Lección 31
La oración y el ayuno
El propósito de esta lección es ayudarnos a aprender cómo fortalecer a nuestra familia y quórum por medio de la oración y el ayuno.
Introducción
Pida a los miembros de la clase previamente asignados que presenten una corta reseña de los principios de la oración y el ayuno, tal como se enseñan en el manual Principios del Evangelio.
La oración y el ayuno nos fortalecen a nosotros y a nuestra familia
La oración y el ayuno pueden ayudar a fortalecernos a nosotros y a nuestra familia. Nuestras oraciones para recibir guía se convierten en más poderosas debido a que el ayuno realza la sinceridad de aquéllas; además, cuando oramos y ayunamos, nos apartamos de las cosas del mundo y reconocemos nuestra dependencia del Señor. De este modo, predisponemos nuestros corazones para aprender y aceptar la voluntad de Dios para nosotros y nuestra familia.
La oración y el ayuno también aumentan nuestra capacidad para usar el sacerdocio con eficacia. Nosotros, al igual que los demás, somos bendecidos cuando aprendemos cómo controlar los poderes del sacerdocio; y el sacerdocio sólo se puede controlar cuando utilizamos los principios de la rectitud (véase D. y C. 121:34–36).
Muestre la ayuda visual 31-a, “La oración y el ayuno pueden ayudar a un poseedor del sacerdocio a bendecir a los enfermos más eficazmente”.
La historia que figura a continuación relata cómo un poseedor del sacerdocio aprendió la ayuda que el poder de la oración y el ayuno le proporcionaron al ejercer su sacerdocio:
Cuando el pequeño de Juan y Delia enfermó de gravedad, el diagnóstico de los doctores fue de meningitis espinal, y dijeron a los padres que el niño o moriría o quedaría física y mentalmente discapacitado. Como poseedor del Sacerdocio de Melquisedec, Juan decidió dar a su hijo una bendición. Sin embargo, cuando se preparó para sellar la unción, se dio cuenta de que no sabía cuál era la voluntad del Señor referente a su hijo; por lo que simplemente le bendijo para que se sintiera bien.
Después de la bendición, Juan y Delia comenzaron a ayunar para conocer la voluntad del Señor y para poder aceptarla. Al final del ayuno, Juan y Delia se hallaban en disposición de aceptar la voluntad del Señor, por lo que Juan bendijo a su hijo de nuevo y esta vez el Espíritu le susurró que bendijera al niño para que sanara por completo. El niño sanó y tres días más tarde le trasladaron del hospital a la casa.
¿Cómo podría haber ayudado el ayuno a Juan y Delia si la respuesta hubiera sido diferente?
El enseñar y fortalecer a nuestra familia por medio de la oración y el ayuno
En nuestra calidad de padres, debemos orar siempre para saber las necesidades de nuestros hijos y para saber cómo satisfacerlas; por ejemplo, cuando uno de ellos esté enfrentando un problema en particular, podemos mencionarlo en las oraciones familiares; sin embargo, debemos tener cuidado de hacerlo siempre de una manera positiva. Un padre oró por su hijo utilizando estas palabras: “Padre [Celestial], sabemos que Pedro está haciendo un gran esfuerzo por controlar su temperamento, y estamos agradecidos por verlo crecer y por la ayuda y el apoyo que le das. Por favor continúa bendiciéndolo y bendícenos a nosotros para que no provoquemos su ira, sino que le expresemos nuestro amor y nuestra disposición de ayudarle (Ensign, mayo de 1973, pág. 34).
¿Cómo ayudaría este tipo de oración a que un joven superara su problema?
El élder M. Russell Ballard, hijo, relató una experiencia que tuvo con su hijo de cinco años, quien estaba temeroso de comenzar la escuela. Al reconocer los sentimientos de su hijo, le dijo: “Craig, tú tienes un amigo que siempre estará contigo. Vamos a arrodillarnos juntos y pedirle que te ayude” (Ensign, noviembre de 1976, págs. 87–88).
Tal como lo ilustra el relato que figura a continuación, el orar y ayunar como familia puede traer gran fuerza y unidad a la misma:
Alfredo era un joven que había recibido el llamamiento de servir al Señor en una misión extranjera. Estaba ansioso por servir, pero a medida que comenzó a estudiar el idioma, se preocupó mucho ya que no podía aprenderlo.
Cuando el padre de Alfredo se enteró del problema de su hijo, reunió a la familia y les pidió que ayunaran y oraran para que Alfredo pudiera superar el problema y cumplir con una misión exitosa.
