference Report, abril de 1924, pág. 14). Sin embargo, debemos recordar que si Dios excusara a la Iglesia de obedecer un mandamiento basándose en el principio descrito en Doctrina y Convenios 124:49, Él lo daría a conocer por revelación por medio de Su profeta escogido.

Aunque a los primeros santos se les impidió cumplir el mandamiento del Señor de construir una ciudad y un templo en el condado de Jackson, Misuri, las revelaciones registradas en Doctrina y Convenios enseñan que la Sion de los últimos días todavía se construirá allí en una fecha futura (véanse D. y C. 101:17–18; 105:13). El presidente Joseph Fielding Smith enseñó: “la prórroga de la construcción del templo no canceló la responsabilidad de edificar la ciudad y la Casa del Señor en algún tiempo futuro. Cuando el Señor disponga que se lleve a efecto, Él mandará a su pueblo y la obra se realizará” (Doctrina de Salvación, compilación de Bruce R. McConkie, 1955, tomo III, pág. 75).

Doctrina y Convenios 124:84–122

El Señor da instrucciones, asignaciones y promesas a miembros específicos de la Iglesia

Doctrina y Convenios 124:84. “… ambiciona imponer su propio criterio en lugar del consejo que yo he ordenado”

Almon Babbitt sirvió como miembro del Campo de Sion, y se fue llamado como miembro del Primer Cuórum de los Setenta. En octubre de 1840, el profeta José Smith lo llamó a presidir la estaca de Kirtland, Ohio (véase “Babbitt, Almon Whiting”, josephsmithpapers.org). En una carta que anunciaba ese llamamiento, el Profeta escribió: “Se ha considerado prudente aconsejar a los hermanos del este que deseen establecerse en Kirtland que lo hagan; por lo tanto, puede esperar un aumento de miembros en su estaca, que probablemente sean inexpertos en la fe y que requerirán un trato amable” (en Manuscript History of the Church, tomo C–1, página 1114, josephsmithpapers.org). Después de recibir esas instrucciones, Almon se excedió en su celo por reconstruir Kirtland y “no solo animó a los miembros del [este de los Estados Unidos] a recogerse en Kirtland”, sino también a los conversos inmigrantes de Inglaterra. También trató de persuadir a los miembros de la Iglesia que ya vivían en Nauvoo, Illinois, a que regresaran a Kirtland. “Estos arduos empeños… habrían agrandado Kirtland a expensas de otras comunidades mormonas”, entre ellas Nauvoo (Mark Lyman Staker, Hearken, O Ye People, 2009, pág. 552).

El Señor señaló que Almon Babbitt había intentado “imponer su propio criterio en lugar del consejo que yo he ordenado, sí, el de la Presidencia de mi iglesia” (D. y C. 124:84). Comparó el celo de Almon Babbitt en la edificación de Kirtland con “levanta[r] un becerro de oro para que mi pueblo lo adore” (D. y C. 124:84). Eso hace referencia a los hijos de Israel, que se apartaron de los mandamientos del Señor para adorar al becerro de oro que Aarón creó (véase Éxodo 32:1–8). Cuando los miembros de la Iglesia anteponen otras cosas a la voluntad de Dios, pueden desviarse de Su consejo y mandamientos o desatenderlos. Así como no hay salvación en adorar una imagen esculpida o un becerro de oro, no hay poder salvador en seguir un consejo contrario al que el Señor da por medio de Sus siervos escogidos. Debido a sus acciones, a Almon Babbit se le suspendieron los derechos de miembro de la Iglesia durante un tiempo. Más tarde recobró todos sus derecho y sirvió fielmente durante el resto de su vida.

