Lección 17
La enseñanza basada en las Escrituras
El propósito de esta lección es ayudarnos a comprender la razón por la que la enseñanza en la Iglesia debe basarse en las Escrituras.
Introducción
Muestre las ayudas visuales 17-a, “Si hemos de impartir una enseñanza basada en las Escrituras, debemos estudiarlas”, y 17-b, “La enseñanza del Evangelio requiere un buen conocimiento de las Escrituras”.
El presidente J. Reuben Clark, hijo, dijo una vez a un grupo de maestros de la Iglesia: “Su obligación esencial es enseñar el Evangelio del Señor Jesucristo… Ustedes deben enseñar el Evangelio utilizando como fuente de enseñanza los libros canónicos de la Iglesia [las Escrituras] y las palabras de quienes Dios ha llamado para dirigir a Su pueblo en estos últimos días” (The Charted Course of the Church in Education, pág. 9).
La mejor ayuda de la que podemos disponer cuando enseñamos, es el conocer y utilizar las Escrituras.
La importancia de la enseñanza basada en las Escrituras
El Señor ha enseñado claramente la importancia de conocer y enseñar las Escrituras a otros. Durante Su visita a los nefitas dijo: “Sí, un mandamiento os doy de que escudriñéis estas cosas [las Escrituras] diligentemente” (3 Nefi 23:1). Debemos escudriñarlas porque nos enseñan sobre Jesucristo y porque “son verdader[as] y fidedign[as], y las profecías y promesas que contienen se cumplirán todas” (D. y C. 1:37, véase también 1 Nefi 19:23).
Lea D. y C. 68:1–4. ¿Qué otras Escrituras tenemos hoy, además de los libros canónicos? ¿Dónde podemos encontrar esas Escrituras? (En la revista Liahona.)
La enseñanza eficaz de las Escrituras
Cuando Lehi y su familia llegaron a la tierra prometida, Nefi enseñó las Escrituras a sus hermanos en una forma comprensible para ellos: “…porque apliqué todas las Escrituras a nosotros mismos”, dijo, “para nuestro provecho e instrucción” (1 Nefi 19:23). El aplicar las Escrituras a nosotros mismos es muy importante para enseñarlas eficazmente. El profeta José Smith dijo: “Escudriñad las Escrituras; escudriñad las profecías, y aprended qué porción de ellas pertenece a vosotros” (Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 7). Los buenos maestros comparan a menudo las distintas situaciones de las Escrituras con las actuales, mostrando cómo los acontecimientos del pasado se aplican al presente.
Muestre la ayuda visual 17-c, “Nefi y Lehi encuentran la Liahona”.
El presidente Spencer W. Kimball utilizó la historia del Libro de Mormón que aparece a continuación de esta manera:
“Imaginen que son Nefi, y que acaban de escuchar a su padre que con emoción expresa que ha encontrado algo en el exterior de la tienda. Se trata de una bola o esfera… ‘de bronce fino, esmeradamente labrada’, y nunca nadie ha visto algo semejante (véase 1 Nefi 16:10).
“Si estuvieran muy interesados y observaran cuidadosamente la construcción de esa esfera poco común, notarían que trabaja ‘de acuerdo con la fe, diligencia y atención’ que le dieran para que marcara la dirección que debían seguir (véase 1 Nefi 16:28). …Examinándola más cuidadosamente, [notarían] que sobre la bola hay escritos fáciles de leer y que… explican también las vías del Señor. [A medida que hicieran solicitudes al Señor, cambiarían las instrucciones. El cambio de las instrucciones se efectuaba de acuerdo con la fe y diligencia de su familia (1 Nefi 16:29).]
“…La esfera o Liahona, que interpretado quiere decir brújula, fue preparada especialmente por el Señor para mostrarle a Lehi el curso que debía seguir en su viaje por el desierto. ¿No les gustaría a cada uno de ustedes tener una esfera similar?; entonces, siempre que estuvieran en error, la esfera les indicaría el camino correcto y escribiría mensajes a fin de que siempre pudieran saber cuándo se encuentran en error.
“Eso, mis jóvenes hermanos, todos ustedes lo poseen. El Señor le dio a todo hombre, a toda persona, una conciencia que le hace saber cada vez que se encamina por el mal sendero. Si escuchamos atentamente, podremos oír los mensajes de nuestra conciencia; pero claro está que las personas pueden llegar a acostumbrarse de tal forma a los mensajes que los ignoren, hasta que ya no los puedan oír.
“Deben comprender que tienen algo similar a una brújula, a una Liahona, en su propio sistema. Todo niño lo tiene… si él ignora la Liahona que dispone en su propio diseño, llegará el momento en que ya no funcione. Pero si recordamos que cada uno de nosotros dispone de [una Liahona] que puede guiarnos adecuadamente, nuestra embarcación no tomará el curso equivocado… siempre que escuchemos los dictados de nuestro propia Liahona, a lo que nosotros llamamos la conciencia” (Ensign, noviembre de 1976, págs. 77–79).
¿Cómo utilizó las Escrituras el presidente Kimball para enseñar una verdad que hoy podemos usar?
Cuando tenemos un conocimiento de las Escrituras, podemos aplicar a las situaciones de nuestra vida los principios que se enseñan en ellas; los ejemplos que figuran a continuación muestran cómo un padre enseñó a sus hijos basándose en las Escrituras.