¿Cómo puede fortalecer a nuestros hijos una experiencia como esa? ¿De qué manera une a las familias el orar y ayunar juntos? Lea 3 Nefi 18:21.
El llevar a cabo la obra del Señor por medio de la oración y el ayuno
Cierto hombre vino a Jesús, se arrodilló delante de él y le dijo:
“Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar.”
El Señor desechó el demonio, el cual salió del muchacho de inmediato; entonces los discípulos vinieron a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera?” Jesús les respondió que era debido a su poca fe, y luego agregó: “Pero este género no sale sino con oración y ayuno” (véase Mateo 17:14–21).
En la historia que se relata a continuación el élder Matthew Cowley nos cuenta de un obispo que entendía la necesidad del ayuno y la oración:
“Un día, llamaron por teléfono a [un joven obispo adinerado en Honolulu] desde el Hopital Queen con objeto de que fuera a bendecir a un niño que padecía de polio; era la madre del niño, y como él era el obispo de ellos, la hermana le dijo: ‘Obispo, venga al hospital porque mi hijo está enfermo de polio y quiero que usted le dé una bendición’. La hermana esperó todo el día, pero el obispo no fue; también la noche transcurrió sin ninguna señal de él. A la mañana siguiente no apareció tampoco, sino que llegó muy temprano esa tarde. La hermana se sentía tan ofendida que al verlo llegar comenzó a decirle toda clase de cosas: ‘Usted, mi propio obispo, alguien que no tiene que cumplir horarios, sin compromisos, que tiene todo lo que desea, automóviles y yates, a pesar de que le pedí que viniera a ver a mi hijo enfermo de polio ni siquiera se dignó a venir sino hasta un día después’. Después de que ella terminó de hablarle y no tenía más que decir, él la miró y sonriendo dijo: ‘Hermana, después de que hablé con usted ayer, decidí realizar un ayuno y he estado orando y ayunando por estas veinticuatro horas. Ahora estoy listo para bendecir a su hijo’. Esa tarde a las cinco, los médicos dieron de alta al muchacho quien estaba completamente curado de su enfermedad. ‘Este género no sale sino con oración y ayuno’.
“Dudo mucho que si él hubiera ido el día en que la madre lo llamó, su hijo se hubiera sanado. Creo que esa oración y ese ayuno eran necesarios. Pienso que aunque poseemos el sacerdocio, pocas veces lo ejercemos como debemos. Deben mantenerse en las condiciones que les capaciten para estar siempre preparados cuando tengan que oficiar en el sacerdocio para dar bendiciones” (Matthew Cowley Speaks, pág. 150).
No siempre es necesario esperar tanto antes de bendecir al enfermo, pero debemos tratar siempre de recibir inspiración del Señor antes de efectuar cualquier ordenanza del sacerdocio.
¿Por qué es importante que estemos espiritualmente preparados cuando efectuamos las ordenanzas del sacerdocio?
Del mismo modo que los poseedores del sacerdocio deben estar preparados para llevar a cabo ordenanzas, quienes las soliciten deben también prepararse a sí mismos y a su familia para recibirlas. El relato que figura a continuación muestra cómo unos padres utilizaron la oración y el ayuno para prepararse a sí mismos y a su hijo para una bendición.
“Hace poco más de un año una pareja vino a mi oficina trayendo a un niño pequeño. El padre me dijo: ‘Mi esposa y yo hemos estado ayunando por dos días, y traemos a nuestro pequeño para que le dé una bendición. Se nos ha enviado que viniéramos a usted’.
“Yo le contesté: ‘¿Qué es lo que le pasa?’.
“Me dijeron que había nacido ciego, sordo y mudo, que no tenía ninguna coordinación en sus músculos y que ni siquiera podía gatear a la edad de cinco años. Entonces me dije a mí mismo: ‘Este género no sale sino con oración y ayuno’. Yo tuve fe en el ayuno y las oraciones de esos padres. Bendije al niño y semanas más tarde recibí una carta que decía: ‘Hermano Cowley, quisiéramos que pudiera ver a nuestro pequeñito. Está gateando. Cuando jugamos con él y le tiramos una pelota, él va detrás de ella. Él puede ver. Y cuando aplaudimos arriba de su cabeza, brinca, porque ya puede oír’. La ciencia médica no había podido quitarle esta gran carga a esta familia, pero Dios se hizo cargo” (Matthew Cowley, “Miracles”, Speeches of the Year, Universidad Brigham Young, 1953, pág. 8).
