Lección 29
El bautismo: Un convenio continuo
El propósito de esta lección es instarnos a continuar viviendo los convenios que hicimos al bautizarnos.
Introducción
Cada uno de nosotros que se ha bautizado lo ha hecho como señal de que ha cambiado su vida y de que está dispuesto a obedecer los principios que conducen a la exaltación. Pero el solo hecho de bautizarse no es suficiente. Cuando lo hicimos, comenzamos un nuevo modo de vida y para obtener las bendiciones que brinda esa nueva vida, debemos continuar progresando y mejorando.
El profeta Alma, preocupado por sus hermanos del sacerdocio tras su bautismo, les dijo: “Y ahora os pregunto, hermanos míos de la iglesia: ¿Habéis nacido espiritualmente de Dios? ¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros? ¿Habéis experimentado este gran cambio en vuestros corazones? (Alma 5:14.) Esa pregunta reviste hoy la misma importancia. ¿Hemos sentido todos nosotros un cambio en nuestro corazón y experimentado un renacimiento espiritual desde que nos bautizamos en la Iglesia de Jesucristo?
Muchas personas disfrutan de un sentimiento espiritual cuando se bautizan. Un miembro lo describió de este modo: “No olvidaré nunca la emoción que sentí dentro de mi alma al sentirme limpio y comenzar una nueva vida como hijo de Dios… ¡fue un sentimiento tan especial! (No More Strangers, tomo 3, pág. 175).
Nuestro convenio bautismal
Muestre la ayuda visual 29-a, “Cuando nos bautizamos hacemos convenio con Dios de observar Sus mandamientos”.
Un convenio es un contrato entre dos o más personas. Cuando nos bautizamos hicimos un convenio muy importante con Dios. El presidente Spencer W. Kimball ha dicho: “Ser bautizado significa concertar un convenio [con Dios]… de actuar, no meramente de refrenarnos; de obrar justicia así como de evitar la maldad” (El Milagro del Perdón, pág. 92).
Pida a los miembros de la clase que lean y marquen D. y C. 20:37 y Mosíah 18:8–10. ¿Qué convenios específicos hicimos con el Señor cuando nos bautizamos? (Anótelos en la pizarra.)
Nos comprometimos a:
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Entrar en la Iglesia de Jesucristo.
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Ser llamados por Su nombre.
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Servir a Dios y observar sus mandamientos.
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Servirnos el uno al otro y llevar las cargas de los demás.
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Ser testigos de Jesucristo y de Su Iglesia.
Estos pasajes de las Escrituras también nos hablan de la parte que le corresponde a Dios en el convenio bautismal.
¿Qué nos prometió el Señor cuando nos bautizamos? (Anote las respuestas en la pizarra.)
El Señor nos prometió:
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Perdonar nuestros pecados.
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Darnos la guía del Espíritu Santo.
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Levantarnos en la primera resurrección.
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Darnos la vida eterna.
El bautismo es el comienzo del “gran cambio” que todos debemos experimentar para volver a nuestro Padre Celestial (véase Alma 5:13–14 y Mosíah 5:7–9). La mayoría de nosotros no cambiamos en el momento en que somos bautizados, sino que a medida que vivimos los convenios, nuestros deseos y acciones cambian y nos convertimos en seres más parecidos a nuestro Padre Celestial. Nuestro bautismo simplemente nos proporcionó un nuevo comienzo, un renacimiento espiritual. Nosotros, al igual que Cristo, fuimos “sepultados” en las aguas del bautismo y a continuación fuimos levantados a una nueva vida (véase Romanos 6:3–4). Esta nueva vida comenzó con un acuerdo perpetuo con Dios, y si nosotros cumplimos con nuestra parte, Él cumplirá con la suya. A medida que le obedezcamos, Él nos ayudará a cambiar y nos conducirá de regreso a Su presencia.
Pida a los dos hermanos previamente asignados que relaten historias personales sobre cómo se sintieron cuando se bautizaron y cómo cambió su vida desde ese momento. Haga participar a los jóvenes en esta parte de la lección.
Nuestro progreso después del bautismo
Algunas personas piensan que la salvación llega simplemente por el hecho de haberse bautizado; sin embargo, el bautismo es tan sólo el comienzo. Debemos continuar creciendo en rectitud después de bautizarnos si deseamos alcanzar la vida eterna. Para ayudarnos a lograrlo, el Señor nos ha dado ciertos mandamientos que debemos obedecer después del bautismo.
Pida a los miembros de la clase que lean Moroni 6:4–9. ¿Qué deberes tenemos después del bautismo? (Anote las respuestas en la pizarra. Una de esas respuestas es seguir la guía del Espíritu Santo, pero se hablará de ello en la lección 30.)
