Lección 24
El mantenerse físicamente saludable
El objetivo de esta lección es ayudarnos a comprender por qué es tan importante el mantener nuestros cuerpos físicamente saludables.
Introducción
Una de las razones por las que vinimos a la tierra fue para obtener cuerpos físicos. El presidente Brigham Young declaró: “Nuestros cuerpos mortales son muy importantes para nosotros; sin ellos, nunca podríamos ser glorificados en las eternidades” (Discourses of Brigham Young, pág. 56).
Aunque nuestros cuerpos serán glorificados en la eternidad (véase Alma 11:42–44), en esta vida padecen enfermedades, dolores y lesiones. Algunos están temporalmente discapacitados, otros paralizados por el resto de la vida; pero sea cual sea la condición en que se halle, nuestro cuerpo es muy importante para nosotros porque nos ayuda en nuestro progreso hacia la perfección.
El hombre es un ser espiritual y físico, y lo físico y lo espiritual no pueden separarse. Lo espiritual y lo intelectual no pueden alcanzar su potencial completo sin la ayuda y la fuerza que les proporciona el cuerpo (véase D. y C. 93:33–34). A pesar de este hecho, muchos poseedores del sacerdocio desarrollan sus aspectos espirituales e intelectuales, pero se olvidan de los físicos.
El presidente David O. McKay ha declarado: “El hombre sano, que cuida de su ser físico, tiene fuerza y vitalidad; su cuerpo es un buen lugar para su espíritu… Por lo tanto, es necesario que cuidemos nuestro cuerpo físico y que obedezcamos las leyes de la salud física y la felicidad” (“The Whole Man,” Improvement Era, abril de 1952, pág. 221).
Los beneficios de la salud
A continuación detallamos algunos de los beneficios que se derivan de tener un cuerpo sano:
Podemos servir mejor
Cuanto más sanos seamos, seremos más capaces de servir a otros y de brindar felicidad a los demás y a nosotros mismos.
Somos mejores líderes
Debido a las demandas que enfrenta un líder, éste necesita poseer fuerza y vigor. Su llamamiento requiere que sea tan sano como le resulte posible.
Nos sentimos mejor respecto a nosotros mismos y a otros
Cuando mantenemos nuestros cuerpos sanos, nos sentimos bien respecto a nosotros mismos y tenemos entusiasmo por nuestro trabajo. También tenemos más paciencia, amor y bondad hacia los demás.
Podemos proveer para nosotros mismos
Cuanto más sanos son nuestros cuerpos, mejor podemos trabajar y de esa forma proveer para nosotros y nuestra familia.
El mantener la salud física
Muchos problemas de salud son el resultado de condiciones de vida donde hay carencia de higiene, donde hay enfermedad, exceso de peso, alimentación inadecuada, fatiga y falta de ejercicio. Sin importar donde vivamos, nos podemos ver afectados por esos problemas de salud. Naturalmente, para prevenir o solucionar los mismos, debemos investigar cuáles son nuestros problemas personales de salud y, una vez que lo sepamos, podemos elaborar programas que se ajusten a nuestro horario y que nos ayuden a mantener un cuerpo sano.
Los centros locales de salud nos pueden ayudar a establecer un programa personal de salud.
Pida al miembro de la clase asignado que informe sobre su visita al centro de salud local.
Nuestro programa de salud personal y familiar debe incluir lo que se detalla a continuación:
Obediencia a la palabra de sabiduría
El Señor nos ha dicho que hay ciertas substancias que no debemos ingerir. Entre las mismas se incluye el tabaco, el café, el té, el alcohol y ciertos alimentos. Por otra parte, nos ha sugerido que utilicemos algunos alimentos y bebidas a fin de mantener cuerpos sanos. A quienes observen la Palabra de Sabiduría se les ha prometido salud, sabiduría y protección (véase D. y C. 89:18–21).