“No juzguéis, para que no seáis juzgados”
A Laura y Tomás les habían dicho sus padres repetidamente que no dejaran sus bicicletas en la acera. Un día el padre se encontró con que ambas bicicletas estaban en la calle y enfrentó en primer lugar a Tomás diciéndole: “Tomás, acabo de encontrarme la bicicleta de Laura en la calle, ¿qué debo hacer?”.
Tomás respondió: “No deberías dejarla salir con sus amigas por una semana, tal como dijiste que lo harías”.
Más tarde, el padre le preguntó a Laura: “Encontré la bicicleta de Tomás en la calle, ¿qué debo hacer?”.
“Dale otra oportunidad,” respondió Laura, “la próxima vez se acordará”.
Seguidamente, el padre llamó a los dos hijos y les pidió que leyeran Mateo 7:1–2.
Lea Mateo 7:1–2.
Cuando terminaron de leer los versículos, el padre dijo: “Tomás, no jugarás con tus amigos por una semana. En cuanto a ti, Laura, considero esto como una advertencia si vas inmediatamente a quitar la bicicleta de la calle”.
“El obrero es digno de su salario”
Roberto quedó de acuerdo con su padre en lavar todas las ventanas de la casa por diez pesos y su hermano Ricardo en pintar el comedor por la misma cantidad. Roberto realizó el trabajo en medio día, mientras que Ricardo pasó dos días pintando. Cuando el padre pagó a cada uno los diez pesos, Ricardo protestó diciendo que a él se le debería pagar más porque había trabajado durante más tiempo. En respuesta a sus quejas, el padre leyó Mateo 20:1–15.
Lea Mateo 20:1–15.
El padre concluyó el asunto diciendo que él había cumplido con su parte del trato, por lo que Ricardo debería quedar en paz y no enojarse.
¿Cómo podemos aplicar cada uno de los pasajes de las Escrituras que vienen a continuación a nuestra vida en el día de hoy? Lean y analicen Mateo 25:1–13, Enós 1:2–8 y D. y C. 40:1–3.
Preparación para la enseñanza basada en las Escrituras
El presidente Harold B. Lee declaró: “Digo que necesitamos enseñar a nuestra gente a buscar las respuestas en las Escrituras… Mas lo infortunado del caso es que muchos de nosotros no estamos leyendo las Escrituras; ignoramos lo que hay en ellas y por consiguiente especulamos en cuanto a las cosas que debíamos haber encontrado en las Escrituras mismas. Creo que en esto yace uno de los mayores peligros de hoy en día” (véase “Buscad las respuestas en las Escrituras”, Liahona, diciembre de 1973, pág. 3).
Nadie nos obligará a estudiar las Escrituras. Si queremos, podemos hallar un sinnúmero de malas razones para no estudiarlas ni escudriñarlas, pero debemos comprometernos a llevarlo a cabo por medio de un plan de estudio regular. Si lo hacemos así, cuando nos enfrentemos a la elección de leer las Escrituras o un periódico deportivo, escogeremos aquéllas, porque previamente habíamos hecho la elección.
La habilidad de leer, disfrutar y enseñar las Escrituras no solamente requiere planificación, sino también preparación y oración.
Lea Moroni 10:3. ¿Qué nos dice Moroni en cuanto a la lectura de las Escrituras?
A medida que leemos las Escrituras, debemos meditarlas en nuestro corazón. El presidente Marion G. Romney dijo: “A medida que he leído las Escrituras, la palabra meditar me ha dado mucho que pensar… El diccionario dice que meditar significa ‘someter a la reflexión, al examen interior’… Meditar es, creo yo, una forma de oración. Ha sido por lo menos, una forma de acercarnos al Espíritu del Señor” (“Magnifying One’s Calling in the Priesthood,” Ensign, julio de 1973, pág. 90).
En Moroni 10:4 se nos dice que tras haber meditado las Escrituras (hacer un análisis mental de lo que hemos leído), debemos preguntar a nuestro Padre Celestial “si no son verdaderas estas cosas”, y “Él [nos] manifestará la verdad de ellas por el poder del Espíritu Santo”.
Conclusión
Para enseñar las Escrituras con eficacia, debemos prepararnos leyéndolas regularmente y debemos meditar en ellas, pensando en lo que hemos leído, sintiéndolo y orando con sincera intención. Después, debemos poner en práctica lo que hemos llegado a saber y comprender por medio del Espíritu. Cuando lo hayamos hecho, podremos enseñar las Escrituras con poder y persuasión.
Cometidos
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A medida que lea las Escrituras diariamente, subraye o marque aquellos pasajes que sean más significativos para usted. Considere cómo se pueden “aplicar a usted mismo”.
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Enseñe a su familia basándose en las Escrituras durante la noche de hogar, alrededor de la mesa durante la cena o en otras situaciones familiares, utilizando relatos de las Escrituras y aplicándolos a sus necesidades familiares.
Pasajes adicionales de las Escrituras
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2 Nefi 4:15–16 (el deleite de Nefi en las Escrituras).
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D. y C. 11:21–22 (debemos estudiar antes de enseñar).
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D. y C. 42:12–15 (Debemos enseñar basándonos en las Escrituras).
Preparación del maestro
Antes de presentar esta lección:
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Lea el capítulo 10 del manual Principios del Evangelio, intitulado “Las Escrituras”.
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Recuerde a los hermanos que lleven consigo los libros canónicos a la clase.
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Asigne a miembros de la clase para que relaten las historias y para que lean los pasajes de las Escrituras de la lección.