Doctrina y Convenios 124:87–91, 97–102. “… sea humilde y sin engaño delante de mí”

Según está registrado en Doctrina y Convenios 124:87–91, 97–102, el Señor se dirigió a William Law, quien fue llamado para ocupar el lugar de Hyrum Smith como Segundo Consejero de la Primera Presidencia de la Iglesia. El Señor prometió a William que si era “humilde y sin engaño… recibir[ía] de [Su] Espíritu, el Consolador, que le manifestar[ía] la verdad de todas las cosas” (D. y C. 124:97). Comentando la importancia de la humildad en el aprendizaje de la verdad por el Espíritu, el élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La humildad es esencial para adquirir conocimiento espiritual. El humilde siempre está dispuesto a aprender; la humildad permite que el Espíritu nos enseñe y que recibamos instrucción de las fuentes inspiradas por el Señor, como lo son las Escrituras. Las semillas del progreso y la comprensión germinan en el fértil suelo de la humildad; su fruto es el conocimiento espiritual que te guiará en esta vida y en la venidera” (“Cómo adquirir conocimiento espiritual”, Liahona, noviembre de 1993, pág. 102).

El élder Joseph  B. Wirthlin explicó lo que significa ser “sin engaño” (D. y C. 124:97):

“Ser sin engaño es estar libre de falsedad, de artimañas, de hipocresía y deshonestidad en el pensamiento y en las acciones… Una persona sin engaño es inocente, bien intencionada, se deja guiar por motivos puros y su vida refleja la práctica de hacer concordar las acciones diarias con los principios de la integridad…

“Si en nosotros no hay engaño, somos honrados, fieles y justos. Todos estos son atributos de la Deidad y se exigen también de los santos. Los que son honrados son ecuánimes y verídicos en lo que hablan, sinceros en sus tratos con los demás, libres de fraude y por encima del robo, la tergiversación o cualquier otra acción fraudulenta. La honestidad es de Dios y la deshonestidad del diablo…

“Sugiero que examinemos nuestro corazón y veamos si nuestros motivos y acciones son puros y están por encima de toda censura, y si estamos completamente libres de engaño” (véase “Ser sin engaño”, Liahona, julio de 1988, págs. 30–32).

Durante un tiempo, William Law sirvió en la Primera Presidencia con humildad e integridad. Sin embargo, para el invierno de 1843, su fe en el Evangelio restaurado y en la misión profética de José Smith había vacilado, en parte debido a la dificultad que tenía para aceptar el principio del matrimonio plural. Fue retirado de su cargo y finalmente excomulgado el 18 de abril de 1844. Se enfureció con el Profeta y contribuyó a publicar un periódico difamatorio antimormón llamado Nauvoo Expositor. La decisión del ayuntamiento de Nauvoo de destruir ese periódico condujo a los arrestos de José y Hyrum Smith y a sus posteriores asesinatos en la cárcel de Carthage (véase “Law, William”, en Largey y Dahl, Doctrine and Covenants Reference Companion, págs. 358, 360).

Doctrina y Convenios 124:91–96. “… para que mi siervo Hyrum ocupe el oficio de Sacerdocio y Patriarca”

En diciembre de 1833, Joseph Smith, padre, fue llamado a ser el primer patriarca de la Iglesia, y sirvió en ese oficio hasta su muerte en septiembre de 1840 (véase Encyclopedia of Mormonism, “Patriarch to the Church”, 1992, tomo III, pág. 1065; véase también D. y C. 107:39–56). Poco antes de su muerte, Joseph Smith, padre, “puso sus manos sobre la cabeza [de Hyrum Smith]” y “sell[ó] sobre [su] cabeza el poder patriarcal [por el cual podría] bendecir al pueblo” (Lucy Mack Smith, “Lucy Mack Smith, History, 1844–1845”, libro 18, pág. 5, josephsmithpapers.org). El 19 de enero de 1841, el Señor llamó a Hyrum Smith para que “ocup[ara] el oficio de… patriarca que le señaló su padre por bendición y también por derecho” y “[tuviera] las llaves de las bendiciones patriarcales sobre la cabeza de todo [Su] pueblo” (D. y C. 124:91–92), designando así a Hyrum como patriarca de la Iglesia.