Nuestras responsabilidades después del bautismo son:
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Orar siempre.
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Ayunar en busca de ayuda para nuestras necesidades especiales.
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Asistir y participar en las reuniones de la Iglesia.
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Participar regularmente de la Santa Cena.
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Preocuparnos por el bienestar de los demás.
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Arrepentirnos cuando cometamos errores.
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Seguir la guía del Espíritu Santo.
Cuando nos bautizamos y se nos confirió el don del Espíritu Santo, Dios nos hizo algunas promesas que mantendrá mientras nosotros cumplamos las nuestras. Mas al enfrentar nuestros deberes diarios de proveer para nosotros y nuestra familia, de asistir a la escuela y de llevar a cabo las tareas necesarias, a menudo nos vemos envueltos en problemas mundanos y olvidamos nuestros convenios; por lo tanto, el problema al que todos nos enfrentamos es el de mantener nuestra espiritualidad y caminar por nuestro nuevo sendero. Lo que Moroni menciona tiene el propósito de ayudarnos a continuar en la nueva vida que comenzamos cuando nos bautizamos y, de esa forma, en verdad volver a nacer espiritualmente.
La oración
La oración personal sincera es importante a fin de tener la fuerza necesaria para vivir los mandamientos del Evangelio. La oración nos mantiene cerca de nuestro Padre Celestial y nos permite expresarle nuestro agradecimiento, así como hablar con Él en cuanto a nuestros problemas. Así pues, debemos considerar como una gran bendición el comenzar y terminar cada día de nuestra vida con una oración.
El ayuno
Por lo menos una vez al mes, la oración debe unirse al ayuno. Como Iglesia usualmente nos abstenemos de dos comidas el domingo de ayuno; personalmente podemos ayunar cuando necesitemos consuelo y fuerza espiritual adicional. (Véase la lección 31 de este manual.)
La asistencia a las reuniones de la Iglesia
Todos nosotros obtenemos fuerza espiritual al asistir de manera regular a las reuniones de la Iglesia, donde aprendemos más sobre el Evangelio y fortalecemos nuestro testimonio. Debemos motivar a los miembros de nuestra familia a que asistan a todas las reuniones de la Iglesia. Cuando asistimos a las mismas, debemos participar, cantando, meditando, dando discursos y manteniéndonos en actitud reverente.
La participación de la Santa Cena
Muestre la ayuda visual 29-b, “Cuando participamos de la Santa Cena, renovamos nuestros convenios bautismales”.
Una razón por la que asistimos a la reunión sacramental es para participar de la Santa Cena. Los convenios que efectuamos cuando participamos de ella son los mismos que los que hicimos cuando nos bautizamos; de esta manera, cada semana, durante la Santa Cena, recordamos nuestros convenios bautismales y prometemos otra vez que los observaremos.
La ayuda a otros
Pida al miembro de la clase previamente asignado que compare D. y C. 20:37 con D. y C. 20:77.
Cuando nos bautizamos le prometimos al Señor que estaríamos dispuestos a “llevar las cargas los unos de los otros… a llorar con los que lloran: sí, y a consolar a los que necesitan de consuelo” (Mosíah 18:8–9). El servicio a nuestros semejantes —el ayudar a los necesitados, enseñar a nuestra familia y preocuparnos por el bienestar de todos— es parte de nuestro acuerdo bautismal con el Señor; es una parte importante de la nueva vida que debemos llevar después de haber recibido el bautismo.
El arrepentimiento de nuestros pecados
Naturalmente, todos cometemos errores, por lo cual, a fin de mantener nuestros convenios bautismales, debemos arrepentirnos de ellos, reconociendo y admitiendo ante la autoridad competente que hemos pecado (véase la lección 28 de este manual). Por medio del arrepentimiento, podemos ser limpiados nuevamente de nuestros pecados y de ese modo ser dignos de recibir la guía del Espíritu Santo.
El camino a la perfección
¿Llegará alguna vez el tiempo en que no necesitemos más nuestro convenio bautismal? La respuesta, por supuesto, es no; no hasta que seamos perfectos como Dios es perfecto. Hasta entonces, debemos continuar perfeccionando nuestra vida, cambiando malos hábitos por buenos. El presidente Spencer W. Kimball ha dicho: “Ciertamente el autodominio es un programa continuo, una jornada, no simplemente un comienzo. Así como una pequeña bellota no puede convertirse repentinamente en un roble, tampoco los hombres pueden repentinamente volverse justos” (El Milagro del Perdón, pág. 210).