Muchas parejas de misioneros han descubierto las bendiciones que llegan como resultado de orar y ayunar juntos. El presidente Ezra Taft Benson nos habla de una experiencia que él tuvo cuando era misionero y ayunó y oró con su compañero.
“Conozco la eficacia y el poder de la oración por experiencia propia. Cuando yo era un joven misionero en Inglaterra del Norte en 1922, la oposición contra la Iglesia era muy intensa y tan fuerte, que llegó el punto en que el presidente de la misión solicitó que dejáramos de llevar a cabo reuniones en la calle y, en algunos casos, se detuvo la labor de golpear puertas.
“A mi compañero y a mí se nos invitó a viajar a South Shields y hablar en la reunión sacramental. La invitación decía: ‘Estamos seguros de que podremos llenar nuestra capilla. La mayoría de la gente no cree en las falsedades que se han publicado sobre nosotros. Si ustedes vienen, sabemos que tendremos una gran reunión’. Nosotros aceptamos.
“Ayunamos y oramos con toda sinceridad y fuimos a la reunión. Mi compañero había planeado hablar sobre los primeros principios del Evangelio. Yo me había preparado mucho para basar mi discurso en el tema de la apostasía. El espíritu en la reunión era maravilloso. Mi compañero habló primero y dio un discurso muy inspirado. Cuando llegó mi turno, lo hice con una naturalidad que jamás había experimentado en mi vida. Al sentarme, me di cuenta de que no había ni mencionado la apostasía, sino que había hablado del profeta José Smith y había dado mi testimonio de su misión divina y de la veracidad del Libro de Mormón. Al concluir la reunión, varias personas, algunas de las cuales no eran miembros de la Iglesia, se dirigieron a nosotros y dijeron: ‘Esta noche hemos recibido el testimonio de que el Evangelio como ustedes los élderes lo enseñan, es verdadero. Ahora estamos listos para bautizarnos’.
“Esto fue la respuesta a nuestro ayuno y oraciones, ya que habíamos pedido que pudiéramos decir aquello que llegara a los corazones de los amigos y los investigadores” (“Prayer”, Ensign, mayo de 1977, págs. 33–34).
Conclusión
Hay muchas otras ocasiones en que la oración y el ayuno pueden ayudarnos a llevar a cabo la obra del Señor; por ejemplo, podemos orar y ayunar por las familias a quienes enseñamos, así como también podemos hacerlo como quórum a favor de uno de los miembros o una de las familias del mismo.
Mediante la oración y ayuno podemos ser bendecidos físicamente; además, aumentará nuestra fe y poder espiritual. Dicho poder se necesita para lograr éxito en nuestras labores y para fortalecernos a nosotros mismos y a los demás.
Cometidos
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Determine algunas de las cosas por las que necesita orar y ayunar en su vida personal y familiar.
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Piense sobre algunas de las necesidades de los miembros del quórum.
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Comprométase a orar y ayunar por uno de estos propósitos.
Pasajes adicionales de las Escrituras
Oración
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Mateo 6:5–15 (el Salvador explica cómo debemos orar).
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Lucas 18:1–14 (debemos ser persistentes en la oración).
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2 Nefi 32:8–9 (debemos orar antes de hacer la obra del Señor).
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Alma 34:17–28 (debemos orar en cuanto a todo lo que hagamos).
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Moroni 10:3–5 (podemos conocer la verdad de todas las cosas por medio de la oración).
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D. y C. 19:28 (debemos orar tanto en público como en privado).
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D. y C. 88:119 (debemos establecer una casa de oración y ayuno).
Ayuno
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Éxodo 34:27–28 (Moisés ayunó antes de recibir revelación de Dios).
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Lucas 2:36–37 (Ana sirvió a Dios al orar y ayunar).
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Hechos 13:2–3 (El ayuno puede brindar la inspiración del Espíritu Santo).
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Mosíah 27:23 (el ayuno y la oración ayudaron a Alma a recuperarse).
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Alma 6:6 (los nefitas oraron y ayunaron por quienes no conocían a Dios).
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Alma 17:9 (los misioneros oraron y ayunaron para recibir el Espíritu).
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Alma 45:1 (el orar y ayunar es una forma de dar gracias a Dios).
Preparación del maestro
Antes de presentar esta lección:
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Lea la lección 8 del manual Principios del Evangelio, intitulada “Oremos a nuestro Padre Celestial”. Asigne a un miembro de la clase para que haga una reseña de tres minutos sobre dicha lección.
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Lea la lección 25 del manual Principios del Evangelio, intitulada “El ayuno”. Asigne a un miembro de la clase para que haga una reseña de tres minutos sobre dicha lección.