Pida a un miembro de la clase que informe sobre el contenido de la Palabra de Sabiduría, que se halla en D. y C. 89:1–17.
La historia que se relata a continuación ilustra algunas de las bendiciones que llegan como resultado de la obediencia a la Palabra de Sabiduría:
“Aun cuando todavía no tenía 12 años de edad, trabajaba junto a mi padre en la cosecha de granos, hace más de 60 años. Él cortaba y yo ataba los granos en [gavillas]; era un trabajo agotador, día tras día.
“Un sábado comenzamos [a trabajar] al amanecer y paramos alrededor de las ocho y media de la noche. Estaba tan cansado que sólo pensaba en acostarme y dormir, sin siquiera esperar para la cena.
“Mi padre me miró entonces y me dijo con cariño: ‘Lee, la parcela de cereal que cortamos hoy estaba demasiado verde. Si esperamos hasta el lunes para [engavillarlo], los granos se van a echar a perder. Debemos hacerlo esta noche. Hay una hermosa y brillante luna afuera; ¿crees que podrías ayudarme?’
“Contuve entonces mis lágrimas y le dije que sí con un movimiento de cabeza.
“Mi padre entonces me dijo: ‘Muy bien, entonces vamos a comer algo primero’.
“Pronto terminamos el pan y la leche, pero continuaba tan cansado que apenas podía levantar la cabeza. Mientras mi padre fue a darle de comer a los cerdos, yo permanecí a la mesa, pensando amargamente: ‘Yo jamás he fumado o bebido; siempre he obedecido la Palabra de Sabiduría. En Doctrina y Convenios dice que si obedecemos la Palabra de Sabiduría podremos correr sin fatigarnos y andar sin desmayar. Y ahora estoy tan cansado que apenas puedo levantar la cabeza’. Mi boca se torció mientras trataba de detener las lágrimas causadas por el cansancio.
“Es imposible describir lo que sucedió, pero fue como si un hermoso rayo de brillante luz entrara en mi cuerpo y llenara cada fibra de mi ser. Cuando llegó mi padre me levanté y volvimos al campo.
“Mi padre trabajaba extremadamente rápido, pero esa noche no pudo mantener la misma velocidad que yo, aun cuando trabajaba tan rápido como podía. Yo corría a recoger las gavillas que se apartaban, y las aventaba, aun cuando algunas pesaban más que yo mismo, de [hilera a hilera]. Jamás olvidaré el asombro que había en los ojos de mi padre” (Leo W. Spencer, “To Run and Not Be Weary,” Ensign, marzo de 1974, pág. 45).
Trabajo
El trabajo es una bendición, no una maldición. No solamente nos capacita para contribuir al bienestar de nuestra familia, sino que también mantiene nuestro cuerpo y mente activos y alertas (véase 1 Tesalonicenses 4:11–12 y Salmos 128:2–3).
Suficiente reposo
Algunas personas no duermen el tiempo suficiente para obtener el reposo adecuado, mientras que otras duermen más de lo necesario. El Señor nos ha amonestado a dormir lo necesario, pero no más de eso; cada uno de nosotros somos diferentes y debemos dormir de acuerdo con las necesidades personales, pero Él nos ha dicho que nos acostemos temprano y que nos levantemos también temprano para que nuestro cuerpo y mente sean vigorizados (véase D. y C. 88:124).
Higiene personal
Para prevenir enfermedades, debemos bañarnos, cepillarnos los dientes y lavarnos las manos con regularidad; también debemos lavar la ropa, la ropa de cama y los platos.
Las enfermedades se previenen al eliminar los gérmenes, hecho que ocurre cuando mantenemos a los insectos y a los animales fuera del hogar, y al descartar los desperdicios humanos y animales. Por la misma razón, los alimentos se deben almacenar en un lugar limpio y seguro.