El profeta Nefi nos enseña que después del bautismo debemos “seguir adelante” y “perseverar hasta el fin”. Nos promete que Dios nos dará la vida eterna si le mostramos amor y lo obedecemos (véase 2 Nefi 31:19–21). Conforme obedezcamos al Señor y guardemos los convenios que hicimos con Él al tiempo de bautizarnos, gozaremos de la felicidad en esta vida y del gozo eterno en la vida venidera.
El presidente Joseph Fielding Smith explicó, de la siguiente manera, la necesidad de perseverar hasta el fin en la observancia de los convenios que hemos hecho: “Uno de los grandes propósitos de la Iglesia verdadera es la de enseñar a los hombres lo que deben hacer después del bautismo a fin de obtener todas las bendiciones del Evangelio… Debemos perseverar hasta el fin, guardar los mandamientos y labrar nuestra propia salvación… será necesario vivir de tal manera que adquiramos los atributos de la divinidad y nos convirtamos en la clase de persona que podrá gozar de la gloria y las maravillas del reino celestial” (“The Plan of Salvation”, Ensign, noviembre de 1971, pág. 5).
Conclusión
Una ex monja católica que se convirtió a la Iglesia, explica lo que el bautismo significa para ella:
“Todo lo que vi y oí en la Iglesia me impresionó mucho, muchísimo. La calidez y el amor, así como la profunda preocupación de los miembros entre sí, me hicieron darme cuenta de que esta religión debía tener algo especial…
“Me dí cuenta de que estaba en la Iglesia errónea y de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días era la única Iglesia verdadera sobre esta tierra… Supe también que tenía… que unirme a ella…
“La transición de la antigua vida a la presente no fue fácil, pero lo que me sostuvo a lo largo de toda la experiencia fue, y es, la renovación semanal de mis convenios bautismales en las reuniones sacramentales —el convenio de tomar sobre mí el nombre del Salvador, de recordarle siempre y de guardar Sus mandamientos, y a su vez el convenio del Señor de que si cumplo con esas promesas, Su Espíritu estará siempre conmigo.
“Lo próximo que recuerdo es mi bautismo y la total inmersión en el agua, lo que para mí significa la muerte al egoísmo y al pecado y el nacer a una nueva vida como hija de Dios. También pienso que este acto del bautismo es simbólico de la forma en que nuestro Padre Celestial desea que vivamos, superando el egoísmo y luchando contra las tentaciones. De esta manera nuestro ego y pecado mueren, y cada día nos levantamos y progresamos más en el camino de regreso a la presencia de nuestro Padre Celestial.
“Después, renuevo silenciosamente mi convenio de tomar sobre mí el nombre de Jesucristo, diciéndole que renuevo la promesa de aceptarle, así como los principios del Evangelio y Sus enseñanzas; de aceptar la Iglesia y apoyar al Profeta y a las otras autoridades, las únicas divinamente comisionadas para dirigirnos en el nombre de Dios. En mi silenciosa oración, añado que renuevo mi convenio de recordarle siempre, por ejemplo, de recordar Su presencia, en especial durante el día en los momentos en que se presente la tentación o el enojo. Al final, renuevo el convenio de guardar Sus mandamientos, y sé que si lo hago con fidelidad, tendré Su Espíritu conmigo” (Miriam Spain Peterson, “The Lord Takes Care”, No More Strangers, tomo 3, págs. 154–159).
Cometido
Examine lo que ha hecho con su vida desde que se bautizó. Es probable que en ese entonces haya sentido un “cambio en el corazón” dentro de sí. Tal como el profeta Alma pregunta: “¿Podéis sentir esto ahora?” (Alma 5:26.) ¿Puede sentir todavía la “vida nueva” que se menciona en las Escrituras? Si algo falta, comience a arrepentirse y a corregir el problema.
Pasajes adicionales de las Escrituras
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Gálatas 3:27–29 (en el bautismo, tomamos sobre nosotros el nombre de Dios).
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1 Pedro 3:21 (el bautismo es un requisito previo de la salvación).
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D. y C. 27:2 (participamos de la Santa Cena en memoria de Cristo).
Preparación del maestro
Antes de presentar esta lección:
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Lea el capítulo 20 del manual Principios del Evangelio, intitulado “El bautismo”.
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Lea las lecciones 28 y 31 de este manual.
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Consiga una pizarra y tiza, o haga un cartel en el que se muestren los convenios bautismales y el consejo que se da en Moroni 6:4–9.
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Optativo: Asigne a un miembro de la clase para que compare los convenios bautismales y los sacramentales.
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Asigne a miembros de la clase para que relaten las historias y para que lean los pasajes de las Escrituras de la lección.