Durante gran parte de la historia de la Iglesia, hubo un patriarca de [toda] la Iglesia además de los patriarcas de estaca. El patriarca de la Iglesia era sostenido como autoridad general y era responsable de dar bendiciones patriarcales a los miembros de la Iglesia que no tenían acceso a un patriarca de estaca. Ese cargo fue ocupado principalmente por miembros de la familia Smith (véase Encyclopedia of Mormonism, “Patriarch to the Church”, 1992, tomo III, págs. 1065–1066). En 1979 se retiró el oficio de patriarca de la Iglesia “debido al gran aumento del número de patriarcas de estaca y a la disponibilidad del servicio de los patriarcas en todo el mundo” (véase “El sostenimiento de los oficiales de la Iglesia”, Liahona, enero de 1980, pág. 26).

José y Hyrum Smith, por Kenneth A. Corbett

José y Hyrum Smith, por Kenneth A. Corbett Hyrum Smith fue llamado por el Señor a acompañar a su hermano José como profeta, vidente y revelador (véase D. y C. 124:91–96).

El Señor también llamó a Hyrum Smith a “ser profeta, vidente y revelador de [Su] Iglesia”, junto con su hermano José (véase D. y C. 124:94–95). Con respecto al llamado excepcional de Hyrum, el presidente Joseph Fielding Smith explicó que la bendición a Hyrum registrada en Doctrina y Convenios 124:91–93 “pertenece al oficio y llamado del hombre que tiene las llaves del sacerdocio patriarcal.

“Sin embargo, el Señor confirió a Hyrum Smith otro honor importante y especial al constituirlo a él, así como a José Smith, en poseedor de las llaves de autoridad en esta dispensación del cumplimiento de los tiempos…

“Fue una bendición especial dada a Hyrum Smith y, al aceptarla, tomó el lugar de Oliver Cowdery, a quien se habían conferido estas llaves previamente. Téngase presente que en toda ocasión en que el Señor revelaba el sacerdocio y las llaves del sacerdocio desde los cielos, Oliver Cowdery se hallaba al lado de José Smith en la presencia de los mensajeros celestiales, y fue recipiente, así como José Smith, de toda esa autoridad. La poseyeron conjuntamente, José Smith como el primer élder, y Oliver Cowdery como el segundo élder de la Iglesia.

“De manera que la ley concerniente a testigos se estableció en forma completa, porque hubo dos testigos, con la autoridad, llaves y presidencia, a la cabeza de esta dispensación, la mayor de todas. Cuando Oliver Cowdery, debido a su transgresión, perdió esa maravillosa y exaltada bendición, Hyrum Smith fue llamado por revelación del Señor para que ocupara su lugar” (véase Doctrina de Salvación, tomo III, pág. 156).

Doctrina y Convenios 124:123–145

El Señor nombra a los que servirán en cargos de liderazgo en el sacerdocio

Doctrina y Convenios 124:143. “… para la obra del ministerio y para perfeccionar a mis santos”

El Señor estableció los “oficios” del sacerdocio y entregó a Sus siervos “sus llaves” con el fin de gobernar Su Iglesia y “para la obra del ministerio y para perfeccionar a [Sus] santos” (D. y C. 124:143; véase también Efesios 4:11–12). El presidente John Taylor (1808–1887) explicó que aquellos que sirven en los oficios del sacerdocio dirigen la obra del Señor y ayudan a los miembros de la Iglesia a perfeccionarse:

“El Señor ha puesto en Su Iglesia apóstoles y profetas, sumos sacerdotes, setentas, élderes, etc. ¿Para qué?… Los que ocupan esos diferentes oficios están para perfeccionar a los santos. ¿Para qué más? Para la obra del ministerio, para que los hombres sean capacitados e instruidos, y llenos de inteligencia, de sabiduría y de luz, y aprendan a proclamar los principios de la verdad eterna y a dar a conocer del tesoro de Dios las cosas nuevas y antiguas, aquello que tiene por objeto aumentar el bienestar de las personas…

Dios ha ordenado entre ustedes presidentes, apóstoles, profetas, sumos sacerdotes, setentas, obispos y otras autoridades; estos han sido nombrados por Él, Él les ha otorgado poder y los dirige bajo Su influencia para enseñar Su ley y dar a conocer los principios de la vida; han sido organizados y ordenados expresamente para dirigir a las personas por el camino que conduce a la exaltación y a la gloria eterna” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: John Taylor, 2001, pág. 147).