Alimentación adecuada
Una dieta adecuada consiste en alimentos de cada uno de los tres grupos alimenticios en cada comida. Necesitamos carnes y productos animales para el crecimiento; frutas y verduras para la protección contra las enfermedades, y granos y raíces feculentas para recibir energía. (Si desea información adicional, véase La mujer Santo de los Últimos Días: Manual básico para las mujeres, Parte A, Lección 22: “La nutrición para la familia”).
Cuidado médico y dental
Podemos protegernos a nosotros mismos y a nuestra familia contra algunas enfermedades por medio de vacunas; en la mayoría de los países, éstas se ofrecen en las clínicas o en los consultorios médicos. También debemos ir al dentista periódicamente para que lleve un control de nuestra dentadura.
Ejercicio físico
Muestre la ayuda visual 24-a, “El ejercicio físico regular es necesario para mantener una buena salud”.
El ejercicio es algo que podemos disfrutar tanto en forma individual como en familia. Uno excelente que casi todos podemos hacer es el correr; podemos correr en cualquier lugar y momento y ello proporciona la mayor ayuda en la menor cantidad de tiempo. El correr en su lugar y el caminar también constituyen buenas formas de hacer ejercicio. El baloncesto, el fútbol, el juego de pelota, la natación y otros deportes pueden proporcionar ejercicio y también recreo.
Antes de comenzar un programa vigoroso, debemos someternos a un examen médico. El obtener y seguir el consejo del doctor sobre un programa de ejercicio evitará que hagamos cosas que nos dañarían en lugar de ayudarnos.
Muestre la ayuda visual 24-b, “El ejercicio es un excelente proyecto familiar”.
Recreo
Debido a que la actividad física relaja al cuerpo de presiones y tensiones derivadas de nuestras ocupaciones diarias, el recreo debe consistir a menudo en actividades físicas, las cuales nos ayudan a mantener buena salud física y mental. Uno de los beneficios de un programa de ejercicio para fines recreativos es la oportunidad que nos proporciona de estar con nuestra familia; cada miembro de la familia se sentirá no solamente más motivado a hacer ejercicio, sino que también se sentirá más unido a los demás miembros de la familia.
Conclusión
El equilibrio es una base esencial para una vida feliz; por lo tanto, debemos esforzarnos por adquirir equilibrio en el trabajo, el descanso y el recreo. El presidente Brigham Young aconsejó:
“Busquemos extender la vida presente al máximo por medio de la observancia a toda ley de la salud y al equilibrar adecuadamente el trabajo, el estudio, el descanso y el recreo… preparémonos para una vida mejor. Enseñemos esos principios a nuestros hijos, para que… puedan aprender a establecer la base de la salud y de la fuerza” (Discourses of Brigham Young, pág. 186).
La Iglesia necesita poseedores del sacerdocio que estén espiritual, intelectual y físicamente preparados, porque la buena salud nos ayuda a ser eficaces en nuestras muchas responsabilidades.
Cometidos
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Examine sus problemas personales de salud.
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Elabore un programa de ejercicio físico personal y familiar.
Pasajes adicionales de las Escrituras
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Proverbios 23:19–23 (debemos ser sabios al escoger lo que ingerimos).
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Proverbios 31:1–4 (no debemos contaminarnos con las bebidas fuertes y la inmoralidad).
Preparación del maestro
Antes de presentar esta lección:
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Lea el capítulo 27, “El trabajo y la responsabilidad personal”, y el 29, “La ley de salud del Señor”, del manual Principios del Evangelio.
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Asigne a un miembro de la clase para que visite un centro de salud de su área que pueda ayudar a los miembros del quórum a satisfacer sus necesidades de salud, y pídale que rinda un informe al respecto.
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Asigne a otro miembro de la clase para que dé un informe de cinco minutos sobre el contenido de la Palabra de Sabiduría (D. y C. 89:1–17).
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Asigne a miembros de la clase para que relaten las historias y para que lean los pasajes de las Escrituras de la lección.